sábado, 31 de octubre de 2009
Soy el cura que los casó...¿a Camacho y a Quiteria? (3)
Los funestos cipreses cuyas ramas servían de corona funeraria a Basilio. Son unos árboles muy literarios: su "sombra es alargada"," creen en Dios" y alguno, incluso, es un "enhiesto surtidor de sombra y sueño". Para Cervantes es "funesto ciprés"
Tercera parte del comentario al capítulo XXI de la segunda parte del Quijote.Publicado en "La acequia"
.
Muda y afligida se acerca a su moribundo enamorado que murmura entre dientes: Quiteriaaaa. Por señas, le pide la mano. Éste no se ha de morir como gentil, que para eso estoy aquí, para que sea un muerto como Dios manda. La mira ¡con unos ojos! y habla, ¡cómo habla! , a pesar de su aliento corto y apresurado. Dice cosas como: “Tu piedad ha de servir de cuchillo… la gloria que me das… la espantosa sombra de la muerte, oh fatal estrella mía”. Y le pide que manifieste la libertad con que actúa…
Se desmaya. ¡Ay que se nos muere! La “vergonzosa” Quiteria coge la mano del agonizante y dice que, con libre voluntad, da su mano de legítima esposa y recibe la que él le da de su libre albedrío. Basilio se entrega por esposo, ella por esposa y añade: “ahora vivas largos años, ahora te lleven de mis brazos a la sepultura”.
Ese tal Sancho Panza me ha leído el pensamiento: cómo le da a la lengua este malherido. El sensato rústico me pide que le haga atender a su alma y “se deje de requiebros”. Así que se me saltan las lágrimas, soy un sentimental, les doy la bendición y pido al cielo que dé buen alojamiento al nuevo desposado. Pero el cielo no debe desear, de momento, recibir a tal huésped…El agónico se pone en pie de un brinco y extrae limpiamente el estoque de su cuerpo. Ya me parecía a mí…La parejita estaba conchabada. ¡Ay, Camacho, macho!
Todos los presentes quedan con la boca abierta y los simplones gritan: ¡Milagro! A lo que Basilio replica que no hay milagro sino industria. Lo compruebo, soy un nuevo Santo Tomás que ha de tentar la herida. La cuchilla no había atravesado el cuerpo de Basilio sino un cañón hueco de hierro que, lleno de sangre, habíase colocado en el lugar preciso. Parece ser que se lo prestaron unos cómicos ambulantes que andaban por allí. Ya decía yo que en qué comedia había visto esto…
El rico Camacho, los invitados y yo…todos burlados. Muchos dicen que el matrimonio por engañoso no es verdadero; pero la flemática esposa dice que ella le confirma de nuevo; de lo cual deducen el consentimiento y sabiduría de los dos.
Camacho y sus valedores, qué vergüenza, remiten su venganza a las manos y las manos, a las espadas. Y muchas espadas se dirigen hacia Basilio, aunque Inmediatamente se desenvainan otras que le defienden.
No habíamos tenido en cuenta a don Quijote que toma la delantera a caballo, con su lanza y su escudo. Sancho corre a esconderse tras las olorosas tinajas, las que contienen gallinas y gansos en pepitoria, qué pena de comida…
Don Quijote, a grandes voces, nos exhorta a guardar las armas, con el razonamiento de que el amor y la guerra son una misma cosa y en la guerra se usan estratagemas. Por lo tanto, en las contiendas amorosas se han de tener por buenos los embustes y marañas. Este loco no habla tan desatinado…
Nos dice que, “por favorable disposición de los cielos”, Quiteria era de Basilio y Basilio de Quiteria. Que Camacho es rico y se puede comprar lo que quiera., que Basilio sólo tiene una oveja, que lo que Dios ha unido… ¿Pero cuándo lo unió Dios? No entiendo nada…Y lo de comparar mujeres con ovejas…No dejan de ser seres humanos, aunque sometidas al varón.
El caballero andante blande su lanza con tal fuerza y destreza que causa pavor a los de las espadas. A Camacho se le fija tan intensamente el desdén de Quiteria que se le borra de la memoria, se le acabó el caprichito. Le hablo como sacerdote prudente y bien intencionado, que esa fama tengo.
Las espadas vuelven a sus vainas y Camacho culpa ahora más a la facilidad de Quiteria que a la industria de Basilio. Estas mujeres…E incluso razona que debe dar gracias al cielo por habérsela quitado. Consolado y pacificado, el rico ordena que siga la fiesta, aunque no haya boda.
Como es natural, ni Basilio, ni su esposa, ni sus secuaces, se quedan a celebrar las no bodas. Se van a la aldea de Basilio proclamando a voces el triunfo del Amor. Se llevan consigo al caballero andante, ahora muy estimado por su valor. A su lado va Sancho, algo triste, diciendo no sé qué de las “ollas de Egipto”. La locura se contagia…
Y este cura acabó su relato.
Un abrazo a todos y, en especial, a los de Priego.
Pedro Ojeda Escudero dijo el 2 de noviembre de 2009, en la entrada El español y Cervantes, más fotos bejaranas con un tesoro (El Quijote de Calleja) y noticias de nuestra lectura" de su blog "La acequia":
Abejita, a su vez, nos regala otra voz de secundario: ahora nos habla el cura de las bodas de Camacho, que relata a su manera lo sucedido, aunque no sé si se guarda algo y ni en el final nos lo cuenta. No os perdáis las imágenes.
Gracias Pedro, le estoy cogiendo cariño a los secundarios. Mi curilla asegura que no se guarda ningún as en la manga.
Soy el cura que los casó... ¿a Camacho y Quiteria? (2)
El Quijote coronado de funesto ciprés, como Basilio.
El cura en su capítulo.
Continuación al comentario del capítulo XXI,de la segunda parte del Quijote. Publicado en "La acequia".
Se dirige a ella, a la “desconocida Quiteria” y le advierte de que no puede tomar esposo mientras él viva, según la “santa ley” profesada por ambos. ¿Santa Ley? ¿Acaso están casados ante la Santa Madre Iglesia Católica? Porque si no es así, aunque Quiteria le hubiere dado, en alguna ocasión, su palabra…sigue siendo una mujer libre. No sé de qué obligaciones habla este muchacho, que si ha estado esperando a mejorar sus bienes de fortuna… ¿Para ser tan rico como Camacho? Necesitaría vivir cien vidas…por lo menos.
Vamos, pequeña, no atiendas las razones de este loco y cásate con el que te ofrece seguridad y bienestar. El amor surgirá más adelante…una obediente y sumisa esposa puede ser muy dichosa.
Pero ¿qué dices? ¿Qué te vas a quitar la vida para que Camacho tenga colmada la ventura? ¡El suicidio es un pecado grave y no podrás ser enterrado en suelo sagrado! Basilio, hijo mío, encontrarás otra mujer, la pobreza no tiene por qué ponerte en la sepultura. Parecerás rico a una esposa de más humilde condición. Te olvidarás de la ingrata…mujer al fin y al cabo, no hay que pedirle firmeza.
¡Ay! ¿Qué haces? ¡Ay, que el bastón escondía un estoque! ¡Ay, que se ha arrojado sobre él! ¡Traspasado de sus mismas armas! ¡Bañado en su sangre! ¡Misericordia, Señor, Misericordia! ¡Acudid! Aún no ha expirado… ¿Dónde va el caballero andante? Señor, no le quitéis el estoque, que he de confesarle y si se lo sacáis morirá.
El enamorado vuelve en sí y se dirige a Quiteria, calificándola de cruel. ¡Y le pide la mano de esposa! No está dispuesto a emprender su viaje al más allá, sin casarse con ella. Uy, que esto tiene truco…Le pido que atienda a la salud de su alma y me chantajea: si Quiteria no le da la mano de ser su esposa, no se confiesa. Un moribundo exigente, lo nunca visto.
El que se hacía llamar don Quijote se pone a decir en altas voces que el herido pedía una cosa justa y hacedera. Que Camacho quedaría tan honrado recibiendo a Quiteria como viuda de Basilio que como soltera. Camacho no sabe qué hacer ni qué decir. Los amigos de Basilio piden, a voces, que Quiteria consienta para que su alma no se pierda. Piadoso deseo , mas…
Camacho se ve forzado a decir que “si Quiteria quería dársela, que él se contentaba”. Ahora hay que convencer a la novia. Para ello, los amigos del herido se dirigen a ella con lágrimas o con razonamientos. Me parece haber visto esto en alguna comedia… Más dura que un mármol a sus quejas, como diría el gran poeta Garcilaso. Ella como una estatua y yo pidiéndola que se apresure, que su alma…
(Continúo, que los curas vamos despacito)
viernes, 30 de octubre de 2009
Soy el cura que los casó... ¿a Camacho y Quiteria?( 1)
Comentario al capítulo XXI, segunda parte de "El ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha"Publicado en "La acequia"
"Donde se prosiguen las bodas de Camacho, con otros gustosos sucesos"
“Los novios venían acompañados del cura”…y ese cura soy yo. Llego acompañado de los escandalosos jinetes que reciben a los contrayentes. ¿La hermosa Quiteria y el rico Camacho son los contrayentes? Bueno, no adelantemos acontecimientos.
Ustedes disculpen, me presento. Soy un personaje secundario del Quijote. No se oye mi voz, aunque el escritor cuenta lo que hago y digo, no mucho. Vivo en el segundo tomo del Quijote, esperando a que alguien llegue al XXI. Lo confieso: me hubiera gustado ser como Pero Pérez, el cura de la aldea quijotesca, el amigo del barbero. Aparece con voz propia, en varios capítulos y ¡en los dos libros! No me quejo, peor lo tiene el “mozo de campo y plaza”, el que ensillaba y podaba, al comienzo de la obra.
Como decía antes, llego acompañado al “teatro que a un lado del prado estaba, adornado de alfombras y ramos, adonde se habían de hacer los desposorios”. ¿Teatro? No adelantemos acontecimientos…
Espera allí la gente honrada de pueblos cercanos y no tan cercanos; junto a…mendigos, truhanes, mozas del partido, lazarillos con ciego, peregrinos desviados…y ¡un caballero andante! Sí, como recién salido de esas novelas que, ya en el seminario, y a escondidas, llenaban mis escasas horas de ocio. Armadura, lanza, algo metálico en la cabeza, un rocín y un labriego como criado…o escudero. Éste repite lo que las mujeres comentan, comiéndose a la novia con los ojos. Corales, terciopelo, lienzo blanco, sortijas de azabache, anillos de oro, perlas, cabellos rubios, dijes, pendientes, el brío, el talle… Chapada, chapadísima, como para desposar con un banquero flamenco…pero con la cara descolorida, como de no haber dormido. Lo natural en una doncella…
Oímos grandes voces, aparece un apresurado personaje, pide que lo esperemos. ¡Es Basilio! ¡El viejo amor de Quiteria! Viene con un sayo negro y carmesí, va coronado con una corona de ciprés y porta un bastón acerado. Todos estamos suspensos y temerosos, esperando en qué va a parar todo esto. Hinca el bastón en el suelo, mira a Quiteria y le expone sus razones con voz temblorosa y ronca.
(Continuará, que los curas vamos despacito)
Un abrazo
martes, 27 de octubre de 2009
...los calamares con mahonesa estaban de vicio.
Ele Bergón dijo...
¡Huy! ya llego tarde y el superprofesor no me puede poner en las noticias de su blog, pero es que ayer estuve superocupado.
Por la mañana, nada más desayunar, me invitaron a un bocata de calamares en un bar un poco guarro, pero los calamares con mahonesa estaban de vicio. Después me llevaron a comer hamburguesas dobles con salsa de tomate y mostaza, acompañadas de bebidas muy refrescantes con con muchas burbujas. Por la tarde se empeñaron en que tomara chocolate con churros y unas tortitas.
Cuando llegó la noche, que ahora la pesada aparece enseguida, me fui para casa y se lo conté a mi madre Teresa. Se enfadó muchísimo y me dicjo que me quedaba sin cenar. Intervino mi hermana Sanchica y dijo:
-Déjale que coma algo de fruta- Así que me comí dos platanos, unas uvas, ciruelas de esas negras y como seguía con hambre, porque eso no es cenar, busqué en el congelador unos helados de limón muy ricos que hace mi madre y luego de postre, unos bollos rellenos de nata que andaban por allí.
¿Qué quién me invitó? Pues unos que hay de otros blogs que quieren que me vaya con ellos.
Choque de manos con algo de tripa
El Sanchico.
lunes, 26 de octubre de 2009
La viñeta de Forges de hoy, 26 octubre 2009
"El país" publica hoy esta viñeta de Forges tan quijotesca.
Pedro Ojeda dijo en su blog, en la entrada "Una boda es más que una boda, Marina con el Quijote en Béjar y noticias de nuestra lectura":
Abejita comenta la noticia que di aquí hace unas semanas, sobre su posición en Google cuando preguntamos por Tomé Cecial y luego nos enseña su biblioteca quijotesca. Después comenta el capítulo en dos partes. En la primera, se fija en la introducción al tema, en la que Cervantes hace que don Quijote alabe la serenidad de Sancho mientras duerme. No os perdáis las imágenes. En la segunda, el cocinero de tan festivo convite es el protagonista toma voz (¡qué galería de secundarios nos regalas, Abejita), qué hambre. Y para remate, nos difunde la quijotesca viñeta de Forges de hoy lunes. Forges podría hacer varios volúmenes con las viñetas geniales que ha dedicado al motivo del Quijote.
Gracias, Pedro, y un abrazo opíparo como las bodas de Camacho.
sábado, 24 de octubre de 2009
"Habla el cocinero que espumó tres gallinas y dos gansos de una vez"
...sacó en él tres gallinas y dos gansos, y dijo a Sancho:
—Comed, amigo, y desayunaos con esta espuma, en tanto que se llega la hora del yantar.
Segunda parte del comentario al capítulo 20,2 del Quijote. Publicado en "La acequia".
“Los cocineros y cocineras pasaban de cincuenta: todos limpios, todos diligentes y todos contentos “. Así es, yo soy uno de ellos: tan limpio, diligente y contento como el que más. Nos dieron ropa limpia: camisa blanquísima, mandil a rayas y calzón negro. Y una cantidad más que razonable de monedas… y aquí estamos, disponiendo el banquete para festejar la boda de Camacho el Rico con la hermosa Quiteria. Soy un personaje secundario del Quijote. Veréis que, aunque ocupe sólo nueve líneas, tengo voz. Lo que no tengo es nombre, sólo soy un cocinero solícito.
Un olmo entero me sirve de asador para un entero novillo… lo que nos costó espetarlo. A veces pienso en lo que sudarían los leñadores para derribarlo…Pero, como todo nuevo rico, Camacho es amigo de grandezas y no se conforma con un asado troceado. Y, dentro del novillo, doce lechoncitos para darle más sabor. Ni siquiera a los Osuna, casa en la que tuve la honra de servir, se les hubiera pasado por las mentes este alarde nupcial, este disparate de comida, bebida, música, danza, representaciones…todo por casar con una mujer pobre pero, eso sí, hermosísima…y todos sabemos que desde niña amó a otro, a Basilio. Los que son señores desde la cuna no necesitan demostrar nada…pero éstos… Bueno, a callar que el que paga, manda. Y paga bien, así se entiende que estemos todos contentos.
¿Y las ollas? Seis medias tinajas me sirven de ollas y engullen carneros enteros como si fueran palominos. Somos cincuenta los cocineros y cocineras pero, ayer, tuvimos que buscar ayudantes porque no dábamos abasto despellejando liebres, desplumando aves y colgándolas de los árboles. ¡Cuántos ahorcados de pelo y pluma!
¿Y de vino? Sesenta zaques enormes de generosos vinos, cada zaque de más de a dos arrobas, más de ciento veinte arrobas...será difícil pasar por el prado sin pisar borrachos.
Panes amontonando su blancura, quesos formando nutritiva muralla, enormes calderas de aceite hirviendo, masa frita rescatada del aceite para zambullirlas en la miel, especies por arrobas…abundancia para alimentar a un ejército. En mi vida he visto tanta comida junta…aunque trabajé en señoriales cocinas. Muchas personas principales han alabado mis guisos. Era un mocoso que a duras penas levantaba las ollas…mi madre pidió al cocinero del duque que me admitiera como ayudante. ¡Era tanta el hambre que pasábamos en casa! Aquel olor de sustanciosas comidas me hechizó…aquí me quedo, pensé.
Han acudido de todos los pueblos cercanos y no tan cercanos. Gentes de todo pelaje pasan por aquí: mendigos, truhanes, mozas del partido, peregrinos desviados, lazarillos, pastores, labriegos, hidalgos, curas… Pero no esperaba ver a un auténtico caballero andante en busca de aventuras, que así se me presenta. Recién sacado de una de esas novelas caballerescas que escuchábamos con deleite, junto al fuego. El lector, aquel mayordomo del duque, tan letrado. ..
El caballero andante dice llamarse don Quijote de la Mancha y va en compañía de un rústico criado que mira todo con ojos hambrientos y asombrados. Las ollas, los zaques, las frutas de sartén…no puede más. Me pide, cortésmente, que le deje mojar un mendrugo de pan en una de las ollas. Me acuerdo de mis pasadas hambres y le anuncio que, en el día de hoy, no posee juridición el hambre, gracias al rico Camacho. Le doy permisos para coger un cucharón y espumar una gallina o dos. El rústico es algo apocado, no ve cucharón y no se le ocurre cómo espumar. He de ayudarle, agarro un caldero, lo encajo en la media tinaja y saco ¡tres gallinas y un ganso! Buena pesca. Contagiado del espíritu jactancioso de mi amo Camacho, le digo que ese desayune con “esta espuma”, mientras llegue la hora de comer de verdad. Llamar espuma a tres gallinas y un ganso… la verdad, no entiendo cómo pude pescar los tres volátiles a la vez. El ganso no era de los pequeños y e, en cuanto a las gallinas, eran gordas y bien criadas, no eran pollas…Como no tenía donde echar la pitanza, se llevó el caldero cuchara. ¡Viva el despilfarro!
Don Quijote no atiende a gallinas ni gansos. Está atento al carísimo espectáculo que ha pagado el novio. Por la enramada entran doce labradores sobre yeguas con cascabeles, dando vivas ala pagador .Le oí decir no sé qué de una tal Dulcinea, más hermosa que la novia.
Después, entran muchos y diferentes danzantes con espadas y sin ellas. Bailadoras jovencísimas, honestísimas y rubísimas; con un jardín en el pelo. A continuación, las que llaman danzas de artificios, con sus ninfas, su Cupido… ¡Cuánto dinero mal gastado! Un flechazo, una poesía, otra. ¿Cuándo acabará esto? Más danzas. El Amor lucha contra el Interés. Como si no supiéramos quién suele vencer.
Don Quijote pregunta por el autor y da en el clavo, este satírico y beneficiado autor es más amigo de las riquezas de Camacho que de las habilidades de Basilio.
Sancho Panza, el hambriento de la “espuma”, es partidario para siempre de Camacho y afirma: “El rey es mi gallo: a Camacho me atengo”. Su amo le reprocha que, como villano, sea de aquellos que siempre se ponen de lado del vencedor. Sancho responde que de las ollas de Basilio nunca sacará una espuma tan elegante…y muestra el caldero con la pesca de gansos y gallinas. Comienza a comer con muy buena gana y a proclamar, otra vez, su adhesión incondicional.
Don Quijote, impaciente, pregunta a su amo si ha acabado su “arenga”. Sancho la da por finalizada, al ver que su amo se impacienta…El amo desespera de ver mudo al parlanchín, antes le llegará la muerte. El escudero se pone a dar un discurso acerca de la muerte, la •descarnada” que igual come cordero que carnero. Buen predicador, este escudero. Son un par de locos, no entiendo sus razonamientos. Sólo sé que el hablador vuelve a comer con buenos alientos, tan buenos que despierta los del caballero andante. Pero, cuando éste se dispone a prestarle ayuda para despachar volátiles, se lo impide algo que pasa a continuación…Lo veremos.
Un abrazo.
viernes, 23 de octubre de 2009
Febo enjuga líquidas perlas,el buen patrono se estira y el proletario Sancho ronca tranquilo.
Una ilustración del Quijote de la "Biblioteca didáctica Anaya" "La acequia" al fondo.
Comentario al capítulo XX, de la segunda parte del Quijote : "Donde se cuentan las bodas de Camacho el rico, con el suceso de Basilio el pobre".Publicado en "La acequia"
Divido el capítulo en estas dos partes:"Febo enjuga líquidas perlas,el buen patrono se estira y el proletario Sancho ronca tranquilo"."Habla el cocinero que espumó tres gallinas y dos gansos de una vez".
Febo enjuga líquidas perlas, el buen patrono se estira y el proletario Sancho ronca tranquilo.
Amanece mitológicamente. Contemplamos a la blanca aurora y al luciente Febo licuando las perlas de sus áureos cabellos. Pero el rubicundo Apolo no va a perseguir inocentes ninfas, de esas que luego se convierten en laurel, sino que va a extender sus rayos. ¿Qué vamos a ver los mortales? Don Quijote se estira, un brazo por aquí, otro brazo por allá. ..Al mismo tiempo oímos resoplar a Sancho. Y, tras el barroco contraste, escuchamos el exclamativo discurso de un seráfico caballero andante convertido en ejemplar patrono. ¡Qué bienaventurado es Sancho! ¡Qué suerte la suya! No le acosan los encantadores, los celos de su dama no le quitan el sueño…Hasta aquí, el mundo irreal del caballero andante.
Bajamos a tierra… ¡Qué feliz el escudero sin deudas que pagar! Sí…mejor no tener deudas ¡Y sin preocuparse de lo que ha de hacer para comer él y su “angustiada familia”! Alto ahí. Con todos los respetos, me parece que lo de llenar el estómago, el de su Teresa, el de su Sanchico, el de su Sanchica…eso no se le olvida. Se nota que, vuesa merced, no nació pobre, ni comió nunca con la salsa que mejor adereza las viandas: el hambre. Y eso de que no le inquieta la ambición…recuerde aquellos cien escudos de la maleta. ¡Menudo anzuelo! Y, ahora, sueña con ser gobernador de una ínsula, algo que ni siquiera sabe lo que es. Sus deseos no son tan simples; van más allá de pensar a su rucio mientras vuesa merced piensa. ¿O piensa que Sancho no piensa?
La naturaleza puso sobre los hombros de los señores una pesada carga. La naturaleza o la costumbre les libraron de otras muchas gabelas. Han de sustentar a sus criados, mejorar su vida y obsequiarles. Mientras los servidores duermen, velan sus patronos…Y miran acongojados al cielo que no derrama el “conveniente rocío”. ¡Qué vida tan dura la suya! Subrayo las palabras que deberían grabar en oro los “señores”, en tiempos de crisis: “ha de sustentar en la esterilidad y hambre al que le sirvió en la fertilidad y abundancia”.
Sancho sigue durmiendo y no se entera del angelical discurso de su angelical patrono. Al fin, despierta soñoliento. ¿De dónde viene ese olorcillo? Vaya, vaya…no huele a tomillo, por aquí sale un olor de torreznos asados, tan rico. Buena boda la que huele así. ¿Basilio o Camacho? Camacho, por supuesto. El pobre “debe contentarse con lo que hallare” Y Basilio es pobre. “Bien boba fuera Quiteria” si eligiera mal. ¿Galas y joyas? ¿O buen tiro de barra y gentil treta de espada? ¿No eras tú el que decías que “el amor mira con unos antojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza, riqueza, y a las lagañas, perlas”? Unos buenos torreznos hacen milagros…
Don Quijote ya se cansa del parlanchín escudero, y le pide que deje la “arenga”. Sancho se saca de la manga un capítulo en el cual, su amo, manifestó que le dejaría hablar, con la condición de no atacar al prójimo ni menoscabar su autoridad de señor.
El de la Triste Figura responde que no se acuerda del tal capítulo; pero que le permita oír los instrumentos musicales que, ahora, vuelven a alegrar los valles. Camacho y Quiteria se casarán con el fresquito matinal. Montados en sus jumentos, entran por la olorosa enramada.
(Continúa)
Un abrazo
jueves, 22 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
"La arañita campeña" en la primera línea de Google.
Una ventana clásica.
Pedro Ojeda Escudero dijo en "La acequia", en la entrada:" El matrimonio, las narices de Tomé Cecial y Cornelivs y noticias de nuestra lectura", el lunes 19 de octubre de 2009:
"Como sabéis, Cornelivs , de joven, amplió sus prácticas de mecanografía copiando el Quijote: su edición es única y tiene un valor sentimental que la convierte en un tesoro para la familia y también para nosotros, embarcados en esta locura.
Hace unos días me mandó copia digital de alguna de las páginas correspondientes a la Segunda parte. Publicaré las ilustraciones cuando correspondan a cada capítulo. Lo hago hoy con ésta, que habla de un episodio que ya hemos leído: cuando Sancho descubre, atemorizado, las narices del escudero del Caballero del bosque.
El escudero resultó ser un vecino de Sancho, Tomé Cecial. Pues bien, al buscar en Google este nombre me he encontrado con la agradable sorpresa de que el primer resultado -antes que muchas referencias académicas- corresponde a esta entrada de nuestra Abejita de la Vega. Bien por Cornelivs, bien por Abejita."
María Ángeles Merino Moya, abejita de la Vega, dice:
¡La humilde arañita campeña en primera línea de Google! ¡Qué honor!
Gracias, Pedro, por descubrirlo.El acontecimiento merece una entrada especial.
Como en la entrega de los Óscar, mi discurso:
Se lo dedico a la que me introdujo en el mundo de los blogs, Luz del Olmo, nuestra Ele Bergón. También a mis compas, mosca cojonera y arañita. A ver si asomáis.
Un recuerdo irónico y sarcástico para aquellos que me amenazaron con todas las penas del infierno por haber expresado mis sentimientos en un blog, tal vez con demasiada sinceridad.
Sin Pedro Ojeda, esto no hubiera sido posible. Un agradecimiento muy especial para nuestro super profe, que diría Sanchico.Y para todos los que me visitáis: Merche Pallarès, Kety Morales, pancho, Manuel Tuccitano, Antonio Aguilera, Silvia Camacho, Cornelivs, Alatriste, Myr, Selma...Jan Puerta, Desplazados...todos los acequianos.
Recojo el "Primera línea de Google", emocionadaaaaa.
Besos
lunes, 19 de octubre de 2009
Me gusta cuando mi padre dice que hay que tener libertad en el amor.
Casamiento Basilio Quiteria (Manuel García Hispaleto)
Ele Bergón dijo...
Hola troncos y troncas
¡Cuánto personaje secundario sale pora quí, pero ¡ojito! que yo soy el secundario de todos los secundarios.
Qué queréis que os diga. Sigo un poco perdido en el insti e intentado centrarme, pero no lo acabo de conseguir.
Este año los carpinteros del PCPI son muy formales o al menos eso parece.¡Claro con el profesor de matemáticas que nos ha tocado, cualquiera se mueve! Nos llama a todos de usted y no nos deja salir al recreo entre clase y clase y 1buf! qué tostón. Yo desconecto. La de lengua es un poco menos seria, pero tampoco nos deja muchas libertades.
Y además yo sin padre porque ya sabéis, vosotros mejor que yo, que lleva ya mucho tiempo ¿cuánto? pasándoselo tan ricamente con el Alonso y dando clases de libertad y de amor a todos los que se encuentra en el camino. Así cualquiera. Ël con eso que busca su "ínsula" hace lo que le da la gana y mientras yo aquí aguantandolo todo y a todos y mi padre codeándose con bachilleres y licenciados, pero a mi en eso no me da envidia, pues yo ya os tengo a vosotros que también sois y estáis muy ilustrados ¿o no?
Me gusta cuando mi padre dice que hay que tener libertad en el amor. Si señor, por eso yo este año no pienso enamorarme, que las peluqueras, aunque algunas están muy buenas, son sólo amigasm así que este año nada de enamoramientos, que luego todo se complica como les pasa al Camacho, La Quiteria y El Basilio, porque al final en esto del amor casi siempre salen tres ¿o no?
Adiós coleguis que lo paséis bien.
El Sanchico
viernes, 16 de octubre de 2009
Soy el bachiller Corchuelo y un licenciado me contó a estocadas todos los botones de mi media sotanilla. Aunque soy más fuerte....
Esta espada por el módico precio de setenta euros.
Comentario al capítulo XIX,de la segunda parte del Quijote.Publicado en "La acequia", de Pedro Ojeda Escudero.
La parte del comentario que se sale del texto cervantino , fruto de mi imaginación, lo señalo con letra cursiva.
Alguien, con un libro en la mano, más un extraño y luminoso artefacto, se ha interesado por mí, sacándome del limbo en que habitamos los personajes secundarios del Quijote. Soy el bachiller Corchuelo y aparezco, con voz propia, en el capítulo XIX, en la segunda parte de la citada obra. No me quejo… Existe otro limbo, más silencioso, para personajes sin voz, con la sin par Dulcinea, al frente. O Aldonza Corchuelo, que tanto monta. La familia de mi padre procedía del Toboso y tal vez algún lejano parentesco…
Aparezco coincidiendo en el camino con Don Quijote y Sancho. Soy estudiante y mi compañero también, aunque nuestras sotanillas puedan relacionarnos con la clerecía. Nuestro equipaje de lo más ligero: un simple lienzo de bocací enrollado me sirve de portamanteo, por el que asoma mi única camisa blanca, además de mis recosidas medias de lana; mi compañero sólo porta sus espadas con zapatillas.
Vamos acompañados circunstancialmente por dos labradores, cargados con las provisiones adquiridas en la villa. Los cuatro venimos sobre pollinas, los cuatro estamos en ascuas por saber quién es el extraño caballero, tan “fuera del uso de los otros hombres”. Su caballo va lento, nuestras borricas son Pegasos, con alas en los pies…el caballero nos pide que detengamos el paso. Nos ofrece su compañía y se presenta como “don Quijote de la Mancha”, caballero andante en busca de aventuras. Los labradores no entienden; pero nosotros, ávidos lectores de novelas de caballerías, no podemos dejar de admirar a este singular loco.
Algunos meses han pasado desde que me gradué como bachiller, mientras mi compañero finalizaba sus estudios como licenciado, en la misma “Alma mater”. Y, durante ese tiempo, no hemos encontrado el camino que conduce a nuestra aldea manchega, donde nos esperan nuestros padres, labradores medianamente ricos. Bueno, los de mi amigo lo son un poco más.
Para poder sobrevivir, vendimos libros, ropa…A mí me queda la pollina, la ropa que me cubre, el bocací, una camisa y dos pares de medias. Al licenciado, lo puesto, dos espadas con sus zapatillas. ..y la pollina. La mejor salsa es el hambre y, aderezados con esa salsa, hemos comido tagarninas, piruétanos y cabrahígos. Alguna gallina despistada, algún palomino caído del palomar…Mas demos gracias a Dios, que nuestra aldea está cerca de aquí y, en casa de nuestros padres, nos espera el ternero bien cebado del hijo pródigo…
En un cruce de caminos, encontramos a un viejo criado de mi casa que, además de asegurarme que mi padre me recibiría con los brazos abiertos, nos contó que Camacho, el más rico de nuestro lugar, iba a casarse con la bella Quiteria. La noticia nos causó asombro, puesto que todos sabíamos que Basilio “se enamoró de Quiteria desde sus tiernos y primeros años”. Pero el padre de la bella muchacha” ordenó de casar a su hija con el rico Camacho, no pareciéndole ser bien casarla con Basilio, que no tenía tantos bienes de fortuna como de naturaleza”.
En la venta, nos cuentan que van a ser las bodas más ricas que se han visto en mucho tiempo. Un prado totalmente enramado para que no entre el sol, danzas con espadas, con cascabeles. Y Basilio, desesperado, no come, no duerme, no vive; el sí de la novia ha de ser su sentencia de muerte. El licenciado y yo decidimos saciar nuestra curiosidad…y nuestra hambre.
Volvamos al momento en que el gran don Quijote de la Mancha se une a nuestro grupo viajero y pollinesco. Contemplamos divertidos al loco y, con la mirada, mi amigo licenciado me anima a tirarle de la lengua. Nada mejor que entrar en su terreno y dirigirnos a él como a un caballero andante, recién salido de nuestras novelas favoritas: “Vuestra merced, señor caballero, no lleva camino determinado, como no lo suelen llevar los que buscan las aventuras…” Y, de paso, le invitamos a acompañarnos a la boda de Camacho y Quiteria. Demuestra curiosidad y le cuento la historia del triángulo Quiteria-Basilio- Camacho. Sus razonamientos nos dejan con la boca abierta y rectifico, que es de sabios. En su cerebro, no hay flaqueza alguna ¿o sí?
Le habíamos dado detalles de la boda: la riqueza y liberalidad del novio Camacho, las edades adecuadas, la belleza de la novia y su linaje más limpio, su vecindad desde niña con Basilio, pared con pared como una nueva Tisbe, la decisión interesada del padre…Más las habilidades del rival en diferentes ejercicios, menudo atleta…y lo que más valoró nuestro loco cuerdo: su destreza con la espada.
Don Quijote nos dio un juicioso discurso acerca del derecho de los padres a elegir pareja para sus hijos, sobre todo para sus hijas. Si se casasen todos los que bien se quieren, desaparecería esa “juridición” paterna. Las mujeres, ya se sabe su debilidad, suelen elegir lo que menos les conviene. Se enamoran del primer guapo, o simpático, que se pone delante de sus ojos. El matrimonio es un viaje largo y para toda la vida; hay que elegir una buena compañía…sólo la guadaña de la muerte corta el nudo. Lo de siempre…lo que dice mi padre y ya decía mi abuelo. A mí tan tontas no me parecen…no las veo yo así. No son gallinas que se vayan picar mierda, teniendo trigo al alcance.
Estamos hablando de la sentencia de muerte que caerá sobre Basilio, con el sí de Quiteria; entonces interviene su criado, el tal Sancho, que habla…cómo habla. Crece nuestro asombro, al escucharle su defensa de la libertad para los enamorados. ¿Quién sabe lo que nos depara la “rodaja “de la Fortuna ? Basilio y Quiteria vivirán felices, ya que el amor “mira con unos antojos que hacen parecer oro al cobre, a la pobreza, riqueza, y a las lagañas, perlas.”¿Quién ha puesto palabras tan bellas en un rústico?
A don Quijote le irritan las palabras de su criado, qué sabrá él; pero Sancho sabe que sus palabras no son tan desacertadas. Su señor siempre es “friscal” de sus dichos y sus hechos. Y le amonesta por decir friscal en vez de fiscal y le llama prevaricador del lenguaje. Y el rústico se defiende, qué buen razonamiento el suyo; que él ni es cortesano ni ha estudiado en Salamanca. Mi compañero, el licenciado, que hasta ahora no había abierto la boca, completa el razonamiento de Sancho cuando éste alega que no puede hablar el sayagués como el toledano y, aún así, no todos los toledanos hablan bien.
¡Cuánto le gusta presumir de estudioso y bien hablado a mi amigo! Oídle: “Yo, señores, por mis pecados, he estudiado cánones en Salamanca, y pícome algún tanto de decir mi razón con palabras claras, llanas y significantes “. ¡A mí me va a venir con su superioridad académica! Creo que es el momento de hacerle bajar un escalón. Y le lanzo, cógela amigo, que hubiera sido el primero de su promoción, y no el último, si no presumiera de manejar mejor las espadas que la lengua. Me contesta, cómo no, recalcando mi condición de simple bachiller y respondiéndome que ando errado en mi opinión acerca de la ciencia de la espada.
Le replico que no es opinión sino verdad y que se lo demostraré con mis pulsos y fuerzas, sin círculos, ángulos ni zarandajas de ésas. Yo le haré ver estrellas a mediodía y él me hará poner pie en mi sepultura. Nos dedicamos lindezas de este estilo y terminamos batiéndonos, a ver quién puede más si mi fuerza o su destreza estudiada.
Don Quijote quiere ser el juez y, asiendo de su lanza, se pone en la mitad del camino, cuando ya el licenciado va contra mí. Tiro “cuchilladas, estocadas, altibajos, reveses y mandobles sin número”. Me siento como un fiero león pero, de nada me sirve. Me sale al encuentro un tapaboca de la zapatilla del licenciado, la cual beso como a una reliquia, pero sin devoción.
Finalmente, me cuenta a estocadas todos los botones de mi sotanilla, convierte mis faldamentos en colas de pulpo y derriba mi sombrero. Estoy tan agotado que arrojé la espada casi tres cuartos de legua, de lo cual dio fe uno de los labradores viajeros, el cual era escribano. Lo reconozco: la fuerza es vencida por el arte. El buen Sancho me aconseja que no desafíe a nadie a esgrimir, que me dedique a otros ejercicios en los que vale la fuerza.
Estoy contento, a pesar de todo, por haberme “caído de mi burra”. Abrazo al licenciado y ahora somos más amigos que antes. Seguimos nuestro viaje y no esperamos al que ha ido a buscar la espada, que tardará en volver, buen lanzamiento el mío.
En lo que quedaba de camino hasta nuestra aldea, la de Quiteria, mi amigo el licenciado nos da una lección con razones demostrativas, figuras y demostraciones matemáticas. Todos convencidos y yo reducido.
Llegamos de noche, resplandecen las estrellas, suenan las flautas, los tamborinos, las sonajas…Los árboles lucen luminarias, el viento es tan manso que no las apaga, los músicos cantan o bailan en cuadrillas, en el prado corre la alegría y salta el contento. Va a haber representaciones y danzas para solenizar las bodas de Camacho y las exequias de Basilio.
Don Quijote se niega a entrar en la población porque un caballero andante ha de dormir en campos y florestas. Las costillas de Sancho añoran las comodidades de la casa de don Diego.
Un abrazo.
Pedro Ojeda dice en este blog:
¡Cómo me gusta esta mirada tuya a los personajes secundarios del Quijote! En efecto, detrás de todos ellos hay una historia: y tú les das voz de forma bien oportuna. Mil gracias.
Pedro Ojeda dijo en "La acequia":
Abejita nos muestra a Cervantes en otoño, con el susto que nos da la reforma urbanística proyectada en ese lugar. Luego da voz, como suele hacer con tanto tino, a un nuevo personaje secundario del Quijote: en este caso, el bachiller Corchuelo, que nos hace su propio resumen del capítulo. Después publica nueva carta del Sanchico, un tanto picado por la aparición de tanto secundario, no le vayan a robar el protagonismo: el pobre echa de menos a su padre, claro. Lo sabemos gracias a Ele Bergón.
Mil gracias a ti, Pedro. Confiemos en que la reforma de la Isla sea acertada.Que me perdone Cervantes por inventarme la vida de Corchuelo, tras haber aprendido gramática parda en Salamanca. Que Sanchico no se enfade, que él es el primero. Y para Ele, un abrazo muy, muy especial, ella sabe...
Besos
miércoles, 14 de octubre de 2009
Cervantes contempla el otoño
El Árbol del Amor, el Árbol de Júpiter,los castaños de Indias, las pilongas por el suelo...el paseo de la Isla. Hay un proyecto de reformar este bello paseo...
sábado, 10 de octubre de 2009
Soy doña Cristina, esposa de don Diego de Miranda
Comentario al capítulo 2.18 del Quijote, publicada en "La acequia".
Alguien, con un libro en la mano y un extraño y luminoso artefacto al que llaman ordenador, se ha interesado por mí, sacándome del limbo en que habitamos los personajes secundarios del Quijote.
Soy doña Cristina, esposa de don Diego de Miranda, ése que aparece como Caballero del Verde Gabán. Nací en casa solariega, linajuda e hidalga, mejor blasonada, y con escudo de armas menos tosco que la de mi señor esposo. El nombre de mi linaje no interesa al autor; aunque aparezco, casi como un mueble de mi amplia casa, en el último de los tres capítulos dedicados a mi don Diego, en su famoso libro. Sí, el del Verde Gabán...mi trabajo me cuesta su impecable y armoniosa apariencia; siempre detrás de sastres, costureras, bordadoras, lavanderas, planchadoras…
Aquel día volvió mi marido de cierto viaje, mas iba acompañado de un extraño caballero. Flaco, seco, avellanado, armado como los caballeros de mis novelas, ésas que escondo bajo los almohadones del estrado. Cuando salimos a recibirle, mi hijo y yo, tenía los ojos clavados en las tinajas de la entrada. Me pareció oír suspiros y algo del Toboso y de unas dulces prendas mal halladas. Se apeó de un viejo rocín y me pidió, muy cortésmente, las manos para besarlas. Solicitó recibiera con agrado, al caballero andante don Quijote de la Mancha. Mi hijo Lorenzo y yo, tras superar nuestro asombro, le hicimos el recibimiento, con amor y cortesía; ante lo cual, él se nos ofreció discreta y comedidamente.
El escritor no quiso ofrecer detalles de mi bien equipada y adornada casa, cosas de mujeres…
El caballero iba acompañado de un rústico criado, al que llamaba Sancho. Éste se ocupó de desarmarle y ayudarle en su aseo. Los valones y el jubón hubieran precisado de una enérgica y hábil lavandera, capaz de eliminar la mugre y ¡el óxido! de las armas. Se lavó la cabeza y, cuando iba por el sexto y último caldero, todavía el agua salía de color oscuro y con un olor como de queso rancio. Su espada, su tahalí y…a la sala, donde mi estudiosos hijo le estaba esperando, para entretenerle mientras ponían las mesas. Me precio de ser una excelente anfitriona y, ante tal noble huésped, quería mostrar que sabía y podía hacerlo.
Mi Lorenzo había tenido ocasión, mientras se desarmaba el tal don Quijote, de preguntar a su padre por la condición de caballero andante de nuestro huésped. Mi esposo no sabía contestar con precisión, más loco que cuerdo era el balance. Hablaba discretamente; mas hacía cosas propias del mayor loco del mundo.
Don Quijote dedicó a mi muchacho unas palabras que dieron en el blanco de su vanidad. Es mi hijo, pero reconozco que, desde chico, es algo vanidosillo y gusta de las palabras que le regalan los oídos. Su “rara habilidad”, su “sutil ingenio”, “un gran poeta”… Lorenzo se declaró aficionado a la poesía y a los buenos poetas. Protestó modestamente por lo de “gran poeta”, menos mal, de algo le valen las buenas maneras que yo le he enseñado.
Don Quijote aprobó su humildad porque, bajo su punto de vista, la arrogancia de todo poeta le hace considerarse el mejor. Tras admitir que, como excepción, hay unos pocos grandes que no se lo creen, se interesó por los versos que inquietaban a mi Lorencito. Tenía noticias de que existía cierta glosa, para una justa literaria, que le traía de cabeza. Tenía razón mi don Diego, con qué sensatez le aconsejó que procurase llevar el segundo premio que, en realidad, es el primero. El primero, ya sabemos, es para alguien muy conocido o muy favorecido. Y, de todos modos, el primero es el primero… ¡Cuánto sentido común en un personaje tan poco común!
Mi estudiante se animó a preguntarle por las ciencias cursadas. Al llegar aquí, ya empezó a desvariar. Manifestó haber cursado la ciencia de la caballería andante que encierra a todas las demás porque el caballero ha de saber Leyes, Teología, Medicina, Herboristería, Astrología, Matemáticas, nadar, herrar al caballo…cuánto disparate dice este hombre. Y ha de ser casto, honesto, liberal, valiente, sufrido, caritativo, sincero…Que haya habido y haya caballeros adornados con tantas virtudes le parece dudoso a mi hijo y así se lo manifiesta a su interlocutor.
Lorencito había hurgado en la llaga de la inexistencia de tales caballeros. Temí que don Quijote se enojase; pero no fue así sino que, con gran flema le contestó que pensaba rogar al cielo para sacarle de su error. ¡Por un momento vi la cabeza del niño abierta como una sandía! Pero dieron fin a su plática y mi esposo tuvo ocasión, antes de comer, de preguntar la opinión de nuestro vástago. ¡Un entreverado loco! Esa fue la definición que dio. Entreverado, como el buen jamón y el lomo que guardamos en nuestra cueva. Y no hay galeno que lo pueda sanar.
Comimos y la comida fue tal yo acostumbro a agasajar a mis convidados: limpia, abundante y sabrosa. No faltaron ni la enjundiosa sopa, ni el cabrito asado, ni las verduras de nuestro huerto, ni las frutas de árbol y de sartén. Todo regado con vino de nuestra bodega. Y, en silencio, que no permito yo a los sirvientes el que alboroten.
Levantados los manteles, don Quijote insistió en escuchar los versos de la justa literaria, a lo que accedió Lorencillo, sin hacerse rogar. Y, antes del recitado, ya nos dejó claro el loco caballero que sabía de la dificultad que entrañaba la glosa, con unas leyes demasiado estrechas.
Los versos hablaban de lo imposible de volver al pasado, cuántas vueltas para algo que es de sentido común. Pero cómo lo dice este hijo mío, incluso parece que dice algo nuevo…No, no soy una mujer ignorante. Que mi padre se preocupó de mi educación, ordenando que el dómine de mis hermanos también se ocupase de mi instrucción.
Mi hijo se sintió halagado ante los comentarios elogiosos de don Quijote. “El mejor poeta del orbe” accedió a recitar algo de sus versos mayores. Un soneto vino a continuación, uno dedicado a Píramo y Tisbe, los amantes que se comunicaban a través de una grieta en el muro…¡Qué historia más triste!
El loco caballero hizo un juego de palabras muy ingenioso para alabar, todavía más, a mi bisoño poeta: “Bendito sea Dios…, que entre los infinitos poetas consumidos que hay he visto un consumado poeta”. ¡Oh fuerza de la adulación! Baja hijo de ese pedestal en el que te han subido, con cuidado, no vayas a besar el suelo…
Cuatro días estuvo don Quijote regaladísimo, en nuestra casa. Yo procuré que no le faltara de nada, n a él, ni al rústico criado, menudo comilón, que decía ser su escudero.
Don Quijote pidió licencia para irse a mi señor esposo, agradeciendo el buen trato recibido; pero que los caballeros andantes no deben estar ociosos ni regalados mucho tiempo. Debía cumplir con su oficio, buscar aventuras…que si Zaragoza, que si la cueva de Montesinos, las lagunas de Ruidera…no oí bien. Los que se despedían eran el padre y el hijo que, por supuesto, eran los que habían trabajado para regalar al huésped…
Furiosa, me fui al estrado y saqué mi Amadís, escondido bajo un almohadón. Puse el libro encima del bastidor. Si se acerca Diego, lo escondo y hago como que bordo…
Un abrazo a todos
Pedro Ojeda Escudero. dijo en este blog:
Excelente, excelente, excelente.
En http://laacequia.blogspot.com/ dice:
También ha dado voz a un nuevo personaje secundario del Quijote que, sin duda, tiene muchas cosas que contar: doña Cristina, la mujer de don Diego.
Gracias, Pedro. Doña Cristina me ha gobernado y yo le sigo, le sigo la corriente.
viernes, 9 de octubre de 2009
La de la caballería andante ... ciencia... que encierra en sí todas ...el que la profesa ha de saber....
"...ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno..."
(Tilo con tila)
"...ha de ser médico, y principalmente herbolario , para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure..."
(Iglesia de Palacios de Benaver)
"...ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido."(Iglesia de Palacios de Benaver
La balanza ha de tener los platillos a la misma altura (Nuevo Juzgado de Burgos)
"—Es una ciencia —replicó don Quijote— que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa , para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene..."
Estoy con el comentario al XVIII, segunda parte del Quijote. He estado ocupada con la salud de Curry y ando atrasada. Ahora que está mejor, me pongo a la tarea.Besos.
Pedro Ojeda dijo en http://laacequia.blogspot.com/
Abejita publica su primera entrada sobre este capítulo con un buen comentario y una magnífica ilustración en imágenes que no debéis perderos.
Gracias Pedro, creo que se nota que tenía una idea para el comentario y luego desarrollé otra. Se me cruzó doña Cristina y tuve que seguirla.
miércoles, 7 de octubre de 2009
...hazta la siudá de Burgoh, donde me apozenté en un monazterio con pinta de frezquito.
El 14 de septiembre, este blog, "La arañita campeña", cumplió dos años. Esta entrada tiene fecha de 14 septiembre de 2007.
Así hablaba la mosca cojonera,creadora del blog, entonces:
Bzzzz, .... bzzzzz.... bzzzzz
Zolo por dejá conztansia. Zoy la Mozca Cojonera. Nasí en Zeviya, de padre seseante, y madre zezeante. Por zi no ze ha notao aún.
De jovensita zalí huyendo de loh caloreh de Zeviya, hazta la siudá de Burgoh, donde me apozenté en un monazterio con pinta de frezquito. El rezto de la hiztoria, ya la conozeih por el relato de la Arañita Campeña.
Zor Auztringiliana, no me tome a mal la ortografía.
Bzzzz... bzzz.... bzzzz.
¡Cuánto ha llovido, amigos!
Un beso y felicidades para la arañita campeña Esther y la mosca cojonera Julio.
María Ángeles Merino,la abejita que fue, y a veces es, Sor Austringiliana.
lunes, 5 de octubre de 2009
La Mosca Karateka
Po zí.
Tras mucho dar la paliza remarcando el orondo perfil que la Mosca luce (gracias a años y años de cervecitas: una barriga conseguida a pulso), la Arañita ha conseguido por fin que la Mosca se apunte a hacer algo de deporte. Aunque Silvia algo ha tenido que ver en el asunto también.
Pues la Mosca se ha apuntado ni más ni menos que a Kárate (Kiai!!), deporte que siempre le llamó la atención, aunque lo más que hizo de joven fue un poquito de Judo, donde aprendió que "zancadilla" en japonés se dice "osotogari", y poco más.
Empezó la mosca sus clases el pasado jueves, sin kimono ni cinturón que no tenía aún, pero medio acojoná cuando nada más llegar ve a unos jovenzuelos de no más de 8 o 10 años luciendo cinturones azules. Que jopé, verás que paliza me van a dar. Bueno, más sabe el diablo por viejo que por diablo, así que digo yo que si eso a trampas les gano. Un piquete de ojos por aquí, y esas cosas. Que sea legal o no... eso ya depende de si lo ve el árbitro.
Pero no fue para tanto. Calentar primero, correr un poquito, y ya nos ponemos a hacer posturitas. Que si puñetazo para al aire, que si patada por allí, que las piernas se colocan asá... y cuando se hace despacito, bien va la cosa.
Lo malo es cuando hay que hacer todo seguido, que los que saben dan tres gritos (Guá-Chia-Kiai!), y ya han terminado, mientras la mosca aún está pensando si era el pie derecho el que se subía cuando se metía hacia la izquierda el brazo derecho, y a la par se guiñaba el ojo derecho, mientras con la mano libre se saca un moco de la nariz.
¡Ah, la coordinación, esa entelequia! Al menos, a ciertas edades eso parece.
Lo que nadie sabe es que en realidad la Mosca hace esto por el chiste. Sí, este tan malo que sigue a continuación:
y... yatá
Tras mucho dar la paliza remarcando el orondo perfil que la Mosca luce (gracias a años y años de cervecitas: una barriga conseguida a pulso), la Arañita ha conseguido por fin que la Mosca se apunte a hacer algo de deporte. Aunque Silvia algo ha tenido que ver en el asunto también.
Pues la Mosca se ha apuntado ni más ni menos que a Kárate (Kiai!!), deporte que siempre le llamó la atención, aunque lo más que hizo de joven fue un poquito de Judo, donde aprendió que "zancadilla" en japonés se dice "osotogari", y poco más.
Empezó la mosca sus clases el pasado jueves, sin kimono ni cinturón que no tenía aún, pero medio acojoná cuando nada más llegar ve a unos jovenzuelos de no más de 8 o 10 años luciendo cinturones azules. Que jopé, verás que paliza me van a dar. Bueno, más sabe el diablo por viejo que por diablo, así que digo yo que si eso a trampas les gano. Un piquete de ojos por aquí, y esas cosas. Que sea legal o no... eso ya depende de si lo ve el árbitro.
Pero no fue para tanto. Calentar primero, correr un poquito, y ya nos ponemos a hacer posturitas. Que si puñetazo para al aire, que si patada por allí, que las piernas se colocan asá... y cuando se hace despacito, bien va la cosa.
Lo malo es cuando hay que hacer todo seguido, que los que saben dan tres gritos (Guá-Chia-Kiai!), y ya han terminado, mientras la mosca aún está pensando si era el pie derecho el que se subía cuando se metía hacia la izquierda el brazo derecho, y a la par se guiñaba el ojo derecho, mientras con la mano libre se saca un moco de la nariz.
¡Ah, la coordinación, esa entelequia! Al menos, a ciertas edades eso parece.
Lo que nadie sabe es que en realidad la Mosca hace esto por el chiste. Sí, este tan malo que sigue a continuación:
Saben aquel que diu (que diría Eugenio) que ese marido de los que siempre tienen la última palabra ("Sí, cariño..."), que se jarta un día y se va a aprender kárate.
- Que sí, verás tú. Llego a casa, le pego un grito de esos (Kiai!!) y la dejo acojoná, y verás...
Total, que el marido llega a cinturón negro decimoquinto dan, y ese día llega tarde a comer.
La mujer, en la puerta con el rodillo, y entra él dando un hipoaullido huracando:
- KIAIIII!!
- Cómo que quiai?- responde sin inmutarse, pero con voz enérgica
- No, que decía que qui hay de comer, cariño...
y... yatá
¡Así parece que se le derretía el cerebro de tanto leer y pensar!
Ele Bergón dijo...
Hola troncos y troncas.
¡Qué cachondo es mi padre con eso del requesón y el casco del Alonso. ¡Así parece que se le derretía el cerebro de tanto leer y pensar! Tened también cuidado vosotros y vosotras que si pensáis mucho, leeis y luego escribis, se os puede derretir los cascos y hacerse requesón. Ja, ja, ja, Por mi no tengais cuidado que en ese aspecto yo estoy a salvo.
Lo de los leones también está bien.
Eso es ser valiente y mi padre y los otros "poniendo pies en polvorosa" y "pies para qué os quiero" Jua, me los imagino a todos corriendo muertos de miedo y el Alonso, allí tan tranquilo retando al león. Menos mal que parece que el felino era cobarde que si no ...
Ahora el Alonso se llama " El caballero de los leones" Me parto de risa.
Este año todavía no me centro con mis coleguis de clase, no sé, los encuentro algo sosainas. Ya no está el Richi, ni la Vane, ni mi Churry y yo parece que estoy algo así como atontolinao. En fin, que ya me pondré las pilas como dice mi hermana Teresa que sigue de novia con el guarda de seguridad del Mercamona, pero está un poco nerviosilla porque andan despidiendo a gente. En fin, ya veremos.
Choque de manos para todas y todos.
El Sanchico.
Me apetecía un poco de mar...
¡Castellanos de Castilla,
nunca habéis visto la mar!
¡Alerta, que en estos ojos
del sur y en este cantar
yo os traigo toda la mar!
¡Miradme, que pasa el mar!
Rafael Alberti : La amante
domingo, 4 de octubre de 2009
Don Quijote ante un león, como el Cid .
Al leer el capítulo XVII del Quijote ,me acuerdo del "Cantar de Mío Cid", donde Rodrigo Díaz de Vivar se enfrenta a un león escapado de una jaula. ¿Pensaría Cervantes en este fragmento del Cantar ?
En Valencia estaba el Cid y los que con él son;
con él están sus yernos, los infantes de Carrión.
Echado en un escaño, dormía el Campeador,
cuando algo inesperado de pronto sucedió:
salió de la jaula y desatóse el león.
Por toda la corte un gran miedo corrió;
embrazan sus mantos los del Campeador
y cercan el escaño protegiendo a su señor.
Fernando González, infante de Carrión,
no halló dónde ocultarse, escondite no vio;
al fin, bajo el escaño, temblando, se metió.
Diego González por la puerta salió,
diciendo a grandes voces: «¡No veré Carrión!»
Tras la viga de un lagar se metió con gran pavor;
la túnica y el manto todo sucios los sacó.
En esto despertó el que en buen hora nació;
a sus buenos varones cercando el escaño vio:
«¿Qué es esto, caballeros? ¿ Qué es lo que queréis vos?»
«¡Ay, señor honrado, un susto nos dio el león».
Mío Cid se ha incorporado, en pie se levantó,
el manto trae al cuello, se fue para el león;
el león, al ver al Cid, tanto se atemorizó
que, bajando la cabeza, ante mío Cid se humilló.
Mío Cid don Rodrigo del cuello lo cogió,
lo lleva por la melena, en su jaula lo metió.
Maravillados están todos lo que con él son;
lleno de asombro, al palacio todo el mundo se tornó.
Mío Cid por sus yernos preguntó y no los halló;
aunque los está llamando, ninguno le respondió.
Cuando los encontraron pálidos venían los dos;
del miedo de los Infantes todo el mundo se burló.
Prohibió aquellas burlas mío Cid el Campeador.
Quedaron avergonzados los infantes de Carrión.
¡Grandemente les pesa esto que les sucedió!
http://www.ehiztari.com/epica/medieval/leon.htm
De leones y requesones (2)
Los leones protagonistas de este capítulo, se dedicaron después a posar para los escudos como éste.
Continuación del comentario al capítulo 17, segunda parte del Quijote, publicado en http://laacequia.blogspot.com/
En esto llega el carro de las banderas, con su solitario carretero que va en las mulas. Otro hombre va sentado delante, luego conoceremos su inusual y peligroso oficio, mucho más que el de profesor de la E.S.O., que ya es decir.
Don Quijote se planta en medio y pregunta por el vehículo, los ocupantes, la mercancía y las banderas. El carretero contesta que ,en su carro, van dos leones enjaulados, león y leona, regalo del general de Orán, para Su Majestad, Felipe III suponemos. Son muy, muy grandes y tienen mucha, muchísima hambre. Pero don Quijote no retrocede ante esta información, todo lo contrario. Pide que le echen encima a los “leoncitos”, así sabrán los selváticos felinos quién es don Quijote de la Mancha y que chinchen y rabien los encantadores.
Sancho ruega al de verde que consiga disuadir a su señor, que los leones harán trocitos a todos los que allí están. ¿Loco? ¿Atrevido? Don Diego de Miranda se siente capaz de conseguir el que Don Quijote se porte como persona cuerda y sensata .Está convencido, el muy incauto.
El de la Triste Figura ya está instando al leonero para que abra la jaula. El caballero no andante utiliza sus argumentos: los caballeros andantes no emprenden aventuras sin esperanza, la valentía temeraria es más locura que fortaleza y los leones son propiedad real, que no se le olvide.
En los sesos ablandados, cual requesón, de don Quijote, están registradas las palabras con las que el que don Diego describía sus plácidas cacerías, sin galgo ni halcón. Se produce una sinapsis en sus maltrechas neuronas. ¿Quéeeeeee? ¿El del perdigón manso dándome lecciones? ¡Que se vaya a meter en las huras conejeras a su hurón atrevido! Él con su estilo de vida y yo con el mío. Pero ¿qué hace ese hombre que no me suelta ya a los leones? El leonero se convierte en don bellaco, voto a tal…don Quijote amenaza con coserle con la lanza al carro.
El carretero le suplica que le deje desuncir las mulas, su medio de vida, y ponerlas a salvo. El loco caballero accede, aunque le parece una petición innecesaria.
El leonero, a grandes voces, declara que abre forzado la jaula y que los daños van por cuenta de don Quijote. Y pónganse todos a salvo, que él no tiene problemas.
El de verde insiste, Sancho suplica llorando, lo de los molinos o batanes no fueron nada …que él ha visto la uña y a juzgar por la uña es como una montaña…no hay nada que hacer. El miedo, Sancho, es el que te hace verla tan grande, tú ya sabes, si muero vas donde Dulcinea.
En el último momento, decide librar al pobre Rocinante, se espantaría. Se enfrenta a pie, con el escudo y la espada, encomendándose a Dios y a su Dulcinea.
Y llegado a este punto, nos encontramos con el panegírico que le dedica “el autor de esta verdadera historia”, aquello de: ''¡Oh fuerte … animoso don Quijote de la Mancha, espejo donde se pueden mirar todos los valientes del mundo...”¡Menuda parrafada al estilo de las novelas de caballerías!
El leonero abre la jaula del león macho que se despereza, abre la bocaza, bosteza lentamente, sin prisas, saca la lengua y procede a su aseo personal, quitándose las legañas y lavándose la carita. Saca la cabeza fuera de la jaula y lanza sus fieras miradas a don Quijote, dispuesto a hacerlo pedacitos. Pero, cuando todos esperamos que el león ataque, el animalillo nos da la espalda, nos enseña el trasero y se tumba a la bartola.
El leonero se niega a darle palos, como pide el loco manchego. Que se contente con lo hecho, ya ha demostrado su valentía y ganado “la corona del vencimiento”. Si el enemigo, en este caso el león, no acude, para él la infamia. Lo preocupado que estará el Rey de la Selva.
El leonero convence al triunfante caballero con esos argumentos y, a petición de éste, cierra la puerta y queda como testigo de que el león no quiso salir y se acostó.
El ufano vencedor coloca, en la punta de la lanza el trapo , con que se limpió de requesón y tiene que vocear a los huidos , los cuales no dejan de huir y de volver la cabeza. Sólo se detienen cuando Sancho ve la señal del blanco paño y advierte de que su señor les llama; luego habrá vencido a las fieras.
Se detienen, pero no pierden de golpe el canguelo sino que, poco a poco, se van acercando al carro. Don Quijote ordena dar dos escudos de oro para leonero y carretero, en recompensa por el tiempo perdido. Sancho dice que los dará de buena gana y , ante el anuncio de la paga, el leonero cuenta la contienda exagerando la valentía del caballero, manifestando que el león acobardado no se atrevió a salir de la jaula. Que un escudo es un escudo…
Don Quijote se siente vencedor, por encima de encantos y encantamientos. Sancho suelta los escudos y el leonero besa las manos del loco hidalgo, prometiendo contarlo al mismísimo rey. Menuda cara va a poner don Felipe. Y, siguiendo la usanza de los caballeros andantes, el de la Triste Figura se mudará el triste nombre por el de Caballero de los Leones y así quiere que se le nombre ante Su Majestad.
Todos siguen su camino. Don Diego de Miranda guarda silencio, pensando, llegando a la conclusión de estar ante “un cuerdo loco y un loco que tiraba a cuerdo”. Como no ha tenido noticia del libro impreso, con las primeras aventuras de don Quijote, no podía saber del “género de su locura”. Tan pronto le parecía cuerdo como le tenía por loco. Una cosa es lo que decía: “concertado, elegante y bien dicho”. Otra cosa muy distinta era lo que hacía: “disparatado, temerario y tonto”. Pero como no conoce el libro, don Diego no se aclara.
De sus quebraderos de cabeza le saca el loco cuerdo que, leyéndole el pensamiento, le da un buen repaso, con un discurso sobre su tema favorito: el caballero cortesano con su blandengue vidorra y sus torneos ficticios frente al caballero andante con sus peligrosas aventuras, por “los rincones del mundo”. Ya sabemos: sufriendo inclemencias e incomodidades, sin asombrarle leones, vestiglos, endriagos…toda clase de bichos. Y que le quede claro a este señoritingo que, dada su condición de caballero andante, no puede” dejar de acometer todo aquello que le “pareciere que cae debajo de la juridición de mis ejercicios”. Y un caballero andante puede ser temerario, pero nunca cobarde. Así que no le tache de loco…
Don Diego le responde que lo “dicho y hecho va nivelado con el fiel de la misma razón” y le anima a darse prisa para llegar a su casa, donde podrá descansar de su trabajo con el león . Que si la lucha no le ha cansado físicamente, le habrá fatigado el espíritu, lo cual termina agotando también el cuerpo. Gran verdad esa…
Les dejamos en la casa de don Diego de Miranda…
Un abrazo para todos
Pedro Ojeda Escudero dijo en http://laacequia.blogspot.com/
Abejita comenta el inicio del capítulo centrándose en el requesón y en la extrañeza de don Diego. Y no os perdáis la sabrosa ilustración con la que acompaña su entrada. Continúa con el comentario del resto del capítulo en la parte de los leones, ilustrado convenientemente. Después anota el relato del león del Cid como ejemplo de precedentes literarios. Finalmente, el Sanchico nos da su versión de la historia de los requesones y el león vía Ele Bergón. El muchacho anda, además, algo despistado en clase: como no se dé prisa en centrarse, le llegan los exámenes.
Gracias Pedro y sigamos con esos tres planos narrativos que nos ha hecho ver.
Besos a ti y a todo acequiano de pro.
viernes, 2 de octubre de 2009
De leones y requesones (1)
El queso de Burgos es lo más parecido al requesón que se me ocurre ¿O son los sesos de don Quijote?
Comentario al capítulo XVII del Quijote, segunda parte.Publicado en http://laacequia.blogspot.com/
De donde se declaró el último punto y estremo adonde llegó y pudo llegar el inaudito ánimo de don Quijote con la felicemente acabada aventura de los leones.
El título nos lo indica, esta vez don Quijote va a llegar al “estremo”, aunque ya nos anticipa que va a ser acabada “felizmente”. No nos preocupemos por la integridad de nuestro héroe.
Don Quijote apremia a Sancho, tiene que apresurarse, aventura “habemus”…Y el pobre escudero no sabe qué hacer con los tiernos requesones comprados y pagados a los pastores. A manera de “tupper”, qué horrible anglicismo, no se le ocurre mejor cosa que encajarlos en la celada de su señor.
El del Verde Gabán no ve la aventura por ninguna parte, sólo se divisa un carro con las banderas reales, tal vez acarrea moneda del Rey. Ojo, atacarlo es delito contra su Católica Majestad. Bien conoce el que escribe, recaudador de impuestos por vándalas tierras, tan regio transporte. El de Miranda se lo indica; pero el loco caballero, ni caso. Él a lo suyo que cualquier hora es buena para sufrir el ataque de los encantadores en nómina.
Toma la celada, se la encaja en la cabeza y algo pegajoso le chorrea por el rostro y la barba. Don Quijote se pregunta si es que se le están haciendo agua los sesos o es que está sudando. Se limpia con un lienzo y se quita la celada para ver el tipo de sustancia que le está enfriando la testa.
Y no se sale de la realidad para identificar la sustancia blanca como requesones .Por vida de su señora Dulcinea, que lo son. El “traidor, bergante y malmirado escudero” ya se lo tiene bien aprendido, los encantadores, fueron los malditos encantadores. ¡No lo dude! Ellos, los muy ladinos, colocaron esa “inmundicia” en la celada , con la malévola intención de provocar la quijotesca cólera, moledora de escuderiles costillas. Pero Sancho confía en “el buen discurso de su señor, hay que ver cómo le dora la píldora. Si él tuviera requesones , a quién se ele ocurre, los guardaría en su estómago y no en la celada. “Todo puede ser “es la calmada respuesta de don Quijote, siempre dispuesto a bregar con encantadores enemigos.
Y el del Verde Gabán mira y se admira. Y con la boca abierta debía estar cuando, tras limpiarse, el de la Triste Figura se encaja la celada, se ajusta los estribos, comprueba que la espada está en su sitio y ,agarrando la lanza, se declara dispuesto a luchar con el mismo Satanás si viene al caso.
En esto llega el carro de las banderas, con su solitario carretero.
(Continúa)
Un abrazo para todos de María Ángeles Merino