miércoles, 8 de noviembre de 2017

Mujeres opiladas




Hoy quiero hacer una entrada diferente, de la mano de mi madre y del imborrable recuerdo de una representación teatral en que participó, dirigida por una excepcional profesora de literatura, "dos años después de la guerra", en Alcalá de Henares. Nos turnaremos para tirar del hilo. Comenzamos:

El acero de Madrid (Beltrán, Belisa, Teodora y Leonor)

Como otras muchas tardes, mi madre se aburre de ver la televisión y me dice que le cuente lo que escribo. Estoy con la entrada sobre Aventurarse perdiendo, la primera de las Novelas amorosas y ejemplares de María de Zayas.

Le cuento por encima el argumento y llego al momento en que, estando el amor de Jacinta y don Félix en "sabroso estado", se cruza una hermosa y rica prima que pone en peligro los sueños de la protagonista. No contaba Jacinta con la llegada de Adriana, que se enamora locamente de su primo y enferma gravemente al ser rechazada. Persuadido por su tía, don Félix le da palabra de matrimonio para que sane pronto; pero tranquiliza a Jacinta asegurándola que romperá su compromiso. Jacinta, por si las moscas, se le entrega "en cuerpo y alma". 

El médico determina "que doña Adriana, tomando un acerado xarabe, saliese a hacer exercicio por el campo, porque como no podía verse el mal del alma, juzgaba por la pérdida de color que eran opilaciones". Ante el desamor del primo, la presunta opilada se suicida añadiendo solimán al medicamento. 

Mi madre reacciona al oír la palabra:

Opilada como la Belisa de El acero de Madrid de Lope de Vega! 

-¿La obra de teatro que representasteis en el Instituto de Alcalá? ¡Me lo has contado muchas veces! ¡Hiciste el papel de la esclava Leonor!

-¡Y me felicitaron! 

-Bueno, cuenta y yo tomo nota. 

-En el Instituto donde yo iba, que estaba en  el edificio de la Universidad de Alcalá de Henares, la profesora de Literatura dijo que íbamos a hacer una función: El acero de Madrid de Lope de Vega. Era una mujer muy agradable y sencilla, la más maja de todas. Nos daba las clases de una manera muy amena y cuando nos decía que estaba enamorada de Lope, nos reíamos. No me acuerdo como se llamaba. Era encantadora y nos quería mucho.



Se dio la función en un patio de la Universidad, el que está nada más entrar. Todo lo trajeron de Madrid: los trajes, el decorado, con un decorador, y uno que nos maquilló. Pusieron como que era un jardín, un asiento y una mesita donde se sentaban. La ropa era cara y buena. 

La hija del portero del instituto hacía de Belisa, la dama más importante, vestida de azul claro y muy elegante, fingía estar "opilada", con una cara muy muy seria y pálida. Lisardo, un caballero joven, era su amor y no el que quería su padre. Y su tía, Teodora, vestida de oscuro y con un lunar con pelos al lado de la boca, no dejaba que se acercara. 




A mí me escogieron para ser Leonor, un personaje cómico, una esclava de aquellos tiempos. Yo servía a la "opilada" y llevaba el pelo largo, con una especie de cofia blanca cogida atrás, la falda roja y ancha y la blusa blanca, de encaje y muy escotada. Mi novio era el chico vestido de negro, Beltrán, que se hacía pasar por médico pero no era médico. Beltrán y yo hacíamos la gracia y la gente se reía mucho. Me llamaba "mi tollo", decía: "Volveráse mi tollo, dirá que es tarde"y a mí no se me ha olvidado. 



 Lo que era muy bonito era la ropa de los caballeros, de colores azulón, rojo y verde, con sombreros muy anchos y plumas largas. Saludaban a las damas, arrastraban el sombrero, hacían la reverencia y tan contenta las damas. Eran lo menos cuatro o cinco caballeros, con el que hacía de padre y todo. Las pelucas de los chicos eran hasta los hombros. Todo eso lo recuerdo bien. 

 Fue mucha gente, entre ellos el general Utrilla. El alcalde hablaba con mi padre, viendo la obra. Le dijo: "Moya, ésta, la cómica, debe de ser una artista que han traído de Madrid". Y mi padre le contestó : "es mi hija que en la vida las ha pasado más gordas".


Me gustó mucho la función, por eso cuando me dijeron que íbamos a hacer La vida es sueño me apunté enseguida. La profesora dijo: si hacemos La vida es sueño, María Ángeles es Rosaura. No me acuerdo por qué no se hizo, se empezó; pero costaba mucho dinero y no se llegó a hacer.



-En vista del interés de mi madre, fui a la biblioteca y volví con un tomazo de Comedias de Lope de Vega. Me pidió que le contara el argumento y le leyera algunos trozos. Lo que más le intrigaba era por qué Belisa se fingía opilada y se había buscado un falso médico:

"Los amores de Lisardo y Belisa son imposibles porque Teodora, la tía de ésta, ejerce a conciencia su función de protectora y no permite que ningún hombre se le acerque. Así que Belisa inventa un plan para hacerlos posibles: se fingirá opilada y Beltrán, el criado de Lisardo, se hará pasar por médico y le recetará tomar acero y pasearlo..."

-Así que era un pretexto para pasear con el novio. ¿Y por qué tomaban acero?

-Porque comían barro. Lope de Vega incluye, en la obra, una canción popular: 

"Niña del color quebrado.
o tienes amor, o comes barro..."


Consideraban la blancura de la tez como algo muy seductor. Para ello, ingerían arcilla lo que producía una anemia que llamaban opilación. El barro se comía en pastillas con azúcar y ámbar o dando mordisquitos a las vasijas de la casa. Los médicos prescribían agua con polvos de hierro que había que tomar en ayunas y dar a continuación un largo paseo para asimilarlo, lo que llamaban "pasear el acero".




-¿Y no se morían de atasco? Primero comían barro y luego agua con hierro...

-Alguna moriría...

-¿Todo por tener la piel muy blanca?

-También se utilizaba como alucinógeno, como cuestionable método anticonceptivo o , todo lo contrario, para favorecer la fecundidad. Así fue en el caso de María Luisa de Orleans, consorte de Carlos II, que ingirió la arcilla para quedarse embarazada del monarca y murió de obstrucción intestinal. Incluso a la infanta Margarita, la de Las Meninas, le ofrecen un búcaro. 



-¡Pero si era una niña pequeña! ¡Sería para beber agua!

-Hay un estudio que apunta la posibilidad de que el búcaro que le ofrecen "no es para beber agua, sino para masticarlo, e incluso comerlo e inducir las opilaciones o interrupción de los ciclos menstruales". ¡Dicen que la infantita tenía un grave problema hormonal y que menstruaba! La consanguinidad de los Austrias era brutal y ya vemos las consecuencias. 

-¡Pobres mujeres aquellas

-Opiladas, tenían obstruido, cerrado el paso, en todos los sentidos. Y no había jarabe acerado que abriera el paso a la "igualdad de almas" que valientemente defendía María de Zayas:

"Porque las almas no son hombres ni mujeres. ¿Qué razón hay para que ellos sean sabios y nosotras no podamos serlo?"

-¿Os habló de María de Zayas aquella profesora de literatura?

-No lo sé, igual sí. Era una mujer muy avanzada. 

-La  luz de esa profesora brilla todavía en tus recuerdos, mamá. Es la luz de una estrella extinta, sigue llegando a ti, aunque seguramente haya muerto. 

-"Volveráse mi tollo, dirá que es tarde".





Un abrazo de María Ángeles Moya García y María Ángeles Merino Moya.


Nota aclaratoria: Mi madre no recordaba los nombres de los personajes pero yo me tomé la licencia de recordárselos, con ayuda del tomazo de las Comedias de Lope de Vega. 
http://www.abc.es/espana/madrid/abci-comer-barro-anticonceptivo-utilizaba-nobleza-madrid-siglo-201510272146_noticia.html
http://www.larevistadelosamigos.com/articulo.php?id=210&desc=OTRA+VISION+DE+LA+FAMILIA+DE+FELIPE+IV
http://sdelbiombo.blogia.com/2010/121401-la-opilacion-o-el-bucaro-de-las-meninas.php
http://www.fonsado.com/2009/07/el-bucaro-de-las-meninas.html
http://escribirhistorica.blogspot.com.es/2016/02/droga-para-una-infanta-hay-que-ver-no.html

5 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Fantástico elenco de autores dirigidos por Mamá. Un acierto.
Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué magnífica entrada. Aparte de todo lo emocionante del recuerdo, las novelitas de la Zayas y las comedias de capa y espada tienen mucho, mucho que ver. Dale un beso de todos nosotros a tu madre.

La seña Carmen dijo...

Antes se hacía mucho teatro en los colegios, pero con vestuario y maquilladores debió ser todo un lujo.

Con esto entendemos mejor algunas costumbres de otro tiempo.

pancho dijo...

Mira que tener que comer acero y barro...
Recuerdo lo de "opilada" por Delibes, lo usaba en El Hereje. También tuve que buscar el significado, como es una palabra tan sonora, no se te olvida. Tu madre tiene buena memoria. Un placer leer aquí sus recuerdos y tu manera de sonsacarle.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

Es una gozada leer a tu madre en sus recuerdos y a ti que vas tirando del hilo, a la vez que vas enlazando unas historias con otras.

Besos