miércoles, 24 de septiembre de 2014

"De las razones que pasaron entre don Álvaro Tarfe y don Quijote sobre cena" (1)


Comentario  al segundo capítulo del Quijote de Avellaneda, para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda. 

Abro una entrada nueva y busco una imagen para el  medieval "amor cortés". Comienzo a escribir y , en la pantalla, me saluda el sabio moderno y verdadero de la semana pasada, vestido a la usanza morisca. 



-Salam Aleikum, mi señora.

-Aleikum Salam, sabio Alisolán.¡ Seáis bienvenidos a este humilde  rincón de los canalículos digitales! Maguer nos interrumpa la presencia airada del cronista cervantino Cide Hamete, ruégole continúe con el capítulo segundo, en extracto, para alborozo de estudiantes rastreadores de comentarios librescos. Y para disfrute y deleite de mis amigos, los visitantes de este blog.

-Sus deseos son órdenes, mi señora, buena amiga de don Quijote, sea cual sea el cronista. Ruégole que su devoción por San Cervantes no le nuble el entendimiento y le impida valorar en sí mismo a este que califican de "apócrifo".




-Así sea, escuchóle y solicitole un respeto hacia mis santos, Avellane...sabio Alisolán.

-En el primer capítulo, el viejo hidalgo presentaba síntomas de desvanecimiento caballeresco. Porque Sancho se ocupó de  refrescarle alguna de sus amadas lecturas y Don Álvaro va y le habla de justas y de amores corteses y de  damas chicas. Avivado el fuego,  ya no se resignará a pasar setecientos años en compañía de piadosos libros.

Ahora don Quijote tiene un negocio importante para tratar con un huésped  hábil "en todas materias". Veamos si lo descubrimos en el segundo capítulo titulado:
Al parecer la cena no fue tan chica como la dama que ocupaba el corazón de Álvaro Tarfe. Don Quijote le dio razonablemente de cenar, no faltarían los palominos y el ama los aderezaría convenientemente. 

-¿Palominos? ¡Son para los domingos! ¡Y pocos! "Algún palomino de añadidura los domingos" escribe don Miguel. ¿Y qué ama los ha de aderezar? ¡En su cocina no entran viejas espías! 


-Ahí está Cide Hamete, cide Alisolán, hablemos en voz muy baja y, tal vez así, no nos interrumpa. Acabo de recibir un mensaje de uno de mis secundarios cervantinos, dice saber de buena tinta que Hamete está bastante sordo.

-Se hará ansí, como vos decís. Digo que levantaron los manteles y el huésped le manifestó su extrañeza. Porque Don Quijote no parecía el mismo que conoció en la plaza del pueblo; absorto, apenas acertaba a dar una respuesta coherente a lo que le planteaba, en la conversación. Preguntole si acaso era casado y respondiole que Rocinante era el mejor caballo cordobés. 

Sin duda, algo atormentaba al hidalgo y el invitado le suplicó se sirviera comunicarle su sentimiento, para aliviarse algún tanto y por si estaba en su mano poderlo remediar.

Don Quijote agradeció la buena voluntad del granadino, mas su imaginación no había quedado suspensa y asaltada por gigantes, princesas encantadas, serpientes, endriagos y demás fauna; aunque fuera fuerza en quienes "profesamos el orden de caballería y nos hemos visto en tanta multitud de peligros". 



Cuadro de la quijotesca pintora Ana Queral

-Nadie le ha dicho nada de imaginaciones suspensas, ni de gigantes, princesas ni bicharracos fantásticos. Todo se lo dice él.

-"Maravillóse mucho don Álvaro Tarfe de tales y comenzó a tenerle por hombre que le faltaba algún poco de juicio". Y, para enterarse, le preguntó por la causa que le afligía.
"El hijo de Venus" tenía herido con su afilada saeta, a don Quijote. Nadie le podía ayudar, la ayuda solo podía darla la  "bella e ingrata Dulcinea". 

-  Y, al final, en la derrota, nos hizo saber que "Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo..." 


-Hable bajo, sabio Alisolán, que el Cide ha oído algo y nos está recordando el origen de Dulcinea. No le irrite su mercé, haya paz...siga.

-Don Quijote deseaba que su huésped entendiera que su camino era el mismo de la caballería andantesca, "imitando en obras y en amores a aquellos valerosos y primitivos caballeros andantes". Que Amadís, Belianís, Esplandián, Palmerín...fueron el espejo en que se miraba.

- "Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar-que era hombre docto, graduado en Sigüenza-, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás,barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, yque si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula..."




 -¡Chiss! ¡Que le ha debido oír lo de los espejos en que se miraba don Quijote! 

-Decía, señora mía, que don Álvaro quedó maravillado de tan loca enfermedad y "quiso enterarse cumplidamente della". Admirose y no poco de un hombre enamorado flaco, seco y viejo, que pasaba de los cuarenta y cinco; dado el trabajoso camino  por donde camina el amor: malas noches, aguas y nieves.


Bien lo sabía el Tarfe, que picado de la curiosidad, preguntaba si era de aquí o forastera. Y bien le tiraba de la lengua cuando apuntaba que no  sería menos bella que las bellas de la antigüedad: Diana, Policena, Dido...

Hermosa, llena de gracia, pero más fiera y cruel que Medea. Así la veía el caballero andante, quisiera Dios "que con el tiempo, que todas las cosas muda, trueque su corazón diamantino y, con las nuevas que de mí y mis invencibles fazañas terná, se molifique y sujete a mis no menos importunos que justos ruegos".

-¡Qué Dulcinea más fiera! 

-Fiera y todo, don Quijote de la Mancha la proclamaba como "princesa Dulcinea del Toboso".

Don Álvaro quiso reírse de muy buena gana, pero disimuló, no quería enojarlo. Le dijo, con cautela, que nunca oyó nombrar tal princesa, ni la hay en toda la Mancha, que podría ser un sobrenombre.

Don Quijote replicó, no todos saben todas las cosas, pero él haría que su nombre fuera  conocido en los reinos más distantes. Por ella hizo en su servicio heroicas hazañas, mas ella se mostró como "leona de África" o "tigre de Hircania"; respondiendo a los papeles que le envíaba "con desabrimiento y despego". 



El caballero andante escribió arengas más largas que las de Catilina, poesías más heroicas que Homero y más tiernas que las de Petrarca a Laura, "con más agradables episodios que Lope de Vega a Filis, Celia, Lucinda, ni a las demás que tan divinamente ha celebrado".

-Vuesa merce, señor Avellaneda, no pierde ocasión de alabar a don Lope de Vega. Buen poeta, a quien no le faltaron mujeres que celebrar, por cierto. 


Lope de Vega 

-El admirado Fénix de los Ingenios. Solo soy un humilde admirador y no soy Avellaneda, soy su cronista Alisolán. Que, por cierto, su Cervantes, manifestó admirar también:

Y, para que don Álvaro viera ser verdad lo de los escritos, quiso mostrarle dos cartas: una que escribió y envió con el escudero Sancho y otra con respuesta della. El caballero granadino se hacía cruces de ver la locura del huésped. 

Al ruido de abrir los cajones del escritorio, acudió Sancho Panza, con la barriga harto llena de los relieves de la cena. "Y, como don Quijote se asentó con las dos cartas en la mano, él se puso repantigado tras las espaldas de su silla para gustar un poco de la conversación". Su amo deseaba que estuviese cerca, como testigo del "inhumano rigor" de Dulcinea.



Sancho dio una pintura muy diferente de "Aldonza Lorenzo",  que así se llamaba en verdad, como constaba en la primera parte desta historia. Se lo tenía dicho, se preguntaba si había de andar su señor yendo de caballerías, con penitencias, calabazadas y sin comer por una...No dijo el calificativo y se puso a soltar refranes, uno detrás de otro, hasta que se le mandó callar. 

Mas, con todo, el escudero siguió con su versión. La muy "zurrada" estaba, "la muy puerca", "hinchendo un serón de basura con una pala". Dijole que traía una carta de su señor y respondiole arrojándole una gran palada de estiércol. 


-¿Hinchendo basura? ¿Qué embustes suelta el villano? Ahechando trigo candeal es una imagen más hermosa, aunque sea también falsa. Mas yo no conozco a ese Sancho, tan mal hablado y que maltrata ansí a Aldonza Dulcinea. Zurrada y puerca, mi  don Miguel de Cervantes non podrá sufrir tamaño desatino; cogerá la pluma y, si hay que enmendar capítulos enteros, se enmiendan. Que no había péndola más ágil en todo el reino.

¡Don Álvaro Tarfe! Vos no visteis jamás al verdadero don Quijote de la Mancha, vos...



-He de suprimir la voz del ingenio llamado ordenador, así no oiremos los improperios. Escriba voacé  como fizo el último día. 

-Don Álvaro non ha de espantarse, añade Sancho, a fe que han recibido caballero y escudero, de garrotazos más de cuatro veces, por amor della, en las aventuras o desventuras pasadas.

-¡Álvaro Tarfe! Imploro al verdadero, al cual...

- Escribo que a don Quijote le disgustaba tal comentario y amenazó con molerle las costillas. Así lo hiciera si el Tarfe no le tuviera el brazo y le hiciera sentar. El enamorado caballero abrió la carta, para que su huésped la conociera, junto a la respuesta della. Así razonaría el granadino si tenía razón el viejo hidalgo de quejarse de ingratitud. Había de disimular la risa...

Seguiremos con las cartas, y no hemos terminado el segundo capítulo. Pensaremos en como eludir las interrupciones de Cide Hamete, aunque yo esté más de su parte, ya me conocéis. Nada, no he dicho nada, sabio Alisolán. Que Alá le acompañe, me ha resultado asaz grato su relato. 




Un abrazo de:

María Ángeles Merino
Alisolán habla en azul.
Cide Hamete habla en verde.
María Ángeles habla en negro.

3 comentarios:

  1. Buenas noches, Abejita de la Vega:

    Estupenda representación.
    ¡Qué capítulo más divertido!
    Sin la importancia de Cervantes, no leeríamos este Quijote de Avellaneda. Pero hay que reconocer que da sopas con honda a la mayor parte de los escritores actuales.

    Abrazos.

    P.D.: Cuando he visto tu Dulcinea he pensado que habíamos coincidido al escoger la misma imagen. Al mirar mejor, he comprobado que las dos habíamos ido a Madrid, y al mismo lugar.

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  2. Muy buen juego este de ir comparando un Quijote y otro en las distintas voces que se van asomando. Claro que tú lo puedes hacer y no digo que no te cueste tu trabajo, pero no en vano conoces muy bien al verdadero D. Quijote de la Mancha.

    Gracias por poner en mi última entrada el enlace que hay en tu blog sobre todas las ocurrencias que le pasaban por la cabeza al Sanchico, cuando no me quería perder el participar en la lectura del Quijote de Cervantes que se nos propuso desde La Acequia. Gracias de verdad. Sin tu ayuda no lo hubiera escrito.

    Besos

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  3. Estos dos terminan pegándose, ya verás tú...
    Qué divertido: perspectiva cervantina para explicar un juego intertextual. Acertado.

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