miércoles, 20 de abril de 2011

"Pese a...los helicópteros de la policia y a las imágenes de las ruinas del aparcamiento de la T4...hay gran ambiente de fiesta"


"Viene la noche"(foto tomada en Palacios de Benaver)

Comentario al capítulo décimo de la novela "Viene la noche" de Óscar Esquivias (primera parte)

Domingo, 31 de diciembre de 2006, Nochevieja.

¡Hola Sara! Ya sabes que...

Benjamín queda con Jaime, junto a la boca del metro, la de Estrecho.



Hay ambiente de fiesta, la gente va y viene aparentemente feliz, a pesar de la niebla, los revoloteos policiales y las multiplicadas imágenes de las ruinas del aparcamiento de la T4, en las tiendas de televisores.



Cuando llamas desde el aeropuerto, tu voz suena entristecida. Qué dolor te producen las palabras: atentado, bomba, desparecidos. Jaime irá a buscarte al aeropuerto, no quiere que vayas sola y menos en metro. Benjamín decide acompañarle.

Padre e hijo se besan y bajan al metro, qué suerte ha tenido Sara. En la parada de Tetuán, sube Walter Astorga, su señora esposa y uno de los chavales. Predica que Jesús es la Puerta, que quien por ella entre "será salvo" y "hallará pasto". ¿Pasto? ¿Hierba?



Y sigue con Isaías y con los hermanos ecuatorianos, sepultados en el aparcamiento, más inocentes que ninguna víctima; señala hiperbólicamente el hermano predicador.



Y no se pongan tristes, que la muerte no es el final y ahora ellos habitan, tan ricamente, en la Jerusalén celestial, en la Ciudad del Gran Rey, vestidos de blanco, coronados de oro, con las palmas del martirio, postrándose ante el Cordero. ¡Qué alegría!



El discurso de Walter resbala sobre Benjamín, antiguo admirador de esa oratoria optimista. Algo se le está cayendo a tu suegro.

Para remate, se ponen a berrear con palmas, pandereta y charango: "Nadie sabe la hooora a la que Jesús vendrá..." Destaca la voz desentonada de la esposa de Astorga, Benjamín se acuerda de San Pablo, tan contrario a los cantos femeninos en las iglesias.

Al viejo le impresionan las ruinas del aparcamiento de la terminal. Olor a quemado, fumarolas, sirenas y bomberos. Le vienen a la memoria las devastadoras imágenes del Madrid de la guerra civil. ¿O es que sigue la guerra civil? Le entristece saber que bajo los cascotes hay personas.



En la salida de pasajeros, hoy los familiares prolongan sus abrazos. Apareces y Jaime se arroja a tus brazos. Estáis vivos.

Volvéis en taxi, cogidos dela mano. Tu suegro, sentado delante, os observa disimuladamente, por el espejo. A ratos mira la carretera y se sorprende por la proliferación de esos burdeles con luces de neón. Uy, qué puta más guapa...



Vais a pasar la Nochevieja en casa de tus padres. Vosotros dos ya estáis allí, vestidos de tiros largos, cuando llegan Teresa y Benjamín, a las nueve y media, con media hora de retraso, algo que tu espinoso padre les recuerda, señalando la esfera de su reloj.



Tras las disculpas, tus suegros entregan el regalito de Burgos, aquel búcaro que adquirió, por encargo, la peruana Dori. Tu madre , Julieta, algo achispadilla ya, se ve obligada a pronunciar una de las peores frases hechas: ¿para qué os habéis molestado?



Le parece bonito, le encanta, lo coloca entre la fuentes de langostinos,con unas margaritas de plástico, ay qué insulto a las margaritas de verdad. Lo califica de "divino", vuelve a besar a los consuegros y les acerca el carrito de las bebidas. Hay que esperar a Felipe, el novio de tu hermano, que en paz descanse. Bueno, el amigo, el mejor amigo,que hay palabras que tus padres no admiten.







Felipe siempre fue muy impuntual, ya lo decía tu hermano Juanjo. No contesta al móvil, os sentáis a cenar, que hoy, literalmente, os van a dar las uvas. Peláis, coméis, chupáis, untáis con mahonesa y hay sitio para los duelos dialécticos.



Benjamín canta, guasón y a su manera, la canción del metro:" nadie sabe la hooora a la que Felipe vendrá..." Acacio le dice que está muy cantarín, que con esa voz podía haber sido seleccionado para el "Mesías participativo". Va a desembocar, maliciosamente, en lo que se divirtió en el viaje de vuelta a casa, con Clarita. Tu padre disfruta contándolo delante de Teresa , mortificando a Benjamín; el cual se defiende como gato panza arriba.

Esa Clarita es muy "peculiar". Bueno, lo que está es sorda. Sorda puede ser, pero no muda. No paró de hablar desde que montó en el coche hasta que llegaron a la calle Topete y "seguía cotorreando en el portal". "Es simpática, sí", concluye tu suegro, por decir algo.


Foto tomada de "En un acorde azul", de Ele Bergón.

Al llegar aquí, Teresa ya está mosqueada y pregunta quién es esa tal Clarita. Acacio se adelanta teatralmente: "¿No la conoces? ¡Pero si es muy amiga de Benjamín!" Benjamín, azorado, afirma que "es una y ya está". Después, nervioso, la define como una "loquita", a la que conoció en el Mercado de San José , con la que habla de vez en cuando.


Foto tomada de "En un acorde azul", de Ele Bergón.

Tu padre no está dispuesto a dejarlo así. Ahora le pregunta por su cicatriz de guerra, Clarita le habló de ella. Teresa, extrañadísima , pregunta si sabe esa mujer lo de la cicatriz. Tu padre, con mucha mala leche, da los detalles: en forma de siete y rasposa cuando la tocas.

Benjamín corta, ya está bien, qué sabrá ella de si raspa o no raspa. Pero Acacio no está dispuesto a soltar a su presa. Ahora mete en el ajo a Morris, el poeta. Cómo se reía el "guacamayo", lo de la cicatriz dio mucho juego.

Como era previsible, el viejo explota. ¿Está insinuando Acacio que se acuesta con ella? Suda, sus ojos son los de un basilisco.

Tu padre echa marcha atrás, ha ido demasiado lejos, no, de ninguna manera, cómo puedes pensar eso, sólo lo cuenta como una anécdota graciosa, nada más, no quería ofenderle.

Ahora es Teresa la que mete baza, insiste en lo de la cicatriz, antes de chupar la cabeza a un langostino. Benjamín capea el temporal, lo diría en el mercado, saldría el tema de la batalla de Leningrado.

Da un golpe en la mesa, la vajilla y la cubertería cobran vida. "Un cuchillo rueda por el suelo".



Tras su "¡A la mierda con Clarita!", todos os quedáis paralizados y silenciosos, mirando las cáscaras de los langostinos. La televisión a lo suyo.



Teresa rompe el silencio, no hay que ponerse así. Benjamín se disculpa, perdón, perdón, los nervios, pelillos a la mar y todos a brindar.

Seguís comiendo callados, tu padre sube el volumen del televisor y tu madre trae de la cocina más langostinos y más bichos marinos.



Todavía no ha venido Felipe, seguiréis comiendo y...Ahora te va a tocar a ti el ser la estrella.

Un abrazo para los que pasáis por aquí de :

María Ángeles Merino

10 comentarios:

  1. ¡Qué divertido tu relato de la cena! Y las fotos, como siempre, geniales. Besotes, M.

    ResponderEliminar
  2. La rabia por el atentado de la T4 recién estrenada con la muerte de los dos ecuatorianos es algo que no se olvida, aunque el tiempo vaya haciendo su trabajo arrojando un manto de olvido que no sé si se corresponderá con el perdón, que en caso de que se produjera sería inmerecido. También dudo que los autores lo pretendan.

    Divertido recuerdo del Quijote con esa imagen de las uvas y excelente relato entreverado de otra muestra de imágenes relativas a la narración (Veo que buscas también en las páginas de venta).

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Yo recuerdo bien el hecho de la T4, pero tú haces que después de leer todo lo que escribes terminemos con una sonrisa.
    Un beso enana

    ResponderEliminar
  4. ¡Ay, madre! No me digas que esa foto de los niños con esas túnicas es actual. ¿Y a cuento de qué los llevan así?
    ¡Qué poco hemos avanzado!

    Besos

    ResponderEliminar
  5. ¡Pobre Benjamin!, pillado entre dos fuegos.

    ResponderEliminar
  6. ¡jajajaja! ES que, con los langostinos que pusiste... ?A la mierda con Clarita! Me los como todos no se si le dejo alguno a Acacio.

    DEl atentado, ya te comenté en la entrada pasada.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Gracias por la información de los niños.
    La verdad es que resulta como sacado de otra época. Mira tú si no les podían poner las túnicas ya en la catedral. En fin.

    Besos

    ResponderEliminar
  8. Merche: es una cena muy divertida, el genial esel escritor.

    Pancho: el tiempo nos ha hecho olvidar muchos atentados, este de la T4 lo recordamos mejor. No creo yo que deseen el perdón...

    El Quijote siempre está presente y no tenía otras fotos con uvas. Busco imágenes de donde sea, si me cuadran adelante.

    Marina: sonrisa a pesar de todo, Esquivias lo quiere así.

    Asun: ya te puse en tu blog que en esa zona tan eclesiástica de Burgos no choca, son los niños cantores camino de la Catedral. Pasan por delante del seminario de Rodrigo Gorostiza, cerca la residencia de Aurelio, el hermano de Benjamín. Desde luego que la túnica se podía poner en la catedral, pero así las mamás se ponen más huecas, mirad mi niño.


    Pedro: pillado y bien pillado. Y Acacio se la prepara bien preparada.

    Myriam: hay mucho langostino en este capítulo, el ácido úrico les sale por las orejas. Tiene buena pinta,sí.

    Besos a todos y gracias.

    ResponderEliminar
  9. La introducción por Esquivias del relato del atentado terrorista dentro de la novela es una contextualización del infierno, sin duda alguna, en medio de las celebraciones navideñas.

    ResponderEliminar
  10. Pedro: "contextualización del Infierno ", me lo aprendo. El Infierno está aquí, no hay duda, lo creamos nosotros.

    Besos

    ResponderEliminar