"Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas..."
Comentario al poema 19 de "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", de Pablo Neruda. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
Poema 19
Niña morena y ágil, el sol que hace las frutas,
hizo tu cuerpo alegre, tus luminosos ojos
y tu boca que tiene la sonrisa del agua.
Un sol negro y ansioso se te arrolla en las hebras
de la negra melena, cuando estiras los brazos.
Tú juegas con el sol como con un estero
y él te deja en los ojos dos oscuros remansos.
Niña morena y ágil, nada hacia ti me acerca.
Todo de ti me aleja, como del mediodía.
Eres la delirante juventud de la abeja,
la embriaguez de la ola, la fuerza de la espiga.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Mariposa morena dulce y definitiva,
como el trigal y el sol, la amapola y el agua.
En su llama mortal la luz te
envuelve.
Envuelta en luz, la niña responde, alza los brazos y sacude al sol como si fuera un estero. Hija del sol al fin, cuerpo de mujer que puede mantener la vida y la estabilidad de la tierra. El paisaje del sueño es una quimera: zumba la abeja delirante, la ebria ola rompe en la playa y brota la espiga. Ella es una fuerza más de la Naturaleza, como en el 11:
Pero tú, clara niña, pregunta de humo, espiga.
Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas.
Pero el poeta es "un corazón sombrío" que la busca a pesar de sentirla inalcanzable.
Mi corazón sombrío te busca, sin embargo,
y amo tu cuerpo alegre, tu voz suelta y delgada.
Sombras, oscuridad, colores desvaídos, en contraste con la luz deslumbrante de la amada. Pálido, amarrado a un imposible, vestido de gris, como en el 9:
Pálido y amarrado a mi agua devorante
cruzo en el agrio olor del clima descubierto.
aún vestido de gris y sonidos amargos,
y una cimera triste de abandonada espuma.
La búsqueda es difícil y escurridiza: "nada hacia ti me acerca...todo de ti me aleja...". Ella siempre se aleja, como en el 10:
Siempre,
siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo
corre borrando estatuas.
Él es muy poca cosa, sólo un amante que necesita del amor de la amada para ser algo, "como el trigal y el sol, la amapola y el agua".
Fuera ya del poema 19 que estamos comentando, el amante de "Veinte poemas..." tiene momentos felices, breves, en que ella responde y los dos pueden disfrutar del amor, desaparece momentáneamente al náufrago angustiado. Así en el 14:
Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas.
Y, por fin, en el 16:
Eres mía, eres mía, voy gritando en la brisa
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo
La noche estrellada es el escenario. Le queda el recuerdo y los versos...inmortales. Al final, el amor sirve para escribir de amor. Poesía.
Y el libro que comenzó en "Cuerpo de mujer" terminará en una "canción desesperada" que concluirá con un "Oh abandonado". Una historia de amor.
Un abrazo para todos de:
María Ángeles Merino
Un enlace que me sirvió de ayuda:
Agustín Uña.
Y, por supuesto, las entradas de Pedro Ojeda y la lectura presencial del día 21 de enero de 2014.