Comentario a las páginas 74 -94 de la novela "Intemperie", de Jesús Carrasco. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
Habla "Chico", el niño de Intemperie:
Habla "Chico", el niño de Intemperie:
Hay luna creciente. El viejo me despierta en medio de la noche, nos dirigimos al norte, cruzamos la llanura bajo la luna. Me siento más descansado, y más tranquilo, y me abandono a mis recuerdos, mecido por el balanceo del burro. Veo, aunque no lo vea, mi pueblo, "levantado sobre el fondo de una rambla chata por la que en algún momento corrió el agua”, con sus casitas arracimadas en torno a la iglesia y al palacio de cuando los moros y las huertas que ahora no pueden darnos de comer.
Pequeña huerta en la primavera de Campo Real (Madrid) 15-5-2007 |
“Hubo un tiempo en que el llano era un mar de cereales”. Ahora arcilla rota y polvo.
Trigal en Palacios de Benaver (Burgos) verano 2013
La vía férrea, la estación, un embarcadero de ganado, un silo de grano, la casa del guardagujas que era la mía; la única de piedra, con sus gallinas y sus lechones. Mi padre asistía al jefe de estación, atendía la barrera, arriba y abajo; los mercancías llegaban vacíos y se marchaban cargados de avena, trigo y cebada. Llegó la sequía, dejó de crecer el grano, cerraron la estación, muchos se fueron; mi familia no tenía pozo ni fortuna, pero se quedó.
Vía de tren abandonada en Oña (Burgos) 10-7-2007 |
Muro en las ruinas de San Pedro de Arlanza (Burgos), junio 2013. |
Pozo abandonado |
Lleno las garrafas pero tengo que tirar la mitad porque no puedo con el peso. Mi corazón se va detrás del agua derramada.
Llego reventado al castillo. Descargo el agua, doy de beber a las cabras. Me siento junto al viejo, la luz del sol cambia de estatura, las palomas van a dormir, cenamos almendras y pasas a la luz de la luna, despejo de piedras un trozo de tierra a dos metros de donde duerme el viejo, encuentro un craneo de liebre, "un trofeo de caza enano", enrollo el ropón, almohada improvisada, huele a burro, no me importa porque estoy muy, muy cansado.
Ruinas de San Pedro de Arlanza (Burgos), junio 2013.
El craneo de la liebre, un trofeo, la galería de trofeos en la casa del alguacil, mi padre y el alguacil, "es un niño hermoso", dice mi padre. Soy yo el trofeo. Y el recuerdo me raja los ojos, sangro, me muerdo los labios, sorbo los mocos, hago ruido, que no me oiga el viejo. Me oye. Su voz brota de la mismísima tierra:
"No temas. Aquí no te va a pasar nada"
Cráneo de liebre |
De aquí |
Mientras él lee, yo recorro los alrededores del castillo y el perro va detrás. Me pregunto dónde habrán ido a parar las piedras, tan bonitas, las que faltan.Y encuentro lagartos secos y bolas de esas que escupen las aves carniceras, con huesecitos y pelos. E-ga-gró-pi-las decía el maestro, el que me meó en el agujero. Y plumas, y tiras de piel retorcidas, comer o ser comido, no hay otra salida.
Ruinas de la ermita de San Pelayo, junto a San Pedro de Arlanza (Burgos), junio 2013. |
Me voy a la pendiente de las madrigueras mientras él sigue con la Biblia y el dedo. Vuelvo a su lado, con el sol ya puesto.
Traigo una estaca en una mano y un conejo en la otra. El viejo se ha hecho daño en los dedos partiendo almendras, pero se pone a desollar el conejo y lo deja listo para asar. Y prepara el hogar mientras yo busco leña. Cenamos en silencio, no dejamos ni una hebra de carne. Hago desaparecer los restos de la fogata y de la comida; ahora recuerdo lo de los peligros de encender fuego. Revuelvo con la bota la tierra.
El cabrero orina de espaldas, con una mano en el muro. Se queda quieto y callado cuando yo le arrojo: "¿Cómo sabe que me buscan unos hombres?" Cuando se da la vuelta, hay humedad en sus pantalones y...lo que me hace salir corriendo: "de la bragueta, asomaba rosado su...". Su capullo. No sé llamarlo de otra manera. Recuerdo al alguacil cuando me obligaba a ...ya sabéis.
Me hago un dibujo falso en mi cabeza. Esta parada no es otra cosa que un punto de encuentro, el viejo me va a entregar, aquí, al alguacil. Imagino al cabrero contemplando como mi enenigo me martiriza delante de la muralla. ¿Cómo pude imaginar una barbaridad así?
A la mañana siguiente, me despierta el perro, metiéndome el hocico por el cuello. Tiene colgada del cuello la lata que el cabrero me dio la primera vez. Quiere hacer las paces.Volvemos al castillo, el perro y yo.
Siéntate no quiero, no te voy a hacer nada, sabe que me buscan, va a entregarme, no es esa mi intención, la intención es la de todos, te equivocas...
Dice que me ha traido hasta aquí para que no me vean, que cualquiera podría delatarme. Le ataco: "como va a hacer usted...para tener algo que cobrar, supongo".
Me muevo como si me hiciera pis. El viejo me arroja: "Yo no sé por qué huyes ni quiero saberlo...Lo único que sé es que el alguacil no tiene jurisdicción aquí".
No sé bien qué es jurisdicción, supongo que es mandar mucho, pero oír la palabra "alguacil" en su boca me abrasa por dentro. Me veo "desnudo frente al viejo y frente al mundo". Llego a pensar que precisamente, sin la ju-ris-dic-ción del alguacil, pueden hacerme lo que les dé la gana. Sólo las piedras que son mudas.
Digo que me voy y me contesta que haga lo que quiera. Guardo la lata del agua, acaricio al perro, me aprieto la cuerda que sujeta mi pantalón. Me voy, no vuelvo la mirada al pastor ,camino hacia el norte. El perro me sigue, el pastor le silba, le digo cosas al oído para que vuelva con su amo.
¿Dónde me escondo? ¿Encontraré en el castillo algún rincón donde esconderme? ¿Es el cabrero mi salvador?
Os lo contaré.
Un abrazo de.
María Ángeles Merino
La voz del niño nos lleva al centro del dolor de esta novela. Reflejas bien esa desorientación del muchacho.
ResponderEliminarY qué maravilloso trabajo de ilustración minuciosa del relato...
Gracias.
Vamos a ver, si el cabrero no se la juega y lo delata: espero que no.
ResponderEliminarMªAngeles estas reliquias y en el mes que hiciste las fotos son de puro profesional.Tiene razón el chuiquillo cuando se pregunta: donde han ido a parar las piedras que faltan?.
A ver en que queda estas maniofestaciones contra la Lomce?
Feliz semana.
El influjo dañino de la luna, siempre en cuarto creciente, cuando no arroja ni luz ni sombra sobre la tierra, es una constante a lo largo de todo el relato. Bien que lo aprovecha el autor.
ResponderEliminarLas vías enfrascadas de zarzas, ortigas y malas hierbas es una de las señales más evidentes del abandono de grandes zonas del interior. La despoblación ha golpeado con fuerza nuestros pueblos. La fuerza productiva ha emigrado a otras tierras dejando tras de sí miseria, tristeza y soledad.
El sol cambia la estatura de la sombra de continuo...
El autor se mete en la piel del muchacho para mostrarnos la realidad a través de su mirada de asombro. Como tu nos haces en este giro del punto de vista narrativo.
Otro despliegue ilustrador de categoría.
Un abrazo.
La jurisdicción no cuenta para un alguacil motorizado con escolta de caballería. Todo un símbolo de caudillaje.
ResponderEliminarBesos
Creo que lo que has sabido transmitir muy bien con tus palabras reflejadas en el niño, e la desolación que siente éste al quedarse así, al Intemperie.
ResponderEliminarLa imagen de las vías la conozco. Ya te mandaré la que yo hice cuando paseamos contigo en Oña.
Un abrazo
Luz
Estoy con los compañeros en cuanto a las imágenes que aportas, no conozco nada de esa zona,así que me viene fenomenal situarme, tardando estoy ya, diría yo, en ir a visitarla...
ResponderEliminarDesde el momento en que emprendiste este caminar en la piel del niño, se observa con otro talante la historia. Se nos pega en el alma su desesperación por permanecer oculto ante la incipiente llegada del verdugo.
Veamos que más nos tiene que contar.
Besos
Hola, veo que tu sigues disfrutando con estas entradas tan completas que haces.
ResponderEliminarHe visto que has puesto una nueva entrada pero me sale esta, y aquí te dejo mis saludos.
Besos.
Buenas noches, Abejita de la Vega:
ResponderEliminarComo bien dice el profesor nos haces notar la desorientación del Chico. Hasta el momento no ha podido confiar en nadie, y aún teme que el viejo sea otro como los demás.
Salvando las diferencias de edad de los personajes, he pensado en Juan el hermano de Manuel Alcázar de 'La lucha por la vida' de Pío Baroja. También en el Niño y el Corcel de 'El Hereje' de Delibes.
Abrazos.