El domingo de Carnavales sin Carnaval, la volví a encontrar, bajo el mismo pino.
-¡María Ángeles! ´¿Todo bien?
-...se pueden sumar algunos despistados. Sí, yo tenía esa edición, prestada por la Biblioteca Pública de Burgos. Facebook me censuró la foto y no salía de mi asombro.
-Podemos escudriñar sus defectos y mandarla a los infiernos o dejarnos atrapar por sus entretenidas narraciones. Es lo que viene a decir Camilo Marks, escritor y crítico literario chileno. Mira, lo he encontrado aquí, en la socorrida Wikipedia.
-La escritora, con desparpajo, se concedió a si misma "la libertad de modernizar el castellano del siglo XVI para evitar el pánico entre mis posibles lectores". Tampoco se excedió con las palabras indígenas: yanaconas, mapuches, viracochas y poco más. Y le basta el cariñoso "señoray"de la criada fantasma para dar una pincelada araucana.-La Allende sabe bien lo que su público habitual quiere y lo que no quiere. El personaje de Inés busca engancharnos con nuestra complicidad. Sale a nuestro encuentro la voz de una viejecita que ha pasado lo suyo y nos lo cuenta con sinceridad: mujer trabajadora, aventurera, amante, soldado, conquistadora... La perdonamos todo, incluso cuando su espada chorrea sangre.
-Hacía mucho que no leía una novela histórica, en otro tiempo llegaron a aburrirme aquellos tochos de griales y códigos secretos.
-Este no es muy tocho de esos, que ya quisieran ser novelas históricas. No lo pasamos mal con Inés, aunque al final haya mucha violencia y me recordaba, un poco, aquella de Ramón J. Sender, muy buena pero terrible: La aventura equinoccial de Lope de Aguirre. Podría contener trazas y también del poema épico La Araucana de Alonso de Ercilla. ¿Qué recuerdas de una novela que leiste hace casi un año?-Y consigue que la valoren, más allá de sus habilidades domésticas y de ser la amante del Capitán General. El viaje en el barco cascarón de nuez ya tuvo que ser una pesadilla estremecedora. El hacinamiento, el hambre, la sed, el océano, guardarse de las ratas y...de algunos hombres. Viajó acompañada de una sobrina que iba para monja pero desembarcó emparejada.
Inés siguió, como asistente, a Pedro de Valdivia, en la conquista de Chile, tras una marcha larga y penosa por el desierto de Atacama, bajo la amenaza de los bravos mapuches. Nuestra heroína peleará, espada en mano, como un aguerrido soldado "viracocha". Es curioso, "viracochas" llamaron los incas a los españoles, Viracocha era el Dios Creador, qué ironía gastaban.
-Inés Suárez es la mujer activa que toma las riendas de su vida y consigue cambiar lo que el destino parecía señalarle. Isabel Allende la contrapone a la hidalga doña Marina Ortiz de Gaete, la esposa oficial de Valdivia, encerrada entre cuatro paredes, bordando casullas de obispo y asistiendo custodiada a las misas del amanecer. Al parecer, Inés Suárez cuidó de que la inútil doña Marina no pasara hambre en su condición de viuda olvidada. Curiosamente, los chilenos más conocidos son del linaje de la Ortiz de Gaete, descendientes de sus hermanos. Lo mejor y lo peor: Neruda, Mistral, Allende, Pinochet y una lista interminable. Y ni Inés ni Marina tuvieron hijos.
-Es una historia silenciada la de las mujeres en la conquista y colonización de América. Como escribe Pedro Ojeda: "La conquista y colonización de América es un relato marcado fuertemente por lo masculino. Los textos escritos y la historiografía posterior ha ninguneado la presencia de la mujer en la misma hasta fechas muy recientes...".
-Encerradas en el ámbito doméstico, a ver cómo buscaban estrategias para salir del corralito, serían las más inteligentes y valientes. Con la nueva sensibilidad hacia el papel de la mujer se recuperará información, espero. Pongo, por ejemplo, en el Google "mujeres conquistadoras en América" y leo:
-La literatura nos alumbra en terrenos que la historia, tantas veces, nos oculta. La historia pone el foco, a menudo, solo en un lado.
-Pensaba que no me quedaba nada de Ines del alma mía y ya llevamos un rato hablando. A Inés Suárez no le faltó el arrojo y el valor, como a esas mujeres que ves ahí, en el paseo, empujando la silla de ruedas de un anciano. ¿Conquistadoras?
-Sí, "conquistadoras", si quieres llamarlas así, pero con todo el cariño. Viajaron en dirección contraria a la de Inés, miles de mujeres emigrantes sudamericanas que emprendieron la aventura de su vida, juntar dinero para volar sobre el océano, hasta la otra orilla, para mejorar la vida de los suyos. Muchas lo hicieron solas, sin nada, dejando a sus hijos y maridos, para trabajar como internas y abrir el camino al resto de la familia.
-Cuando las escucho hablar con dulzura a un anciano, tratarlo con paciencia, me conquistan. Conocí muchas, cuando daba clase en educación de adultos: ecuatorianas, peruanas, bolivianas, colombianas, paraguayas, dominicanas, brasileñas...Cada una con una dura historia a cuestas: abandono, malos tratos, hijos enfermos...
-No todas son sudamericanas, también las hay rumanas, búlgaras, ucranianas, marroquíes...
-También son "conquistadoras", con no menos valor que Inés Suárez. ¿Por qué me ha salido esta digresión? Estaba hablando de un libro.
-Debe ser porque acabamos de oír que el que emigra es porque quiere, que no obligan a nadie.
-Eso debe ser.
Se me hacía tarde, iba a despedirme de Austri pero ya no estaba. Se había despedido, como suele decirse, a la francesa.
¡Austri! ¿Has visto la serie de televisión?
Nada. Ha desaparecido. Espero encontrarme con ella otro día. Hablaremos de libros.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Interesante ese personaje secundario, que reconozco que no me he molestado averiguar si es histórico, de la sobrina de Inés Suárez, que iba para monja y desembarcó emparejada. La vemos aparecer brevemente más tarde en la novela fiel a su esposo, el cronista, y con seguridad compartiendo con él lo bueno y lo malo, más de lo segundo.
ResponderEliminarSomos un viaje de ida y vuelta, muy bien traídas esas nuevas conquistadoras, que tampoco lo tienen nada fácil.
Que coincidencia Marina Ortiz de Agaete, un apellido ilustre: nuestra reina también es Ortiz.
ResponderEliminarAustri, será porque tiene que escuchar misa...?
Totalmente de acuerdo con esta observación, que en una época las de este lado iban de compañeras o sufridoras a esa tierra prometida.Y, que desde hace menos las de esa tierra conquistada: tienen que buscarse la vida en estas orillas.-No es plato de gusto tener que emigrar y dejar hijos y familia.
Inés del Alma mía : un libro que engancha por el mucho coraje de su autora.
Un abrazo María Angeles
Me ha gustado mucho tu resumen , acompañada de tu amiga Austri.
ResponderEliminarUn placer leerte.
Un abrazo.😄
Vengo a cumplir mi deuda, que tengo la cabeza como estos carnaveles sin carnaval.
ResponderEliminarMe gusta cómo dialogas con Austri, que te lleva a terrenos diferentes para comprender mejor la novela: la perspectiva de la autora que se dirige con acierto a su público y a la vez levantas la cabeza y miras lo que pasa a tu alrededor para actualizar la lectura.
Gracias, corrijo y republico la entrada de ayer.
Qué bien que te haya salido al paso tu amiga Austri para comentar este libro de Isabel Allende, donde narra la historia de Inés Suárez en la voz de sus propios recuerdos.
ResponderEliminarMuy buen resumen de lo más importante del libro, en especial el valor y coraje de esta mujer que viajó hasta tierras americanas, cuya motivación más importante siempre fue el amor a tres hombres tan distintos en las diferentes etapas de su vida.
Me gusta en especial esa referencia que haces a las mujeres emigrantes de hoy en día y que las personas que las hemos dado clase en las Escuelas de Adultos, sabemos cómo tiene ese mismo valor y lucha de la protagonista del libro, cuando son capaces de dejar a lo que más quieren, su familia y en especial sus hijos e hijas , para venir hasta España y poder llevarles un futuro mejor. ¡Un bravo, bravo por ellas!
Besos
Magnífica visión de la emigración reglada, beneficiosa para ambas partes: el emisor y el receptor. Además desde el conocimiento de la realidad.
ResponderEliminarSombrerazo por el trabajo que le has echado a la entrada.
Abrzos.