Digresión publicitaria y jabonosa. "olorosa a heno"
Comentario en torno a la novela "La saga/fuga de J.B.", de Gonzalo Torrente Ballester. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
“Y don Torcuato perdió así a su diaconisa, blanca a la vista, olorosa a heno, deliciosa de escuchar cuando cantaba, agridulce a los labios y suave a la mano estremecida que la exploraba, según comunicó a sus amigos, compungido, desolado por la pérdida. Y aquí se juntan los divergentes caminos, porque la perorata en cierto modo indignada y en cierto modo política de don Torcuato, puede resumirse en la frase, pronto convertida en lema, propaganda y cartel de desafío: “No podemos permitir que los godos nos roben nuestras hembras “, y el adjetivo posesivo estaba usado en un sentido más amplio y algo más enérgico que el usado por la legislación vigente.”
“Y don Torcuato perdió así a su diaconisa, blanca a la vista, olorosa a heno, deliciosa de escuchar cuando cantaba, agridulce a los labios y suave a la mano estremecida que la exploraba, según comunicó a sus amigos, compungido, desolado por la pérdida. Y aquí se juntan los divergentes caminos, porque la perorata en cierto modo indignada y en cierto modo política de don Torcuato, puede resumirse en la frase, pronto convertida en lema, propaganda y cartel de desafío: “No podemos permitir que los godos nos roben nuestras hembras “, y el adjetivo posesivo estaba usado en un sentido más amplio y algo más enérgico que el usado por la legislación vigente.”
(Extraído de “La Saga/Fuga de J.B.”, Gonzalo Torrente Ballester, Clásicos Castalia, 2010)
¡Mía!
¡Ahora sé de qué iba la historia de la criada!
¡Mía!
¡Ahora sé el porqué de la merienda de empanada y confites!
¡Mía!
¡Ahora comprendo la locura tubular!
¡Mía!
¡Don Torcuato ha perdido a la diaconisa con que oficiaba el Culto al Vaso Idóneo!
¡Mía!
¡Me la han robado!
Compungido, desolado, desafiante.
¡Celtas todos! ¡No podemos permitir que los godos nos roben nuestras hembras! ¡Un director de circo!
Blanca, olorosa a hierba, de dulce cantar y hábiles manos.
¡Mía!
¡El posesivo más amplio y más enérgico!
¡Míaaaaaaa!
Ayer os dije que seguiría leyendo la saga/fuga pero que no comentaría. Y hoy sigo leyendo y se me ocurre la idea de redactar pequeñas entradas. Leo unas líneas más y ¡ahora comprendo! He de escribirlo. ¡Eureka!
Un abrazo para los que pasáis por aquí.
María Ángeles Merino
Nota: aunque me ponga a patinar en la luna, creo que escribiré microentradas como esta, en torno a la novela más densa que vieron los siglos del mundo.
Se te ve feliz, y que te lo pasas pipa, aunque por lo visto por aquí el "librito" era un hueso duro de roer, pero tú puedes con todo.
ResponderEliminarEsta entrada está muy simpática y más ligera, se agradece.
Enhorabuena por las entradas y por lo que disfrutas, hija, (lo de "hija" es muy pucelano).
Besos, Mª Áneles.
Me parece bien que hagas entradas aunque sean cortas, yo seguiré también con el libro de Torrente.
ResponderEliminarUn abrazo
Siento no poder opinar sobre éstos libros compartidos. Estoy atrapado en otros libros y otras historias, pero te agradezco tus visitas periódicas. Volveré a nuestra tierra como siempre en verano. quizás nos crucemos por el espolón sin conocernos.
ResponderEliminarun bsazo.
¡Jajajaja buenísimo Abejita, me encanta verte juguetona!
ResponderEliminarBesos
Imagino tu alegría al conocer la claridad en medio de esta niebla que nos ha metido D. Gonzalo. Reconozco que estoy metida en otros "argumentos" y que lo voy a dejar para cuando esté tranquila en vacaciones de Semana Santa. Al menos esa es mi intención .
ResponderEliminarMe alegra que sigas aquí, al pie del cañón y con estas entradas donde en poco nos dices mucho.
Un abrazo
Luz
Ya tendrás noticias mías y tú me darás noticias de Mía.
La lucha eterna contra los del pueblo de al lado por la posesión de las Sabinas...
ResponderEliminarEl viejo recurso a las palabras sagradas de patria, tierra y libertad para soliviantar a la gente. Si encima le añadimos que nos roban, aunque sean las mujeres, para qué queremos más.
ResponderEliminarEsta entrada respira surrealimo...
Un abrazo.
Don Torcuato es un pozo sin fondo de sutilezas, evidentes a veces y otras prestas a mil interpretaciones.
ResponderEliminarBesos