Foto del arroyo más querido de mi amiga Luz. (Foto Ele Bergón) |
Antes de entrar en el capítulo 1.15, si queréis refrescar la memoria, podéis leer mi comentario al 1,14, titulado "Yo nací libre y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos".
Capítulo 1,15: "Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses"
Don Quijote y Sancho recorren durante más de dos horas el mismo bosque, tras la pastora Marcela. La buscan y no la hallan. Vienen “a parar a un prado lleno de fresca yerba”, junto a “un arroyo apacible y fresco”.
Tan ameno es el lugar que convida a sestear en él. Se apean, dejan pacer a sus monturas, saquean sus alforjas y comparten su contenido "en buena paz y compañía".
¡Demasiada paz! ¿Dice el libro que Rocinante le va venir el deseo de refocilarse? De ninguna manera, es tan manso y tan poco rijoso. Ni todas las yeguas de la dehesa de Córdoba alterarían su casta naturaleza.
-¡Hiiiiiiiii! ¿Casto yo? ¡Hiiiiiiii!
Detalle del Monumento a Cervantes (Madrid) |
-¿Quién me habla?
-Estoy aquí dentro, señora mía. ¿No me ve su merced?
-¡Un caballo! ¡Un rocín! ¡Rocinante en la pantalla de mi ordenador! ¡Habla!
-Sí, señora mía. ¿De qué se sorprende usted? Si don Miguel ya me dio la facultad humana del habla en los versos preliminares al Quijote. Recuerde aquella décima de cabo roto: “Soy Rocinante, el famo-, bisnieto del gran Babie-, por pecados de flaque-, fui a poder de un don Quijo-…”. E incluso diálogo con el gran Babieca, el caballo del Cid, quejándome de mi menguada ración de paja y cebada.
-Así es, señor Rocinante, pero compréndame, se me hace raro hablar con un equino, aunque sea todo un personaje literario.
-Esté atenta vuesa mercé; lo que va a escuchar es mi versión de lo acontecido en aquel prado, algo que no figura en libro alguno. Y, ruégole encarecidamente no me califique de "secundario", siendo tan principal como soy. Porque caballero sin caballo no es caballero...
-Comience de una vez, don Rocinante.
-Pues verá, de ordinario Sancho Panza no me "echa sueltas", tan confiado está en mi mansedumbre. Cierta vez le oí comentar lo de "todas las yeguas de la dehesa de Córdoba". Les diré que cambiarán de parecer si un día destos me ponen delante una de esas fermosas cordobesas...El diablo no duerme y quiere que anden paciendo por alli unas jacas galicianas, que tampoco están nada mal. Lo malo es que sus amos, unos arrieros yangüeses , sestean cerca.
Raza gallega. |
Viendo los arrieros la fuerza que fago a sus yeguas, acuden con estacas y me dan tantos palos que acabo derribado y por los suelos. Don Quijote y Sancho llegan ijadeando . El loco de mi amo dice que son "gente soez y de baja ralea"y , por ello, bien puede ayudarle el escudero a tomar venganza. ¡Ay!
De aquí. |
De aquí |
Los nuestros enemigos huyen con presteza. Oigo la "voz enferma y lastimada" de Sancho que llama a su señor don Quijote. Y la respuesta: "¿Qué quieres, Sancho hermano?"
El escudero pide "dos tragos de aquella bebida del feo Blas" un extraño remedio para el molimiento. Su señor no tiene tal remedio; qué más quisiera; mas le jura , "a fe de caballero andante", que antes de dos días la ha de tener.
Don Quijote se siente culpable por haber puesto mano a la espada contra hombres no armados caballeros. Así que, la próxima vez, ha de ser Sancho quien se enfrente "a semejante canalla" y los castigue. Mi amo le defenderá si hay que hacerlo con caballeros.
El villano Sancho replica que él tiene "mujer e hijos que sustentar y criar", que no pondrá mano a la espada contra nadie. Y que perdona todo agravio del pasado y del futuro, venga de persona alta o baja, rica o pobre, sea hidalgo o pechero.
Familia de Sancho Panza. |
Sancho está "más para bizmas que para pláticas", En este momento sólo le interesa que su señor se levante y que yo, Rocinante, pueda también levantarme, aunque con ayuda. Dice que no merezco la ayuda, que fui yo el culpable del molimiento. Yo, "una persona tan casta y tan pacífica", nunca lo hubieran pensado de mí. Que comprendan que la carne es débil, la mía también.
Don Quijote considera que sus carnes son más tiernas y notan más "semejantes nublados". "¡Criadas entre sinabafas y holandas!", que no sé qué es eso...A cada uno le duele lo suyo, no lo olvide, señor caballero.
No entiendo mucho sus palabras , cuenta que si a Amadís le dieron doscientos azotes con las riendas de su caballo, que si el caballero del Febo le endosaron unas melecinas de nieve y arena por sus agujeros naturales, pobre.
Don Quijote explica que las estacas de los arrieros no afrentan porque ninguno de ellos poseía estoque, espada o puñal.
A Sancho tanto le da, le santiguaron con sus pinos y el dolor ahí le quedó impreso, tanto en la memoria como en las espaldas.
Mi señor sigue hablando de batallas, de feridas, de caballeros enamorados que duermen en páramos y desiertos. Sueña.
Sancho apareja su asno entre "ayes", "sospiros","pésetes" y "reniegos de quien allí le había traído". Me levanta y me pone de reata, el pollino como guía, qué vergüenza para un rocín como yo. Es muy sufrido mi cuadrúpedo compañero de fatigas.
Con don Quijote sobre el rucio, llegamos a una venta. Cuadra, paja, cebada...que no haya leña.
-¿Señor Rocinante? ¿Dónde está? Ha desaparecido...Se oye cloc, cotocloc, cotocloc.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
¡Ya están comentados todos los capítulos!
Nota: os deseo que paséis una feliz Semana de Pascua. Mañana parto para Vandalia y no llevo el ordenador. Breve desconexión.
Me gustó refocilar por los campos de éste tu cap I,15, saludar a Rocinante y recordar a babieca.
ResponderEliminarBesos y relinchos
¡Estupendo trabajo! Que Roci se haya metido en tu ordenador y sepamos lo que pensaba el pobre de su amo, de Sancho y de sus pulsiones amorosas que terminan tan mal paradas... ¡Pobret! Gracias, Abejita y que te lo pases muy bien en Vandalia (nombre muy literario, por cierto) Besotes, M.
ResponderEliminar¡Cómo nos debías este secundario que es tan protagonista! Lo de don Rocinante se lo tiene bien ganado, sin duda...
ResponderEliminarY, por cierto, qué buena foto la de nuestro Cid.
Cómo te agradezco tu perseverancia a la hora de completar tus comentarios de la obra.
Hola ¿ Qué tal por Vandalia?
ResponderEliminarAllí los arroyos son muy grandes, lo digo por el mar
¡Que ocurrencias tienes meter a Rocinante en el ordenador! No se te escapa ni uno, todos al final, vienen a parar por aquí, hasta ese arroyo de Ríofresno que está allí perdido y al que yo visito de vez en cuando.
Toma el hiku para la foto.
En Riofresno
la fuente de los pájaros
es canto de agua.
Luz del Olmo
Besos, ya hablamos
Sancho se nos manifestó reiteradamente como especialista en evitar pleitos.
ResponderEliminarDesde un lugar de la Mancha.
ResponderEliminarBesos cervantinos
Hasta pronto
Gracias, amigos, por acompañarme en este prado ameno, con Rocinante. La pena fue lo de las estacas.
ResponderEliminarRocinante se merece la prestancia que le otorgas en tu entrada. Mal asunto el meterse pocos contra muchos. Sancho se declara en huelga de enemigos, como dice un amigo. Él si que sabe.
ResponderEliminarExcelente y divertido broche final a los comentarios del Quijote. Has terminado en lo más alto con magníficas ilustraciones.
Un abrazo.