miércoles, 23 de mayo de 2018

Pequeña crónica de la presentación de "Los refugios de la memoria" de José Luis Cancho, en la Feria del Libro de Burgos 2018.


Pequeña crónica de la presentación de Los refugios de la memoria de José Luis Cancho, premio de la Crítica de Castilla y León 2018 compartido con Ángel Vallecillo, en la Feria del Libro de Burgos 2018. Para la lectura colectiva de La acequia, dirigida por Pedro Ojeda. 

Amaneció una mañana soleada y vestida de flor, en mi ciudad. Los del Club de Lectura de la Acequia y Alumni ya conocíamos esta noticia:

El Instituto Castellano y Leonés de la Lengua presentará el sábado, 19 de mayo, a las 13.00 horas, en la ‘42 Feria del Libro de Burgos’ que promueve la Asociación Provincial de Libreros de Burgos, el libro ‘Los refugios de la memoria’ (Papeles Mínimos), del escritor vallisoletano José Luis Cancho, ganador del ‘XVI Premio de la Crítica de Castilla y León’.

El profesor de la Universidad de Burgos Pedro Ojeda, editor del blog literario ‘La Acequia’ e integrante del jurado que dictaminó entre los títulos finalistas acompañára a José Luis Cancho durante la presentación de este título.

(Tomado de la página web del Instituto castellano y Leonés de la lengua)

Burgos se viste de flor.
Foto cortesía de la amiga Gelu

No nos lo podíamos perder, allí estuvimos varios amigos de lecturas, a escuchar al escritor José Luis Cancho y a nuestro profesor Pedro Ojeda. Como en otras ocasiones, la que esto escribe tomó algunas rápidas notas en su cuadernillo y ahora se dispone a redactar una crónica que procurará ser lo más fiel posible a lo que allí se habló, aunque humana cosa es errar y es imposible cazarlo todo. Cuento con vuestra benevolencia. 



Pedro Ojeda abre el acto con los agradecimientos a los organizadores y nos recuerda que estamos ante las dos obras ganadoras ex aequo del Premio de la Crítica de Castilla y Léon 2018, otorgado por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. Comienza con la novela distópica Akúside, cuyo autor Ángel Vallecillo, no ha podido estar presente. 

Pedro Ojeda con José Luis Cancho y los dos libros ganadores del Premio de la Crítica de Castilla y León 2018.
Foto cortesía de Luz del Olmo

(P.O.) Akúside es una reflexión sobre el pasado y el presente, los efectos de los nacionalismos; hasta qué punto podemos arriesgarnos a determinadas ideologías que apelan más a las tripas que a la razón. Su autor, Ángel Vallecillo, nos envía un texto.

(Escribe que le hubiera gustado estar con nosotros y con José Luis Cancho a quien no conoce, en Burgos, ciudad donde estudió (Colegio Mayor Peña Amaya); pero le separan dos mil kilómetros de océano y compromisos en Canarias, donde vive. Agradece la invitación y nos anima a disfrutar de las letras.)

Akúside es un libro arriesgado que sorprende y hace pensar, tampoco Los refugios de la memoria dejan indemne al lector. Después de aplazarse el fallo del jurado por la nieve, por fin se otorga el 14 de marzo, en Ávila, a dos autores. Los dos textos coincidían en algo que nos interesó a los miembros de jurado: editoriales pequeñas que trabajan por un catálogo coherente y cohesionado, un esfuerzo diario para publicar libros, queridos y mimados, que en las grandes editoriales no ven. 


Los refugios de la memoria son muchas cosas. Muchas personas, de cierta edad, sienten curiosidad por un hecho que conmocionó a la sociedad española, en 1974, en Valladolid.  Tuvo resonancia nacional e internacional y es lo que puede acercar a muchos, aunque el que sólo busque eso, el chico arrojado por la ventana en la comisaria, va a disfrutar mínimamente del libro. 



Un autorretrato, una vocación de nómada, una reflexión sobre el pasado desde su presente y su condición de escritor. La sobriedad, la calidad poética que apasiona, la facilidad con que se lee; es un libro que agarra y atrapa al lector. Surgirán cosas a lo largo del debate, que él nos presente su autobiografía, su autorretrato. Buenos días, José Luis, gracias por regalarnos este libro que es testimonio de memoria colectiva y trabajo sobre la razón de la escritura. 

-(J.L.C.) Gracias por sus palabras. No conocía a Pedro Ojeda. Hablando del premio, me sorprendió mucho que yo apareciese como finalista del premio. De una editorial pequeña, no soy especialmente conocido como escritor, no conozco tampoco a Ángel Vallecillo. Me interesó que fuera el Premio de la Crítica porque soy un crítico frustrado, me interesa la crítica, escribo para ver como funcionan los textos por dentro.

Los refugios de la memoria es una autobiografía novelada, todo lo que se cuenta es cierto, pero la técnica es la propia de una novela: empieza "in media res", los saltos, las elipsis...
Lo normal en una biografía es empezar hablando de los abuelos, de los padres...La técnica es propia de una novela. ¿Por qué tan breve? Las autobiografías tienen cierto grosor y detalles de la vida del autor. Lector de poetas, con la capacidad de síntesis de los poetas, es un aprendizaje que tiene como referencia a Juan Rulfo que escribía quitando palabras. Al mismo tiempo soy un apasionado de Proust que añadía palabras constantemente y volvía locos a sus editores. He tenido en cuenta la famosa cita de Proust sobre la memoria y el tiempo: 

"Pero cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más, persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo."



La memoria está fuera de nosotros. Lo que vemos, sentimos, tocamos...es lo que activa la memoria. 

 Rulfo y Proust son elementos que tuve en cuenta. Y a Kierkegaard, porque para entender la vida hay que mirar atrás. La memoria es una dimensión del presente, memoria e imaginación están unidas. Las musas son hijas de la memoria, una memoria nostálgica a la que se impone la conciencia de los límites de la propia existencia. La mirada obliga al autor a ser objeto pasivo y activo a la vez, habla de sí mismo como habla de otro, un desdoblamiento que facilita la desnudez, el riesgo. En el libro utilizo una cita de Ósip Mandelstamun poeta ruso que murió en un campo de concentración de Stalin:

"Animal mío, época mía, ¿quién podrá mirarte a los ojos?..."

Mi memoria no es cariñosa, no es hostil. En ese esfuerzo, se comprenderá el pasado sin rechazarlo. 

-(P.O.) Es inevitable que todo el mundo se pregunte por lo que ocurrió en 1974, en la comisaria de Valladolid, cuando caíste al vacío. Me gusta como trabajas las interrogaciones, que no son preguntas retóricas. Es inevitable, pero tú no comienzas por ahí, sino con tu relación con el lenguaje. Todo el mundo quiere ver una foto fija cayendo y tú escribes sobre la condición de escritor. 

-(J.L.C.) Marcó a toda una una generación: se cerró la universidad, hubo mucha solidaridad, huelgas, manifestaciones... Había cierta deuda con tantas personas que participaron en las protestas. 



¿Eres Cancho? ¿No serás el Cancho de la ventana?Un hecho que parece que no quieres que te recuerden, no quería quedar atrapado ni como héroe ni como víctima, que fuese lo determinante en mi vida. Yo lo usaba más como una muestra de solidaridad con los compañeros, como una forma de rescatarlos. 

El policía que declaró a mi favor, el que atendía los calabozos, el que dijo que me subieron a las cinco de la tarde en contradicción con lo que declararon los de la brigada político social, contradicción que fue determinante. Yo quería destacar a ese personaje y al asesino que me cuidó en la cárcel, dos personajes anónimos. Dedico dos páginas al "gris" y un capítulo al asesino que me cuida cuando no puedo moverme, con dulzura, cuidado y atención. Pasados los años te das cuenta: ese hombre, un asesino. 


Mi relación con la muerte sí ha determinado mucho mi comportamiento en la vida. Mi propia muerte me es familiar, la angustia metafísica me es ajena. La relación con la muerte no me ha hecho más empático con el dolor de los demás. Mi única pasión es la indiferencia. Digo que no bebo, no fumo, no viajo...la negación de la vida. La perspectiva que voy a adoptar es la de un muerto. Los muertos no se apasionan. Voy a escribir sin máscaras porque yo soy un muerto. 

-(P.O.) Das muy pocos nombres: Angélica y los nombres de los policias. Te desligas de nombres. 

-(J.L.C) Los nombres son un riesgo. Hablo de los hechos, sin citar personas, no aparecen sus nombres. 

-(P.O.) Tu relación con el espacio: la celda, el desierto de Atacama. Es lo que te define a ti mismo, como nómada que tiene una atadura especial: el barrio de tu infancia. Calles sin asfaltar, un espacio relacionado con sensaciones como el sabor de la flor de la acacia, se come, sí, yo también... Por muy nómada que seas, tienes tu espacio. 

-(J.L.C) El barrio del Carmen, con el cementerio y la prisión, un territorio que existe. Recuerdo comer las flores de la acacia, jugar entre las tumbas era habitual, el cementerio estaba junto a  nuestro barrio. Me gusta pasear por el cementerio, me relaja, no hay nada morboso en ello. La cárcel estaba también al lado.

(P.O.) Hoy es un centro cívico.



-(J.L.C) Es un territorio que funciona como literario, está en todas mis novelas. En Grietas, lo sitúo en Barcelona, reproduce el mismo plano: barrio, cementerio, prisión. El editor me preguntó si existía, no le dije que era real. En mis caminatas por Hispanoamérica, me atraían los paisajes desolados, los desiertos, la estepa. Una atracción que reproduce el espacio de mi infancia que, al final, se convierte en espacio literario. Sin embargo, voy ahora a mi barrio y ya no lo reconozco. 



-(P.O.) Hay una tensión entre individuo y grupo. Una dictadura o un partido.

-(J.L.C.) El Partido Comunista Internacional, aunque lo critico, era una dictadura, el trabajo en la clandestinidad era muy arriesgado. Yo critico su sectarismo, el enemigo era el del otro partido, aunque en realidad íbamos en el mismo barco y en la cárcel me doy cuenta. ¿Qué es lo que nos separa? Se pelean por una coma en un documento. No tenía sentido. Había poca democracia interna, la clandestinidad llevaba a eso, a comportamientos autoritarios. 

-(P.O.) Tú decides ser individuo. Aislarte. 

-(J.L.C.) Hay etapas de crisis personal, ciclos. Lucha política, cárcel, enseñanza (poco),viajas...

-(P.O.) Dices que muy mal. 

-(J.L.C.) Tengo anécdotas que demuestran que soy un mal profesor. Ya no viajo. Hay un reencuentro en la escritura, todas esas etapas confluyen en la escritura. 

-(P.O.)  Decides que tienes que escribirte, toca ser escritor. Me ha apasionado tu relación con la ficción, su influencia en tu percepción de la realidad. 

-(J.L.C.) Tiene mucho que ver con la clandestinidad. Nos desdoblamos, nos inventamos, vamos a contar mentiras, me podía hacer pasar por el católico más ferviente, jugaba a ser otro porque no podía sobrevivir en la calle sino desdoblándome. Muchos militantes llegaban a contar que no sabían quiénes eran, pero sí era un aprendizaje para el escritor. El peso de la ficción sobre la realidad. 

Una pregunta de una lectora (L) : 

(L) Hablas de una deuda que tenías con los otros. ¿No es una deuda contigo mismo? 

-(J.L.C.) Sí, es una reconciliación conmigo mismo y una carta de despedida a la vez. Hablo de un ciclo que se cierra y se abre otro que no sé cuál va a ser. Ahora los críticos dirán que ahora que me dan el premio, reconciliación con mi vida y carta de despedida.

-(P.O.) No te dejarán. Te cogen del cuello y no te puedes escapar. 

--(J.L.C.) O no, lo pongo en duda.

-(P.O.) Menos mal. 

Recordad que el libro está a la venta en las casetas. Hay que agradecer al Instituto, a la Feria del Libro, a todos vosotros, a José Luis. Lo que él creía que era una despedida. 


Mientras J.L.C. escribe la dedicatoria en nuestros ejemplares de Los refugios de la memoria, mi amiga Luz del Olmo y yo mantuvimos un breve pero intenso diálogo literario con José Luis Cancho y Pedro Ojeda. El fotógrafo o fotógrafa captó muy bien el momento. 

Luz del Olmo, María Ángeles Merino, Pedro Ojeda y José Luis Cancho.

Me gustó especialmente que, en medio de la peor situación, en la comisaria, haya una brisa y una luz, asome la esperanza y la poesía. Le comento mi confusión al leer Grietas, dónde estaría el barrio del Carmen en Barcelona, ahora entiendo lo del "espacio literario". El mismo barrio, con más cucarachas, le digo, José Luis sonríe. Yo también me fui de maestra a Guipúzcoa en aquella primavera del 79. En las asambleas de maestros, allí se comentaba su presencia, aquel chico que...De la enseñanza huyó pronto, le comento que ahora está  mucho peor, sí, se lo han dicho. ¡Y después de leer Los refugios de la memoria habrá que ir a la Gomera! Atacama...es demasiado. Me despido de él, con un abrazo. 


2 comentarios:

  1. Estupenda y detallada reseña, Mª Ángeles, como siempre. Gracias por ella y por estar, como siempre.

    ResponderEliminar
  2. Por lo que puedo apreciar el encuentro con este autor mereció bastante la pena. El profesor Ojeda supo preguntar y comentar, el autor responder y nuestra María Ángeles trasladárnoslo a los que no estuvimos allí.

    ResponderEliminar