La mosca viajera se fue a Bruselas
Todo empezó el día 1 de Diciembre a eso de las 4.30 de la madrugada, cuando aún no habían puesto ni las calles. Así de dura es la vida.
La mosca tenía que viajar a Bruselas por motivos de trabajo (lo cual no quita que uno le de al ocio después), y el avión salía a las 7.15. Ya digo, ni los adoquines de la acera estaban puestos. Por lo menos, el taxista sí apareció a la hora marcada para llevarme al aeropuerto, que aún estando ahí al lado, fueron 25 euros de carrera.
Durante el vuelo, lo único destacable fue ver el amanecer desde el avión, aunque estando sentado en el pasillo era difícil hacer una foto. Así que os la tendréis que imaginar, con un sol redondo y colorao subiendo por encima de las nubes. Porque otra cosa no habría, pero en esta semana no he visto más que nubes y más nubes.
Llegué a Bruselas casi a las 10. El vuelo se retrasó una media hora, aunque no se en qué punto. Me cogí el tren que llevaba a la estación central, y de camino fui observando las diferencias entre el flamenco y el francés. Para quien no lo sepa, Bélgica está dividida en dos partes, la parte francesa, y la parte flamenca. Bruselas está en esta última, pero hablan más francés que flamenco, que no deja de ser holandés mal hablado (y que a su vez es alemán mal hablado). Bruselas es en realidad como una isla, donde se habla de todo.
Pues iba yo en el tren, e iba oyendo pasar las estaciones, y uno se da cuenta de la diferencia entre el francés y el flamenco: pasamos por la estación de "Bruselas Norte", y entonces una voz suave y aterciopelada te dice Brusel Nor, y acto seguido la misma voz se vuelve basta y te dice Brusel Nor. O Brusel Sentral y Brusel Sentral.
Desde Brusel Sentral, salí al exterior en medio de un montón de obras. El primo de Gallardón, que parece que es el alcalde de aquí. Cogí el mapa, y me di y un paseito hasta el hotel, viendo eso sí, como el Palacio de Justicia estaba lleno de andamios. Me instalé en el hotel, me disfracé de pingüino y me fui a comer (ya eran las 11 y media o similar) a una de las calles colindantes a mi hotel. Sí, a comer porque a la 1 tenía que entrar a trabajar, y no me iban a soltar hasta las 6 en principio.
Por ser el primer día uno se espera que la jornada sea más suave, pero leñes, al final nos fuimos a las 7 de la tarde, porque me tuve que "pegar" con un alemán. Él erre que erre, y yo "que te bajes de la burra", o como se diría en inglés, "guet daun of de donki". El otro colega, chipriota, parecía apoyarme, así que al final el alemán se bajó de la burra.
Un par de compañeros míos llevaban por Bruselas ya un par de días, así que nada más salir les llamé, y quedamos a las 10 en la Gran Plás, o Grote Markt, la Plaza Mayor de Bruselas, donde tienen el ayuntamiento. Antes de ir, me puse a cenar, que desde las 12 que comí, ya estaba famélico. Así que ya con chandal me fui a un restaurante donde todo el mundo estaba encorbatado. Y me pedí medio pollo, pero que era muy pequeño. Más que un pollo, parecía un pollino.
Lo más divertido de Bruselas son los idomas, no ya porque estando en la parte flamenca la mayoría hable francés. Es que te hablan lo que necesites, español incluido. Y como te descuides, te puede pasar algo como esto:
- Monsieur, voullez-vous café, dessert, ...?
- An té, si vu plé
- Camomille, zitron, rouge, ...?
- sitrón, si vu plé
- ¿Eres español?
- ¡Sí!
- ¡Ah! Es que yo también.
- ¿Y qué coño hacemos hablando en belga?
El camarero era de Barcelona, que se había ido allí a trabajar porque en España la cosa estaba imposible. Y por supuesto aprovechó para preguntar por el Madrid, que justo había perdido contra el Barça el fin de semana anterior.
No le dejé propina.
Y me fui a la Gran Plás paseando. Llegué a una calle donde estaba esta hermosa iglesia, en cuya pared se podía leer Putterie/Putterij
(Aquellos que crean que los monos saben tocar la flauta, posiblemente no le encuentren la gracia)
Como avanzadilla, mis compañeros ya habían reconocido el lugar y habían fichado un garito con un nombre ideal para nosotros: "Le Roy de Espagne", un bar con una amplia selección de cervezas de todos los gustos y colores, y una buena vista sobre el ayuntamiento en la plaza, que estaba decorado con luces y musica. Yo me tomé la que sabía a jugo de gomibaya, y brindamos por el Duque de Alba, personaje muy querido por los belgas. Y también por la Duquesa, que esa sí que acojona.
Antes de irme al hotel, aproveché para ver el Maneken Pis, el niño meón.
Y con eso terminó el primer día. Al día siguiente, la reunión comenzó a las 8.30, y nos extendimos hasta las 6, con descansito a las 12 para comernos unos sandwiches. A la salida estaba lloviendo. Esta vez me fui a cenar con mis compañeros, al otro lado de la ciudad. De camino al hotel para que ellos se cambiaran, aprovechamos para ver a la hermanita del Maneken Pis, Jeaneke Pis, que un escultor hizo allá por 1985, y que se halla medio perdida en la Impasse de la Fidelité, un callejón sin salida donde hay un par de tugurios de chunda-chunda.
Tras la cena, comenzamos nuestra romería al "Roy de Espagne", donde habíamos quedado con otro compañero que había llegado ese mismo día. Y luego nos fuimos a otro bar al lado, donde servían una cerveza con sabor a cereza, y además tenían a uno tocando y cantando en directo. Nos fuimos prontito a la cama, que al día siguiente era el último día de reuniones.
De nuevo, reunión de 8.30 a 6. Pero eso sí, con la alegría de haber terminado y cumplido. De nuevo a cenar, y de nuevo, romería por el Roy de Espagne, y el bar de la cerveza sabor cereza. Y esta vez éramos 5, porque se unió a nosotros el quinto español que estaba por allí. Al día siguiente no había que madrugar tanto, así que la noche la alargamos más de la habitual. Dio tiempo a ligar y todo, oigan. Yo pidiendo un par de cervezas, y un belga que me empieza a preguntar que de donde soy. Que qué hago aquí. Que este bar mola un huevo. Que él venía de Charleroi, a 45 minutos, con su amigo porque la sociedad bruseliense... bruselina... bruselitana... bruselana ... (¿alguien sabe cual es el gentilicio de Bruselas?) es muy abierta. Lo cual ya me hizo sospechar que estaba ligando con un par da gays, para mofa y cachondeo de mis cuatro colegas de trabajo. Pero muy simpático el chico este.
Y luego se nos unió un tipejo de Asturias, de sesenta y tantos años, que decía ser presidente de un empresa importante, y que debía estar más sólo que la una y le iba soltando su rollete a todo el que se pusiera a tiro. Total, que la una y pico me dieron cuando llegué al hotel.
A la mañana siguiente, había que acudir al trabajo para formalismos, poner en común conclusiones y tal... pero no era muy importante. A las 11, en medio de un descanso aproveché para huir descaradamente junto con el chipriota, y no sin antes intercambiar el teléfono con él, que también se iba a quedar un par de días en Bruselas. Y con esto, me fui al aeropuerto a esperar a la arañita, que a esas horas estaba buscando su puerta de embarque.
La arañita viajera se viene a Bruselas
La arañita se levantó prontito el día 4, aunque para ella sí había dado tiempo a poner los adoquines de las calles. Y se fue al aeropuerto en metro, con lo que no le metieron una clavada en el taxi como a la mosca.
Llegó a la facturación, y se encontró con una cola más larga que un día sin pan. Menos mal que no llevaba equipaje, y se apañó entonces con las máquinas automáticas para obtener la tarjeta de embarque.
Pasó por el control, y como no, pitó. Es la costumbre, pitar en la máquina sin saber por qué. Así que fuera zapatillas, y además cacheo. El kit completo.
Bajó a las puertas de embarque y tras un par de vueltas, encontró por fin la suya.
El vuelo, movidito con las turbulencias.
Una vez en el aeropuerto, se puso a seguir los carteles de "exit/sortie/uitganag/ausgang", y a seguir a la gente, que básicamente, íba al mismo sitio. Y anduvo. Y anduvo más. Incluso, hasta andó. Y al final, tras media hora, salió por la puerta de salida, donde había una mosca esperándole a ella.
Venía la arañita desfallecida, porque con la tontería ya eran las 3 de la tarde, así que se comió un trozo de pizza en el aeropuerto, justo al lado de una pequeña estatua de Tintín y Milú.
Habíamos reservado hotel cerca de un bosque y unos lagos, pero que estaba a las afueras de Bruselas, por lo que tuvimos que ir hasta el final de linea del metro, y además andar un cuarto de hora hasta llegar al hotel. Pero merecía la pena. Nos dieron una habitación con una terraza con vistas al bosque, en la segunda planta.
Al lado de la casa de los Monster.
Ya era tarde, y no nos apetecía volver al centro, así que cuando el chipriota llamó a la mosca para quedar para cenar, hubo que declinar la invitación. Nos fuimos a cenar al restaurante del hotel, muy lujoso hay que decir. Es la primera vez que me piden el abrigo al entrar.
El camarero era muy simpático y divertido. Hablaba mezclando francés, con inglés, y con italiano. Así que en un momento dado ya le decimos
- ¡Italiano!
y el nos responde:
- Espagnolo!
Así que ya quedó claro que si nos hablaba en italiano le íbamos a enteder sin problema.
Y tras una opípara cena, en la que la arañita por fín pudo comerse unos caracoles(un antojo que tenía desde que nos fuimos en 2006 de viaje por media Europa y que algún día deberíamos relatar), nos fuimos a dormir, que al día siguiente nos íbamos de ver Brujas.
Salimos del hotel tras desayunar, y estábamos esperando el tranvía. Llegó un hombre soltando improperios en francés y señalando su móvil.
- Yo no compré pan... English?
Y entonces ya nos contó en inglés que necesitaba hacer una llamada, y estaba sin batería. Que si podíamos dejarle nuestro móvil para que metiera su tarjeta. Así que la mosca le dejó su móvil, e hizo la llamada. El hombre no sabía como agradecerlo, así que lo que se le ocurrió fue acercarnos al centro en coche. Lo cual nos vino muy bien, porque habíamos perdido un tranvía, y pasaban cada media hora. Fuimos charlando sobre lo simpáticos que son los belgas, cómo en seguida te hablan en el idioma que sea, e incluso te llevan al centro como agradecimiento. Muy simpático el hombre, que nos dejó en una estación de metro.
Del metro fuimos a la estación del mediodía (gare de midi ó Zuidstation) donde compramos los billetes para Brujas, Brugge , o Brugge. El tren sale cada media hora, y tarda 50 o 60 minutos en llegar.
La peculiaridad de los trenes en Bélgica es que tienen primera y segunda clase. La primera va casi vacía, y ahí nos subimos a pesar de que nuestro billete era de segunda. Conscientemente, lo reconozco. Se subió también uno que a las 12 de la mañana ya iba borracho, e iba montando el pollo. Gritaba y tal. Venía preguntando si hablábamos francés. Y cuando le respondí que no, me dijo algo así como "¿Cómo que no, si me has respondido", momento en el cual te olvidas de que hablas otros idomas para responder en un perfecto castellano "No hablo francés", que no deja de ser un eufemismo que en realidad quiere decir "Vete a tomar por donde amargan los pepinos"
Y luego vino el revisor, momento en el que nos hicimos los despistados:
- ¿Segunda? ¿Esto es primera? Anda, que no es aquí.... ¿y donde dice que es segunda? ah... gracias, gracias...
Y con nosotros, varias parejas más de turistas (casi todos españoles por cierto). Y llegamos a segunda, y entonces es cuando uno se pregunta: ¿Y cual es la diferencia con primera?
Porque los vagones son iguales, los asientos son iguales, incluso la mesita entre los asientos es igual. Así que en los trenes hay unos pocos vagones de segunda llenos hasta los topes, y un par de vagones de primera que van vacíos. Una tontería que no acabamos de comprender.
Llegamos a Brujas sobre la 1 de la tarde, y ¡NOTICIA! Estaba luciendo el sol. Pero poco duró la alegría, porque mientras nos comíamos un lenguado, y una carbonada flamenca (un estofado de ternera hecho con cerveza del país), comenzó a llover. Y ya no volvimos a ver el sol.
Brujas es muy bonita, con sus canales, y sus calles, y sus turistas, y sus tiendas de bombones. Lástima de tiempo, que estuvo que si cae, que si no cae. Y el frío.
De vuelta, en el tren nos subimos directamente en segunda clase. Y quedamos con el chipriota en la Grand Place para dar una vuelta por el centro. Él se traía a su chica, que al igual que la arañita, no hablaba inglés.
Llegamos a la estación central, y bajamos a la Grand Place andando, mirando tiendas de bombones, y visita a la Jeaneke Pis. En la plaza, el ayuntamiento estaba con sus luces y su música. Nos quedamos mirando el espectáculo mientras esperábamos al chipriota y su novia, llegando a la conclusión de que, al contrario de como hace en Madrid Gallardón, no es cuestión de poner muchas luces, sino de ponerlas bonitas:
Justo al acabar el numerito, nos encontramos con el chipriota y la novia, que resultó ser letona. Ellos se entendían en ruso, porque ella no hablaba ni inglés, ni griego. Y por aquello de la costumbre, les convencimos para ir al "Roy de Espagne" a tomarnos unas cervezas. Una de gomibaya para la mosca, un chocolate caliente para la arañita, y nuestros acompañantes intentando descifrar cual era la cerveza negra. Menos mal que la arañita estaba ahí para aclararlo, y eso que ella no es bebedora, precisamente.
De ahí nos fuimos a cenar. Hay un par de calles llenas de restaurantes para turistas: se reconocen porque los camareros te avasallan mientras pasas para intentar que entres en su restaurante. Y por supuesto, te hablan en lo que haga falta. Ruso incluido. También se reconocen porque tienen terrazas al aire libre, aunque esté lloviendo y haga frío.
Finalmente, entramos en un restaurante que ya conocía el chipriota, y que era un restaurante no tan turístico, aunque famoso por sus mejillones. En realidad, en todas partes ponían mejillones. Nosotros nos los comimos con queso gratinado, y una salsa con mucha mantequilla. Muy ricos.
Y de ahí, ya nos fuimos todos a los hoteles a dormir. Nuestros compañeros se habían olvidado el billete de metro en el hotel, así que se colaron. Es lo que tiene Europa: que te puedes colar en todas partes, y el revisor casi nunca aparece. Eso sí, el día que aparezca, la multa tiene un par de ceros, como minimo. Aunque siempre puedes hacer como que no hablas el idioma, y usar uno que sea bastante improbable que el revisor sepa, como el ruso. Así que en caso de venir, con ir diciendo eso de "Ni panimaio, ya ni gabarit pa angliski" igual hubiera colado.
Al día siguiente, cogimos el tranvía, y nos hicimos la línea entera desde el sur hasta el norte, donde está el Atomium. Es una estructura que se construyó en 1958 por la Expo mundial. Reproduce la estructura básica del hierro, con 9 átomos (ocho en las esquinas de un cubo, y uno en el centro), y desde fuera está curioso. Desde dentro en cambio, es un timo.
Son 9 euros por entrar (pro person), pero dentro no hay nada interesante que ver. Más aún, todavía no sabemos por qué pagamos, si a la entrada nadie nos pidió el ticket. Que si nos hubieramos colado, eso que nos hubieramos ahorrado. Como en el metro. O el tranvía. E incluso el tren para el aeropuerto.
Volvimos con esta sensación se haber sido timados al centro de Bruselas, mientras arreciaba una lluvia y un viento que de vez en cuando le daba la vuelta al paraguas. Una vista rápida al palacio real, y al centro, a ver si por allí no soplaba tanto. Comimos, y entonces comenzó la "operación bombón", que consistió en comprar bombones y más bombones para traer a España. Tres bolsas, tres, que nos llevamos de vuelta a España para repartir.
Y para terminar la visita, la mosca tuvo que llevar a la arañita a ver lo más típico de Bruselas: el Maneken Pis. Con tanta vuelta, aún no lo había visto, y fue lo último que vio.
Por último, Ele Bergón quería una foto de un Quijote que hay en Bruselas. Mira que dimos vueltas, pero lo más parecido que vimos fue esto:
que está en la estación de metro de nuestro hotel. Si te vale, vale. Y si no te vale, mala suerte.
Fueron poquitos días, pero la arañita ha salido encantada de Bruselas, y de su gente. Además no nos detuvieron por contrabando de chocolate en el aeropuerto, lo cual fue un alivio. Y la arañita no pitó en el detector de metales.
Ya está a ver cuando volvemos.
¡Genial periplo! Nos tienes que contar más viajes. ¿Eres político, mosca? Besotes, M.
ResponderEliminarExtraordinaria narración del viaje. Me alegro de que lo hayas pasado bien.
ResponderEliminarAbrazos.
Me alegro mucho de que lo hayáis pasado tan bien a pesar del frío y la lluvia.
ResponderEliminarYa sé, ya sé que no encontrabais a Don Quijote, pero tú me dijiste que había uno en Bruselas por eso te lo pedí. Me lo llevo al blog para hacer una entrada.
Espero los bombones. A ver si nos los traeis por aquí.
No Merche, afortunadamente para él y para mi, la mosca no es politico. Es físico.
Besistos de mami.
Ele, ¿Que yo te dije que había un Quijote?
ResponderEliminarNo, maja, fuiste tú la que me dijo que lo buscara y le hiciera la foto.
Merche, ¿lo de político lo dices por ir a Bruselas, o por meterme con Gallardón?
Mosca y arañita, qué gusto veros por aquí. Aunque eso de que haya una Niña pis me rompe los esquemas.
ResponderEliminarY no digamos eso de que las iglesias tengan un cartelito que dice algo parecido a put....Todo un detalle el que te hayas acordado del monito que nos puso Sor Austringiliana, el de la flauta flexible. Interesante enlace.
Me alegro mucho de que mi compi, la arañita. haya disfrutado y vuelva bien cargada de energía positiva y chocolate belga.
La abejita ha pasado el finde en Marbella y Estepona .Se ha pegado un empacho de sol, playa,pescaíto frito, churros enroscaos y...lo mejor: jugar con mi sobri sobri Aitana.
Quijotes ya no busco, en Marbesula, porque encontré uno de Dalí, la última vez, y resultó ser más falso que Judas.Escribí lo del titiritero, eso sí.
Quiero aclarar a Merche que la mosca es físico .que no político. Es como unos mapas con montañitas que tengo en clase, je, je.Los políticos tienen países en colorines.
Y como eres físico, me podrías aclarar qué se sabía de los átomos en tiempos de Cervantes, dado que éste dice:
"Prosigue, muchacho, y deja decir, que como yo llene mi talego, siquiera represente más impropiedades que tiene átomos el sol." (capítulo 26, segunda parte) ¿Sabían algo?
Vuestro reportaje , dix points y lo mismo en flamenco, o sea dix points con voz de mala leche.
Un beso entomológico, de la abejita para la mosca y la arañita.
Abejita, pues no sé que sabría Cervantes del átomo en particular, pero la idea de que la materia se componía de elementos indivisibles (átomos) ya era manejada por los griegos allá cuando la mili se hacía con hachas y piedrolos.
ResponderEliminarEso sí, lo que no se podían imaginar es que un átomo se pudiera dividir, porque si no, no le hubieran puesto ese nombre
¡Qué mosca más viajera! Qué buenas fotos.
ResponderEliminarHola abejita. Me alegro de que este puente te lo hayas pasado tan bien con tu sobri sobri. debe estar preciosa, a ver si mandas alguna foto
ResponderEliminarun besote
Arañita, compiiiiii.
ResponderEliminar¿Qué tal el chocolate belga? ¿Ya cayó todo?
¿Cómo te recibió Suri?
Las fotos y el vídeo, preciosos.
Te mandaré Aitanitas. cómo no.Qué bichooooo.
Un abrazo atómico para los dos
Mosca, por ir a Bruselas y tener tantas reuniones. Me alegro de que no seas político sino físico. Has ganado puntos en mi estimación. Enhorabuena (aunque tampoco sea nada del otro mundo que hayas ganado puntos en mi estimación...). Besotes anárquicos, M.
ResponderEliminar