Comentario al capítulo 8, 1 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada correspondiente al 3 de julio de 2008.
Comienzo el capítulo 8, leo: “En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento”. Ya he llegado a lo más conocido del Quijote, el comentario no ofrece dificultades.
Aquí tengo al caballero y el escudero: don Quijote y Sancho Panza. La ventura va guiando sus cosas mejor de lo que acertaran a desear, allí se descubren unos desaforados gigantes con quienes piensa hacer batalla y quitarles la vi… ¿qué es esto?
¿Se cuela el viento dentro de mi casa? Porque las ventanas están cerradas, vuelan los papeles que tenía sobre la mesa, se agitan los visillos, cae una silla… ¡Ay, qué susto!
-¡Uhhhh! Salud, señora mía.
-¿Quién me habla?
- Soy un molino de viento de la Mancha, un ingenio harinero avanzado, traído recientemente desde Flandes hasta estas hispanas tierras, a finales del pasado decimosexto siglo. En el celebérrimo libro no me dan nombre alguno, pero puede llamarme... Molen, en honor a mi flamenco origen.
-¿Un molino? ¿Cómo ha podido introducirse a través de estas estrecheces, por muy ancha que sea la banda?
-Pues...como se cuelan miles de imágenes de cosas grandes, grandísimas que asoman por aquí, en reducido tamaño. No comprendo cómo voacé pregunta tamaña niñería.
-Sí, claro. Pero por aquí suelen desfilar personajes humanos, siendo vuestra merced sólo un ingenio, una máquina, como decimos en este vigésimo primer siglo.
-Pero, para don Quijote somos enemigos humanizados, como a tales se dirige, aunque nos atribuya brazos gigánteos. El de la péñola, así lo quiso.
-Bueno, de acuerdo, señor molino Molen. Cuénteme, que deseo oír su versión del famoso capítulo 8. Y cese el viento, quietecito con sus aspas, que me está despeinando.
-Prosigo con el octavo, para complacerla. El loco protagonista, Don Quijote, nos ve, nos califica de "desaforados gigantes" y proclama que nos va a quitar a todos la vida, en justa batalla. Su criado Sancho Panza no ve gigante alguno e intenta convencerlo de que no hay brazos sino aspas. El loco le pide que se aparte y rece, que él ha de entrar con nosotros "en fiera y desigual batalla".
Sancho vocea, su amo no atiende y da de espuelas al caballejo. Decidido, viene hacia nosotros, voceando en antiguo: "Non fuyades , cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete".
En esto, se levanta un poco de viento y nuestras aspas se mueven. El loco nos amenaza y dice no sé que de un gigante y de una señora llamada Dulcinea. Se cubre con su rodela y, con la lanza en ristre, a todo galope, me embiste y lancea una de mis aspas. No sabe lo que le espera. El viento despedaza la lanza, la cual se lleva tras sí al caballo y al caballero. Vuelan, grita, relincha, ruedan…
Doré
Don Quijote no se puede menear, Sancho acude a socorrerle y se lamenta: él bien le advirtió de que éramos molinos de viento.
Doré
Mas su amo sigue soltando disparates por su boca. Asegura que un sabio llamado Frestón le robó sus libros y volvió los gigantes en molinos, para quitarle la gloria de su vencimiento. Sube, con ayuda, sobre su medio descoyuntado rocín.
Todavía les oigo hablar de la aventura pasada. Les veo tomar el camino de Puerto Lápice porque don Quijote considera que, al ser lugar de paso, no es posible dejar de tener aventuras. ¡Con los huesos molidos y buscando más oportunidades de que se los vuelvan a moler!
El loco va pesaroso y no sólo porque le hayan usurpado la gloria de su vencimiento. Sufre, además, por la falta de su apreciada lanza, la que mi aspa destrozó. Pero este hombre encuentra soluciones para todo. Dice algo de desgajar una rama de un árbol y fabricarse una lanza, como hizo un caballero español, un tal Machuca. Les pierdo de vista, ya no les oigo...los disparates que ha de acometer todavía ese don Quijote.
Me despido de vuestra merced y le manifiesto mi disgusto por una imagen que he encontrado en estos estrechos canalículos. Dicen que son los nuevos molinos que ahora gastan en la Mancha, no creo que puedan moler trigo, ni cebada. Los llaman eólicos, creo. ¡Qué extraña época la suya, señora mía! ¡Ni molinos como Dios manda!
Me voy con mis treinta o cuarenta compañeros. Quede con Dios.
-Adiós, don Molino Molen, encantada de conocerle.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Pedro Ojeda dice en "La acequia", en la entrada del 7 de julio de 2011:
Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, llega ahora al capítulo 8 de la primera parte... y cómo no, lo cuenta desde un secundario de lujo que no podéis imaginar.
Me despido de vuestra merced y le manifiesto mi disgusto por una imagen que he encontrado en estos estrechos canalículos. Dicen que son los nuevos molinos que ahora gastan en la Mancha, no creo que puedan moler trigo, ni cebada. Los llaman eólicos, creo. ¡Qué extraña época la suya, señora mía! ¡Ni molinos como Dios manda!
Me voy con mis treinta o cuarenta compañeros. Quede con Dios.
-Adiós, don Molino Molen, encantada de conocerle.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Pedro Ojeda dice en "La acequia", en la entrada del 7 de julio de 2011:
Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, llega ahora al capítulo 8 de la primera parte... y cómo no, lo cuenta desde un secundario de lujo que no podéis imaginar.
Que tiempos amiga...parece que fue ayer...yo me retire de esto de mi blog..pero os leo desde el silencio... me dais envidia, sana...pero no tengo ánimos para escribir...hoy lo hago porque me has traído muy buenos recuerdos..tu, como los compañeros quijotescos, lo sabes mejor que nadie..un abrazo y un beso
ResponderEliminarNo sé por qué llevo días que pienso mucho en los molinos de Don Quijote, será porque me encuentro lectores de libros de caballería demasiado a menudo.
ResponderEliminarAprovecho para saludar a Manuel y enviarle un abrazo. Te echamos de menos, amigo.
Un beso, arañita
¡Què bien, Abejita, le has dado voz a un molino de viento!
ResponderEliminarLo de la silla y los papeles, seguro, es cosa de encantadores malandrines.
ResponderEliminar¡Has hecho de un molino uno de tus secundarios de lujo! ¡Qué gran idea!
ResponderEliminar¡Genial traer a tu ventana un molino, además llamado Molen! Seguro que así pensaban cuando vieron a nuestro Quijo arremeter contra ellos pensando que eran gigantes... Estupenda entrada. Y me ha encantado leer el comentario de nuestro desaparecido TUCCI. Besotes, M.
ResponderEliminarMe ha encantado cómo has mezclado los tipos de molinos, viejos y modernos, con hablas arcaicas en banda ancha: original y divertido texto a más no poder o la imaginación haciendo horas extra.
ResponderEliminarUn abrazo.
Merche: lo de la morfina es una posibilidad, puede ser que alucinara, el pragmatismo hay que tenerlo en cuenta.
ResponderEliminarMartine: ya sé de que va el Gogle Reader, es cómodo para acceder a los blogs, pero no amite comentarios. Soñemos...
Pancho: te diré el misterio de los fantasmas. Vivo en el primer piso, era de noche y estaban encendidas las farolas, pasaba gente que iba o volvía de los festejos de San Pedro. Dirigí la cámara hacia abajo, procurando que salieran movidas. Parecen fantasmas.
Jorge lo merece, espero que le vaya bien...
Marina: es verdad, el sueño nos transporta a otra realidad. Tejamos sueños y poemas.
Bécquer: ahondemos.
Pedro: ese segundo paso distingue a los poetas de verdad. Traductor de lo inexpresable como Bécquer, pocos.
Aldabra: la verdad es que yo no me suelo acordar de los sueños, pero puede ocurrir lo que tú dices, quete gustaría que no fuera sueño.
Mimosa: todos los poetas son soñadores y tú lo eres.
Myriam: viva la 23.
Besos a todos y gracias por vuestras palabras aquí.
por vuestras palabras, besos.