Pedro Ojeda con Care Santos
Pequeña crónica en torno a nuestra reunión con Care Santos, autora de Media vida, premio Nadal de Novela 2017. Para La Acequia, blog dirigido por Pedro Ojeda.
Ayer, 25 de abril de 2017, a las siete de la tarde, nuestro Club de Lectura estuvo en el MEH, disfrutando de una reunión con la escritora Care Santos, nuestro profesor Pedro Ojeda y los clubes de lectura de Burgos. El acto fue propiciado por la librería Luz y Vida, de larga tradición en Burgos. Fueron dos horas muy intensas y la escritora no nos defraudó sino que cumplió con creces nuestras expectativas. En primer lugar, antes de abrir la sala al público, a las ocho y cuarto, estuvimos los clubes de lectura de Burgos compartiendo nuestras experiencias. Los representantes de cada club fueron contando como funcionan, cada uno con sus peculiaridades, y como viven la lectura. Participaron de los distintos clubes de la Biblioteca Pública de Burgos, de la Biblioteca de Belorado y del club de lectura del I.E.S. Pintor Luis Sáez. El clima era de entusiasmo y cariño y creo que me contagié.Tuve el honor de expresar ante el público lo que ha sido para mí el Club de Lectura de La Acequia y los sentimientos se me desbordaron. Como ha dicho hoy El Correo de Burgos:
"El encuentro de los lectores con Care Santos se tramó como una reunión de viejos amigos que, salvando todas las distancias, pareciera una recreación de la historia que cuenta Media vida, la última novela de la escritora catalana, distinguida con el Premio Nadal 2017..."
Pedro Ojeda con representantes de clubes de lectura
Pedro Ojeda comienza, como presentador del acto:
-(P.O.) Está cayendo un diluvio en Burgos, en consonancia con la
tormenta que cayó en la novela. Tiene valor el público que se incorpora ahora.
Bienvenidos a todos, gracias a Care Santos. Parte del auditorio ya ha leído la
novela, algo excepcional. Aprovechamos para felicitar a Óscar Esquivias por el
premio Castilla y León de las Letras. Está entre nosotros y le dedicamos un merecido aplauso.
Pedro Ojeda nos recuerda que Media vida es el último premio
Nadal. Care Santos se dirige a los lectores:
-Hablabais de lo que une la lectura, lo que une la
escritura. Para mí, Burgos vive gracias a Óscar, al recuerdo de un congreso de
escritores donde éramos inéditos. Me mandó una postalita, con las bases del premio
de un café literario: La Cábala. Alumbramos un premio y caminamos por las
calles, no nos conocía nadie, hablábamos de libros. Me emociona estar con
Óscar, convocada por haber ganado el premio Nadal. Compañero, la amistad une
más que los libros.
-(P.O.) Al presentador se le caen los papeles después de oír
esto.
-Care Santos es uno de los escritores más constantes en
español. Ha escrito novelas, cuentos, también poesía, aunque dice que no
volverá a caer en ese error. Es una de las personas consideradas más relevantes
para la narrativa española. Mantiene gran actividad en la prensa, es escritora
de columnas y críticas y colabora con medios de comunicación.
De Care me interesa su honestidad. Respeta al lector, da lo
que promete, no da gato por liebre; lo cual nos lleva a una novela bien
escrita, aparte de los polémicos premios.
Juega con rasgos de las novelas actuales, misterios o lo que
parece un misterio; pero ella va por otro lado. Me interesa su
comunicación de emociones, sentimientos. Parece que va a haber un dramón, pero
no. Juega con el humor.
-(C.S.) Recuerdo a un escritor norteamericano, James Salter, que comenzaba la novela escribiendo la última línea. El final hay que tenerlo siempre previsto. Construyes una historia creando expectativas. La clave es hacer que tengan ganas de saber lo que estoy contando, pequeños trucos de mago, sin que lo vean venir mucho. Hay lectores que se dan cuenta del juego: crear pequeños misterios para desvelarlos en el último momento. Una escribe como le gustaría leer. Imagina aquello que quiere escribir y lo reconduce, ajustándolo por el camino.Es la historia de cinco mujeres que se reúnen en 1981, en uno de esos encuentros con las antiguas compañeros de colegio a los que no sabes si tienes que ir y vas. Se cuentan lo que ha sucedido en sus vidas, desde el día de 1950 en que se separaron. Viven en un internado de monjas, en verano también. Son las únicas que se quedan porque no tienen quien se haga cargo de ellas. Ocurre algo que va a desencadenar una tragedia. En 1981, aparte de comentar si tienen hijos, si se han divorciado, si han engordado o tienen arrugas…van a cruzar sus vidas. En 1981, España se está transformando política y moralmente. Venganza o perdón, el perdón es parte de la novela. Mientras cruzan sus historias, en Barcelona cae una tormenta, como ahora en Burgos.
Busca la participación del lector. ¿Cómo me enfrentaría yo a
eso? Care ya lo había previsto.
-(C.S.) Hay personas que vivieron la época, esa educación en
un internado de monjas. Se sienten identificadas y me parece maravilloso. La
literatura permite revivir incluso lo que no has vivido, podemos tomar de la
memoria ajena. Yo tomé la de mi madre, niña que pasaba veranos en un internado
de monjas; tenía que estar allí, era una experiencia traumática. Le pareció muy
bien que su hija ajustara cuentas de alguna manera con aquellas monjas
terribles de su infancia: camisón en la ducha, pechos vendados y demás.
Recientemente, en una entrevista para la SER, conocí a María Izquierdo, una mujer que estuvo, como diputada, en las primeras Cortes
democráticas. A diferencia de Julia, doctora en Derecho, es doctora en
Literatura e hizo su tesis doctoral sobre Onetti. Me contaba que ella podía ser
Julia, que veía verosímil el ambiente que yo describía y que existieron personajes como
Ramona. Le dije que yo había consultado su biografía y el de otras mujeres de
las Cortes.
-(P.O.) Coincide con la Ley de Divorcio, algo que se vivió
de forma polémica: se va a divorciar todo el mundo, van a acabar con la
familia…El personaje de Julia participa en la redacción de la ley. Esta novela
está integrada en lo que sucedía en la sociedad española, con perspectivas
diferentes de mujer.
-(C.S.) Son cinco respuestas a lo que la educación y la vida
les ha dado. La vida les ha ido modelando, han tenido vidas muy difíciles o más
acomodaticias. Esposas, madres, algunas se creen realizadas porque se han
casado bien. Como música de fondo, hay una transición íntima. Fueron a una
reunión de compañeras de colegio, no saben a qué van, el caso es que van. Al
día siguiente de la reunión, ya tienen motivos para ser amigas.
-(P.O.) La novela va a continuar en la mente del lector,
este se ve implicado, necesita cerrar esa historia, la novela se tiene que
terminar, cada uno tiene su continuación.
-(C.S.)Que no haya dos lecturas iguales. Lo completas con lo
que eres, los gustos son variopintos. Creía que me iban a acusar de tibia, era
fácil caer en el sentimentalismo, trato de evitar excesos sentimentales; pero
no, está gustando mucho. No quería una novela de buenos y malos, traté de
evitar caer en la ideología, la que me importaba era la ideología del momento.
-(P.O.) Aunque parezca que haya una incomprensión, se provoca
una empatía, van comprendiendo la posición de las otras. Julia va a necesitar
perdonar.
-(P.O.) Id pensando las preguntas. No todas las novelas
tienen que gustar a todo el mundo. Esta novela está a punto de ser una novela
sentimental o de terror, el primer capítulo es excepcional. Tú lo evitas, das
un giro que va llevando la novela a donde el lector no espera.
-(C.S.) Estoy siempre cerca del folletín porque como lectora lo adoro, creo que ando cerca y, en este caso, cerca del teatro. Podría ser una obra de teatro, con las actrices maduritas tan estupendas que tenemos. Releí a Carmen Martín Gaite, esos diálogos magistrales de Entre visillos. Que se me pegue algo de ella, pensaba. ¿Preguntas?
Media vida también en mi clase de español
-(P.O.) Voy a empezar yo, con el tema de la comida. Marta se
reconvierte, el marido la reconvierte. De novelista pasa a escribir libros de
recetas de cocina y de ahí a la radio. Me interesa la deconstrucción de la
cena.
-(C.S.) El pato, el pato. Me gusta que la gente coma, soy madre y doy de comer a tres. Sentar a los personajes a la mesa me viene bien. Los novelistas suelen poner a la gente a comer. ¿Qué comen? ¿Cómo está servida la mesa? Para el menú, solicité la ayuda de una cocinera amiga, Ada Parellada, una mujer muy enérgica. Le pedí un menú para deslumbrar: angulas, crêpes de rape, flan de berenjenas, pato con peras y profiteroles de nata y chocolate. Me dispuse a cocinar esa comida, saqué la vajilla de mi abuela. Lo de las angulas era fácil, los crêpes de rape causaron sensación, el pato estaba muy rico y los profiteroles también. Sólo el flan de berenjenas me salió fatal, el de Ada era perfecto, rectangular. Le pregunté por qué a ti te sale tan bien, me contestó que los cocineros siempre se guardan algún secreto. Le mandé las fotos a Ada, me preguntó si mi libro llevaba fotos. No, le contesté, es que soy una maniática, una obsesiva.
-(Paco Cuesta) Tenía una pregunta que he recogido aquí, en
un pequeño grupo de nuestro club. Teníamos la duda de si estábamos ante dos
novelas. Una hasta la comida y otra desde la comida hacia adelante. Ahora se
entiende, empieza por el final y se puede predecir el principio. Ahora veo una
novela.
-(C.S.) Irrumpe Nina y comienza una dinámica distinta, más
teatral. Se empieza a coser y es otra cosa asumiendo lo anterior.
-(P.O.) Gracias, Paco. Muy atinado. Empieza por el final.
-(Lectora ) Me gusta la novela porque no soy española y me
permite ver cómo era antes la sociedad de este país. Pienso que la comida de
aquel tiempo sería más ecológica.
-(C.S.) Ada me dijo: tú no hagas caso, mucha crema de leche,
salsas contundentes, estaban de moda.
Yo no empiezo a escribir por el final, pienso primero,
planifico y lo sigo. Esa es mi manera, no sé por qué, quizás porque me conozco
y pienso que me despistaría. Para trabajar con constancia, tengo que saber lo
que voy a hacer. Es una sensación que detesto, la de no saber lo que voy a hacer. En
ese esquema interesa el final, leemos para el final, historias de las que podemos
extraer algo. La vida no nos ofrece esas historias que dan sensación de
redondez de todo completo y es lo que gusta más.
(María Ángeles y la compañera de lectura que tenía al
lado no están de acuerdo en ese punto, no es el final lo que más nos interesa de los libros)
Final de Media vida
-(C.S.) La gente habla del final. Como dice mi madre: si pago una
película me la den terminada. Procuro pensar mucho en el final para no
defraudar expectativas. Crear expectativas es fácil, resolverlas es muy
difícil. Seguir piedrecitas, el rastro que hay que seguir. Me encamino hacia el
final y es bonito.
María Ángeles Merino, la que esto escribe, va a hacer una
pregunta y Pedro Ojeda comenta que escribí en mi blog una continuación de Mediavida, con las cinco mujeres actualmente, ya muy mayores.
-(C.S.) Me gusta y me gustaría leerlo.
-(María Ángeles) Se me ocurrió en una cafetería del Espolón,
en Burgos, un lugar donde se suele tomar chocolate con churros. Allí había
cinco viejecitas hablando de sus recuerdos e imaginé que eran Olga, Nina,
Lolita, Marta y Julia. Quiero escribir una segunda parte en el blog.
Traigo, además, una pregunta de parte de unas amigas del
Facebook. Entre todas, se nos ocurrió preguntarte si sería posible Media vida
con cinco personajes masculinos. Si los hombres hablan entre ellos de sus
sentimientos.
-(C.S.) Sería muy difícil Media vida con cinco hombres. Ya
me lo habían preguntado. El personaje de Nina sería impensable en un hombre.
Los hombres hablan de tetas, culos y fútbol.
Se crea un ambiente divertido y Paco Cuesta exclama:
-(Lector) Hay un tufillo de salvadora, no veo clara una vida
tan trepidante, la veo en el papel de macho dominante.
-(C.S.) No esto de acuerdo. Julia valía y su partido se
encarga de que reciba una buena formación. Había mujeres, como Ramona, que
tuvieron que sacrificar una parte de su vida. Me lo voy a tomar como un
cumplido.
Hay otros lectores a los que les gustaría saber más de Julia, del internado a la agresión con las tijeras a un guardia civil, lo cual la lleva a la cárcel. Hay una parte de Julia que queda desdibujada, sería Guerra y Paz. No puedes contar todo. Julia ha comprendido que Vicente es lo único que tiene en el mundo. Julia hubiera dado para más de una novela. ¿Trepidante? No sé si es trepidante, es el momento de las casualidades. Una novela es una farsa, una impostura, en la vida no hay tantas casualidades. Una mujer serena, nada trepidante.
-(P.O.) Estamos acostumbrados a que nos cuenten determinadas
historias personajes masculinos. Se habla de la Transición como si no hubiera
habido una sola mujer. Julia puede chocar, hubo Julias. Almudena Grandes
también escribe novelas con personajes femeninos, es interesante que aparezcan.
El lector está intentando rellenar estos huecos. Nos ponen delante de estas
situaciones y nos preguntamos que hubiéramos hecho si hubiéramos sido Julia.
-(Lectora) Cuando comentamos la novela en el club,
destacamos el valor que da a algunos objetos: el paraguas, las tijeras, la
radio de fondo. ¿Eso está meditado?
-(C.S.) Está meditado, forma parte de mis tics. Objetos que
cobran importancia y toman otro significado. El paraguas…El objeto dialoga con
el lector, es un efecto muy premeditado, un guiño al lector que se entera o no
se entera de lo del paraguas. Para los que se enteran, que lo celebren conmigo.
Algunos objetos tienen una carga de significados. Las tijeras son un símbolo de
lo que se está intercambiando, el perdón. Las tijeras me sirven para definir al
personaje. Olga piensa en las tijeras, en todo lo que sobre ellas ha echado. No
puedo evitarlo.
(Lectora) la música juega también su papel, las canciones
dicen mucho.
-(P.O. Los objetos cuentan historias.
-(Lector) Cruel lo de las monjas. Lo relaciono con Los cipreses creen en Dios.
-(C.S.) No directamente, hay tantos ejemplos de monjas
malas. Hay lectores enfadados, suerte los que tuvieron monjas buenas. En el
colegio de mi madre había una monja buena, no pintaba nada. Las mías, las de mi
colegio, no me hicieron nada malo. Me agobiaron mucho, eso sí.
-(Lectora) Hay un salto generacional. Las había así y las
había asá.
-(C.S.) Quise hacer una novela coral y, al principio, pensé
en seis personajes. Te das cuenta de que no vas a poder abarcar tanto. Cuatro
eran pocos. El número ideal era cinco.
Quise que mi novela fuera un homenaje a la generación de
escritoras de Carmen Laforet y Carmen Martín Gaite.
Termina la reunión, Care Santos firma y dedica ejemplares de sus libros. Aquí tengo el mío. "La novela va a continuar en la mente del lector, este se ve implicado, necesita cerrar esa historia, la novela se tiene que terminar, cada uno tiene su continuación. "
Yo todavía tengo que terminar de escribir mi particular continuación.
Un abrazo de María Ángeles Merino