viernes, 19 de marzo de 2010

"...quizá vamos...subiendo en alto, para dejarnos caer de una sobre el reino de Candaya, como hace el sacre o neblí sobre la garza para cogerla"



"El sueño del neblí", Manuel Sosa.


La garza real del Arlanzón (foto de María Ángeles Merino, tomada en el puente Bessón, en Burgos)

Segunda parte del comentario al capítulo 2,41 del Quijote, publicado en "La acequia".


Ya sabemos que Sancho, aunque rústico, es de carnes tiernas. Se acomoda en las ancas y las encuentra duras, como el mármol. Pide al duque, que le den algún cojín o almohada ¡del estrado de su señora la duquesa! Si no es posible, se conforma con la almohada de un paje.

Las posaderas del señor gobernador son delicadas, mas Clavileño lo es más y al madero le puede molestar un almohadón de plumas. La solución es montar a mujeriegas, lo cual hizo Sancho, amén de dejarse vendar los ojos, muy a su pesar.

Se vuelve a descubrir y nos mira a todos, con lágrimas y rogándonos paternostres y avemarías. Sus ojos nos arrojan iracundas miradas. La traducción: ¿Pensáis que me creo esta patraña? ¡Todo por una ínsula! ¿Qué vais a hacer ahora con nosotros?

Las plegarias del escudero irritan sobremanera a su señor. Descarga una lluvia de injurias, sobre esta temerosa criatura que, encontrándose en el mismo privilegiado lugar que ocupó una reina de Francia, parece estar en la horca. ¿En la horca? En Peralvillo se ve Sancho, asaetado por la Santa Hermandad.

Se cubren, el caballero andante pone los dedos en la clavija y todos vocean las mismas palabras de ánimo, yo soy el apuntador, yo dirijo la farsa. Que Dios le guíe y sea con él, que ya vuela como una saeta, que a todos admira. También hay para Sancho: que tenga cuidado de no caer, no vaya a ser un nuevo Faetón.

Sancho abraza a su amo y le plantea una duda: cómo dicen que vamos altos si las voces suenan aquí mismo. Don Quijote le contesta que “estas cosas y estas volaterías van fuera de los cursos ordinarios”. No le aprietes tanto, que le derribas, escudero. Destierra el miedo, que “la cosa va como ha de ir”. Acepta el juego, Sancho, como yo lo acepto, y calla.

Unos grandes fuelles les dan aire, el viento sopla recio. Aire, frío, agua y fuego son las cuatro regiones, según el gran Ptolomeo. Don Quijote manifiesta el temor de abrasarse si se acercan a la última.

Ya deben haber llegado a la región del fuego. Unas estopas que se encienden y se apagan , en lo alto de una caña, les calientan los rostros y chamuscan las barbas del escudero que está a punto de quitarse el pañuelo.

Mas su señor le advierte que no lo haga, que recuerde el caso del licenciado Torralba; el cual viajó por los aires, llevado por los diablos, a Roma, donde presenció su asalto. Al día siguiente ya estaba de vuelta en Madrid. Contó que, durante el viaje, el diablo le ordenó abrir los ojos y pudo ver el cuerno de la luna. ¿Por qué le cuenta esto? No sé, quizás sea el temor de que les acusen de brujería.

Don Quijote piensa que no hay que descubrirse, ya se ocupará de ellos quien debe ocuparse. Llevan unos minutos subidos, él calcula que media hora, pero ya “han hecho gran camino”. Quizá caigan, de un momento a otro, sobre Candaya, como un neblí sobre una garza. Cómo nos sigue el juego este loco.

Sancho Panza, hablando de Magalona, se acuerda de Magallanes, el que dio la vuelta al mundo, tan largo es el viaje…

(Continúa)


Pedro Ojeda Escudero. dijo en este blog:

"¡Cómo me gusta la imagen cinegética! En el fondo, aquí hay quien quiere cazar a nuestros amigos para reírse con ellos..."

Cazados y bien cazados. Un abrazo.

6 comentarios:

  1. Genial. Continuaremos, pues. Besotes, M.

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  3. El sacre sabe lo que quiere, apunta certero y se dirije a su objetivo.
    Deberíamos de aprender de la naturaleza.

    Y Sancho, temerosa criatura, si señora, pero con una capacidad de inventiva estrambótica y genial.

    Besos

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  4. El hecho de que Cervantes haga montar a mujeriegas a Sancho aumenta el nivel de la parodia.

    Un placer volver a leer un diálogo modelo en la narrativa desde la perspectiva de un director de escena que tiene que hacer también de apuntador de la farsa. ¿Faltarían operarios en el castillo? Aunque bien pensado uno de los salvajes que volvieron sobre sus pasos podrían haberse hecho cargo de la tarea. Los demás echarían mano de las fuelles y estopas.

    No sabía qué era un neblí, ni con mucho tan peligroso como la leona que saca fotos de Myr.

    Como este fin de semana es largo, tienes más tiempo de extenderte con tus resúmenes. Nosotros lo agradecemos.

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  5. Merche: continuamos.

    Myr: deberíamos pero somos el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

    Pancho: en el castillo hay poca mano de obra cualificada y alfabetizada como el mayordomo. Tiene que estar en todo, el hombre.
    Es bonito el neblí, yo había oído hablar del halcón peregrino pero no conocía ese nombre tan bonito.
    Fin de semana largo y nublado, no es posible contemplar la luz equinoccial, en San Juan de Ortega, cerca del famoso Atapuerca. El rayo de sol que tiene que pasearse por los capiteles, no asomará. ¿Has oído hablar de ello?
    Un beso, amigos y gracias por visitarme.

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  6. ¡Cómo me gusta la imagen cinegética! En el fondo, aquí hay quien quiere cazar a nuestros amigos para reírse con ellos...

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