jueves, 7 de febrero de 2013

"...la mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; arriba, abajo y en medio; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar".

 
 
 
 
Comentario en torno a "Mala hierba" de Pío Baroja, para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

"Mala hierba" es el título de la segunda novela de la trilogía "La lucha por la vida" de Pío Baroja. ¿Por qué "Mala hierba"?

Después de leer "La Busca", intuimos que el escritor va a sumergir al protagonista, Manuel Alcázar, en unos ambientes que le van a poner muy difícil aquel propósito final:

"Para los unos, el placer, el vicio, y la noche; para los otros, el trabajo, la fatiga, el sol. Y pensaba también que él debía de ser de éstos, de los que trabajan al sol, no de los que buscan el placer en la sombra."

 Porque las malas hierbas poseen indudable atractivo y el abúlico muchacho no va a poseer las fuerzas necesarias  para huir de esos campos en que germinan fácilmente  sus semillas .

Jardín invadido por bellas malas hierbas,
Y hay que arrancar las que ya han anidado dentro, o matarlas con un buen herbicida. También se puede proteger la tierra para que no aniden, los jardineros saben mucho de eso, podríamos preguntarles.

Los jardineros colocan mallas para evitar malas hierbas. ¿Os dais cuenta de que este jardín es el mismo de la foto anterior?

Baroja lo tenía muy claro. Cuando ya estaba gestando la segunda novela de la trilogía, se queja en el artículo "Mala hierba" de "El globo"(12-12-1902) de que "la mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; arriba, abajo y en medio; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar".

El escritor distingue tres clases de delincuentes: abajo, la golfería miserable de los barrios pobres; un poco más arriba, los hampones del centro de Madrid y, por último, los círculos aristocráticos de golfería. El segundo grupo, la clase media de la delincuencia va a debutar en la novela "Mala hierba", la que  brota en torno a los garitos, farsantes buscavidas como Mingote o la desaprensiva baronesa, vieja conocida nuestra.

Comienza la novela. Roberto Hasting, el rastreador incansable de una peregrina herencia, escribe y escribe frente a las espachurradas esculturas de Alex, su abatido compañero de "guardilla". Mientras tanto, Manuel resueltamente decidido a trabajar al sol, le busca de casa en casa porque Roberto es el único conocido que le puede "favorecer ".

Los que ya le conocemos, leemos con escepticismo: "Hallábase Manuel con decisión para intentar seriamente un cambio de vida; se sentía capaz de tomar una determinación enérgica y dispuesto a seguirla hasta el fin."

Astenia

¿La familia? Su hermana le ha despachado con ropa vieja del marido bombero y "algunos buenos y vagos consejos acerca del trabajo, el cual, como nadie ignora, es el padre de todas las virtudes, como el caballo es el más noble de todos los animales, y la ociosidad, la madre de todos los vicios". Pío Baroja atrapa por los pelos  la ocasión de burlarse de los tópicos vacíos.

Al fin, da con Roberto que  le pregunta cortante: "¡Hola! ¿Eres tú?... ¿Qué hay?". Le cuenta que se "ha quedado parado", algo que Hasting no entiende a la primera. Manuel sigue con sus cuitas pero calla porque el otro sigue escribiendo a toda velocidad. Mira con asombro "a los dos gigantones derrengados ", dos chocantes esculturas que reinan en aquel cuartucho humilde. Roberto le explica: "El autor los llama «Los explotados».. Quiere dar a entender que son los hombres a quienes agota el trabajo. Poco oportuno el asunto para España."

Relacionemos este comentario de un personaje de origen extranjero como Hasting con las palabras que anotamos antes:

"la mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; arriba, abajo y en medio; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar".



Sigamos el diálogo entre Manuel y Roberto, en la misma línea. Está sin trabajo desde hace unos días y...

-¿Y qué piensas hacer?
-Pues estar a lo que salga.
-¿Y si no sale nada?
-Creo que algo saldrá.
Roberto sonrió burlonamente.
-¡Qué español es eso! Estar a lo que salga. Siempre esperando... Pero, en fin, tú no tienes la culpa.

Roberto Hasting, de origen inglés y apellido de batalla, se revuelve contra ese "algo saldrá", una pasividad que él considera muy española. Es un personaje singular, un bicho raro, alguien que trabaja incansablemente, día a día, para lograr sus objetivos, aunque parezcan inalcanzables. Es un abanderado de la voluntad. 

"Se necesita más voluntad para vencer los detalles que aparecen a cada instante que no para hacer un gran sacrificio o para tener un momento de abnegación. Los momentos sublimes, los actos heroicos, son más bien actos de exaltación de la inteligencia que de voluntad... pero ¿sería capaz de llevar a cabo una obra diaria, de pequeñas molestias y de fastidios cotidianos? Sí, me dije a mí mismo...Desde entonces (trabajé) con una constancia rabiosa.” (La busca)

Batalla de Hastings, tapiz de Bayeux.
Roberto trabaja todo el día y vive modestamente porque envía dinero para que su madre y hermanas vayan viviendo. Su jornada es maratoniana: traduce diez páginas antes de salir de casa, da clases, corrige, da más clases, escribe cartas y trabaja en un periódico.

Frente a este héroe de las molestias cotidianas, Baroja coloca a los artistas bohemios que se reúnen con Alex, el escultor.

 "Dos o tres eran escultores, otros pintores y literatos. Ninguno de ellos conocido. Pasaban el tiempo correteando de teatro en teatro y de café en café, reuniéndose en cualquier parte para tener el gusto de hablar mal de los amigos"

Roberto da su veredicto:

"Viven como hombres que poseyeran de los genios sus enfermedades y sus vicios, pero no su talento ni su corazón...Son incapaces de realizar una cosa. Quizá haya algo de genial... pero eso no basta: hay que ejecutar lo que se ha pensado, lo que se ha sentido, y para eso se necesita el trabajo diario, constante... Esos quieren hacer de golpe y porrazo una obra hermosa y no hacen más que hablar y hablar."

Manuel admira profundamente a Hasting, le pregunta qué puede hacer; pero él no se siente con fuerzas para "buscar, preguntar, correr, trotar", ni " para "trabajar hasta echar el alma por la boca". Veamos lo que sigue:

"¡Pero si no tengo en dónde!

Siempre hay donde trabajar si se quiere. Pero hay que querer. Saber desear con fuerza es lo primero que se debe aprender. Tú me dirás que no deseas más que vegetar de cualquier modo; pues ni eso conseguirás si te reúnes con los que vienen aquí al estudio; además de vago, concluirás en sinvergüenza."

Roberto le recomienda que deje de ser un vago y se convierta en obrero, que transforme su vida estática en dinámica. Manuel lo contempla desanimado. "Hablaban los dos en distinto idioma". Pero lo que sí entiende el muchacho es que, además de los sermones, le ha proporcionado un techo y una peseta para almorzar, dormirá en el sofá del cuarto y comerá algunas raciones de pan y queso.



Una peseta de 1900

Este nuevo Lazarillo  trabajará como modelo del escultor Alex, como ayudante de fotógrafo, y con el agente de colocaciones Mingote que le propone participar en la  farsa de hacerse pasar por el hijo de la baronesa Aynant.  Vivirá un tiempo protegido por esta vieja conocida, terminará la primera parte y Manuel no habrá encontrado un trabajo digno de obrero. Veremos en la segunda parte.

Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Los enlaces correspondientes a las palabras textuales de la obra están tomados de:
http://es.wikisource.org/wiki/La_lucha_por_la_vida_II_Mala_hierba_(Versi%C3%B3n_para_imprimir)

La frase escrita en color amarillo la he copiado de la página 17 de la edición de "Mala hierba" de Juan María Marín Martínez, 2010, Cátedra, Letras hispánicas. A su vez está tomada de "El Globo", 12 de diciembre de 1902, artículo titulado "Mala hierba".


9 comentarios:

  1. "La mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; arriba, abajo y en medio; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar". ¡Qué actual! Besotes, M.

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  2. "La mala hierba crece en nuestra sociedad por todas partes; arriba, abajo y en medio; aniquila e imposibilita la vida de los que quieren trabajar".
    Si Pío Baroja viviese, no cambiaría una sola palabra de la frase.

    Un abrazo

    Mª Ángeles, si a veces no comento tu entrada, es porque me cuesta mucho entrar en tu blog. No sé, si es por tu blog o mi ordenador que se está haciendo viejo.

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  3. Una lee a Baroja y le queda casi todo claro y lo que no lo pules y lo das brillo tú, Mª Angeles, con tus entradas. ¡Que académico, me ha quedado!

    Que sociedad tan parecida, a pesar de los años trascurridos, a la nuestra actual: Mangantes en todos los estratos de la sociedad; algunos de nuestros intelectuales que se creen mejores que el resto con sus quejas y consejos sin hacer nada real por el cambio y el pasotismo de casi todos, esperando que los demás nos solucionen los problemas.
    ¡Esta España nuestra!¡Esta España muerta! que cantaba Cecilia

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  4. Qué bien has enlazado la Mala hierba con La Busca. Manuel está a dos velas y los demás poco más o menos. Roberto es un pesado que regala buenos consejos a quien quiera recogerlos, un personaje que concibe la vida como un valle de lágrimas, que se mete en honduras con razonamientos muy bien trazado. Baroja se lo pone a Manuel de modelo a seguir como contrapunto a la banda de los bohemios de escaso oficio y menos beneficio.

    Bien vista la batalla de Hasting, los normandos vencieron a los sajones e invadieron las islas británicas. Tuvieron más suerte que la Armada Invencible...

    Excelente comentario. Por mí tienes una matrícula adjudicada.

    Un abrazo

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  5. Has dado las claves ideológicas de la obra: esta mala hierba entorpece el desarrollo individual y social. Por desgracia, la mala hierba abunda tanto que suele enredársenos entre los pies y hacernos caer.
    Excelente entrada.

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  6. Te felicito, María Ángeles, tu mala hierba, es yerba de la buena: Digo, que te la has currado divinamente. Esa oposición entre Roberto el inglés, y los artistas españoles o Manuel, es muy significativa.

    Besos

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  7. Buenas noches, Abejita de la Vega:

    A la gente que pasa por el estudio, la tiene muy catalogada Roberto, que parece que es el personaje en el que Pío Baroja se ve reflejado.
    ¡Cuántos pícaros -en todos los tiempos- en este país nuestro!.
    Roberto sólo tiene dieciocho años. Le queda aún mucho tiempo para rectificar. De momento, observa, piensa y sabe distinguir lo que está mal.

    Abrazos.

    P.D.: Ah, y también tienes mi felicitación.

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  8. Hay mucha mala hierba por desgracia.Cada cierto tiempo : mejor dicho cuando las cosas se tuercen las conductas se repiten.España la tierra de los pícaros.

    Un abrazo MªAngeles.

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  9. Muy buena e interesante esta aportación que entresacas de Baroja de la mala hierba y las clases sociales y la trilogía de Baroja.

    ¡Con razón dice Pedro que es imprescindible tu entrada! Claro que lo es.

    Ya he dejado el frío y la nieve de Burgos y ando por aquí. Hablamos

    Besitos

    Luz

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