Leemos "Dejar las cosas en sus días". Nos familiarizamos con personajes y acontecimientos ficticios, no son reales pero podían haberlo sido. Y, para que el lector los viva, la escritora ha de echar unos cimientos convincentes de realidad.
La Sociedad Hullera Española tuvo realmente, en la primera mitad del XX, un director madrileño. En su casa, la de Pomar, disponían de billar y biblioteca. Y la sola mención de la biblioteca, ay quién tuviera una biblioteca en casa, espoleaba la imaginación de la niña Laura Castañón, cuyos primeros veinte años transcurrieron "en el límite de los concejos de Mieres y Aller".
Y existió un "Señor Marqués" real, Don Claudio López Bru, santo u opresor de los mineros, según quien cuente la historia. El azar quiso que la escritora "siendo adolescente tuviese acceso al libro de actas del jefe de los guardias jurados del Marqués de Comillas...en esas actas contaba todas las incidencias domésticas que ocurrían en sus posesiones. Más o menos como las cartas que Benito Montañés escribe diariamente al marqués". Todavía hoy lamenta que por entonces no se hicieran fotocopias. Seguramente, ahora ha tenido que hacer muchas; la documentación para esta novela, nada sencilla, ha debido ser abundante: libros de Historia, periódicos de la época...
Iglesia de Bustiello y monumento al "Señor Marqués" (Territorio Museo Poblado Minero de Bustiello)
Y Laura Castañón, una periodista real, crea a Aida, una periodista ficticia, empeñada en "recuperar y dignificar el pasado al amparo de la apertura de fosas comunes previo a la aprobación de la Ley de Memoria Histórica". Y, al reconstruir la historia de su familia, Aida se integra como viga maestra en un relato coral articulado en torno a si es mejor "dejar las cosas en sus días". Porque el pasado se enreda con el presente hasta unos extremos que no imaginamos. Y lo puede complicar.
Tras don Benito Montañés, el director madrileño de la mina, van surgiendo los personajes: Paloma, Claudia, Ángeles, el médico Don Efrén, Camino...Y su personalidad se va completando con el modelado imaginativo de cada lector. Soy una lectora de la novela y...
A los Montañés los sueño como prisioneros en un entorno del que desean escapar, buscando resquicios por donde hacerlo.
Así Benito Montañés, el director de la mina, madrileño exiliado en tierras asturianas:
"Y es que Benito siempre tuvo muy clara la diferencia entre el verbo ser y el verbo estar, y él estaba en Asturias pero era madrileño y lo sería toda su vida, de modo que la estancia en el norte venía a ser una especie de exilio necesario, una emigración de lujo..."
Don Benito escapa convirtiendo la casa de Pomar en una isla madrileña: celebración de San Isidro, cocido madrileño, callos y paseo con la familia por las carreteras locales con gestos de estar en el Retiro. Y al "Petit Madrid" se suman las prohibiciones: los criados no pueden hablar ni una palabra en asturiano, tampoco sus hijos que tienen vedada cualquier relación con niños que no sean los del ingeniero y los del médico...con reservas. Y no van al colegio para no contaminarse con los "guajes" de los mineros. A la primogénita la estigmatiza con el nombre de Isidra. Las trillizas se llaman Paloma, Almudena...y Begoña por la patria vasca de su mujer Ángeles Ariznabarreta, la que tras el triple alumbramiento grita algo impropio de una mujer sumisa y recatada:
"¡Ni María de la Cabeza ni María de los Pies, o ya sabes donde vas a dormir lo que te quede de vida, cojones!"
"Y es que Benito siempre tuvo muy clara la diferencia entre el verbo ser y el verbo estar, y él estaba en Asturias pero era madrileño y lo sería toda su vida, de modo que la estancia en el norte venía a ser una especie de exilio necesario, una emigración de lujo..."
Don Benito escapa convirtiendo la casa de Pomar en una isla madrileña: celebración de San Isidro, cocido madrileño, callos y paseo con la familia por las carreteras locales con gestos de estar en el Retiro. Y al "Petit Madrid" se suman las prohibiciones: los criados no pueden hablar ni una palabra en asturiano, tampoco sus hijos que tienen vedada cualquier relación con niños que no sean los del ingeniero y los del médico...con reservas. Y no van al colegio para no contaminarse con los "guajes" de los mineros. A la primogénita la estigmatiza con el nombre de Isidra. Las trillizas se llaman Paloma, Almudena...y Begoña por la patria vasca de su mujer Ángeles Ariznabarreta, la que tras el triple alumbramiento grita algo impropio de una mujer sumisa y recatada:
"¡Ni María de la Cabeza ni María de los Pies, o ya sabes donde vas a dormir lo que te quede de vida, cojones!"
Ángeles Ariznabarreta muere y ya no necesita nada, a gusto se hubiera ido ella a su querido Bilbao, con su prima Begoña.
Sus hijos, obligados a vivir como madrileños asturianos, buscan la grieta por donde escapar del gueto impuesto: Sidra la mayor, las trillizas Paloma, Almudena y Begoña, el único varón Manuel y Claudia la pequeña. Paloma y Claudia son las que encuentran la salida con más facilidad, son las que se nutrieron con la leche de mujeres de Bustiello y se nota. Las más sanas, y también las más decididas, respondonas y "chicazos"; mucho más que el frágil Manuel que siempre pierde en las peleas.
Isidra, Sidra, asumirá dictatorialmente la dirección de la casa y de los hermanos, será la guardiana del gueto y sus normas. A pesar de los bofetones, los críos escapan de la prisión, trepan a los árboles y se llenan la barriga con cerezas gordas. Se portan como niños que son, dirán "guaje" y cantarán: "Por comer cereces danza, púsose el mio Xuacu malu...". Y Paloma será una hábil cazadora de lagartijas, en compañía su hermano de leche, esforzándose por hablar en asturiano. Y proclamará ante Sidra que esto no es Madrid, como querría papá. Luego viene el bofetón pero no importa.
Hijas de Montaves, en Bustiello (Biblioasturias)
Pobre Sidra, tan mala, soñando con vivir en Oviedo, como una señorita burguesa. Y se enamora y desencadena una tragedia. Los sentimientos de culpa la aniquilarán y se convertirá en una muerta viviente. Culpable de la muerte de su adorado y atildado Germán y de su hermano Manuel, aunque los asesinos sean otros, unos bestias fascistones.
Paloma, la trilliza respondona, vivirá lo suficiente para servir a su sobrina nieta Aida como fuente viva en sus investigaciones en torno a los Montañés. Nunca olvidó su amor juvenil por el maquinista Antón; aunque pronto la apartaran de él para casarla con el indeseable Eusebi Bartomeu, el hijo de del rijoso ingeniero Gustavo Bartomeu. El muy cuco propició la boda para tener cerca a la nuera quinceañera y... Paloma habrá de escapar de la mano de un nuevo amor. Morirá, ya nonagenaria, soñando con aquel maquinista y sonreirá a la broma de la vida...ya veréis por qué.
Almudena y Begoña terminarán en un convento, una salida honorable a la medida de los tiempos y las circunstancias, tras la muerte de su padre. Porque tras la desaparición de Manuel, don Benito irá a la deriva, caerá en la depresión y morirá pronto. No volverá a su querido Madrid. Exilio eterno.
Con otro tipo de exilio, ideológico, ha de vivir el médico de la comarca, don Efrén Rubiera, representando una vida ficticia de hombre conservador, ajena a sus ideas revolucionarias. También ha de ocultar su amor hacia la joven viuda Camino, la que amamanta a Claudia Montañés, al mismo tiempo que a su Andresín. Don Efrén, Camino, Andrés y Claudia llegarán a sentirse como una familia no biológica, paralela a las oficiales: la que el médico forma con su mujer e hijos y la que Claudia tiene ya en Pomar.
Sanatorio (Territorio Museo Poblado Minero de Bustiello)
¿Y Aida? La periodista Aida ha caído presa del amor hacia Bruno, un hombre incapaz de dar amor. Lo de ella es un exilio afectivo. Su resquicio será la investigación familiar y la ilusión de encontrar los restos de su abuelo Ángel, el de la abuela Claudia.
En realidad, todos vivimos algún tipo de exilio, no sólo los Montañés...
Seguiremos soñando "Dejar las cosas en su días".
Un abrazo de:
María Ángeles Merino
Entre el verbo ser y estar si que hay una gran diferencia...muy bueno este apunte.
ResponderEliminarBegoña: es un nombre casi obligado en todas las familias Bilbainas y no iba a ser una escepción en la mía ya que mi madre es bilbaina y una de mís hermanas se llama Begoña.La pobre mujer de don Benito le duro poco el arrebato Q.E.P.D.
Con este organigrama tan bien planteado ya conocemos cada personaje y su cometido en esta novelatan interesante.
Besos feliz semana
Una parte de historia y otra de vivencias personales narradas con precisión. La lectura dará mucho juego.
ResponderEliminarBesos
Como bien apuntas parece que ninguno de los personajes están en el sitio que les gustaría y por eso se sienten atrapados en un mundo que no les hace felices. Muy buena apreciación la tuya de buena y atenta lectora.
ResponderEliminarParece que la novela a mi también me va atrapando. Laura Castañón conoce y aplica muy bien las técnicas de la narrativa para seducir al lector, que es de lo que se trata.
También me gusta mucho tu título: cimientos de realidad para unos personajes exiliados. Supongo que a lo largo de la novela también se irá viendo ese dejar las cosas en sus días y lo que tú apuntas.
Voy por la página 163, aún me quedan unas 400 páginas que darán mucho de sí.
Un abrazo
Luz
El lunes me compré el libro (qué gordo! Parece el libro gordo de Petete, Jajajaja!)pero todavía no lo he empezado, tengo otro entre manos, así que a ver si me lanzo enseguida a la lectura. De momento, voy haciendo boca con tus comentarios, y los de Pedro (no me da tempo a leer las otras reseñas...!)
ResponderEliminarGracias por tu forma tan amena de llevarnos de la mano por esas vidas de ficción.
Un abrazote!
;)
En efecto, en la novela se construye la ficción desde los hombros de la realidad. Por eso esa sensación tan cercana de tiempos, personajes y lugares.
ResponderEliminarQué buena es la escena de Ángeles primeriza dando a luz. Yo me reí con ganas. Don Benito es un tipo raro, tiene a su mujer con las contracciones, dando a luz, y se le ocurre decir que se va a meter a cura... No me extraña que ella estuviera hasta el moño de él cuando Claudia venía.
ResponderEliminarYa vuelvo a estar con retraso en la lectura, a ver si este "finde" me pongo un poco al día ahora que he terminado con MM.
Un abrazo.
Buen reportaje de Bruselas de tu compañero de escritura.
Buenas noches, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarHasta verano no me embarcaré en esta lectura.
Me iré situando con los datos que aportáis. Tuve mucho interés, en un tiempo, por todo lo relacionado con el Marqués de Comillas y sus sucesores.
Abrazos.
Abejita, deberías haber sido crítica literaria porque tus apuntes dan ganas de leer ¡a borbotones! Seguiré a tu lado enterándome de lo que pasa con esa saga de asturianos/madrileños aunque no te comente. Ya sabes que estoy bastante ausente de todos los blogs. Muchos besotes, M.
ResponderEliminarMerche: aunque andes descolgada de los blogs, sabemos que nos sigues y que te tenemos ahí. Un besazo. amiga.
ResponderEliminarMaría Ángeles Merino
Hola Mª Ángeles, no estoy leyendo el libro, pero seguiré los comentarios, -sobre todo tú, destripas el libro que es una maravilla- te seguiré.
ResponderEliminarDe acuerdo con Merche
Besos
Ni que lo digas..... yo que soy judia, de exilios algo se.
ResponderEliminarBesos
Estimada arañita: observo que en esta entrada y en alguna más utiliza datos y diversas fotografías de la web www-territorio-museo.com cuyo autor viene reseñado en origen sin que aquí se cite. En consecuencia, le ruego encarecidamente que o bien proceda a citar la fuente de los datos y las fotografías y a su autor o las elimine del blog. Sin otro particular reciba un sadudo cordial. Roberto Álvarez
ResponderEliminarEstimado anónimo:
ResponderEliminarLa procedencia está señalada en el enlace que coloqué debajo de cada fotografía. Sólo hay que pinchar.
Lo pondré de todas maneras atendiendo a su amable indicación.
Muy agradecida:
María Ángeles Merino
En cuanto a los datos, están sacados todos de la novela de Laura Castañón o de páginas web que tratan de su actividad literaria. Si hay algún dato que considere usted que los he tomado de "Territorio Museo Poblado Minero de Bustiello", hágamelo saber.
ResponderEliminarGracias de nuevo, señor Roberto Álvarez.
María Ángeles Merino.