"No lejos de aquí -respondió el primo- está una ermita..."
"-¿Tiene por ventura gallinas el tal ermitaño? -preguntó Sancho.
-Pocos ermitaños están sin ellas -respondió don Quijote-"
Segunda parte del comentario al capítulo 2, 24 del Quijote, el capítulo "zurcido". Publicado en "La acequia".
Estamos cerca de una ermita. El ermitaño tiene buena fama: ha sido soldado, es discreto y buen cristiano. Se lo digo así a don Quijote, aunque no sé si, como caballero andante, tendrá tan buen concepto de la soldadesca. A Sancho le interesa saber si el eremita tiene gallinas, tal vez añora aquellas espumas gallináceas de las bodas de Camacho. Su señor le contesta que los ermitaños de ahora las tienen, no son como los de antaño que se alimentaban de raíces. Algunas cosas que dice este hombre me recuerdan a los libros, con un punto de herejía, de los erasmistas, los seguidores del de Rotterdam.
Estando en esto, vemos a un hombre a pie que camina deprisa, arreando a un macho cargado de lanzas y alabardas. Nos saluda y pasa de largo. Don Quijote mira las lanzas y alabardas, le pica la curiosidad; le pide que se detenga pero, según sus palabras, las armas que lleva han de cumplir, al día siguiente, su misión. Piensa alojarse en la venta, un poco más allá de la ermita. Promete contarnos maravillas si vamos allí y nos adelanta, con muchísima prisa. El caballero andante desiste de pasar la noche en la casa del ermitaño y decide ir a la venta, que él no se queda sin saber para qué son las lanzas. Así que seguimos hasta la venta, a la que llegamos con la escasa luz del anochecer.
El vino de la venta es muy malo y pienso que el ermitaño tendrá del bueno. Le digo a don Quijote que lleguemos a ella, a la ermita y no a la venta, a beber un trago. Sancho oye la palabra vino y no se hace de rogar. Pero el ermitaño no está y nos atiende la “criada” del ermitaño, la sotaermitaño. No, estos ermitaños no son los del desierto. Los del desierto no disponían de criada ni…de barragana. Pedimos vino de lo caro, uno de Arganda o Valdepeñas no estarían mal, y nos dice que su señor no tiene. Nos ofrece agua barata, o sea que agua y pagando. Sancho, no es tu día, tu sed no es de agua y añoras la abundancia de las bodas de Camacho y de la silenciosa, pero nutritiva, casa de don Diego.
En el camino de vuelta hacia la venta, nos topamos con un mancebito con la espada al hombro y el hatillo con sus vestidos, colgando de la misma. Asoman fuera del envoltorio los greguescos o calzones, el herreruelo o capa corta y una camisa. Lleva puesta sólo una ropilla, camisa y medias. Va alegre y ágil, cantando seguidillas para entretenerse. Al alcanzarle, iba con aquella que dice: “a la guerra me lleva mi necesidad; si tuviera dineros, no fuera, en verdad”. Va a la guerra, ligerito, sin los calzones a juego, que se le estropean y no tiene para otros. Desea alcanzar a unas compañías de infantería, cerca de allí. Desea sentar plaza, embarcar en Cartagena y servir al rey en la guerra, mucho mejor que hacerlo con un cortesano pelón. Está harto de cortesanos…
Le pregunto si lleva alguna ventaja, es decir alguna prebenda o sobresueldo. Me dice que si hubiera servido a un grande o principal, algo llevaría; pero él siempre sirvió a advenedizos “catarriberas”, gente de ración mísera que bastante tienen con almidonarse la lechuguilla. Y ni siquiera pudo quedarse como criado permanente de algún noble y, de esta forma, llevar librea. Sólo lo fue ocasionalmente y, una vez acabado el servicio, fuera la librea.
Tal vez, este don Quijote haya vivido en Italia. Lo digo porque suelta italianismos como “espirlochería” y “felice”. Y, para nuestro héroe de la cueva, a “felice” ventura ha de tener el jovenzuelo el salir de la corte para servir a Dios y a “su rey y señor natural”, en el “ejercicio de las armas”. Y se le nota, le place enormemente el trillado tema de las armas y las letras. Si con las armas se alcanza, si no más riquezas, más honra que con las letras. Que han fundado más mayorazgos las letras, con su toquecito de esplendor. Qué me va a contar a mí, un humanista que ha imprimido tantos libros imprescindibles para la humanidad, los cuales no me han dado un maravedí…El dinero de mi padre me permite no fenecer de inanición…
Y, a continuación, para elevar el ánimo del zangolotino le habla de sucesos adversos, de la buena muerta, la muerte con honra, el olor a pólvora como perfume, la necesidad de remediar a los soldados viejos y estropeados, esclavos de el hambre si no se les asiste…
Para alegrarle la cara, que había mudado de color, le invita a subir en las ancas de Rocinante y a cenar. Acepta lo de la cena, no lo de las ancas.
Llegamos a la vente al anochecer. Sancho dice no sé qué de un castillo. Don Quijote pregunta por el de las lanzas y albardas. El ventero le responde que está en las caballerizas. Y a las caballerizas vamos todos para atender a nuestros jumentos y el mejor atendido, Rocinante.
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Y se acabó el comentario al capítulo zurcido.
Un abrazo para todos
María Ángeles Merino
Pedro Ojeda Escudero. dijo en este blog:
"y bien zurcido y mejor ilustrado."
Un abrazo para todos los bordadores y zurcidores blogueros,con Pedro Ojeda a la cabeza.
He leído tu comentario en el Aula Magna, ¡eres sensacional Marian-Primo!
ResponderEliminarUn beso a la primera y un abrazo al segundo.
Feliz domingo.
ResponderEliminarBesos.
Esas gallinas no valen, que son hìbridas americanas. De las que cria ahora Nueva Rumasa en Valladolid con la marca: Hibramer.
ResponderEliminarLas espumas que gustaban a Sancho eran de las castellanas o del terreno jejeje
El remiendo en la nave viejuna si es autèntico, si no se le escapan al
hnombre las ovejas, UY, iba a poner abejas ¡en qué estaría yo pensando!!
Voy al post anterior
ay¡¡¡ que falta el agua...el agua fresquita...besos
ResponderEliminarSelma:¿En el Aula Magna? Cuéntamelo, porfa.¿La abejita en una Universidad?
ResponderEliminarCornelivs: feliz lunes.
Antonio: no sabía yo lo que eran, lo que me llamó la atención es que estaban alejadas y, en cuanto me vieron, acudieron junto a la alambrada. Qué gallinas más sociables, pensé.Fue este verano, en en Palacios de Benaver, me dije en el Quijote alguna vez saldrán gallinas.Aunque soy abejita no sabía nada de Rumasa avícola ni de Hibramer.
Manuel: puse el agua, como ves.
Un beso a todos
Abejita, creo que SELMITA se refiere al blog de nuestro profe porque yo tambien te he leido ahí. Me alegra saber que "si lleva alguna ventaja" no significa "enchufe" sino prebenda o sobresueldo. Qué ignorante soy... menos mal que estoy aprendiendo mucho con todos vosotros. Besotes quijotescos, M.
ResponderEliminarMerche: gran Aula Magna la nuestra,también varias facultades en Ibiza, Priego, Sanlúcar, Jódar, Gerona, Burgos, etc, etc.
ResponderEliminarLo de la ventaja, pienso yo, era enchufe pero implicaba algo económico.Tenemos razón las dos.
Besos
y bien zurcido y mejor ilustrado.
ResponderEliminarSi dice Aguilera que son gallinas , lo serán; pero a mí me parecieron gallos, además con buena cresta.
ResponderEliminarA nadie le disgustaría vivir de eremita en las condiciones de éste. ¿Dónde estaría?
También te fijaste en las seguirillas, me gustan. Son de los cantes más alegres.
Un abrazo.
Hola me gustaría comentaros lo de las ventajas en relación con el suceso del joven soldado así como otras categorías.
ResponderEliminarEn los ejércitos de la época los soldados aventajados eran aquellos que habían conseguido una paga extra por algún mérito de guerra; después estaban los soldados entretenidos,- estos sí podrían ser los enchufados en cierta forma - solían ser hidalgos o hijos menores de familias nobles que buscaban fortuna en el ejercito y cobraban por su condición unos subsidios "entretenimientos" de aquí se formaban normalmente los oficiales, de todas formas a la larga obtenían experiencia militar; y por último los reformados, aquellos que antaño gozaron de entretenimiento o un cargo de oficial y que por diversas causas: desaparición del tercio, caída en desgracia, etc, lo han perdido y han continuado en el ejercito.
En consecuencia, que un tercio tuviera gran cantidad de soldados aventajados, entretenidos o reformados era bien visto pues indicaba que eran soldados viejos, y por tanto los mejores profesionales para la lucha.
Espero que os haya servido la explicación. Un saludo
Muchas gracias, Alatriste, por aclararnos lo de la ventaja y los soldados aventajados.
ResponderEliminarUn abrazo
Pancho:si Antonio dice que son gallinas de Hibramer...
ResponderEliminarTodos a la ermita, a cantar seguidillas. Qué vidorra. Pobre sotaermitaña.
Un abrazo