Retrato de José Luis Alonso de Santos en la exposición Galaxia Crítica de Asís G. Ayerbe, ahora en los jardines del Palacio de la Isla.
Ayer publiqué en La Acequia y en Facebook, mi respuesta a la entrada de Pedro Ojeda: Primera aproximación a Mil amaneceres de José Luis Alonso de Santos y noticias de nuestras lecturas.
Estoy (estaba) con la crónica de la reunión presencial del Club en torno a esta obra, gustó mucho y se habló mucho. Y con la mía, mi visión, como hice con la anterior y suele hacer María Ángeles Merino.
Feliz Año Nuevo, Pedro (y todos los amigos lectores y visitantes). A los remos.
He aquí:
Mil amaneceres encierra mucho, bueno y bien escrito. Y seguro que bien representado, pues no faltará un buen actor y un buen montaje teatral. Lo primero que me llamó la atención es el bululú, imaginaba al único actor que asumía todas las voces y cambiaba continuamente de registro. También la lección de la alegría como obligación ética, ser felices nosotros en la más dura de las circunstancias y de carambola hacer felices a los demás. Una enseñanza optimista en la negrura de la vida. Hay mucho más y vamos levantando las capas. El valor de la risa, el goce de la palabra, el teatro con mayúscula, el homenaje a la literatura del mal o bien llamado Siglo de Oro, la figura del educador que no otra cosa es Antón para Benjamín, las distintas edades del hombre, el enfrentamiento con el poder y el momento en que dejamos de hacerle el juego, hay tantos amaneceres. Y tenemos que seguir remando, no lo olvidemos.
Mil amaneceres encierra mucho, bueno y bien escrito. Y seguro que bien representado, pues no faltará un buen actor y un buen montaje teatral. Lo primero que me llamó la atención es el bululú, imaginaba al único actor que asumía todas las voces y cambiaba continuamente de registro. También la lección de la alegría como obligación ética, ser felices nosotros en la más dura de las circunstancias y de carambola hacer felices a los demás. Una enseñanza optimista en la negrura de la vida. Hay mucho más y vamos levantando las capas. El valor de la risa, el goce de la palabra, el teatro con mayúscula, el homenaje a la literatura del mal o bien llamado Siglo de Oro, la figura del educador que no otra cosa es Antón para Benjamín, las distintas edades del hombre, el enfrentamiento con el poder y el momento en que dejamos de hacerle el juego, hay tantos amaneceres. Y tenemos que seguir remando, no lo olvidemos.
Estoy (estaba) con la crónica de la reunión presencial del Club en torno a esta obra, gustó mucho y se habló mucho. Y con la mía, mi visión, como hice con la anterior y suele hacer María Ángeles Merino.
Feliz Año Nuevo, Pedro (y todos los amigos lectores y visitantes). A los remos.
Así la dejo, una pequeña entrada. Puedo explicar por qué he de dejarla tal cual. ¡Ni tocarla!
Un abrazo de María Ángeles Merino.
¡Feliz año y sigamos leyendo!
ResponderEliminarSigamos. Seguimos. Feliz Año.
EliminarA seguir remando, María Ángeles.
ResponderEliminarSeguimos remando y que el remo no se rompa.Feluz Año, Carmen.
EliminarHa sintetizado muy bien todo lo que representa esta obra de teatro de José Alonso de Santos.
ResponderEliminarPor mucho que la vida nos maltrate, lo mejor es luchar y seguir adelante, como sabe hacerlo Antón y así se lo que enseña a Benjamín, en este viaje tan accidentado de sus vidas allá por ese siglo XVII tan injusto que, como dice Carmen en su primera entrada, no está muy lejos de nuestra realidad.
Feliz Año 2022, esperando que se comporte con algo más de cordura que los anteriores.
Besos
Hay que seguir adelante, por nosotros y por los nuestros. Y por todos. Besos, Luz.
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