miércoles, 4 de mayo de 2016

Noches lúgubres: "Nadie es infeliz si puede hacer a otro dichoso".




Recordáis seguramente la entrada anterior titulada "Domina, noche, domina, y más y más sobre un mundo que por sus delitos se ha hecho indigno del sol...”. Hoy sigo comentando Noches Lúgubres con mi amiga Austri. 

-¿Qué tal, Austri? ¿Has pasado buena noche?


-¡Calla! ¡Calla! Si antes lo digo...¡Que pesadilla! Me cargaban de cadenas y me metían a una mazmorra negra y maloliente. Se oía el arrastre de los hierros más los lloros y los lamentos de otros presos, como yo. De pronto alguien daba un grito que helaba la sangre en las venas, para después callar...para siempre. Entonces, se oía el silencio, una tortura más insufrible que la de los ruidos y mi corazón latía, latía, se me iba a salir del pecho. 

Vi, a través de mis rejas, a un malencarado carcelero con un manojo gigantesco de llaves. Introducía una de ellas en la cerradura de la celda de enfrente y, tras varios forcejeos y chirridos, se hacía la luz. Al poco tiempo, salía el del llavero con un prisionero liberado de sus fierros. Me pareció oír un nombre que acababa en ato. ¿Tediato? Puede ser. Luego alguien pronunció mi nombre y me sacó de allí, era libre, todo había sido una confusión. 




Era de noche y no sabía volver a mi casa. Aquella no era mi ciudad y era demasiado antiguo todo. Me pareció oír el ruido de los cascos de un caballo y brillaban los adoquines a la luz de la luna. Eché a andar y pronto di alcance a Tediato que llevaba a un niño de la manita. El pequeño roía con ansia un mendrugo de pan. Me fui andando detrás de ellos. Entraron en un lugar lleno de lapidas y cruces rotas que no me era desconocido. 

Luego sigo contándote. ¿Por que no comentas en serio la Tercera Noche que es tan cortita? 

-No, amiga mía, concluye tu relato gótico. Tú, tan poco amiga de la literatura, te has colado dentro de Noches lúgubres como Alicia dentro del espejo.



-Pues ahí va...En el cementerio, una estatua cobró vida. ¡Era una dama antigua que hacía girar una pequeña rueda sobre un globo terráqueo! 


Un hombre descalzo, sucio y cubierto de harapos, machacaba, con mano despiadada y roñosa herramienta, un montón de cráneos, con la furia del homínido de la película "2001: Una odisea en el espacio". ¡Era el sepulturero Lorenzo!



Una legión de gusanos huía despavorida a través de las descarnadas órbitas oculares. 

Mi Tediato hablaba en tono teatral y grandilocuente, las exclamaciones iban una detrás de otra. Lorenzo, que había dejado los huesos en paz, escuchaba con reverencia, sin soltar el azadón. Al final se abrazaron. Tediato insistía: "Andemos, amigo, andemos". Yo me desperté sobrecogida, con la palabra "venerables" en la cabeza.


Ahora te toca a ti. Escribes el comentario, lo publicas y después...a la reunión de la lectura presencial. Me gustará leer las conclusiones de Pedro Ojeda y los diferentes puntos de vista de los compañeros lectores. Ya sabes que yo no puedo asistir...o sí. No desvelemos nuestro secreto compartido.

-De acuerdo, pero puedo comenzar con tu sueño porque la señora caprichosa de la rueda no es otra que la "fortuna", lo que ocurre más allá de nuestro control. Y Tediato reflexiona, habla consigo mismo.

"Virtud, valor, prudencia, todo lo atropellas. No está más seguro de tu rigor el poderoso en su trono, el sabio en su estudio, que el mendigo en su muladar, que yo en esta esquina lleno de aflicciones..."


Confía en la tercera noche porque a primera y la segunda no le sirvieron para poner fin sus males. La primera tuvo: "truenos, relámpagos, conversación con un ente que apenas tenía la figura humana, sepulcros, gusanos y motivos de cebar mi tristeza en los delitos y flaqueza de los hombres."

-¡Qué nochecita! Recuerda que tú también soñaste con ella y se te enredó con la noche romántica de un relato de Oscar Esquivias. ¡ Buena mezcla hiciste, amiga! 

En medio de la tormenta, Tediato hablaba con un ente que no era sino un perro. Usaba la razón y se negaba a admitir fantasmas, como ilustrado que era. 

¡Qué esfuerzo para levantar la losa mientras asomaban los gusanos! 

-Y ahora cae en la cuenta del aspecto religioso de la temeridad cometida. Era muy grave profanar templos en el XVIII. 

-Tediato nombra a Dios cinco veces, pero al modo de los ilustrados, como Criador o Ser Supremo. La Divinidad está muy lejos como para pedirla que te eche una mano. ¡Pero no se podía ofender la fe de los no ilustrados! 


-La segunda noche tuvo: "Asesinato, calumnia, oprobios, cárcel, grillos, cadenas, verdugos, muerte y gemidos...". 

-Le acusaron de un asesinato que no cometió, pudo ser torturado y ejecutado, le cargaron de cadenas y fue testigo de una ejecución. ¡El Antiguo Régimen las gastaba así!

-La tristeza no habría de huir de él ni un instante. Lo liberan y se da de cara con la dramática situación familiar del sepulturero Lorenzo: 

"Un padre de familias, pobre, con su mujer moribunda, hijos parvulillos y enfermos, uno perdido, otro muerto aun antes de nacer, y que mata a su madre aun antes de que ésta le acabe de producir."

Ahora Tediato considera su comportamiento egoísta del día anterior: 

-Por fin ve los males ajenos, los de Lorenzo que subsiste con carga tan pesada:

"Qué corazón el mío, qué inhumano, si no se partió al ver tal espectáculo!"
"Mayores son sus propios males, y aún subsiste. ¡Oh Lorenzo!"


-Espera al sepulturero con otros ojos:

"Lorenzo, Lorenzo infeliz! Ven, si ya no te detiene la muerte de tu padre, la de tu mujer, la enfermedad de tus hijos, la pérdida de tu hija, tu misma flaqueza."

La noche tercera será muy distinta. Tediato es otro Tediato. Padece los infortunios propios y los de "todos los infelices" que conoce. Y los mirará como hermanos, como iguales, por encima de las clases sociales. ¡Viva la Fraternidad Universal! 

-"¿Qué importa que nacieras en la mayor miseria y yo en cuna más delicada?"
-"...todos lloramos..., todos enfermamos..., todos morimos."



-Ahora "el horroroso conjunto de cosas de la noche antepasada" le hiere con una "dulce melancolía". Duele pero menos.

-Ve a Lorenzo como persona que sufre, no como simple herramienta para abrir una tumba. 

"¡Qué rostro! Siglos parece haber envejecido en pocas horas..."


Le saluda con un "el cielo te guarde" que el desdichado sepulturero rechaza. No desea seguir viviendo lleno de infortunios y sin fuerzas "para ganar un triste alimento".

Ante el insoportable dolor, Tediato le ofrece la solución, la clave de Noches lugubres: la amistad y la fraternidad entre todos los hombres. La propia de un hombre de la Ilustración, como Cadalso:

"El gusto de favorecer a un amigo debe hacerte la vida apreciable, si se conjuraran en hacértela odiosa todas las calamidades que pasas. Nadie es infeliz si puede hacer a otro dichoso."
-"Liberté, egalité, fraternité". ¿Te suena? ¡Cuánto dolor podría evitar la fraternidad! Como todas las buenas ideas, se llevó, y se lleva, poco a la practica.

-Hemos superado el cuento de terror para dar con la idea clave del libro. Nuestro profesor dice que no podemos quedarnos en lo argumental. 

-Las últimas líneas:

"Más contribuirás a mi dicha con ese pico, ese azadón..., viles instrumentos a otros ojos..., venerables a los míos... Andemos, amigo, andemos."

- ¿Inacabada? A los románticos que vinieron después les gusto tanto Noches lúgubres que se creo el ambiente adecuado para que se escribieran dos continuaciones. Nosotras nos quedamos con este final de Cadalso y andemos, amiga, andemos.


-¿Levantó el azadón venerable la losa de la amada de Tediato? Venerable, ay amiga, que adjetivo.

-Deja los azadones y los venerables. Vamos a pasear por el Parral, alfombrado de margaritas y dientes de león. 

Un abrazo de María Ángeles Merino

Ayer tuvo lugar la feliz reunión de nuestra lectura colectiva de Noches lúgubres. Voy pasando a limpio mis apuntes. Publicaré mi habitual crónica...Y me pondré con Cicatriz de Sara Mesa. 

Las fotos están tomadas en el antiguo cementerio de peregrinos que rodea a la ermita de San Amaro, en Burgos. 

13 comentarios:

  1. Querida Austri que tienes sueños con pesadillas, donde en ocasiones se aparecen algunos venerables, que es mejor que permanezcan en el olvido; sé feliz, o al menos inténtalo y así podrás hacer dichosos a los otros, porque recuerda : Si una persona se siente infeliz, solo trasmitirá a los otros infelicidad.
    Jubiloso paseo por el Parral, paseo que no olvidaré contigo y la que te acompaña, mientras nos sentíamos dichosa mirando las margaritas y los amarillos dientes de león.
    Espero la crónica del feliz martes.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Pasando de puntillas por aquí. ¡Pobre Austri! Mucho mejor El Parral, ¡dónde va a parar!

    ResponderEliminar
  3. Al final, Austri tiene pesadillas y... ¿se cuela en la reunión?
    Menos mal que compensasteis en el Parral, en primavera.

    ResponderEliminar
  4. Esta lúgubre pesadilla y lo bien que la recreas con estas imágenes.

    Estos románticos, lo mejor que habéis hecho :daros un paseo por esa alfombra, donde vas a comparar.-Austri después de este episodio ya ha salido más reforzada y quien no...

    Ya veo que estas metida en una nueva edición espero seguir disfrutando con tus entradas.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. El paseo por el Parral, por favor, mejor eso que pasar miedito...
    ;)

    Besos y aplausos, querida!
    ;)

    ResponderEliminar
  6. Parece que el sufrimiento nos vuelve sabios. Concluyes que esa es la gran lección de la obra. Al sentir compasión por otro te vuelves más humano y parece que eso es bueno. Muy divertida y a la vez muy seria la entrada, lo explicas bien y pones humor. Gracias por tu escrito. Besos.

    ResponderEliminar
  7. ¡Qué pesadillas tuvo la pobre Austri! ¡Ay, ay ay!

    Y concuerdo con el Tediato de Cadalso, cuando pierdes la cabeza, sólo un o unos amigos que te quieren bien, pueden encontrarla y pegártela nuevo ;-)

    Besotes

    ResponderEliminar