Sin embargo, en esta lectura colectiva de "La acequia", comienzo con una leyenda menos conocida, una pequeña joya titulada: “Las hojas secas”. Toda ella es una inmersión en la Naturaleza. Sumerjámonos y oigamos hablar a unas nostálgicas hojas de árbol.
Inmerso se nos presenta el poeta narrador, testigo de la conversación de dos hojas secas cualesquiera, al borde de un camino. Desligado de su propia individualidad, confundido en el paisaje, traduce "su incomprensible lenguaje" e , indiscreto, nos transcribe sus palabras. Es la fusión del poeta con el medio natural que aparece en tantas de sus Rimas:
Hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá.
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá.
"-¡Ay! ¿Quién diría que habíamos de acabar amarillas y secas arrastrándonos por la tierra, nosotras que vivimos vestidas de color y de luz meciéndonos en el aire? "
"¿Te acuerdas de los hermosos días en que brotamos, de aquella apacible mañana en que, roto el hinchado botón que nos servía de cuna, nos desplegamos al templado beso del sol como un abanico de esmeraldas? "
"-¡Oh! ¡Qué dulce era sentirse balanceada por la brisa a aquella altura, bebiendo por todos los poros el aire y la luz! "
"...aquel agua limpia y transparente que copiaba como un espejo el azul del cielo, de modo que creíamos vivir suspendidas entre dos abismos azules! "
"-Los insectos brillantes revoloteaban desplegando sus alas de gasa a nuestro alrededor."
"En las noches de luna, cuando su plateada luz resbalaba sobre la cima de los montes, ¿te acuerdas cómo charlábamos en voz baja entre las diáfanas sombras?"
Así pinta el poeta la vida. ¿Y la muerte?
Un día, las hojas escuchan las palabras de unos amantes. Ella, joven y hermosa, llora porque sabe que morirá en otoño. A través de las palabras humanas, las hojas comprenden, aterrorizadas, que ellas también deberán secarse, morir y ser arrastradas. La paleta cambia, veamos algunas pinceladas sombrías:
http://es.123rf.com/photo_9611979_cardo-blanco-con-dos-insectos-oscuros.htm
-¡Oh! ¡Y cómo nos estremecíamos encogidas al helado contacto de las escarchas de la noche!
"Cada cual de nosotras era un tono en la armonía de su color."
"En las noches de luna, cuando su plateada luz resbalaba sobre la cima de los montes, ¿te acuerdas cómo charlábamos en voz baja entre las diáfanas sombras?"
Así pinta el poeta la vida. ¿Y la muerte?
Un día, las hojas escuchan las palabras de unos amantes. Ella, joven y hermosa, llora porque sabe que morirá en otoño. A través de las palabras humanas, las hojas comprenden, aterrorizadas, que ellas también deberán secarse, morir y ser arrastradas. La paleta cambia, veamos algunas pinceladas sombrías:
"-A poco volaron los pájaros, y con ellos sus pequeñuelos ya vestidos de plumas; y quedó el nido solo, columpiándose lentamente y triste como la cuna vacía de un niño muerto. "
http://es.123rf.com/photo_9611979_cardo-blanco-con-dos-insectos-oscuros.htm
"Y huyeron las mariposas blancas y las libélulas azules, dejando su lugar a los insectos oscuros que venían a roer nuestras fibras y a depositar en nuestro seno sus asquerosas larvas."
"Escarcha de hoja", foto de María Ángeles Merino, publicada en "El tiempo"
-¡Oh! ¡Y cómo nos estremecíamos encogidas al helado contacto de las escarchas de la noche!
"-Perdimos el color y la frescura.
-Perdimos la suavidad y la forma, y lo que antes al tocarnos era como rumor de besos, como murmullo de palabras de enamorados, luego se convirtió en áspero ruido, seco, desagradable y triste."
Termina la leyenda con la confirmación de los malos augurios. Ella murió, él está solo y las hojas están condenadas a ser arrastradas por el viento.
-Perdimos la suavidad y la forma, y lo que antes al tocarnos era como rumor de besos, como murmullo de palabras de enamorados, luego se convirtió en áspero ruido, seco, desagradable y triste."
Termina la leyenda con la confirmación de los malos augurios. Ella murió, él está solo y las hojas están condenadas a ser arrastradas por el viento.
El poeta piensa en algo que no puede recordar, pero aunque lo recordara no podría expresarlo. Lo inexpresable, la clave en la obra de G. A. Bécquer.
Un abrazo para los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Esta leyenda no figura en algunas ediciones de las "Leyendas"de Bécquer, en la de Cátedra, por ejemplo, no aparece. Podéis leerla pinchando aquí.
Pedro Ojeda dice en "La acequia":
" Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, comenta e ilustra magníficamente Las hojas secas, una pequeña joya literaria becqueriana. Después, gracias a una aportación de Gelu, documenta una interesante visita de Bécquer al mar en Bilbao."
" Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, comenta e ilustra magníficamente Las hojas secas, una pequeña joya literaria becqueriana. Después, gracias a una aportación de Gelu, documenta una interesante visita de Bécquer al mar en Bilbao."
Abejita, si que está difícil ver lo de los comentarios. No entiendo eso de la nueva configuración.
ResponderEliminarNo conocía esta leyenda, la buscaré para leerla tranquilamente. Como siempre muy bien ilustrada y comentada.
Besos
(Ayer muy bien con las dos Estheres y mis hijos y por supuesto Mariano)
Excelente comentario y fotografías que no desmerecen. Se te ve más poética que con las rimas. Las trocitos de texto que has seleccionado son auténtico Bécquer.
ResponderEliminarMe encanta la foto del nido vacío, que ya conocemos de ahí a la derecha con la sentencia de DQ: "[...] vámonos poco a poco, pues ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño"
Un abrazo.
¡Gracias por el enlace a la leyenda que leí antes de leer tu magnífica entrada!. El poeta es uno con la Naturaleza y el lector, al menos yo, me fundo con ambos. Las hojas simbolizan, en definitiva, lo efímero de la vida.
ResponderEliminarLa foto de la hoja escarchada es estupenda.
Besos
Veo que a ti también te han cambiado "la configuración" creo que, en el fondo, lo que quieren es "confundirnos" para que no sigamos escribiendo... Preciosa esta leyenda que has escrito. La buscaré en mi librito pero no creo que aparezca. Besotes, M.
ResponderEliminarBuenas noches, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarEstupendo trabajo, y envidiables fotos.
En mi libro Aula, no viene esta Leyenda de 'Las hojas secas', tampoco en el de la Colección Púrpura. Sí está en el editado por Edaf.
Tendré que hacer unas listas y un repunteo.
Impresionante y llena de poesía, esta personificación de las hojas, que hace Bécquer.
Un abrazo.
Supongo que ya lo has intentado, pero visto desde aquí parece que deberías suprimir espacios al final de la entrada con la tecla "supr" del teclado, así lo hago cuando pasa algo parecido.
ResponderEliminarNo he notado nada extraño en la configuración de Blogger. El asunto irá por barrios.
Un abrazo.
Para evitar que una entrada que tienes en borrador salga con la fecha en que lo guardaste, lo que hago es progamarla para dentro de cinco minutos al publicarla.
ResponderEliminarHabrá otra manera, pero a mí me funciona, la cuestión es ir aprendiendo trucos poco a poco.
Gracias de nada. En todo caso a ti por estas entradas tan bien trabajadas y tan completas que nos regalas.
Un abrazo.
leyendo los posts que hacéis me dan ganas de ponerme ya con las rimas pero ando muy liada y aunque estoy leyendo necesito otro tipo de lectura más liviana.
ResponderEliminaren fin, me ha encantado el post y las fotos, todo muy conjuntando y acorde.
Las hojas secas siempre nos traen a la memoria la imagen de la muerte, del cambio...
biquiños,
Buenos días, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarAnoche me pasé por tus entradas anteriores. En uno de los comentarios que te dejé, he comprobado que no sale bien el enlace.
Se puede aprovechar en link que te puse, y llegar siguiendo unos pasos que te indico en el nuevo comentario que acabo de enviarte.
De las lecciones de pancho, también he tomado nota, pues no acertaba con la hora.
Abrazos.
Por un momento me he sentido como una hoja de álamo que empieza a presentar alguna manchita... ay.
ResponderEliminarÉsta aún no la he leído.
Esta leyenda es una pequeña joya en la que Bécquer trata el tema de la naturaleza bajo forma simbólica. Me alegro de que hayas comenzado por ella, ilustrándola tan magníficamente.
ResponderEliminarEle: te gustará esta leyenda, es muy poética, puedes leerla desde aquí.¡Que vivan Villaester de arriba y Villaester de abajo!
ResponderEliminarPancho: esta leyenda es muy poética, muy Bécquer,como tú dices. La foto que un día hice a un nido caído y vacío ha dado muchas vueltas, sirvió para el Quijote y sirvió para Bécquer.
Myriam: nos fundimos mientras dure esta efímera vida. Tengo mucho cariño a mi hoja escarchada, tomada en noviembre pasadas las once de la mañana, en mi gélida ciudad.
Merche: nos confunden estos Blogger, puedes leerla con mi enlace.
Gelu: son unas hojas muy humanas. Veo que ninguna edición las trae todas. El enlace de Vicente Llop trae 20, la wikipedia dice que son 28.
Pancho: no había caído en lo de seleccionar el espacio sobrante y dar al Supr. Arreglé esta entrada y otra de antes. Probaré eso de entradas programadas...Gracias.
Aldabra: es verdad, las hojas secas sugieren la muerte, una muerte bella, pero bella. Cada circunstancia tiene su lectura, todas son válidas si nos aportan algo bueno. Biquiños.
Gelu: no había reparado en ese comentario, ya seguí los pasos...
Euphorbia: dices que te sientes como una hoja de álamo con alguna manchita, yo como una de chopo un poco pasadilla pero verde todavía. Las euphorbias son muy resistentes, son flores del desierto.
Pedro: después de leer esta leyenda no creo que haya profesores acomodados que duden de que las leyendas son poesía.
Gracias y un abrazo a todos.
Abejita, me encantan los temas sobre la naturaleza y aunque no he leído esta leyenda, que efectivamente no aparece en mi libro de Cátedra, la leeré desde el enlace que pones.
ResponderEliminarDebe ser emocionante salir a buscar las fotos con que ilustrar la leyenda que acabas de leer, ¿verdad?, y luego tras hacer las correspondientes fotos componer tu estupenda entrada en el foro. Mis felicitaciones.
Un abrazo.
José Manuel.
Leeré esa leyenda, voy un poco retrasado, gracias por el trabajo
ResponderEliminarMi Señora Abejita de la Vega,
ResponderEliminarNo sé si tendrá noticia de lo siguiente que leí, en los bajos fondos del artista:
[Así, en la tertulia del Suizo, el gerente de Gaspar i Roig (casa para la que trabajaba haciendo fatigosas traducciones), cierto día, le propuso un trabajo muy concreto...
- Gustavo, ¿tendría usted algo para el “Almanaque” que voy a publicar? Pero poca cosa, una cuartilla, porque sólo puedo dar por ella sesenta reales.
- Aceptado –dijo Bécquer-, porque acaban de presentarme una cuenta de esa suma.
Dicho y hecho. Al día siguiente, Gustavo escribió Las hojas secas de un tirón, sin una sola corrección. El poeta, con una gran taza de café entre sus manos, y ante el asombro de sus amigos, comentó: “No tiene nada de extraño la rapidez y la forma de la redacción, porque pensé anoche el artículo tal como está y la mano no ha hecho más que trazar lo que ya estaba en mi imaginación escrito”.]
Curiosa explicación que contrasta con el final de la leyenda en una hoja de "Las hojas Secas": “Silbó el aire, que había permanecido un momento callado, y las hojas se levantaron en confuso remolino, perdiéndose a lo lejos entre las tinieblas de la noche.
Y yo pensé entonces algo que no puedo recordar, y que, aunque lo recordase, no encontraría palabras para decirlo.”
Suyo, Z+-----
Gracias, homónimo señor de la Vega por la información sobre la leyenda de la hojas secas. Improvisaba y le salía así de bella. Creo que no le faltaba mucho para su muerte...
ResponderEliminarUn abrazo