miércoles, 12 de noviembre de 2014

"...una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche".“Luego me pareció todo una pesadilla”

"Nada" de Carmen Laforet, Primer premio Nadal.

Antes del comentario, podemos leer  lo que la misma Carmen Laforet nos cuenta de su vida y de su obra:

"Aunque es muy difícil escribir una autobiografía en pocas líneas –y, en realidad, también en muchas-, quiero daros aquí alguna idea de mi propia vida personal antes de que leáis las anotaciones hechas por mí delante de cada uno de mis libros explicando su cronología respecto a mi vida y aquello que me inspiró el deseo de hacerlos..." Leer más.



Comentario al inicio de la novela "Nada", de Carmen Laforet, para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Como ya sabéis mi ordenador es mágico. Los que me seguís, ya sabéis de qué hablo. 

Ayer abrí una nueva entrada y colgué una fotografía que hice el verano pasado, en la mesa de una terraza, con un té  y la novela "Nada" por compañía, buena compañía. Di al  "guardar", como borrador,  y no añadí texto alguno.

Recuerdo que alguien me preguntó, cuando tomé la foto, hay gente muy curiosa, qué hacía. Y yo le contesté: acabo de invitar a la protagonista de este libro a tomar el té.  

La persona curiosa conocía la novela y añadió: pide también unas pastas, y leche, qué menudas hambres pasa la muchacha.

Nos reímos y así quedó la cosa. Pero cuál sería mi sorpresa cuando esta mañana me encuentro con un escrito, al lado de la foto que dice:

"Señora lectora:

Me presento. Me llamo Andrea y soy la protagonista de la famosa novela "Nada", de Carmen Laforet (1921-2004).  Solo soy un personaje de ficción, un ente de papel; pero puedo tener muchas cosas en común con los seres de carne y hueso y servirles de espejo. Lo comprobará.

Queda en pie  la invitación de aquel día, en la terraza. Acepto encantada, tomaremos té con leche y  literatura. Y pastas, como aconseja su amiga; que para hambres la de la posguerra, qué mezquino el racionamiento.



Me consta que usted leyó el verano pasado, placenteramente, la obra en que vivo desde 1944. También tengo noticias de su primera lectura, cuando su edad era cercana a la mía y  sé que ahora, dice, ve distinta mi pequeña historia. Me hace gracia cuando dice que, ahora,  su edad se aproxima más a la de la tía Angustias. 

No tema, tal vez sea así, el tiempo nos cambia, pero usted nunca coincidiría con la ideología de la tía.  Las que son como mi tía nunca leerían "Nada". No leerían nada, para qué si están seguras de saberlo todo.

Yo la invito a recrear, pincelada a pincelada, y en sentido inverso, mis sensaciones de aquella llegada risueña a Barcelona. El espíritu de Carmen Laforet nos perdone la travesura.

Ella me creó como mujer joven y huérfana que llegaba un día, de noche, en tren, a Barcelona, a comienzos de otoño, en mil novecientos cuarenta y algo, cuando el aliento pestilente de la guerra civil flotaba todavía en el aire. 



En la mano, una maleta atada con cuerdas, cargada de libros y de ilusiones. Me dirigía a una dirección en la calle de Aribau, el piso donde vivían mis parientes. Iba a estudiar Letras, en la Universidad. Venía de un pueblo y la idea de la gran ciudad me fascinaba. Imaginaba reencontrarme con Barcelona y con mi familia barcelonesa, la que conocí en mi niñez. 

Fui al Mercadillo a buscar la maleta de Andrea

Encantada de mi soledad y de mi libertad, feliz con la brisa marina agitando mi abrigo, como una nueva Victoria de Samotracia. Y, en el destartalado coche de caballos,  me sentía como una princesa de cuento de hadas. 


El abrigo de Andrea como el peplo de la Victoria de Samotracia. Wikipedia.

¿Qué esperaba? 


"...lo que confusamente esperaba: la vida en su plenitud, la alegría, el interés profundo, el amor."

Recuerdo aquel día. Bajé del tren  e iba desgranando un rosario de sensaciones. Dentro y fuera, una y otra, y otra, y otra. "Realidades fijas", el idioma de los sentidos, para alcanzar "la verdad no sospechada", como leí en aquel poema de Juan Ramón Jiménez, también titulado "Nada":

A veces un gusto amargo, 
Un olor malo, una rara
Luz, un tono desacorde.
Un contacto que desgana, 
Como realidades fijas
Nuestros sentidos alcanzan
Y nos parecen que son
La verdad no sospechada...
J.R.J.

Seguramente, usted, leyendo"Nada", vivió mis sensaciones, mis impresiones. Y me acompañó en unos escenarios muchas veces desdibujados, casi impresionistas; recomponiendo las pinceladas. En su lectura juvenil, tal vez se quejó de que mi novela dejaba vacíos sin llenar. Ahora la veo más acostumbrada a las lecturas abiertas.



Hoy quiero que me acompañe, antes de descorrer el cerrojo del abigarrado piso y me encuentre rodeada de seres fantasmales que en nada me recordaban  a los que antaño conocí. Mis sentimientos los distorsionaban; eran terribles, mas yo los sentía como fruto de una pesadilla de la que no terminaba de despertar.



Es muy poca lectura, apenas solo dos páginas y media, de colores muy diferentes  a los de "luego", porque "luego me pareció todo una pesadilla"

“Luego me pareció todo una pesadilla”. 

Un cerrojo se había corrido torpemente. 

Oía unos pies que se arrastraban y dos ¡ya va!

Oprimí de nuevo el timbre, mientras oía los latidos de mi corazón apretado.

Mi llamada había sido tímida, dudaba, me preguntaba si despertaría a unos desconocidos. 

No reconocía aquellos estrechos y desgastados escalones de mosaico. 

Sentía el peso de la maleta, subía las escaleras muy despacio.


Subir una escalera

El vigilante había cerrado el portal detrás de mí, con un gran temblor de hierro y cristales. 

Le di unas monedas, mi mano temblaba.

Me preguntaba en qué balcón me asomaría. 



“Filas de balcones se sucedían iguales con su hierro oscuro, guardando el secreto de las viviendas”

"De improviso sentí crujir y balancearse todo el armatoste. Luego quedó inmóvil"”.

El ruido de las ruedas del coche repercutía en mi cerebro.

"...silencio vivido de la respiración de mil almas detrás de los balcones apagados”.

"Enfilamos la calle de Aribau donde vivían mis parientes con sus plátanos llenos aquel octubre de espeso verdor”.


Plátanos en otoño

“...el bello edificio me conmovió como un grave saludo de bienvenida” ¡Era la Universidad!
Una vuelta a una plaza.


Me pareció un viaje corto y cargado de belleza, era como yo quería: la ciudad llena de luz, las anchas calles vacías.

Tras salir de la estación, había tomado sin titubear un coche de caballos, de esos que han vuelto después de la guerra. Vi a un señor desesperado que agitaba el sombrero y se lanzaba tras el vehículo.


Me había quedado sola en la gran acera, porque la gente corría hacia los taxis o  se arracimaba en el tranvía.

Defendía mi maleta, desconfiaba de los "camàlics" o mozos de estación.

Debía parecer muy extraña, tan risueña, con "mi viejo abrigo, que a impulsos de la brisa, me azotaba las piernas". 

¡Aquella brisa era marina y jugueteaba con mi abrigo! "Muy cerca, a mi espalda, enfrente de las callejuelas misteriosas que conducían al Borne, sobre mi corazón excitado, estaba el mar."



Oía"el cuchicheo de la madrugada" acompañado de "una respiración grande como dificultosa". 

"Un aire marino pesado y fresco entró en mis pulmones con la primera sensación confusa de la ciudad". 


La luna en el Mediterráneo

Yo era "una gota entre la corriente" y seguía a la masa humana cargada de maletas, rumbo a la salida. 

"una gota entre la corriente"

Cómo pesaba la maleta. Cómo pesaban los libros. Podía con ellos, "con toda la fuerza de mi juventud y de mi ansiosa expectación".

El olor, el rumor de la gente, las luces tristes; todo tenía para mí un gran encanto. Todas mis impresiones iban envueltas "en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis sueños por desconocida".



"Con una sonrisa de asombro" miraba a la gente, la que llegaba, tras tres horas de retraso, y la que aguardaba. 

La sangre "me empezaba a circular en las piernas entumecidas". El viaje había sido largo y cansado.

"Era la primera vez que viajaba sola...me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche".

"Llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie".

Porque alguien colgó un letrero, no había billetes. Debía esperar al siguiente tren. Llegaría tarde al comienzo de la "pesadilla":





Hasta la próxima semana, tomaremos el té. Suya:

Andrea"

Un abrazo para los que me seguís de:

María Ángeles Merino

Podéis seguir aquí los espacios de Andrea en la Barcelona de la posguerra, en Google maps.

Las palabras en naranja están tomadas directamente de "Nada", Carmen Laforet, Austral, Destino, octubre 2012. Incluye introducción de Rosa Navarro Durán y el citado poema de Juan Ramón Jiménez.

10 comentarios:

  1. Tu ordenador, no sé si es mágico, pero tú, si que lo eres.
    Invisiblemente os he seguido a las dos y ha sido muy interesante.
    Espero tu próxima cita con Andrea. ;-)
    Besos

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  2. Buenas noches, Abejita de la Vega:

    El disparate de esa guerra se prolóngó en el tiempo.
    La destrucción, la pobreza, el frío, el hambre, la incultura, la desilusión...
    Andrea -la protagonista-, pertenecía a una familia de clase media. Imagina, los de abajo. Carmen Laforet, una joven ganadora del Premio Destino. El disgusto que se llevó César González Ruano, que ya se veía con el dinero del Nadal.

    Abrazos.

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  3. Tu ordenador será mágico, pero tú lo eres más, mucho más...
    Tus comentarios de texto son únicos!
    Y con eso queda todo dicho.

    Releí "NADA" hace dos años, y como tú apuntabas acerca de tu relectura, la mía me aportó otra visión que no "vi" cuando la leí allá en mis años mozos.
    Simplemente me atrapó, me encantó!

    Seguiremos tus derroteros, los tuyos, los de Andrea y los de Carmen, por esa Barcelona de posguerra.

    Besotes!
    :)

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  4. Has conseguido que suba esas escaleras yo también, cargado con las maletas.
    Este diálogo con Andrea promete.

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  5. ¡Ay! ese cerrojo y esa escalera, cuántos secretos guardan. Andrea que llega tan contenta no sabe lo que la está esperando. Esa es la vida saber resolver los imprevistos desagradables que se nos presentan .

    Tu conversación con Andrea seguro nos llevará a comprender mucho mejor la novela de Carmen Laforet. Me gusta tu forma de expresarlo.

    Un abrazo

    Luz

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  6. Tú si que has conseguido la magia de Hacerme recordar primero la biografía de Carmen Laforet y después seguiros paso a paso a ti y Andrea para no perder detalle de un libro que hace tanto tiempo que leí.
    Besos Ángeles

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  7. Me he leído el trabajo tan fantástico que has hecho sobre la novela "Nada" y sobre su autora. La biografía me la he grabado en el ordenador porque quiero imprimirla y guardarla en una de las ediciones que tengo de la novela.Esto lo suelo hacer con los buenos libros.
    Esta novela la leí hace muchos años, y me causó tal impacto que no he vuelto a ella. Durante un largo tiempo estuve con una especie de congoja que me tenía encogido el corazón. Fíjate si estará bien escrita la novela para causar tal efecto. Eso y el hecho de que la leí en una época en la que a mi alrededor imperaba el color gris.
    Creo que fue el año pasado, cuando una amiga me regaló una edición especial de esta novela, y la tengo guardada como un tesoro.
    Enhorabuena por la entrada tan original, invitando a un té a la autora, y tan completa que has hecho.
    Un abrazo, Angeles.

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  8. Completísima tu entrada, para así entrar a saco en la novela. Como siempre todas las fotos que aportas enriquecen la información, opinión tuya.
    Pones hasta la biografía de la autora, no la conocía.
    Estoy releyendo el libro.


    Besos.

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  9. Excelente trabajo. Enhorabuena y gracias.

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  10. De nada y gracias, anónimo comunicante. ¡Nada!

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