jueves, 30 de septiembre de 2010

Altisidora, la bella durmiente del ducal castillo.


Dedico esta entrada a la pequeña Carmen que me dejó su querido libro de cuentos.


Comentario al capítulo 2, 69 del Quijote, publicado en "La acequia".

Del más raro y más nuevo suceso que en todo el discurso desta grande historia avino a don Quijote.

Pongámonos en el lugar de Sancho y don Quijote, que no de don Quijote y Sancho.

Entran en volandas en un patio iluminado con cientos de fantasmales antorchas encendidas. En medio se alza un túmulo funerario, cubierto de negro terciopelo y rodeado de blancas velas encendidas, en plateados candeleros. Allí yace una hermosa doncella, tan hermosa que “hacía parecer con su hermosura hermosa a la misma muerte”. Almohada de brocado, guirnalda de flores, manos cruzadas y la palma de la virginidad en la mano; como las princesas de los cuentos.




"se mostraba un cuerpo muerto de una tan hermosa doncella, que hacía parecer con su hermosura hermosa a la misma muerte"

A un lado, sobre una tarima, teatralmente sentados, unos fingidos personajes disfrazados de reyes. Sientan a los “presos”, los otrora invitados, mandándoles callar con el gesto del dedo en la boca. No hace falta insistirles en el silencio, han enmudecido. ¿Qué pesadilla están viviendo?

Suben al tablado dos principales personajes, con su séquito. Don Quijote reconoce a los duques y su perplejidad se suma a la de haber identificado a la hermosa Altisidora, en el funerario túmulo.

Caballero y escudero inclinan la cabeza, a lo que los saludados contestan igualmente.

Un criado viste a Sancho como a un penado de la Santa Inquisición: con ropa negra, toda pintada con llamas de fuego y cucurucho en la cabeza, con bonito estampado de diablos. Se mira y remira. Como no arde ni le llevan, se tranquiliza el amigo Panza. Don Quijote, a pesar de su miedo, no deja de reírse de las trazas de su criado.


"quitándole la caperuza le puso en la cabeza una coroza , al modo de las que sacan los penitenciados por el Santo Oficio"

El silencio guarda silencio; pero debajo del túmulo, hay unos flautistas invisibles que lo rompen, con una apacible musiquilla. Y, junto a la almohada, se coloca un guapo arpista, que canta dos estancias con una suave voz.

La primera estancia señala la crueldad de don Quijote como causa de la muerte de Altisidora. Mas, al parecer, hay remedio porque “en tanto que en sí vuelve", las dueñas se visten de luto y él canta “su belleza y su desgracia”.

La segunda pertenece a la Égloga III de Garcilaso y expresa la voluntad del poeta de seguir cantando a su amada tras la muerte, “la voz a ti debida”, parando así “las aguas del olvido”.


"y aquel sonido
hará parar las aguas del olvido"


Los disfrazados de reyes representan a Minos y a Radamanto, jueces de los infiernos. Minos pide al del arpa que lo deje ya, puesto que sería infinito cantar las gracias de Altisidora, tan famosa. Y asegura que no está muerta sino viva, sólo es preciso que Sancho cumpla cierto castigo y la doncella volverá a la vida. Su compañero de juicios, Radamanto, ha de decir cuál será la pena.

Y Radamanto con una “ea”, anima a los criados de la casa para que acudan a “sellar” el rostro de Sancho con veinticuatro “mamonas”, cachetes más o menos. Completarán la faena con doce pellizcos y seis alfilerazos en “brazos y lomos”. Con esto sanará la del túmulo.

Sancho Panza explota, de ninguna manera se va a dejar, como si le dicen que se vuelva moro…


"¡Voto a tal, así me deje yo sellar el rostro ni manosearme la cara como volverme moro!"

¿Qué tendrá que ver su cara con la “resurrección” de Altisidora? Por ahí se están acostumbrando a mortificarle para desencantar doncellas, como la vieja del proverbio, la cual cogió gusto a los bledos y no los dejó ni verdes ni secos.


"Regostóse la vieja a los bledos..."


Si Dulcinea está encantada, él se ha de azotar. Se muere Altisidora y, para resucitarla, han de abofetearle, pincharle y acardenalarle. No hay tus tus con Sancho, perro viejo.

Radamanto amenaza: “¡Morirás!”. Ha de ablandarse, humillarse, sufrir y callar. Ha de ser mamonado, acribillado y pellizcado. Y dicho y hecho. Da la orden los criados para que se pongan a la faena.

Por el patio viene una procesión de dueñas, con las manos en alto. No, eso sí que no. Bien podrá Sancho dejarse manosear de todos, pero jamás de unas dueñas. Aguantaría uñas de gato, dagas o tenazas de fuego; mas no consentirá que le toquen esas brujas.

Don Quijote le pide paciencia y se lo hace ver de otra manera. Debería dar gracias al cielo que le concede el poder de desencantar y resucitar.

Persuadido, ofrece rostro y barba a la primera, que le da una torta bien dada y se retira con una reverencia. Todas las dueñas le sellan la cara y gente de la casa le pellizca. Lo que no puede sufrir es que lo puncen con alfileres. Coge un hacha encendida y echa a todos sus verdugos.


"pero lo que él no pudo sufrir fue el punzamiento de los alfileres"

En esto, Altisidora, algo cansada de estar tumbada, se vuelve de lado. Todos a una voz proclaman la vuelta a la vida de la casi muerta.

Don Quijote se pone de rodillas delante de Sancho y le dice que ahora es tiempo de propinarse algunos de los azotes que debe darse por Dulcinea. A Sancho eso le parece una acumulación insoportable de mortificaciones, para curar males ajenos. Él no tiene por qué ser “la vaca de la boda”, la que recibe todos los palos, para divertir al personal.

Altisidora se sienta en el túmulo; suenan chirimías, flautas y voces que aclaman a la resucitada. La reciben y la bajan de la tarima. Se hace la desmayada y se inclina ante duques y reyes.

Expresa un reproche para don Quijote por su crueldad que la ha tenido en el otro mundo más de mil años, qué exageradilla.

Y, cómo no, agradece su vuelta a la vida al compasivo Sancho. Como premio, puede disponer seis de sus camisas, algo rotas pero limpias. Ya veo a Teresa cosiéndolas para hacer otras seis, pero de hombre. No creo que haya suficiente tela.

Sancho se quita la coroza, se arrodilla y besa las manos a su benefactora. El duque ordena que le quiten el atuendo de reo y le pongan su sayo y caperuza. No, no se lo quite, señor duque, que lo quiere llevar a su aldea, como recuerdo del raro suceso.
La duquesa le dice que se lo dejan, cómo no. Ya sabe el escudero qué buena amiga tiene en esta gran señora.

El duque manda que todos se recojan y lleven, a caballero y escudero, hasta las habitaciones que tan bien conocen.

Un abrazo de María Ángeles Merino


Pedro Ojeda dijo en este blog:

"Qué buena perspectiva, desde el orden inverso de los protagonistas: y la ilustración, con el cuento de la bella durmiente y las imágenes bucólicas, todo un acierto."

15 comentarios:

  1. También tu caes en la crueldad de Cervantes...simpática tu percepción sobre el paralelismo co los cuentos de princesas...un abrazo

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  2. Lindo comentario, amiga. A mi tambien me ha gustado esa dulce equiparación con el cuentos de la princesa dormida.

    Besos...!

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  3. Caballero y escudero mudos de pavor ante el despliegue de medios.

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  4. Bien resaltada la diferencia de la primera visita y ésta, ahora los traen arrestados, a punta de lanza. Los duques quieren denigrarlos más aún, no toleran que DQ y S sean famosos y ellos no tengan ni nombre. Su comportamiento es peor intencionado que en la primera visita.

    Muy bien encajadas la bella durmiente el capricho de Goya y el agua que golpea las piedras del lecho del río hasta borrarle las aristas.

    Estupendo comentario.

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  5. Muy acertada-como siempre-, la ilustración con el comentario.

    Besos

    Seguro que disfrutaste con los Cuentos de Hadas.;-)

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  6. Ay esos cuentos de hadas... ¡Qué recuerdos! Los recuerdo como si fuera ayer. Los devoraba. Eran uno de mis regalos favoritos por reyes. Todos los años había algún libro en el zapato.

    Pobre Sancho, no ha tenido bastantes alfilerazos ya que tu aún le das alguno más. Parece que vayas a hacer vudú.

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  7. Mª Ángeles ¡Qué haces pinchando a Sancho! Cómo se entere Sanchico.
    Besos :-)

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  8. Ese Sancho tan pequeñito, y tú con ese pedazo de pincho, así cualquiera, ya verás como Sanchico te recrimina. Y ese moro... yo no me atrevería a pincharle.

    Como siempre unas fotos muy acordes.

    Un saludico;D

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  9. DQ es un poco jeta, no defiende a su escudero de tanto martirio y después quiere que S se azote para que él pueda hacer con Dulcinea lo mismo que con Altisidora, tiene un problema con las féminas. Va a ser verdad lo que Merche lleva diciendo toda la lectura. Si DQ hubiera estado un poco receptivo con la joven desenvuelta...

    Es de los que piensan que los sacrificos son admirables, pero en la piel de los demás.

    Buen trabajo de acople de fotos y texto, especialmente la de la aguja amenazante.

    Un abrazo.

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  10. Genial!, has fotografiado hasta los bledos. Las aguas del olvido me dieron qué pensar, como ya sabes. No sabemos cómo estarán nuestras neuronas de aquí a unos años.

    Cervants copió un trozo poema de Garcilaso, luego Salinas le puso nombre a un poemario suyo. La verdad es que suena muy bien: Garcilaso como poeta no tiene parangón.

    Los entran en volandas, tal como dices, pero a Sancho les costaría trabajo entrarlo.
    Sancho se defiende tras la sentencia de Radamando; qué tienen que ver sus martirios con los problemas amorosos de los demás. Él tiene a su Teresa a buen recaudo y sin encantar.

    Muy guapo el cuento de hadas. Yo necesito libros como ese con las letras grandes...va uno pa viejo.

    Abrazos Abejita.

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  11. Lo que ya te han dicho los comentaristas anteriores, también a mi me gustó tu Altisora-Bella durmiente y por supuesto todas las ilustraciones.

    Besos

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  12. PD Menos la tuya pinchando al pobre de SANCHO, Obviooooooooooooooo

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  13. ¡Buf, no se si llego!

    Esto no hay quien lo aguante. Los Duques son insoportables con sus burlas, les tengo una mania.. Pero es que mi padre ¿tiene que salvar a todas las que son feas o se hacen las muertas? y el tontaina del larguirucho diciendole que tenga paciencia. si es que no se ni como le aguanta y lo deja ya con sus tonteces.

    Punzamientos, alfileres, que le toquen las dueñas ¡con la mania que les tiene!

    Todo mentira, mentira cochina. La Altisidora ni estaba muerta ni na y encima le dice el Alonso que ! se tiene que azotar por la Dulcinea! Esto pasa de castaño oscuro.

    ¡Buf! que cabreo tengo y contigo tambien abejita, ya ajustaremos cuentas ya que contento me tienes.

    No digo mas

    Choque de manos porque sois mis amigos que si no....


    El Sanchico que esta echando chispas

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  14. Qué buena perspectiva, desde el orden inverso de los protagonistas: y la ilustración, con el cuento de la bella durmiente y las imágenes bucólicas, todo un acierto.

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  15. Manuel: caigo,caigo. Fui una niña de mi época, las hadas eran nuestras favoritas.

    Cornelivs: me ayudó una dulce niña.

    Paco: la camisa no les llegaba al cuerpo.

    Pancho: a los muy envidiosos les da rabia, quieren quedar siempre como el aceite. Es muy bonito eso que me dices del agua del olvido que borra las aristas. Lo malo es que las haga desaparecer.
    Tiene una cara un poco dura el Quijo, que la penitencia la hagan otros. Señorito, señorito.

    Kety: me gustó volver a la infancia, ya lo creo. No, no soy yo, fíjate...

    Asun: cómo nos gutaban aquellos seres de largo cucurucho y varita en ristre. No, no le hago yo vudú a Sancho. Las manos y el pecho son masculinos...

    Alatriste: el alfilercillo se convierte en espada, es verdad. No soy yo...yo llevo la cámara.

    Antonio: por fin sé lo que es un bledo. En CVC decía que eran acelgas. Las neuronas que se estén quietas paradas.
    Garcilaso fue grandioso y Cervantes lo admiraba, a pesar de cierto pitorreo.

    Sancho estaaba pasado de arrobas, les costaría.
    Esas letras gordas son de un cómodo...

    Myriam: es una Bella Durmiente algo respondona, ya lo veremos. No, que no le pinché yoooo.

    Sanchico: no te me enfades, que el del pincho fue mi hermanico y yo no le hubiera dejado...

    Pedro: no había caído en lo de la inversión de los personajes, pero es verdad. Las hadas eran mi debilidad de niña. Ahora las aguas del Arlanzón ...

    Gracias por vuestros comentarios, amigos. Nos quedan cinco...

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