"Nada", película dirigida por Edgar Neville, basada en la novela "Nada" de Carmen Laforet.
Comentario a la novela "Nada", de Carmen Laforet, para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
Recordáis que Andrea aceptó mi invitación a tomar el té. Té con leche, literatura y pastas, me indicó en su escrito de la semana pasada. ¿Que cómo hice para que Andrea acudiera a su cita? Veréis...escribí en una entrada titulada "Andrea", guardada en el borrador de Blogger, el día, la hora y el lugar.
Me tomé mi té y me puse a leer y a leer, me zambullí en la novela y, de vez en cuando, tomaba notas en la entrada "Andrea", con un bolígrafo azul. De pronto, una voz conocida me sacó del piso de la calle Aribau. Era una antigua compañera, sentada en la mesa de al lado, me hablaba de jubilaciones en la docencia y otros temas de actualidad.
Cuando quise volver al libro, no quedaba leche ni té, ni una miga del "muffin". El sobrecito de azúcar estaba abierto y vacío. El libro estaba en el suelo.
Hablaba conmigo misma ¿Cómo va a venir a verte un personaje de ficción? Esto te pasa por leer tantos quijotes, terminarás creyendo en Andrea como el viejo hidalgo en el sabio Frestón. Como sigas así, vas a tener que pedir cita para uno de esos especialistas que empiezan por "psi".
Que no, que no, que yo leí lo que Andrea me dejó escrito la semana pasada. ¿Y quién se ha tomado esto? Anda, anda, piensa un poco. Aquello lo escribiste tú. Y el té y lo demás...te lo habrás comido sin darte cuenta, mientras leías.
Me voy a casa y trato de olvidar mis fantasías. Pero cuál sería mi sorpresa cuando abro el Blogger y en la entrada titulada "Andrea" encuentro los siguiente:
-Mi apreciada lectora:
Disculpe que no me dirigiera a usted en la cafetería, mas comprenderá que no nos está permitido...Gracias por la invitación.
Me he tomado la libertad de acompañar algunas de sus notas, las escritas en azul. Le comento, en negro, un poco como percibí la casa y los seres singulares que iban apareciendo nada más descorrerse el cerrojo del piso de la calle Aribau, en Barcelona. Ya sabe que "luego me pareció todo una pesadilla".
Recibidor, bombilla, lámpara, telarañas, montones de muebles, mancha blanquinegra, viejecilla, dulce sonrisa, abuela, cuchicheo, confusión lastimosa, empujón a la maleta y adentro, cierra la puerta tras ella, ¡soy Andrea!
-Sí, tras la puerta, un recibidor, alumbrado por una débil bombilla, la única en una lámpara "magnífica y sucia de telarañas".
Yo negaba con la cabeza, ella decía algo de una mujer llamada Angustias que no debía darse cuenta de mi llegada a estas horas. Decidida, arrastré la maleta y cerré la puerta tras de mí. "¡Soy Andrea!" La pobre vieja hacía esfuerzos por recordar. Yo insistía, "tu nieta...no pude llegar esta mañana". Me parecía lastimoso.
-Le echaste valor, Andrea, tú misma te encerraste. Te metías en la boca del lobo.
-Así es, pero no tenía otra salida.
Pijama, hombre descarnado y alto, cara, concavidades, calavera, tío Juan, sobrina, ahora entiende, abrazo, lágrimas, pobrecita.
-Hasta que "salió en pijama un tipo descarnado y alto". Una cara llena de concavidades, "como una calavera a la luz de la única bombilla". Lo conocí, era mi tío Juan. En cuanto él me llamó sobrina, la abuelita entendió. Un abrazo, los ojos llenos de lágrimas y me decía: pobrecita, pobrecita.
- ¿Qué pasó con sus padres? ¿La guerra tal vez?¿Era su padre de diferente ideología que su madre?
-Construya usted la historia de mis padres, Carmen Laforet lo quiso así.
"Nada", película de Edgar Neville. Foto tomada de aquí.
-Angustia, calor, aire cargado, mujeres fantasmales, ropas negras, piel erizada, horrible, desastrada, sonrisa verdosa, perro negro que bostezaba.
-Fantasmas en camisón. Percibe enseguida algo siniestro en la criada. Se me ponen los pelos de punta, a mí también. ¡Y qué mal huele!
-Detrás de Juan, apareció Gloria, flaca, joven , de cabellos revueltos y rojizos, con "una languidez de sábana colgada".
-Gloria es tan extraña como Andrea, blanca en el negro aquelarre.
-Una voz seca, cortante, ya está bien mamá, las manos de tía Angustias como garras, tan alta, reproches, llegar de madrugada, una criatura sola, bruja amenazante.
-Había otra mujer a mi espalda que decía a la abuelita "ya está bien mamá", con "voz seca y resentida". Sentí una mano sobre mi hombro y otra en la barbilla, era mi tía Angustias, me obligaba a mirarla hacia arriba, era más alta que yo. Me reprochaba el "plantón", fue a buscarme por la mañana y no podía imaginar que llegaría de madrugada. Sentía la amenaza de su camisón blanco y su bata azul. Se lamentaba: "una criatura así, sola".
Oí a Juan gruñir: "la bruja de Angustias estropeándolo todo".
-La autoritaria tía Angustias da mucho miedo. Cómo le disgusta que Andrea haya andado sola por ahí...Sí, es de las que todo lo estropean.
Cansancio, calor, hollín, angustia, sed de aire.
-Estaba cansada y me sentía sucia, aquellas gentes "parecían haberme cargado con todo el calor y el hollín del viaje". Mis deseos de aire puro eran angustiosos.
-En la casa Aribau hay más hollín que en el tren. El aire se puede cortar con cuchillo.
-Todos miran la maleta.
-La criada miraba mi maleta y "mi compañera de viaje me pareció un poco conmovedora en su desamparo de pueblerina. pardusca, amarrada con cuerdas, siendo, a mi lado, el centro de aquella extraña reunión".
-La maleta es una compañera, un personaje más, desamparada, pueblerina, se siente el blanco de las miradas.
Presentación de Gloria. ¿Miedo? Casi miedo. Muecas de Juan. Esfuerzos por sonreír.
-Juan me presentó a Gloria, su mujer. Al darnos el abrazo me susurró: "¿Tienes miedo?". "Y entonces casi lo sentí", vi las muecas nerviosas de Juan, tratando de sonreír.
-Basta que nos pregunten si tenemos miedo, para sentirlo. ¿Casi lo sintió o llegó a sentirlo? Las muecas calavéricas de Juan no dan confianza. Gloria sí tiene miedo.
¿Lavarse antes de dormir? Ojos de asombro. Agua fría.
-Quería lavarme antes de dormir. Lo dije y "los ojos se abrían asombrados sobre mí". No había agua caliente, no me importaba, me daría una ducha fría.
"¡Qué alivio el agua helada sobre mi cuerpo!...estar fuera de las miradas de aquellos seres originales!"
-Cuarto de baño que no se usa. Telas de araña. Agua brillante. Roñosa bañera. Huella de manos que piden socorro. Desconchados. Bodegón incongruente. Grifos torcidos. ¿Visiones?
- Era un cuarto de baño que no debía utilizarse nunca. Veía mi cuerpo reflejado en el manchado espejo, entre las telas de arañas y "los hilos brillantes del agua". De puntillas, evitaba el roce de "la roñosa bañera". "Parecía una casa de brujas". "Las paredes tiznadas conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza".
Por todas partes, desconchados, bocas abiertas y desdentadas. Y unos besugos con cebollas, un bodegón macabro sobre el espejo. Grifos torcidos, locura. Empezaba a ver cosas extrañas. Bruscamente cerré la ducha, "el cristalino y protector hechizo". Me quedé sola entre la suciedad.
-Un baño como una casa de brujas. Andrea se refugia en los hilos brillantes, de la suciedad y de la locura. ¿Bocas que se abren? ¿Grifos que se retuercen? ¿Un besugo en un cuarto de baño?
-El dormitorio. Con un gran piano, cornucopias, un escritorio chino, cuadros, muebles y más muebles.
-No era "la guardilla de un palacio abandonado", era el salón de la casa, me dijeron.
-Túmulo funerario. Sillones destripados. Cama turca. Manta negra. Vela sobre el piano.
-Una rutinaria señal de la cruz en la frente. Un abrazo tierno de la abuela. Palpitar de un corazón. Misterioso susurro al oído.
-Vinieron a verme, antes de dormir. La tía Angustias hizo la señal de la cruz en mi frente. La abuela me dio un abrazo tan tierno que sentí palpitar su corazón sobre mi pecho. En un susurro, me dijo:
"Si te despiertas asustada, llámame, hija mía...Yo nunca duermo, hijita..."
-La sombra de los muebles hinchada por la luz de la vela. Olor a porquería de gato. Ahogo. Cortinas y polvo. Una puerta.
-Me dejaron con el juego de sombras entre la luz de la vela y los muebles. Mi improvisado dormitorio se llenó "de palpitaciones y profunda vida". El hedor a gato "llegó en una ráfaga más fuerte". Me ahogaba y trepé sobre un sillón para abrir una puerta entre cortinas.
-Y Andrea se taparía con la manta negra para no ver las sombras agitadas. Necesitaba aire, qué habría detrás de esa puerta.
Una galería abierta, tres estrellas, negrura, ganas de llorar, recuerdos.
-Era una galería abierta, de esas "que dan tanta luz a las casas barcelonesas".
-¿Por qué llora Andrea?¿Quiénes eran los viejos amigos cuyo recuerdo acaba de recobrar con ayuda de las estrellas? ¿Había conocido Andrea el amor?
-Su pregunta queda fuera del libro, imagine, la invito a alargarle un brazo a la novela de Carmen Laforet. Cada lector puede hacerlo.
-Estrellas. Barcelona. Ilusión. Gentes y muebles endiablados. Miedo. Cama parecida a un ataud. Temblores. Apagar la vela.
-Volví a la ilusión que me inspiraba Barcelona, gracias al palpitar de las estrellas. La ilusión que traje de la estación de Francia y que desapareció al entrar "en este ambiente de gentes y de muebles endiablados". Me daba miedo meterme en la cama turca tan fúnebre. Temblaba "de indefinibles temores" cuando apagué la vela.
-El tintineo de los primeros tranvías despertarán a Andrea.
-Volveré al verano de mis siete años, mi última visita a los abuelos. Ya no están, bueno, sí, está la abuelita; pero ahora es otra.
No escribo más por hoy, otro día tomaremos el té, la magdalena estaba deliciosa. Adiós, lectora mía.
A la semana siguiente vuelvo a la misma cafetería con "Nada" bajo el brazo. El camarero me pregunta ¿no trae hoy a su amiga? ¿Amiga? Sí, una chica alta, muy pálida, vestida con ropa muy anticuada, llamaba la atención...
No quiero darle más vueltas, voy a terminar en el psi...
Un abrazo de:
María Ángeles Merino
Las palabras en naranja están tomadas directamente de "Nada", Carmen Laforet, Austral, Destino, octubre 2012. Incluye introducción de Rosa Navarro Durán.
"Nada" es quizá en si misma una definición de la novela.
ResponderEliminarBesos
Querida lectora, ten cuidado con los cafés, Andreíta, te está haciendo luz de gas.
ResponderEliminarEs cierto que el ambiente influye demasiado en toda la historia.
Besos.
Qué buena entrada. Andrea debía aparecerse así porque en sí misma casi es un ser fantasmal en mitad de una pesadilla.
ResponderEliminarMe encanta como nos vas presentando a los personajes, incluso las maletas, el baño y ese lecho como un túmulo funerario. Se siente frío y soledad en ese ambiente.
ResponderEliminarBesos
Buena forma de citarse a través de Blogger. Son otros tiempos , por fortuna, bien distintos ¿ o no ? a los que Andrea vivió metida en la novela de Carmen Laforet.
ResponderEliminar¡Que despiste imperdonable el tuyo el no darte cuenta de la presencia de Andrea!
Me gusta el juego que haces con las palabras del boli azul y lo que te escribe Andrea para contarnos lo que va pasando por las páginas de esta novela impresionista y atrapante que estamos leyendo.
¡No tengas miedo! locos estamos todos y los más locos son los que no lo reconocen, eso decía mi profesor Pérez Millán, que de locura entendía un poco.
Besos
A veces la realidad supera a la ficción...No creo que acabes en el sp...pero sí; que te metes en el papel de tal forma que lo sufres.
ResponderEliminarMe ha encantado, como describes este recibimiento que le hacen: parece que los personajes se escuchan por doquier...Uff esto es muy fuerte.
Un abrazo MªAngeles.
Buenas noches, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarEsas pastas y ese té, una auténtica tentación. Recuerda que, Andrea, se bebía el agua de hervir la verdura que iban a tirar.(capítulo XI, pág.164) [...]"Más que cualquier clase de alimento deseaba dulces. Compré una bandeja y me fui a un cine caro"
En esta ocasión, la lectura me ha llevado a querer saber más de Carmen Laforet.
Todas las novelas tienen algo de autobiográfico, y aunque la ganadora del premio se empeñó en decir que no, por algún sitio he leído que a sus familiares de Barcelona no les hizo gracia.
Abrazos.
No he visto la película, gracias a ti le he puesto cara a los personajes.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Gelu.
Un abrazo, Mª Ángeles