¡Hola Milo! ¿Se te ha dado bien la caza en el trigal segado? Te he visto desde casa, vas aprendiendo; así varías tu dieta, no todo van a ser croquetas multicolores y multivitaminadas.
El gato Milo trisca animalillos en un trigal ya segado (Palacios de Benaver, Burgos)
Siéntate aquí, gato vecino, que voy a seguir hablando del inglés Anthony; ese tan rarito, al que dejamos en el vestíbulo de un palacete de la Castellana, reflexionando en torno al cuadro "La muerte de Acteón". ¿Recuerdas? Un señor con cabecita de ciervo, al que sus perros devoran como si fuera un ciervo . Un ciervo es como ese corzo que , a veces, asoma tras el cerro.
Pronto va a conocer a su cliente, don Álvaro del Valle y Salamero, duque de la Igualada, un aristócrata reformista y muy correcto, tal y como indica su título y apellido. Con mucho sentido común, se pregunta: "¿De qué sirven las riquezas si la propia servidumbre está afilando el cuchillo que nos cortará el gaznate?". Pero como ya no es posible una solución pacífica, dados los desmanes sangrientos de unos y otros, le urge sacar a su familia del país; aunque él no tenga miedo a la revolución...Y sus cuadros podrían, tal vez, proporcionarle liquidez. Aquí está Whitelands, un experto y enamorado de la pintura española, para tasarlos convenientemente.
Revolución anarquista. Sacado de aquí.
Un poco antes que a don Álvaro, había conocido a Lilí, su hija pequeña. Una colegiala pizpireta que, así en frío, le pronostica la condenación eterna, por inglés y por protestante.
Caldera del Infierno con su protestante dentro. ..es broma. Puerta de la Coronería (catedral de Burgos)
Aunque, en realidad, la criaturilla está pensando en actores de cine. Hay que ver lo que se parece este señor a Leslie Howard, un galán orejudo y soso. El que hace de Ashley, el capricho tonto de Escarlata O´Hara.
Escarlata y Ashley. Tomada de aquí.
Mariquita Pérez con uniforme del Sagrado Corazón. Sacado de aquí.
Suena un carillón: la una y media. El duque, muy "salamero", se pone de pie como un autómata y señala que "no es cuestión de ponernos a trabajar a la hora de comer los cristianos". Comerán una hora después, sin embargo.
Sería un honor que se quedara a compartir el "refrigerio", el inglés no quisiera "inmiscuirse" pero se queda a comer. Y mientras llega el momento de tasar cuadros, don Álvaro irá observando a Whitelands, a ver si es de fiar.
El palacio es frío como un mausoleo. Les sentará bien una copita de oloroso en la sala de música, más calentita. Allí, el duque le presenta a la duquesa consorte, muy natural ella, con su piano y el inevitable busto de Bethoven Simpática, graciosa, enérgica, andaluza, melómana y lista; algo feílla y metepatas, pero nadie es perfecto. Gracias a ella, Anthony va a ser "Antoñito". ¡Qué señora tan culta! Asiste a conferencias que defienden la genealogía esquimal y mallorquina de Colón!
Entra Lilí acompañada de su hermana, una joven huraña que le es presentada como Victoria Francisca Eugenia María del Valle y Martínez de Alcántara, marquesa de Cornellá. Paquita, que así la llaman, es muy atractiva, a pesar de parecerse a mamá. Un poquito mayor para no estar casada o prometida, calcula "Antoñito"; mas con su excesiva desenvoltura quiere dejar bien clara la voluntariedad de su soltería. Y somete a duro examen al inglés mientras le conduce del brazo al comedor. Qué opinión le merece Picasso y qué opinión le merece ella, la de Cornellá.
Una criada "enteca", "cejijunta" y "pazguata" anuncia a gritos la comida. El servicio de esta casa no se parece al de "Downton Abbey". En su momento, se me pasó lo del mayordomo agitanado, con patillas de banderillero.
Se sientan cinco, en una mesa enorme para siete servicios. El duque bendice la mesa, todos inclinan la cabeza excepto Anthony. El inglés aclara a la niña sus dudas al respecto: "los anglicanos nunca bendecimos la mesa y, en justo castigo, en Inglaterra se come muy mal".
En ese momento aparece el padre Rodrigo, el sexto comensal, y la broma se torna irreverente. El cura lanza una mirada inquisitorial al invitado. ¡Cómo le disgusta todo lo extranjero! Una sotana, aunque sea con lamparones, da cierto empaque a una comida.
Entra la chacha gritona con la sopera y se incorpora el engominado Guillermo, el menor de los dos hijos varones del duque. El "botarate" se dedica a cazar por ahí, tras el cierre de la Universidad. Ha tenido que salir por piernas, con sus amigos, huyendo de un pueblo donde la banda ameniza con "La Internacional" en vez de los pasodobles de toda la vida.
Sería un honor que se quedara a compartir el "refrigerio", el inglés no quisiera "inmiscuirse" pero se queda a comer. Y mientras llega el momento de tasar cuadros, don Álvaro irá observando a Whitelands, a ver si es de fiar.
El palacio es frío como un mausoleo. Les sentará bien una copita de oloroso en la sala de música, más calentita. Allí, el duque le presenta a la duquesa consorte, muy natural ella, con su piano y el inevitable busto de Bethoven Simpática, graciosa, enérgica, andaluza, melómana y lista; algo feílla y metepatas, pero nadie es perfecto. Gracias a ella, Anthony va a ser "Antoñito". ¡Qué señora tan culta! Asiste a conferencias que defienden la genealogía esquimal y mallorquina de Colón!
Entra Lilí acompañada de su hermana, una joven huraña que le es presentada como Victoria Francisca Eugenia María del Valle y Martínez de Alcántara, marquesa de Cornellá. Paquita, que así la llaman, es muy atractiva, a pesar de parecerse a mamá. Un poquito mayor para no estar casada o prometida, calcula "Antoñito"; mas con su excesiva desenvoltura quiere dejar bien clara la voluntariedad de su soltería. Y somete a duro examen al inglés mientras le conduce del brazo al comedor. Qué opinión le merece Picasso y qué opinión le merece ella, la de Cornellá.
Una criada "enteca", "cejijunta" y "pazguata" anuncia a gritos la comida. El servicio de esta casa no se parece al de "Downton Abbey". En su momento, se me pasó lo del mayordomo agitanado, con patillas de banderillero.
Se sientan cinco, en una mesa enorme para siete servicios. El duque bendice la mesa, todos inclinan la cabeza excepto Anthony. El inglés aclara a la niña sus dudas al respecto: "los anglicanos nunca bendecimos la mesa y, en justo castigo, en Inglaterra se come muy mal".
Entra la chacha gritona con la sopera y se incorpora el engominado Guillermo, el menor de los dos hijos varones del duque. El "botarate" se dedica a cazar por ahí, tras el cierre de la Universidad. Ha tenido que salir por piernas, con sus amigos, huyendo de un pueblo donde la banda ameniza con "La Internacional" en vez de los pasodobles de toda la vida.
Y , al volver la vista atrás, ven como la iglesia echa humo. La caza ha sido escasa , avutardas ni una, y ha faltado poco para ser ellos los cazados.
La vajilla es espléndida, sin embargo la comida es "sencilla, nutritiva y frugal". Salvo la duquesa, algo desganada, todos comen con apetito, sin melindres. Pero el libro no nos dice lo que realmente están comiendo. ¿Cocido madrileño tal vez?
Whitelands compara a la aristocrática familia del Valle con la nobleza de su país y saca unas conclusiones extrañísimas y poco patriotas. En la española, según él, se combina el lujo con la sencilla vida familiar, la simplicidad del campo con el refinamiento de la corte, "la llaneza con la inteligencia y la cultura". A la "advenediza aristocracia británica" la ve "despectiva en el trato, petulante e inculta". Algún desplante le ha debido dar algún milord o alguna milady a este señor blanco, blanquísimo.
Al acabar la comida, Anthony supone que cada uno irá a sus ocupaciones y él podrá dar comienzo al trabajo encomendado. Pero nada de pinturas. Café, licores, habanos y más música en la salita de antes. Y una actuación impecable por parte de la familia del Valle, lástima que no esté el hijo varón mayorcito. Ése está en Italia, contemplando obras de arte.
La duquesa y Lilí al piano, Guillermo rasguea la guitarra, Paquita canta con voz sensual. El inglés embelesado, menudo abrazo le ha dado la cría.
Fandangos, seguidillas y la luz del crepúsculo diluye las formas del jardín, como en un cuadro impresionista. Se enciende una lámpara, se acabó el hechizo, fin de la representación, los actores quedan un poco desorientados.
Se ha hecho tarde, con luz artificial no se aprecian los colores, tendrá que volver a visitarnos, si no le incomoda demasiado, será un placer...faltaría más.
Paquita le acompaña a la puerta, le aclara un poco el cuadro que acaba de contemplar. No debe juzgar con ligereza a su familia, si actúa de un modo exagerado es fruto de unos tiempos inciertos, poco normales.
Y a todo esto no hemos visto la famosa colección. Nos vamos con Anthony camino de su hotel. Esperemos que este pardillo sobreviva en este Madrid de preguerra.
Hasta otro día, Milo. Milooooo. El sol se pone, es una buena hora para la caza.
Un abrazo para los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Creo que me gusta más tu versión del libro que el original... Me he reido mucho y me he quedado con ganas, yo también, de ver la colección... ¿Tu crees que llegará a tasarla el inglesito? Por cierto, seguro que comieron cocido. Besotes, M.
ResponderEliminarLos gatos sueltos no son de mi agrado, no dejan parar ni un nido.
ResponderEliminarDe esta familia me parecen más creíbles los que tocan la guitarra y cantan que las que tocan el piano o bien que sean la excepción de casi todas las familias españolas de la época. La escena me recordó a los Bécquer y Augusto Ferrán en su casa de Ventas.
Minucioso resumen y mejor ilustrado, leído con la Internacional de fondo para hacer de contrapunto a tanta aristocrácia.
Un abrazo.
El contrapunto musical que sugieres, me temo que no encajaría en el palacete
ResponderEliminarTus resúmenes con esas fotos tan oportunas me estan gustando más de lo que me ha gustado el libro.
ResponderEliminarUn beso
Milo nos va a salir bien leído.
ResponderEliminarBuen trabajo, como siempre y un gran esfuerzo en la ilustración del texto. Qué familia la de los duques.
Esa colegiala era demasiado espabilada para su edad y la época. Un poco lagartilla diría yo.
ResponderEliminarBesos
"los anglicanos nunca bendecimos la mesa y, en justo castigo, en Inglaterra se come muy mal".
ResponderEliminarOye, parece que leyendo tu resumen los lectores disfrutan más que con el original, espero que su autor no tenga celos ;D
Un saludo
¡Guau Abejita! Como tu mismo nombre indica, un trabajo concienzudo, meticuloso y laborioso para ofrecernos una buena miel que tomar, desleída y clara.
ResponderEliminarLo de la internacional ha sido todo ....como diría yo,...un "chispazo"
Un abrazo linda!
Veo que tienes a todos enganchados, volveré más tranquila. estoy preparando viaje
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Abejita, veo en mi blog un nuevo link tuyo pero cada vez que vengo ¡me encuentro con Antoñito y la extraña familia! ¿Qué estará pasando? Besotes, M.
ResponderEliminarMerche: no te destripo el final, hay un cuadro maravilloso eso sí,aunque al final...no te lo adelanto. Al inglés le encanta la comida española, en este libro la comida ocupa un lugar importante.
ResponderEliminarPancho: en la paja hacen nidos las codornices y los gatos sueltos no dejan nada, es verdad. Esta familia Trapp no es lo que parece, no.
La Internacional da un toque...
Paco: no encajaría,no.
Euphorbia: el libro los inspira.
Pedro: a Milo le gustaba que le hablasen, aunque no entendiera ni palote. ¡Qué familia!
Asun: lagartona como ella sola.
Delgado: Mendoza debe haber comido muy mal en la pérfida Albión.
Mimosa: me gusta lo que me dices de mi miel "desleída y clara". Y lo del chispazo.
Kety: te engancharás, entre viaje y viaje.
Merche: ya te expliqué, a veces se le da a la tecla y se publica cuando no quieres hacerlo todavía. Guardas en borrador pero se queda en los links.
Besos a todos y gracias por visitarme.
No me extraña que al inglés le guste la comida española.... jejeje la inglesa no sabe a nada... menos mal que en Londres abundas los retaurantes indios con sus curries y los chinos.
ResponderEliminarEse pastel de carne picada tiene muy mala pinta, menos mal que hay alternativas como las que tú indicas.
ResponderEliminarDónde esté una olla podrida omo aquella...¿verdad Myriam?
Besos