lunes, 13 de agosto de 2018

El mar un día me susurró al oído.



El mar un día me susurró al oído.
El cielo empezaba a perder el azul y en las aguas se intensificaba.
En su ronca voz de cólera incontenida en blanco sobre las rocas.
Nunca camino sobre tu playa, nunca de sus descalzos pies fueron tuyas las huellas.
Nunca hizo suya la playa de los te quieros.
Aprende de mi y borra todo lo que hasta hora llevas escrito en las arenas.
Acepta la senda del olvido.
Déjate envolver por mis olas te haré estatua de sal.
Acepta la senda de lo que ya no ha sido.
Bajo la última lagrima de luz, susurre al mar al oído.
Se irá la lluvia negra, el amanecer vencerá la bruma, tus aguas volverán a ser calmas.
Me sentarse en tu regazo y volveremos hablar ya de mañana.
Con el sol como testigo ha de ser otra mañana.
La mañana de todas las mañanas en las que empiezo escribiendo.

(Agustín Merino)

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