Los hombres llevan vestidos de cortesanos y las mujeres de majas. Ello responde al interés casi obsesivo de Goya por la mezcla de clases sociales, que era difícil de conseguir en la realidad pero que él lograba con asombrosa maestría en sus composiciones.
Comentario al ensayo "Usos amorosos del dieciocho en España", de Carmen Martín Gaite. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
Recordáis de mi entrada anterior, mi pequeña mentira literaria. Aseguraba que había llegado a mis manos un documento que os podía contar mejor lo de los usos amorosos en el dieciocho. Era un manojo de cartas, fechadas en 1795, que apareció entre documentos antiguos sin clasificar, en un archivo municipal de provincias. Y publiqué la primera de ellas, recordáis que la firmaba una mujer llamada Rosita que se dirigía a una amiga llamada Mariquilla.
Recordáis también como, al final, confesaba mi falta: "Perdonadme la mentira literaria. En mi imaginación, el libro de Carmen Martín Gaite bailó una contradanza con fragmentos que yo recordaba de “La escuela de los maridos” de Molière traducida y adaptada por Moratín,y de “La dama boda” de Lope de Vega. Y encontré una manera distinta de comentar la obra de este mes, más divertida que la línea recta".
En vista del éxito, y ya sin mentiras, aquí tenéis la segunda de las cartas, tras la segunda contradanza, bailada por el libro de Carmen Martín Gaite, en mi imaginación.
Madrid, a 25 de mayo del año de Nuestro Señor de 1795.
Mi querida amiga Mariquilla:
Recibí con gran alegría tu
carta y tus alabanzas. Me dices de lo bien que escribo, debo confesarte que es
mérito de don Juan, el dómine. Al principio, seguía con disimulo las
lecciones que daba a los niños, mientras repasaba la ropita, qué criaturas más
destrozonas. Pronto el
maestro se dio cuenta de mi interés y en cuanto los pequeños se iban
con el aya, a jugar media horita en el jardín, ya estaba conmigo. Aprendí a
leer y a escribir…ay, Mariquilla, qué bonito es aprender. Y cómo me coge las
manos, qué hombre más sabio y más guapo. Que no, que no, Mariquilla, que yo no
voy a dejar plantado a mi Pepón. Los sueños sueños son y cada oveja con su
pareja, siempre que sean del mismo rebaño y yo me entiendo.
Me cuentas que sales poco de
casa, ni a misa vas, a no ser los días en que repican recio, de la mano de tu
señor esposo, don Dimas, el viejo boticario. ¡Un marido de un rebaño mejor! ¡Qué suerte la tuya! Como
ahora puedes pagar a la lavandera, no vas al lavadero, a charlar con las viejas
amigas y a reír un poco. ¿Ta acuerdas? Na, ahora te quedas quietecica en casa
con tu juboncito de estameña, la ropica de color bien guardá en el baúl, entre
bolas de alcanfor, igual que tú. Pero
ahora eres la señora doña María y yo sigo siendo la criá de madama Baldomera.
Como te iba contando,
Mariquilla, mi señora doña Baldomera sa echao un cortejo, como las damas
principales. Y dice que tie derecho a esparcir las ideas como las semillas en
el campo, que pa eso se junta con otras madamas, cada una con su currutaco. Ella
con su Frasquito.
¿Y de qué crees tú que hablan?
Pues de lo mismo que nosotras, si vas a mirar, de trapos y de lo que hace la vecina,
pa criticarla. ¡Y de las probes que estamos pa quitarlas la porquería!
¡Valiente conversación! Dicen que en la Francia las mujeres discuten de filosofías y de
letras, aquí no, al menos en el salón desta casa. Aquí los hombres se
entontecen, con más delito, que ellos sí han ido a la escuela. Como la moda no
da para todo el día, se pasa a la maledicencia, creo que lo escribo bien:
maledicencia.
Pon que un día hablan de batas,
sale a relucir la que llevó una tal Dorina al paseo. Si era o no de buen gusto,
si la tela era de Francia o de Valencia, si de calidad las blondas, las
espiguillas o los nuditos. Y lo principal: de dónde ha venio la tal bata. Todos
lo saben, el señor cortejo es quien la provee de batas, abanicos, encajes y
demás. Pero a ver quién aporta el comentario más maligno…y cuando se aburren de
tanta mala baba, la toman con nosotras las criás, pa eso estamos, to por cuatro
perras mal contás.
Si estuvieras aquí a mi lado, Mariquilla, me preguntarías qué les va a los hombres en meter baza en esas tontunas. Te lo diré, lo hacen para caer en gracia a las mujeres y no dudan en tratar temas de mucho seso, tales son las cintas, los bucles, el tontillo o el limpiadientes. Amanerados dice el dómine, afeminados veo yo a estos del chichisveo. Petimetres les llaman, algunos han estudiado en la Francia y han vuelto hablando raro.
Me dicen que fue cosa de
nuestro rey don Carlos III que Dios guarde, que favoreció los viajes al extranjero
de muchachos de buena familia que prometían por su inteligencia. Y se pusieron
de moda las salidas y salieron muchos que no prometían nada, pisaverdes que
sólo sacaron en limpio unas cuantas modas tontas y el desprecio por todo lo
español, que ahí nos duele.
Pues, como te decía, los
petimetres del salón de mi señora han debido traer la maleta cargada de
fenelones y voltaires, amén de antítesis, epopeyas y sindéresis, qué bien copio
esas palabrotas que me pone de muestra el dómine, con su rayita encima y todo.
Por no hablar de los mil cachivaches gabachos que llevan encima: hebillas, sortijas,
espadines, cajitas y sobre todo relojes con muchos colgantes. Pasmada te
quedarías, Mariquilla, de ver a un petimetre con todo lo que le cuelga…de su
reloj: regaderas, faroles, bellotas, violines, corazones, llaves, guitarras, miles de juguetitos. Y
que si el buen tono, que si el peluquín escarchado o el color de pompadur. Y ni
te cuento cuando en la mesa piden un ragú o una sopa a la reina. Yo pasmá, que no me saquen de la carne guisá y las sopas de ajo.
Nuestros hombres, los de
nuestro rebaño, mi Pepón sin ir más lejos, a la vista de tanto señorito
afeminado, han dao en “majos”, haciendo gala de desafíos, desplantes y
bravatas. To a lo largo y ancho de Lavapiés,
el Rastro, Embajadores, nuestros barrios del pueblo. Pobre del señorito de
medio pelo que invada su territorio o tenga la desfachatez de fijarse en sus
mujeres. Con el rostro oculto a medias por el sombrero y la montera, el gesto
bravo y desafiante; estos son nuestros hombres, castellanos auténticos, machos
de verdad. Así es mi Pepón. Man dicho que Goya, el pintor maño, se fijó en él
para una de sus pinturas. Oloroso a ajo y con los arneses a cuestas, un
hombrazo digno de ser capitán de aquella reina católica llamada Isabel que así
los prefería, dicen. También cuentan que la tal Isabel era algo puerca y no se
cambiaba de camisa…hablillas.
Y lo peor de todo, amiga
Mariquilla, estas costumbres extranjeras están acabando con el honor, la fe,
las buenas costumbres de nuestra patria. Aquellos caballeros antiguos, de negro
y con su golilla, españoles de verdad, buen ejemplo para el pueblo llano. Estos
de ahora dicen que hay que gozar del mundo y no sé qué de las luces y las
razones. Y los curas abren las orejas, muy atentos a lo que toca a su oficio;
no cundan las ideas del tal Voltaire, creo que lo he escrito bien, y se
abandone la costumbre de ir a misa y comulgar por Pascua Florida. Y pagar diezmos el que los haya de pagar.
Este ejemplar de la Encyclopedie se guarda en la catedral de Burgos, aunque parezca mentira. Hubo un canónigo que se la compró.
Me dice el dómine que las ideas
de esos franceses no son malas, que to lo contrario, que nos darán más luz y
menos oscuridad. Tal vez me esté hablando de algo que alumbre más que los
pobres candiles que gastamos en nuestras humildes casas. Me ha prestado algunos
libros para que lea, me asegura que alumbrarán mi entendimiento. Si don Juan lo
afirma, así será. Me gusta leer y si no entiendo, pregunto.
De momento, aquí en el salón
paso las tardes, sirviendo el chocolate de la jícara a los petimetres y petimetras; sí ellas
también, gastadoras que agotan la hacienda del marido, horas y horas ante el
espejo para poder darse tono con un cortejo que las eche el incienso. Y los
maridos zanguangos a mirar, mira tú qué bonito.
A las criadas cada vez nos
tratan peor, ya no nos ven como amigas confidentes. Nuestro sitio debe estar al
lado de las mujeres que trabajan con sus manos: costureras, escofieteras,
bordadoras y empleadas en las manufacturas. Todas ellas han salio ganando,
menos mal, por el gasto que hacen las señoras, tan hambrientas de lujo. La industria del país irá parriba.
Nosotras somos majas, pues
nuestra media naranja es majo. Dicen que algunas señoras de las altas,
altísimas, nauseadas ante tanta petimetra emperejilada, han comenzado a copiar
nuestro estilo, el del pueblo. La principal, la duquesa Teresa Cayetana de Alba
que se aficionó de chica al trato de criados y criadas y tomó la costumbre
de corretear por los barrios donde tie sus palacios, el Juanelo y el
Barquillo. Es la que te dije en la otra carta, que su cortejo es el pintor
Goya, algunos se hacen cruces asegurando que va a pintarla vestida de maja, con
abanico y to. Y sin vestido, pero eso no me lo creo, hablillas, Jesús, Jesús.
Pero que Teresa Cayetana no tiene nada que
hacer al lado de doña María Josefa Alonso Pimentel, condesa duquesa de Benavente
y duquesa de Osuna, casi na. Mi maestro de letras me cuenta que esta señora es
muy sabia, que en su quinta “El Capricho” discute de artes, de toros, de
pintura, de teatro, de cambiar la sociedad y de libros… con escritores como
Moratín o don Ramón de la Cruz, el del teatro. Y con su cortejo, cómo no, que
es el marqués de Bondad Real.
Mas se alía con su rival, la de Alba, para ir en contra de la reina nuestra señora, doña María Luisa de Parma; pues las damas viven toas pendientes de los bailes, vestidos y maneras más o menos chocantes de las dos duquesitas. Y que rabie la reina que no es modelo para nadie, tan antipática, qué fea la pobre, tan vieja y con los dientes de madera. Sí, como oyes, de madera. Y el cortejo de la reina ¿sabes tú quién es? Primer ministro y favorito del rey...y de la reina.
La de cosas que te escribo,
Mariquilla, amiga. Como ves, aquí en Madrid, son las casadas las que se toman
libertades, las que se apoyan en el nombre del marido para respetarles o para
colocarles los cuernos, depende de cada cual. No creo que tu boticario marido
te consintiera echarte un cortejo, la mujer casada… la pata quebrada y en casa.
De momento, son libres unas pocas con suerte. ¿Lo seremos todas algún día? ¿Seremos algo sin ser señoras de alguien? Esto te lo digo a ti porque hay confianza, me llamarían loca, Mariquilla de mi alma.
Recibe un abrazo de tu amiga
que lo es:
Rosita
Aquí termina la segunda carta
de Rosita. Espero que os haya gustado. Es un homenaje respetuoso a doña Carmen
Martín Gaite, viva en el recuerdo de sus lectores.
Un abrazo de María Ángeles Merino
Un abrazo de María Ángeles Merino
Se te da muy bien el género epistolar, mi querida Rosita.
ResponderEliminar¿Que te voy a decir? Yo a la Duquesa de Osuna, Doña Ma Josefa Pimentel, le tengo un gran cariño por muchos motivos, no sólo por haber sido la mecenas de Goya. Era bonita, tremendamente educada, en fin... etc, etc, etc.
Besos
Que lista es la Rosita con media hora diaria de clase ; las pilla al vuelo.-Por lo que explica y datando esta carta en la fecha que se remite: no hemos cambiado mucho en cuanto a quedarnos con todo lo de fuera y cultivar poco lo nuestro.
ResponderEliminarEsperando la próxima me encanta este cotilleo y el juego que da.
Gracias una vez más, por estos ratillos que compartes.
Un abrazo.
"sa echao un cortejo", qué descriptivo. Y una mujer que aguza su ingenio para aprender a leer y escribir.
ResponderEliminarQué buena forma de enfocarlo, a tu manera de siempre.
ResponderEliminar"Pobre del señorito de medio pelo que invada su territorio o tenga la desfachatez de fijarse en sus mujeres".
A diferencia de ahora. Príncipes con plebeyos
Lo tengo en cuenta para leer
Un abrazo
Me maravilla esa capacidad tuya para escribir cartas metiéndote en la piel del personaje adoptando su vocabulario al hablar y escribir, sus costumbres...
ResponderEliminarSiempre pienso qué trabajo de documentación tienes que llevar a cabo para después plasmarlo en este género epistolar que tan bien se te da.
Besos
Me está gustando tu manera de enfocar el tema, siempre de forma tan atractiva e interesante que haces crecer el interés.
ResponderEliminarLo tengo que buscar. Martín Gaite, me gusta mucho.
Besos.
Una deliciosa carta de Rosita a su amiga Mariquilla, bien escrita y bien documentada.
ResponderEliminarUn abrazo
Besos
Buenas noches, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarQué estupenda carta, y cómo disfruta Rosita aprendiendo, y observando todo.
Con tanta moda y “tontillo”, entre vestirse y desnudarse tenían que faltarles horas a las madamas.
Y hasta de Fénelon habla ella con el dómine, y comenta con su amiga Mariquilla.
Abrazos
Llegará. Llegará la rebelión de las Majas.
ResponderEliminarBesos
Las ganas de aprender que tiene Rosita la permiten ser una especie de reportera de lo que acontece a su alrededor. Se mueve entre dos rebaños y eso le permite ver los acontecimientos desde dos ángulos.
ResponderEliminarMe encanta su ironía y lo picaruela que a veces llega a ser.
Qué bien lo haces, Angelines.
Un abrazo.
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