Comentario a la leyenda "Los ojos verdes", de Gustavo Adolfo Bécquer.
Googleo un poco, el verbo no tardará en estar en el de la RAE, guiada por las anotaciones de la edición de Cátedra. Pascual Izquierdo me remite al tema de "la dama del lago", al "Caballero Cifar", a "La Fuente de la mora encantada", al "Der Fisher" de Goethe, a "La ondina del lago azul" de Gertrudis Gómez de Avellaneda y a otras que no consulto. Pero la pluma de Bécquer voló sola, la leyenda fue fruto de su imaginación.
Ondinas, lamías, xanas, mouras, anjanas, náyades, espíritus femeninos de las aguas. Fuentes clásicas, fuentes centroeuropeas, folklore vasco, folklore asturiano, cántabro, gallego...Estas sirenas fluviales me están atrayendo con su canto, iré al río, al río cercano, a buscarlas.
Paseo entre árboles. Me siento en las orillas del Arlanzón, con el libro de las "Leyendas" en la mano.
Leo: "Yo creo que he visto unos ojos como los que he pintado en esta leyenda. No sé si en sueños, pero yo los he visto. De seguro no los podré describir tales cuales ellos eran: luminosos, transparentes como las gotas de la lluvia que se resbalan sobre las hojas de los árboles después de una tempestad de verano..." La monotonía del agua me adormece y veo...
¡Una pluma que escribe sola ! ¡Y Gustavo Adolfo Bécquer quiere detenerla! Por fin, la atrapa y se pone a escribir.
¿Que si es Gustavo Adolfo Bécquer? Está claro, es su imagen más conocida, el de los billetes de cien y los sellos de dos.
El poeta escribe, escribe. De repente, oigo una música muy conocida, rápida, trepidante. ¡Es la Obertura de Guillermo Tell, de Rossini! ¿Qué tendrá que ver con Bécquer?
¡La cacería! Braman las trompas.Vamos a caballo. ¡Deprisa, deprisa! Un ciervo herido, sangre en las zarzas, salta sobre los lentiscos, alguien grita: ¡Por San Saturio! Los imperativos también cabalgan a una enorme velocidad, ahí van cortadle, azuzad, soplad y hundidle...Ladran perros, resuenan voces y el eco burlón lo repite todo : cortadle adle adle...El Moncayo se ríe.
El ciervo desaparece tras una carrasca y todos los de a caballo nos detenemos a la voz de "Alto todo el mundo! que da Íñigo, el que dirige la cacería. Pero llega, colérico, un cazador joven al que todos reverencian ; me dicen que es Fernando, el primogénito de los condes de Almenar.
¿Qué hace ese imbécil? Él de ninguna manera va a dejar escapar al ciervo, el primero herido por su venablo, para que se despachen a gusto los lobos.
Íñigo da razones. No podemos seguir por ahí, la trocha conduce a la Fuente de los Álamos. En sus aguas habita el espíritu del mal, quien enturbia su corriente paga caro su atrevimiento.
Fernando y su caballo "Relámpago" parten como un huracán, en dirección al lugar prohibido.
El sueño se vuelve confuso . Estoy en un castillo medieval. Es extraño, ahora Fernando está triste, no parece el mismo. Cuenta lo que vio en la fuente maldita, con hermosísimas palabras. ¡Cómo cantan a la par los verbos y el agua de la fuente! ¡Cómo susurran a dúo las eses y las abejas! Es increíble, estoy oyendo los mil rumores de la soledad.
El ciervo desaparece tras una carrasca y todos los de a caballo nos detenemos a la voz de "Alto todo el mundo! que da Íñigo, el que dirige la cacería. Pero llega, colérico, un cazador joven al que todos reverencian ; me dicen que es Fernando, el primogénito de los condes de Almenar.
Íñigo da razones. No podemos seguir por ahí, la trocha conduce a la Fuente de los Álamos. En sus aguas habita el espíritu del mal, quien enturbia su corriente paga caro su atrevimiento.
Fernando y su caballo "Relámpago" parten como un huracán, en dirección al lugar prohibido.
El sueño se vuelve confuso . Estoy en un castillo medieval. Es extraño, ahora Fernando está triste, no parece el mismo. Cuenta lo que vio en la fuente maldita, con hermosísimas palabras. ¡Cómo cantan a la par los verbos y el agua de la fuente! ¡Cómo susurran a dúo las eses y las abejas! Es increíble, estoy oyendo los mil rumores de la soledad.
Foto tomada de "En un acorde azul"
Fernando asegura a su paciente montero que vio " brillar en su fondo una cosa extraña, muy extraña; los ojos de una mujer". Agua, sol, plantas acuáticas y unos ojos verdes en el fondo. Yo también los veo, en un bellísimo torbellino acuático.
Oigo a Íñigo rogando a su señor que no vuelva allí, que morirá si lo hace. Dice no, no, no.
Se apagan los ruegos del fiel servidor, ya no estoy en el castillo de Almenar. He vuelto a la Fuente de los Álamos, con Fernando. Él no me ve.
El primogénito está sentado al borde de una roca, de rodillas a los pies de una misteriosa mujer. Insiste una y otra vez : ¿quién eres?
Ahora veo al poeta, sentado en otra roca. Le está dictando a su pluma que escribe en el agua:"Ella era hermosa, hermosa y pálida, como una estatua de alabastro. Uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo, como un rayo de sol que atraviesa las nubes, y en el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas, como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro."
Doña Mencía de Velasco, mujer de alabastro, capilla de los Condestables, catedral de Burgos
La extraña mujer habla, por fin. Y le declara su amor, a pesar de ser un espíritu puro, a pesar de no ser terrenal. Porque Fernando es superior a los demás y es digno de ella. Va a premiarle con su amor.Mientras ella habla, él está absorto en su hermosura y cada vez se aproxima más al borde de la roca.
El poeta repite la palabras seductoras de la ondina, porque alguien me ha dicho que se trata de una ondina...
"¿Ves, ves el límpido fondo de ese lago, ves esas plantas de largas y verdes hojas que se agitan en su fondo?... Ellas nos darán un lecho de esmeraldas y corales... y yo... yo te daré una felicidad sin nombre, esa felicidad que has soñado en tus horas de delirio, y que no puede ofrecerte nadie... Ven, la niebla del lago flota sobre nuestras frentes como un pabellón de lino... las ondas nos llaman con sus voces incomprensibles, el viento empieza entre los álamos sus himnos de amor; ven... ven... "
Va oscureciendo, Fernando cae al agua y la ondina le recibe en sus brazos , el beso debe de ser de nieve.
Chispas, círculos de plata en el agua, Fernando desaparece en manos de una mujer incorpórea e intangible.
El poeta escribe una de sus "Rimas" en el agua.
Me despierto de este bello sueño.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino Moya.
Pedro Ojeda dice en "La acequia":
"Mª Ángeles Merino, Abejita de la Vega, googlea a Bécquer y lleva su leyenda, con ordenador y todo, al Arlanzón. Un placer leer esta entrada"
Cómo me ha gustado tu contextualización junto al Arlanzón.... con ordenador y todo. Esto sí es Bécquer googleado. Un placer leer esta entrada.
ResponderEliminarAbejita, cada dia ¡te superas! Preciosa esta leyenda. Besotes, M.
ResponderEliminarUna entrada refrescante al lado del río, lástima de estas maléficas ninfas. Quizá cuando googleamos nos atrapa alguna de ellas y nos lleva aguas abajo entre bits y megabytes, también a veces cuesta salir a flote.
ResponderEliminarUn abrazo
¡¡Qué frescura deliciosa este viaje que he hecho de tu mano!!
ResponderEliminar¡¡¿¿??!! Increíble, lo he vuelto a releer, ¿no te has planteado nunca escribir cuentos cortos? Creo que tienes potencial para ello.
ResponderEliminarUn comentario fantástico desde dentro de la leyenda.
ResponderEliminarTe veo entregada en cuerpo y alma a la poesía de las Leyendas: excepcional y laborioso esfuerzo ilustrador.
ResponderEliminarLa soledad tiene los rumores de los ecos del silencio.
No he leído Los ojos verdes. No está en mi libro, pero con tu resumen, como si lo hubiéramos hecho.
No puedo escuchar a Rossini. Ando con una conexión de las de pincho que ni lo carga.
Un abrazo. Las hortensias dan poco trabajo, pero aquí no se para.
Al verte sentada junto al Arlazón, me viene a la mente aquello que decía Bécquer: "La soledad es muy hermosa cuando se tiene alguien a quien decírselo (era algo así).
ResponderEliminarTe veo en esa soledad en plena complicidad con él, nadando entre leyendas y sueños.
Un placer. Dulces besos
es verdad te has superado... hasta he llegado a ver esos ojos en el agua.
ResponderEliminar¡ay, las mujeres, que traicioneras!... je je je
biquiños,
Creí que había visto esta entrada pero no, no la conocía, debe ser que me lo has contado y lo he confundido, pero ahora que lo he leído y he visto las imágenes, reconozco que te ha quedado muy pero que muy bien. Se nota que te ha gustado la leyenda, a ver si la vuelvo a releer, recuerdo que a mi también me fascinaban esos ojos verdes.
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
Pedro: Bécquer googleado y contextualizado, así es.
ResponderEliminarMerche: cada día aprendemos un poco más.
Euphorbia: esas ninfas del Internete son muy seductoras, hay gente enganchada.
Myriam: hemos disfrutado juntos de este viaje hacia un mundo fantástico,donde habitan esos ojos verdes.
Delgado: cuentos cortos, tal vez, de momento entrenamiento. Gracias.
Paco: sumergidos en la leyenda.
Pancho: la soledad tiene su música, es verdad.Los ojos verdes te cautivarán,los puedes leer desde mis enlaces. Rossini te lleva de caza. Cuida las hortensias.
Mimosa: así es, la soledad es una buena amiga, mil rumores tiene.
Aldabra: las mujeres cómo somos, pobre hombres.
Luz: me gustan estos ojos verdes, atrapan. Vuelve a leerla, te refascinarán.
besos