viernes, 26 de marzo de 2010
"Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría "
El Instituto Cardenal López de Mendoza, de Burgos, creado en 1845, se ubicó en este edificio de 1538, antiguo Colegio San Nicolás, que perteneció a la familia López de Mendoza. Tras pasar la puerta principal del bello edificio renacentista, nos encontramos con otro acceso donde figura escrito el proverbio latino "Initium sapientiae est timor Domini", al que alude don Quijote, en este capítulo. Desde 1968 hasta 1974,como alumna del mismo, atravesé todos los días del curso escolar, esta puerta con la terrible advertencia: "El principio de la sabiduría está en el temor de Dios". Afortunadamente, hace ya mucho tiempo que deseché ciertos temores.
Segunda parte del comentario al capítulo 2,42 del Quijote, publicado en "La acequia".
"De los consejos que dio don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas"
Don Quijote, ante la inminente toma de posesión del gobernador insulano y, con licencia del duque, lo conduce a una estancia aparte, para aconsejarle en privado. Cierra tras sí la puerta y no lo invita a sentarse, sino que le hace sentar.
Da las “infinitas gracias” al cielo, porque la buena dicha ha salido a recibir a Sancho, antes y primero y, a continuación, pone en marcha la artillería, con voz reposada, para rebajar los humos al escudero.
El duque acaba de hablarle de “vos”, ahora don Quijote le tutea, tratamiento mucho más familiar: “Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro…” Sin madrugar, sin trasnochar, sin hacer diligencias, el aliento de la caballería andante le tocó en el cogote y ya se ve gobernador. Ya sabe, Sancho, a quién le debe todo. ¿Madrugar? ¿Trasnochar? Su señor no se acuerda de las largas jornadas, días y noches, por esos caminos de Dios. ¿Diligencias? ¡Tantas veces se las sellaron en las costillas!
Y todo esto se lo dice por su bien, para que sea humilde y dé gracias al cielo y a la grandeza de la profesión caballeresca. Que aprenda este Catón, no se vaya a engolfar ni confundir, puesto que no pasó de la primera página de la cartilla, como él mismo reconoce. Veamos las lecciones de don Quijote.
La primera lección consiste en temer a Dios, que ahí está el principio de la sabiduría, el viejo proverbio latino: “initium sapientiae, timor domini”.
La segunda se fundamenta en conocerse a uno mismo, el “gnóthi seautón” de los griegos y el “nosce te ipsum” latino. Si Sancho llega a conocerse bien, no se hinchará como la rana del cuento y no le afearán el haber sido pastor de puercos.
¿Pastor de puercos? Eso fue de muchacho. Gansos fue lo que guardó, algo más mayorcito. Conque gansos, je, je, lo estás poniendo peor, pensará el que busca la risa, en el Quijote. Pero este lector verá a continuación como este “porro” da en el clavo: “no todos los que gobiernan vienen de casta de reyes”.
Don Quijote asiente y añade que los que no son nobles de cuna han de ser más suaves y más prudentes, para evitar la murmuración. Y le aconseja que haga gala de sus orígenes humildes, porque si ven que él no se avergüenza, no le avergonzarán.
Sancho ha de poner a la virtud, por encima de todas las cosas. Mejor “humilde virtuoso que pecador soberbio”. Si el humilde labriego practica la virtud y se precia de practicarla, no tendrá envidia a los grandes señores; que “la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí misma lo que la sangre no vale”.
Sancho ha de “acoger, agasajar y regalar” a sus parientes si lo visitan en la ínsula, sin desecharlos o humillarlos, por su humilde condición.
Si lleva consigo a su mujer ha de enseñarla, doctrinarla y desbastarla de “su natural rudeza”, que una mujer rústica y tonta puede ser muy perjudicial para un gobernador. ¿Cómo se las apañará Sancho para quitar lo basto a su Teresa? Lo cierto es que Teresa puede ser rústica, pero no tonta.
Don Quijote no deja cabo suelto y también le aconseja para el caso de enviudar. Le dice que no la tome como caña para “pescar” lo que él aparente no querer y…todo queda en casa.
Nuestro caballero andante ofrece, a continuación un código ético, que ha de tener Sancho muy presente, en su cargo.
No ha de guiarse por su propio juicio o “ley del encaje”, hallarán en él más compasión por las lágrimas del pobre que por las informaciones del rico, pero no más justicia; ha de descubrir la verdad entre las promesas y dádivas del rico, pero también en los sollozos del pobre; no ha de cargar todo el rigor de la ley al delincuente; si se dobla la vara de la justicia, que sea por el peso de la misericordia, no por la dádiva; si juzga un pleito de un enemigo , olvide las injurias y busque la verdad ; no ha de cegarle la pasión en la causa ajena…
Sigamos… si alguna mujer hermosa le pide justicia, no ha de mirar sus lágrimas ni oír sus gemidos. Y al que ha de castigar con obras, no lo maltrate de palabra, que bastante tiene el pobre.
Al culpado ha de considerar como a hombre sujeto a la depravada naturaleza humana y siempre ha de mostrarse piadoso y clemente.
Si Sancho sigue estas reglas, vivirá en paz, con el beneplácito de la gente, rodeado de hijos y nietos. Y, en el momento de su muerte, cerrarán sus ojos las manitas de sus tataranietos. Larga vida a Sancho, pues.
Estos son los adornos del alma, a continuación le indicará los que sirven de adorno al cuerpo.
Esperemos al próximo capítulo, hasta entonces un abrazo de María Ángeles Merino Moya.
Pedro Ojeda Escudero dijo en este blog:
"Qué buen comentario y qué bien traídas las imágenes de este instituto, tan reconocible para todos los que estamos en Burgos. Gracias por hacerme ver el enlace con el Quijote, muy oportuno."
Pedro: ya he dicho que recuerdo con cariño al "López", incluso acordándome de lo malo, que lo había. La inscripción del arco, en la puerta de acceso, imponía...Lo tengo tan grabado que lo relacioné instantáneamente,las palabras de DQ y el Instituto.
Es así, en Burgos es el Instituto por antonomasia, el pata negra...
Me imagino que como por aquel entonces de latín no estarías muy allá...tiempo que te librastte de tener pesadillas....como bien dices son consejos para llenar el alma y tener buena conciencia....un abrazo
ResponderEliminar¡Qué fuerte eso de "has de temer a Dios para conseguir la sabiduría"! Cuánto ha pesado el catolicismo en este país... Mon dieu!
ResponderEliminarExcelentes como siempre tus primeras y segundas partes, querida Abejita. Besotes, M.
Del miedo, del temor se valen los poderosos para tenernos dominados a los incautos, por eso, para ser libres, primero tenemos que ser valientes.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
Vaya isti más rechulo, qué suerte tienen los alumnos y todo personal de pasear por ese camino bordeado de cipreses todos los días de clase.
ResponderEliminarDQ siente un poco de pelusilla, como alguien ha señalado, de su escudero, por lograr su objetivo de ascenso y reconocimiento social antes que él mismo. Luego se olvida de diferencias y le endosa una sarta de buenos consejos que Cervantes ha sacado de la observación de los vicios que adornaban a los mandamases de la época, algo que se debe heredar porque hoy son los mismos vicios los compañeros de viaje de muchos dirigentes. Hay pocos que se libren.
Si viene su Teresa al porquero se le acaba la tontería con las faldas de la duquesa ipso facto.
Útiles enlaces, hasta en griego los tienes.
Hasta la próxima semana de más consejos y menos serios que estos del alma.
Y a mi lo que me preocupa más es que Sancho no se hinche como una rana que quiere ser un buey y reviente como un escuerzo, salpicándole a DQ.
ResponderEliminarAsi que más le vale a Sancho y se vaya el templo griego de Apolo en Delphi y lea atentamente la inscripción Gnothi Zeauton, si no recuerda los consejos de DQ Caso contrario que se de una vueltita por el blog de Cornelivs y se aprenda el Nosce te ipsum.
Besos desde mi yo profundo
PD. O que pase por aquí para que le tomes la lección.
ResponderEliminarVaya frase lapidaria la de temer a Dios para conseguir la sabiduría. Yo creo que así lo único que se consigue es estar acogotado y bloquearse.
ResponderEliminarBesos
Qué buen comentario y qué bien traídas las imágenes de este instituto, tan reconocible para todos los que estamos en Burgos. Gracias por hacerme ver el enlace con el Quijote, muy oportuno.
ResponderEliminarManuel: cuando llegué al Instituto tenía once años. no sabía latín, evidentemente. Pero, no sé cómo, siempre supe lo que significaban aquellas palabras. Había niños que tenían pesadillas relacionadas con el temor al infierno. No recuerdo haberlas tenido, menos mal.
ResponderEliminarMerche: muy fuerte, catolicismo preconciliar pesado, pesadísimo.
Ele: el temor era una poderosa arma, en manos del poder, ya lo creo. Hay veces que la valentía es difícil...
Pancho: y tan rechulo. El año pasado di clase en un mazacote de ladrillo visto, como la mayoría de los IES que han proliferado después. ¡Parecido, vamos!
Tengo tanto cariño por mi viejo instituto que ,si paso por allí y encuentro la puerta adentro, me cuelo dentro. Si me echan el alto, les digo que soy antigua alumna y me hace ilusión.
DQ tiene pelusilla o pelusaza, se pone quisquilloso, aunque luego vienen los buenos consejos. Es verdad, entonces cojeaban del mismo pie que ahora.
Teresa celosa de la duquesa, qué fuerte, dirían ahora.
Del griego y el latín que aprendí de mi Bachillerato de Letras, me queda muy poquito, pero algo queda.
Myr: acabo de enterarme de lo que es un escuerzo,por la wiki, qué feo, verdaderamente parece que se ha hinchado.
Ya sabe Sancho a Delphos o a Cornelivs. Si pasa por aquí, se la tomaré...
Asun: y tan lapidaria, algo acogotados acabamos los españolitos que fuimos niños en los 60.
Pedro: ya he dicho que recuerdo con cariño al "López", incluso acordándome de lo malo, que lo había. La inscripción del arco, en la puerta de acceso, imponía...Lo tengo tan grabado que lo relacioné instantáneamente,las palabras de DQ y el Instituto.
Es así, en Burgos es el Instituto por antonomasia, el pata negra...
Un abrazo y gracias por vuestros comentarios.
ABEJITA:
ResponderEliminarDices “La fe de Sancho en el asunto de la ínsula es un filón...” . Ahora jugarán a nombrarlo gobernador. Sancho le pide la luna al duque -un trozo de cielo-, el duque le contesta que ahí no manda él. Seguro que Cervantes se está burlando de algún grande de España por boca del escudero; algún cabroncete por el espacio sideral, más bien con los pies en algún telúrico ducado (tal vez el de Béjar. Con la gente tan maja que hay ahora por allí).
Don Quijote agarra de la mano a su escudero y le habla con paternal afecto. Se ve que lo quiere, y pretende que memorice los consejos que es necesario aprender con la experiencia de toda una vida, en pocos minutos.
No disimula Cervantes su malestar por no haber conseguido un empleo en la administración, mientras que otros sin hacer nada para merecerlo se ven coronados. De ahí que ponga en boca de don Quijote las palabras que dirige a Sancho, que es un porro sin madrugar ni trasnochar,
El primer consejo, de que la sabiduría proviene por el temor a dios, es de juzgado de guardia. Y que este privilegio está vetado a los ateos. Encontré un estudio hecho por un profe de la Universidad de Madrid, en el que deduzco que el buen hombre ratifica esta afirmación; o tal vez no he sabido interpretarlo. Puse su escrito en mi comentario,
Me hizo gracia también el consejo que recoges de, si una mujer hermosa le pide justicia no ha de mirar sus lágrimas (sino su escote) ni oír sus gemidos: “armas de mujer” que dijera Pancho, no se lo dije en su blog, con tu permiso copipego en su blog.
Un abrazo Abejita
Antonio: seguramente el cabroncete era alguien concreto que se daría por aludido. ¿El de Béjar?
ResponderEliminarDon Quijote habla con afecto a Sancho, pero su intención es bajarle los humos.Lo de "porro" no debía ser demasiado fuerte.
La de diligencias que haría Cervantes para ingresar en la Administración, entonces no se hacía por oposición sino por hacer la pelota y dar a la tabarra a la autoridad competente. Se le nota su frustración, sí.
Ese enlace que pusiste, nos cierra el acceso al saber, a los agnósticos, ateos y no practicantes en general. Ni caso...
No ha de mirar sus lágrimas sino su escote, je, je.
Un abrazo, Antonio, sigamos con la revulsiva...