jueves, 8 de julio de 2010
Don Quijote no desea estar entre algodones. A Sancho, tal vez, no le importara ....
Coloco aquí a un don Quijote y a un Sancho, pequeñitos y de barro. Los dejo descansar sobre una nube de algodón que se posa en dicho capítulo. El caballero andante no desea estar entre algodones. Al escudero, tal vez, no le importara ... En realidad, los duques no les han dado precisamente una vida ociosa ni regalada. ¡No les han dejado en paz un momento!
Capítulo 2,57 del Quijote, publicado en "La acequia".
Que trata de cómo don Quijote se despidió del duque y de lo que le sucedió con la discreta y desenvuelta Altisidora, doncella de la duquesa.
Don Quijote, guiado por sus lecturas, sabe que un caballero andante huye de la ociosidad. El mundo necesita de sus servicios y ha de abandonar esta vida, entre algodones, que lleva en el castillo. Para ello, ha de pedir licencia ,a los duques, para partir; y ellos se la dan, con muestras de pesar. Se acabó la diversión, vaya por Dios.
Sancho Panza recibe aquellas cartas que escribió su Teresa. Y llora con ellas. Se lamenta por aquellas grandes esperanzas engendradas en el pecho de su buena mujer. Pero está contento, su Teresa no olvidó remitir las bellotas para la duquesa. Y nadie puede hablar de cohecho bellotero porque cuando se las envío, ya era Sancho gobernador. Y, de todas maneras, se justifica, es razonable mostrarse agradecido siempre que se recibe algo. E insiste, machaconamente, en que desnudo nació y desnudo está, ni ha perdido ni ha ganado.
Don Quijote se presenta armado en la plaza del castillo, dispuesto para partir. Desde los corredores mil ojos le siguen, incluidos los de los duques.
Sancho no cabe en sí de gozo. Alforjas, maleta, repuesto y…doscientos escudos de oro que le dio el mayordomo, para el camino. Su amo aún no sabe nada del bolsico recibido.
Entre dueñas y doncellas curiosas, se alza una voz quejumbrosa. Es Altisidora, deseosa de complacer a los duques con una prórroga de la burla, una romancera despedida despechada que no está en el guión.
El mal caballero, falso y monstruo horrendo, ha de escuchar las recriminaciones que le hace la poetastra, jugando paródicamente con Virgilio, con Ovidio o con Lope de Vega que pilla mucho más cerca.
Ana Queral pinta al Quijote.
Su contenido no tiene desperdicio burlesco. Don Quijote es el “fugitivo Eneas” y el pobre Rocinante es “una mal regida bestia”. La que canta, aparte de “corderilla”, es “la más hermosa doncella” en los montes de Diana y en las selvas de Venus. No tiene abuela esta muchacha. Luego dirá que sus piernas se igualan al mármol del mejor , blancas o negras, qué más da.
Ya están los oyentes a punto de reventar de risa cuando Altisidora acusa de ladrón al impío. Se lleva sus “entrañas” entre las garras, cual un ave de rapiña. Y no contento con eso, roba sus tres gorras de dormir y ¡una liga! Comprometedora está esta Altisidora.
Sigue con las maldiciones. Que Dulcinea no salga de su encanto por las duras entrañas, y tiernas posaderas, de Sancho. Que todo le salga al revés, que le tengan por falso en todas partes, que pierda jugando a las cartas, que sangre si le cortan los callos y le dejen la raíz si le sacan una muela. De Dulcinea a los raigones, se ha despachado a gusto la del “harpa”. Desde el mundo ideal que sueña don Quijote hasta las curas chapuceras de algún barbero cirujano…Barroco contraste.
Mientras Altisidora se queja así, don Quijote la mira en silencio. Se vuelve,muy, muy nervioso, hacia Sancho y le pregunta, por sus muertos, si tiene las prendas de la “enamorada doncella”. El escudero reconoce tener los tres tocadores; pero lo de las ligas está tan lejos de la verdad como los cerros de Úbeda.
La duquesa queda admirada del desparpajo de Altisidora. La tenía por atrevidilla pero no tanto. Además del contenido de la cancioncilla, ya es una osadía no advertirla , de esta prolongación de la burla.
El duque aguanta la risa para reforzar la farsa , con unas severas palabras hacia el atrevido caballero, que ha osado llevarse, por lo menos, tres tocadores; circunstancia que no se corresponde con su fama.
Y si no devuelve las ligas, el duque le desafía “a mortal batalla”, sin temer a “malandrines encantadores” que le cambian la cara, como han hecho con Tosilos. Los presentes no pueden más, van a estallar las carcajadas como esto se prolongue.
Don Quijote responde que no, por Dios. Dios no lo querrá. ¿Cómo va a desenvainar su espada contra su ilustrísima, de quien tanto ha recibido? Devolverá los tocadores. Ni caballero ni escudero tienen las dichosas ligas. Que busque y rebusque Altisidora en sus íntimos cajones y aparecerán. Seguro.
Al viejo hidalgo le duele especialmente lo de ladrón, acusación tan grave, algo tan lejos de su condición antes, ahora y en el futuro, con la ayuda de Diosa. Palabras de enamorada, qué culpa tiene él. Y suplica a Su Excelencia le tenga en su prístina buena opinión y le dé licencia para seguir su camino.
Contesta la duquesa y le expresa el deseo de que Dios se lo dé inmejorable y las buenas nuevas lleguen a sus ávidos oídos. No se resignan, no, a perder de vista su pasatiempo favorito. ¡Qué bien lo han pasado viviendo con un caballero andante! Mejor que con los libros, sí. Pero que ande ya con Dios, que va abrasando con su fuego a las enamoradizas doncellas. En cuanto a la suya, la castigará para que no se desmande…
La que presuntamente va a ser castigada, cierra el capítulo pidiendo perdón por lo de las ligas. Ahora se da cuenta, la muy descuidada, que las lleva puestas. La muy graciosa se acuerda ahora de un cuentecito, el de aquel que buscaba el burro y sobre él iba montado.
Sancho expresa su satisfacción. Si hubiera querido ser ladrón, qué mejor ocasión que la de su gobierno.
Don Quijote hace mil reverencias a los duques y a todos. Sale del castillo con Sancho, en dirección a Zaragoza. ¿Los veremos allí?
Un abrazo de María Ángeles Merino para todos
Si ya les hubiese gustado...ya...esperando...besos
ResponderEliminarDe acuerdo contigo en que no fué una vida regalada la de DQ y S en ese palacio. Si DQ la vivió como holgada y regalada, quizas fué porque o no era consciente del uso y abuso que los duques le infrigieron o, tenía una buena cuota de masoquismo. Me inclino por la primera opción.
ResponderEliminarPor suerte, ya no más algones y si, camino en libertad hacia Zaragoza:
Besos
Tal vez DQ sienta que ha estado entre algodones, pero la verdad es que ha estado bien machacado, lo mismo que S. Pero ha partir de ahora eso ya es pasado. Veremos que les depara el futuro.
ResponderEliminarBesos
Temo llegar al próximo capítulo que es un ladrillo de tomo y lomo... Besotes, M.
ResponderEliminarLa chica agarra un calentón por no haber conseguido sus propósitos pese al palmito...besos
ResponderEliminarManuel: a quién amarga un dulce, tienes razón, ya les hubiese gustado. Menudo calentón el de la alta Isidora...
ResponderEliminarMyriam: no era consciente del abuso, pienso yo también. Masoquista no parece. Lo de Zaragoza no sé yo...
Asun: machacado, machacado.
Merche: es largo, tiene ingredientes distintos, termina con un encierro a lo pamplonica.
Un abrazo a todos, qué soledad bloguera
ABEJITA DEL ESTÍO:
ResponderEliminarDon Quijote, que había leído toda la literatura sobre Caballería andante, sabía que cometía, si no pecado, sí falta grave contra los principios de la tal Orden. Estar ocioso sólo les está permitido a los ricos, y no a los d'espíritu precisamente, sino a los del taco de billetes.
Qué necesitado está el mundo de Quijotes como nuestro protagonista, porque nuestro don Quijote no mejorará en mucho el mundo, pero ponerlo peor no lo pone, como sí lo ponen peor los que piensan en sólo acumular riquezas que nunca van a gastar. AY! Qué de cuántos don Quijotes nos hacen falta para cortar las cabezas de tantos gigantes-ricos condena pobres. (Uf, Abejita disculpa mis delirios, creo que en esta habitación se superan los 30 y tantos grados. De todas formas tenía ganas de desahogarme).
Le pregunta don Quijote a Sancho, por sus muertos, si tiene las susodichas prendas. No creo que Sancho fuera a mentir con esta manera de formular la pregunta.
De todas formas no entiendo para qué quiere Sancho los tocadores; a no ser que se haya dejado la melena y se la quiera recoger de noche.
Ahora, las ligas, eso sí que no; que el Drag Queen no es lo suyo. Estaría Sancho bonico travestido, con sus abultados mofletes de rústico manchego jajaja.
Un abrazo virtual (porque el real sería entre sudores) Abejita
Antonio:
ResponderEliminarDices: "AY! Qué de cuántos don Quijotes nos hacen falta para cortar las cabezas de tantos gigantes-ricos condena pobres". No es ningún delirio provocado por el vandálico calor, es una gran verdad.
Yo tampoco entiendo para qué quiere Sancho los tres gorritos. Y las ligas...Estaría guapo, sí.
Un abrazo, Antonio
La presunta enamorada quiere poner en evidencia a nuestro caballero pero, al fin tiene que claudicar y pedir perdón. Es una clara condena a las malas artes.
ResponderEliminarUn abrazo
Qué graciosas esas figurillas entre algodones.
ResponderEliminarAl fin salieron, a pesar de Altisidora...