domingo, 14 de febrero de 2010
"...de Sancho no hay que decir sino que el miedo le llevó a su acostumbrado refugio, que era el lado o faldas de la duquesa..."
Segunda parte del comentario al capítulo 2,36 del Quijote, publicado en "La acequia".
Es un día caluroso y la servidumbre tiene la orden de servir la comida en uno de los jardines de palacio, el más fresquito. Como yo soy el cuerpo de casa, también he de ocuparme de la disposición correcta de la vajilla y de que las viandas no se echen a perder, con el calor. Como ven, sirvo para todo.
Comen, alzan los manteles y se entretienen con la conversación de Sancho, más sabrosa que la comida servida. Tengo poco tiempo, he de vestirme de…no, de nada, de nada.
Un pífaro, flautín para entendernos, suena tristísimo. Un tambor suena ronco y destemplado. Esta música encoge el alma.¡Lo mío me costó encontrar músicos así! Olviden lo que he dicho. A lo que vamos. Todos fingen alborotarse, pero el caballero y el escudero se alborotan de verdad. Sancho pide asilo en las faldas de mi señora.
Entran dos hombres con larguísimas ropas de luto., tocando dos enormes tambores negros, también de luto. El del pífaro viene a su lado, tan pizmiento como la pimienta.
Sigue a los tres de la música, un personaje que parece un gigante. Su negrísima y larguísima loba llama la atención. También sorprende por su ancho tahelí y su desmesurado alfanje. Un transparente velo negro deja ver una larguísima y blanquísima barba. Como veis, es el reino del superlativo.
Llega contoneándose, se hinca de rodillas y se dirige al duque. Mas mi señor no consiente que hable de rodillas y le hace levantar. Se pone de pie, se quita el antifaz y descubre una barba blanquísima, pobladísima y horribilísima.
Arranca del pecho una voz grave y sonora, la de meter miedo a los niños , y se presenta ante mi “altísimo y poderoso señor”. Se llama Trifaldín el de la Barba Blanca, es escudero de la condesa Trifaldi, también llamada Dueña Dolorida. Trae una embajada de la de los dolores, la cual pide licencia para entrar a contar su cuita.
Trifaldín desea saber si está aquí “el valeroso y jamás vencido caballero don Quijote de la Mancha”. La condesa viene a pie y en ayunas , desde el reino de Candaya, que todos suponen lejanísimo. Espera para entrar, con el ducal beneplácito.
El duque se ha aprendido muy bien el papel y pronuncia el discurso de bienvenida. Ha muchos días que tenemos noticia de la desgracia de la Trifaldi, llamada Dueña Dolorida por los malvados encantadores. Bien puede Trifaldín comunicarla que aquí está don Quijote, para ayudarla. Precisamente, su especialidad son “las dueñas viudas, menoscabadas y doloridas”.Tiene una mano para eso...
Trifaldín se va con su música llorona y su grandioso contoneo. El duque se dirige pomposamente a don Quijote. Apenas ha seis días que está en el castillo y ya vienen a buscarlo desde “lueñes tierras”. Las cuitas encuentran remedio en su fortísimo brazo.El brazo, un poco delgaducho, pero fortísimo.
Don Quijote quisiera que estuviera aquí aquel religioso, el de tan mal talante y ojeriza con los caballeros andantes. ¡Que vea si son necesarios en el mundo! Que venga, que venga esta dueña y pida lo que quiera, verá la fuerza de su brazo y de su espíritu…
Me voy presto, que tengo que colocarme tres faldas y alguna cosa más. No, no, no he dicho nada de faldas.
Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:
María Ángeles Merino
Pedro Ojeda Escudero. dijo en este blog:
"¡Si es que al final querrá sustituir a Cervantes, ya le veo yo a este Merlín falso!"
Pedro: No, respeta mucho a Cervantes este Merlín falso. Pero quiere que se valore.
Un abrazo
Este mayordomo es una joya, está en todo, incluso intenta salirse de lo trazado por el autor para tener vida propia. Reclama más protagonismo en el relato.
ResponderEliminarQué casualidad que casi siempre sean menesterosas, viudas y desvalidas las que piden ayuda al Caballero de los Leones. Señal de que ellos no tenían tiempo desocupado para leer novelas.
Muy bien descrito el ambiente de una casa de nobles de la época, nos trasladas al escenario con tus historias, que son más que resúmenes.
¡Si es que al final querrá sustituir a Cervantes, ya le veo yo a este Merlín falso!
ResponderEliminarPaso sólo a saludar, ya que la lectura de esta entrada la dejo para cuando llegue a este capítulo, que aún voy en la primera parte.
ResponderEliminarBesos
Pancho: joya, joya. Es protagonista y no se lo reconocen, Cervantes no le dio ni nombre.
ResponderEliminarMujeres siempre, ellos a lo suyo.
No, resúmenes nunca. Es mi manera de vivir lo que leo. Te confieso que es lo mismo que hacía con mis alumnos hablándoles de algún texto literario. Se lo contaba tal y como yo lo veía y lo vivía,para que luego ellos hicieran comentario de texto, más o menos. Módulo IV, Lengua, editorial Safel. ¿Te suena?
Pedro: No, respeta mucho a Cervantes este Merlín falso.
Asun: pasaré a saludarte,que disfrutes quijotescamente.
Un abrazo y gracias por pasar y entrar aquí.
Has estado muy certera en la elección de la imagen,es genial,a mí me llamó mucho la atención esa frase.
ResponderEliminarEs estupendo conocer tantos puntos de vista en esta lectura colectiva.Abrazos
ABEJITA, seguro que tus alumnos gozarían como enanos con ¡tus representaciones de los textos! Enhorabuena. Besotes, M.
ResponderEliminarCosmo: un mismo texto y multitud de visiones distintas y enriquecedoras. Me pasaré por tu blog, amiga.
ResponderEliminarMerche: sí, lo pasaban bien y yo también.Tengo muy buen recuerdo. Ahora también lo hago, pero más como lectura comprensiva que como comentario de texto.Diríamos que lo primero es una iniciación a lo segundo.Tengo un grupo de mujeres que le sacan un juguillo a la casa de Bernarda Alba...Y estamos con el primer capítulo del Quijote.
Un abrazo y gracias, amigas.