Esta entrada pertenece a la lectura colectiva de "La busca", de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda, aunque esta vez me vaya un poquillo por los cerros de Úbeda. También podría encuadrarse dentro de las reflexiones que hicimos sobre el placer de la lectura.
Mi primera lectura de Pío Baroja, hace ya muchos años, fue el breve relato "Mari Belcha", del cual os recomiendo su lectura. Podéis pinchar aquí.
Además del placer que seguramente encontraréis al leerlo, os puede servir para contrastar con el Baroja de "La busca". Recordaréis que una entrada anterior lleva el título "Un famélico hormiguero. Oscuro, maloliente, caótico, ruidoso e inmisericorde. ¿Una fotografía retocada?". Nada más opuesto a esta pequeña historia de amor en un caserío vasco, llena de sentimiento y aire limpio.
Sí, Mari Belcha. Mi edad era semejante a la tuya cuando leí esas
palabras por primera vez, en un libro de texto del bachillerato. Un bello relato
que no mereció la atención de la profesora, encerrada en una cárcel de
sintagmas y complementos. Pero yo escapaba a la puerta de tu caserío y allí me
refugiaba.
Te llaman Marí Belcha, María la Negra; pero eres blanca “como los corderillos cuando salen del lavadero” y tan tímida que te escondes del viejo médico, el mismo que
te tomó al nacer. No he olvidado aquella espera con tu familia en la cocina, al
calor de la lumbre, con la abuela que llora y calienta tus ropitas, los tíos que hablan de cosechas, tu madre que gime bajo las mazorcas
de maíz y “el buenazo” de tu padre que la cuida. Fuera todo está blanco y vuelan los tordos.
http://www.igartubeitibaserria.net/museo/el-caserio/caserio |
Y naciste y lloraste y el escritor se pregunta:
El caserío es pobre y los Reyes Magos hacen un milagro:
Y ahora te escondes, y el "medicuzarra" te mira, le pareces
muy hermosa:
“Dicen que tu cara está morena por el sol, que tu pecho no tiene relieve; quizá sea cierto; pero en cambio tus ojos tienen la serenidad delas auroras tranquilas del otoño y tus labios el color de las amapolas de los amarillos trigales.”
Ay, Mari Belcha, cómo me gustaban esas palabras y me siguen gustando.
Amapola |
Y admira el cariño y la paciencia que tienes con tu hermanito.
Las vacas Gorriya y Beltza, el perrillo, las gallinas o el gallo. Llora.
Porque tú miras sin ver, ves algo “en el interior del alma, enesas regiones misteriosas donde brotan los amores y los sueños”.
Ay, Mari Belcha, que descubren tus secretos.
¿Y al final?
¿Se acabó? No, no
puede ser, me pareció una tomadura de pelo. ¿Qué fue de los amores de tan dulce
niña?¿Cómo puede haber un cuento sin final? La misma pregunta del comienzo
ocupa el lugar del “colorín colorado”. Nadie me había hablado de relatos
abiertos.
¿En qué piensas? Ahora entiendo que los pensamientos de Mari Belcha son los que cada lector desee atribuirle. ¿En qué pensáis que piensa Mari Belcha?
Baroja escondía un alma sensible y tierna.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Dedico esta entrada a nuestra compañera Gelu, de "Penélope aguarda en Itaca", que me recordó este cuento con su enlace.
El enlace utilizado es el de la Biblioteca Digital Ciudad Seva:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/baroja/mari.htm
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/baroja/mari.htm
Buenas noches, apreciada Abejita de la Vega:
ResponderEliminarNo podías haberme hecho un regalo mejor, en el día 2 de enero. Gracias.
Verás. Este relato es un poema de amor, en prosa.
Es un canto a la belleza de la juventud, con la inteligencia de Pío Baroja de veintiocho años, serio, honrado, buen psicólogo que quería reflejar en el escrito tener el sentimiento de un hombre con -al menos- veinte años más de los que él tenía.
Preguntas, ¿qué pensaba Mari Belcha?
Imagino, que cuando veía al medicuzarra aparecer en su caballo, se miraría las ropas pobres que llevaba, las zapatillas agujereadas, y él siempre bien vestido con su traje, tan educado, tan amable, tan generoso...
Y muchos días sentada, contemplando soñadora las montañas que tan bien conocía, escaparía a ratos en alguna nube, ...pero la realidad se encargaba de hacerla regresar al pequeño mundo que desde generaciones era el mismo.
Abrazos.
¡Muy bonito ese cuento que leí en el enlace de GELU! No lo conocía pero me ha gustado muchísimo. Me ha recordado mi infancia solitaria en el caserío de mi amona. Lo único de Pio Baroja que he leido es "Zalacaín el aventurero" que lo tuve que leer en el grado XIII (COU) de Canadá cuándo tomé el español como asignatura (no lo había estudiado desde los diez años...). ¡Me encantó! Besotes, M.
ResponderEliminarpues no tenía ni idea de este cuento, fíjate... pero nunca es tarde para aprender... me animaré a leerlo que es muy cortito.
ResponderEliminarestos días estuve leyendo "Tiempo de arena" de Inma Chacón y parte de la historia transcurre en un caserió vasco, por la zona de Durango, al pie del Amboto... tu cuento me lo recordó.
me gustó mucho el libro, lo digo por si lo tienes en mente.
biquiños,
Hola, Abejita; he leído poco de Pío Baroja, y este libro no es de lo que te nombran en las clases como interesante. Pero se ve que a tí te dejó muy buen recuerdo, será cosa de buscarle, y leerlo. No se deja de aprender algo todos los días.
ResponderEliminarTu entrada como siempre muy completa y trabajada.
Besos.
Reconozco que no sabia nada de este cuento es que la verdad de Pío Baroja no he leído casi nada salvo dos libros obligados en Bachillerato...Pero se me hace que escudaba sus sentimientos: porque para ser médico se hace duro pensar que fuese tan frío...no crees?
ResponderEliminarCómo siempre nunca se sale de tu blog sin aprender algo nuevo.
Besos.
Me has hablado de este cuento, así que iré al enlace y lo leeré. Debe de ser muy tierno por lo que cuentas.
ResponderEliminarDisfruta de tus vacaciones.
Un abrazo
Luz
¡Esto si que es irse por los Cerros de übeda con estilo!
ResponderEliminarjajaja Besos
Qué agradable paseo por los cerros de Úbeda. Hay que rescatar al don Pío escritor de relatos breves. Es el germen de muchas de sus novelas.
ResponderEliminarFeliz año, querida amiga. Mi desconexión voluntaria me ha impedido dejarte antes mis mejores deseos.
El pasado no cabe en la mirada de Mari, ni presente del que huir; tampoco en los ojos de cualquier chiquilla enamorada. Sólo futuro, camino firme y amplias avenidas de horizontes lejanos para soñar.
ResponderEliminarLeeré el cuento porque tanto don Pío como tu recomendación son de fiar.
Un abrazo
Buenos días Mª Ángeles, acabo de leer el cuento y no me extraña que lo recomiendes. Me quedo con esta frase "“Los viejos tenemos dentro del pecho corazón de niño”
ResponderEliminarMari Belcha me ha recordado a Platero de J.R.J. y a "¡Adios Cordera!" de Alas Clarín.
Ya he empezado con la Busca tras estas fiestas tan ajetreadas.
Un abrazo
Gelu: un poema de amor, en prosa, perfecta definición. Has leído el pensamiento a nuestra Mari Belcha.
ResponderEliminarMerche: a mí no se me había olvidado y lo leí con trece años. Veo que en Canadá tuviste buenos profes.
Aldabra: te gustará, es muy corto pero muy bello. Me han regalado los Reyes ese libro de Inma Chacón, me gustará, yo viví en el Páis Vasco y tuve alumnos caseritos.
Pamisola: no es muy nombrado, es un Baroja diferente, más tierno.
Bertha: para ser médico en aquellos tiempos había que ser durísimo y Barojano lo aguantó. Todo sin anestesia ni antibióticos.
Luz: disfruté mucho.
Myriam: es que pasé cerca de los cerros de Úbeda, en Jaén.
Pedro: tiene unos relatos breves muy bellos, al rescate.Los mejores deseos para ti también.
Pancho: futuro en los pensamientos de una chiquilla enamorada, sueños más bien.
Kety: como esos buenos ejemplos que me dices, así es Mari Belcha. Muy bien señalada esa frase de ls viejos con corazón de niño.
Besos y gracias por visitarme, a mí y a Mari Belcha, seguimos sin saber en que´piensa.