Comentario en torno a la novela "La saga/fuga de J.B.", de Gonzalo Torrente Ballester. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
En mi última entrada, la primera en torno a “La saga/fuga de Torrente Ballester”, manifestaba mi desamparo ante la nueva aventura lectora. Solicitaba el auxilio de los "veciños" y de nuestro ínclito profesor. Incluso debí contagiarme del ambiente mágico reinante en el enloquecido Castroforte del Baralla, ya que imploré a Santa Lilaila. No podía con la empanada...tanta gente vociferante, tamaña masa de lamprea y cuerpos santos incorruptos. Todo en medio de la niebla y la incipiente luz del amanecer.
Allí ya me hacía cruces ante la marítima y milagrera balada apócrifa que me esperaba y la perspectiva de seguir, a partir del primer capítulo, la senda manuscrita y monologada de José Bastida, profesor de Gramática pobre, hambriento y represaliado. Y visionario, añado ahora, y espiritista por necesidad, pobre hombre.
En mi última entrada, la primera en torno a “La saga/fuga de Torrente Ballester”, manifestaba mi desamparo ante la nueva aventura lectora. Solicitaba el auxilio de los "veciños" y de nuestro ínclito profesor. Incluso debí contagiarme del ambiente mágico reinante en el enloquecido Castroforte del Baralla, ya que imploré a Santa Lilaila. No podía con la empanada...tanta gente vociferante, tamaña masa de lamprea y cuerpos santos incorruptos. Todo en medio de la niebla y la incipiente luz del amanecer.
Allí ya me hacía cruces ante la marítima y milagrera balada apócrifa que me esperaba y la perspectiva de seguir, a partir del primer capítulo, la senda manuscrita y monologada de José Bastida, profesor de Gramática pobre, hambriento y represaliado. Y visionario, añado ahora, y espiritista por necesidad, pobre hombre.
Al parecer, siguiendo la
introducción de Becerra y Gil, tras un largo proceso
de gestación de la obra, con una primera versión quemada en la chimenea, Torrente Ballester
decidió que la saga fuga no podía contarla él sino que necesitaba otro narrador y el
único posible era José Bastida, “a pesar de todos los inconvenientes”.
Acabáramos.
Y el paupérrimo
personaje será el autor narrador de una crónica que se remonta a la Edad Media, “en forma de saga y vehiculada
en el paralelismo de diferentes épocas”. Porque, al parecer, siempre va a haber
un J.B protagonista y defensor de la ciudad frente a uno o varios antagonistas
que pretenden someterla. Todo invención del cronista. ¿O no? El autor dice sospecharlo así.
La balada irónica y oceánica que
precede al primer capítulo nos conduce, a través de las olas y las exhortaciones, al momento en que el marinero Jacinto
Barallobre, JB, “una noche, hace ya mucho tiempo”, en medio de la mar "Tenebrosa", se
ofrece a recuperar el Corpo Santo de una mujer muerta que viaja en su urna de
cristal, en una barca iluminada por luz sobrenatural. La épica composición presenta más anacronismos que una película de romanos con reloj; no
puede ser sino apócrifa y suponemos, más adelante, que obra del cronista Bastida.
Se nos pinta una sonrisa cuando el narrador alterna el tono grandilocuente con el cutre y coloquial, como en el chusco acuerdo del primer JB con el Señor Obispo: podrá llevarse el "corpo", será para sus hijos y nietos, pero "el puñetero gallego desconfiado" habrá de retejar cada vez que llueva y haya goteras en la iglesia donde instale a la santa. Que volverá a la mitra, la del obispo, si no se cumple así. Entre olas y guiños a la leyenda del Apostol Santiago, tan verdadera como la de Santa Lilaila, pasamos al primer capítulo, que ya era hora.
José Bastida habla en primera persona: "Evidentemente yo hubiera podido escoger...". Profesor de Gramática, feo, pobre, hambriento soñador de chuletas jugosas y solitario...considera imposible hablar con alguien que no sea con Julia y con esta..."como plato de segunda mesa". Como no puede hablar con casi nadie, lo hace con nosotros.
Balada del Santo Cuerpo Iluminado, el "Os Luisiadas" de Castroforte del Baralla.
José Bastida habla en primera persona: "Evidentemente yo hubiera podido escoger...". Profesor de Gramática, feo, pobre, hambriento soñador de chuletas jugosas y solitario...considera imposible hablar con alguien que no sea con Julia y con esta..."como plato de segunda mesa". Como no puede hablar con casi nadie, lo hace con nosotros.
Al principio, daba clases en un colegio de Castroforte, donde sufría las burlas de los alumnos y sentía vivos deseos de acogotar al director don Celso. Y lo hubiera hecho de seguir el consejo del anarquista Bastidoff, una de sus imaginarias compañías. Don Celso lo despedirá por impartir clases particulares sin permiso y sin compartir honorarios, a quién se le ocurre. Se las daba a la señorita Vieites que preparaba oposiciones de magisterio y no distinguía las causales de las consecutivas. El aula era la habitación de la opositora, en la misma pensión del "Espiritista", aquella en que vivía Bastida. Las mil quinientas pesetas que la alumna iba a abonarle le servirían para comer una chuleta sangrante y restaurar sus fuerzas decaídas.
Julia, la hija del dueño de la pensión, la única persona real con quien puede hablar, ya le advirtió que la Vieites era una lagarta y que le cobrase por adelantado. Pero don Joseíño no se atrevía a molestar a una "chica de dinero". La adinerada aprobó y si te he visto no me acuerdo. Ni dinero ni chuleta.
Tenía razón Julia: lagarta lagartísima que, entre las causales y las consecutivas, va y le muestra un pecho y luego otro, ante los atónitos ojos del treintañero que jamás había visto pecho femenino alguno. Nunca se había sentido tan humillado...En compensación, Julia le quiere un poquito, aunque tenga un novio seminarista que la visita los fines de semana. En secreto, le entrega algunos suplementos alimenticios; es una chica realista y de buen corazón, además de guapa.
La solución económica viene de la mano del "Espiritista", el dueño de la pensión. Con otros siete vecinos ha creado el "Círculo Espiritista y Teosófico del Baralla". Piensa que el desgraciado profesor posee cualidades de medium y le contrata como tal. A cambio, le da cama y comida, la mínima para que no muera de hambre. Espera que Bastida le ponga en contacto con el nazi Goebbels, para que le confirme que Hitler no ha muerto.
Como no tiene trabajo, Bastida se dedica a buscar documentos relacionados con Castroforte, en los archivos de la ciudad. De ahí va a salir su crónica redactada con mucho tesón, a pesar de no ser castrofortino.
Don Joseíño habla con cuatro amigos imaginarios: el francés M. Joseph Bastide, el inglés Mr John Bastid, el ruso Bastidoff y el portugués José Barbosa Bastideira. Cada uno tiene su personalidad pero todos son ficticios. Y todos esos desdoblamientos van a colaborar en el tejido de la mejor crónica fantástica para una ciudad fantástica.
Seguiremos con la saga/fuga. El escritor no nos lo ha puesto fácil, pero confiamos en ir entrando. ¿O no? Un abrazo de:
María Ángeles Merino
Yo también lo he comenzado, y creo que lo puedo seguir a pesar de la dificultad que, aparentemente, tiene. Va bien leer lo que comentáis los demás, para comparar el nivel de despiste propio.
ResponderEliminarUn saludo
Eso espero que nos allane la entrada que esta un poco espinosa...pero gracias a tu aporte porque sino... nanas.
ResponderEliminarNos leemos, hasta la próxima.
Besos MªAngeles.
Qué buena aportación, Mª Ángeles. En efecto, Gonzalo Torrente Ballester comienza por donde debe: cuestionar el género -saga/fuga- y al narrador. A partir de ahí, todo es posible.
ResponderEliminarAntes de que se me olvide: magnífico el artículo enlazado de Jose María Merino, contagiado de la continuidad tan seguida de GTB.
ResponderEliminarVaya que entraste con buen pie, bien se conoce que despejó la niebla y aclaró el día de la comprensión de esta novela tan endiabladamente enrevesada.
Muy buena tu observación de la mezcla que usa el autor de los diferentes niveles de lengua, que oscila de la altura intelectual del lenguaje teológico al habla de los paisanos para expresar sus preocupaciones diarias.
Una vez empezado, todo es más...
Un abrazo.
Ya veo que poco a poco y quizá sin darte cuenta, cómo te vas metiendo en este maremágnum de idas, venidas, personajes, y avatares en que nos quiere envolver D. Gonzalo, todo ello bien aderezado con sus diferentes lenguajes de acuerdo a los tipos que lo hablan y siempre dándole un especial sabor con esa ironía y guasa que gasta.
ResponderEliminarSeguimos en La saga/ fuga de este J.B, que es uno y es muchos a la vez, como el resto de los mortales.
Un abrazo
Luz
No estoy leyendo el libro, voy de vaga ultimamente, pero por tus comentarios queda la sensación de que es "duro de roer" y lo debe ser si a tí te lo parece.
ResponderEliminarDe este autor quitando Los gozos y las sombras, por la serie de la tele, sólo recuerdo haber leído hace mucho, "Filomeno, a mi pesar" no me gustó mucho.
Besos, Mª Ángeles.
ResponderEliminarMª Ángeles, tú puedes con eso y con más. Seguiré tus comentarios que son tanto o mejor que leer el libro.
¡Qué vaga estoy! Lo suyo es leerlo. ;-)
Besos
Me parece que usted leyendo esta novela se infectado de la guasa de autor y nos toma algo el pelo;-)Niebla? Yo leo sus comentarios y pienso: "más claro el agua".
ResponderEliminarMe has hecho reír de nuevo con eso de: "La épica composición presenta más anacronismos que una película de romanos con reloj (...)"
ResponderEliminarBuenísimas las ilustraciones.
Besos