jueves, 13 de agosto de 2009
“...que es tan verdad que son borricos, o borricas, como yo soy don Quijote y tú Sancho Panza; a lo menos, a mí tales me parecen”
¿Y es posible que tres hacaneas, o como se llaman, blancas como el ampo de la nieve , le parezcan a vuesa merced borricos?
Como en este capítulo los burros, desempeñan un importante papel, pongo aquí a este burrito, natural de Isar (Burgos).¿O es una hacanea?
Comentario al capítulo X del Quijote, segunda parte. Publicado en http://laacequia.blogspot.com/
Al comenzar el capítulo, se dirige a nosotros el morisco Cide Hamete. Se muestra miedoso y receloso, teme que no le crean, tan grandes son, aquí, las locuras de don Quijote; pero nos asegura que ni quita ni pone nada, tal es la verdad que siempre flota por encima de la mentira.
Don Quijote queda emboscado y manda a Sancho volver al Toboso. Y que no vuelva a su presencia, sin haber hablado con su señora, a quien pedirá que se deje ver de su “cautivo caballero” y le bendiga.
¡Vaya encargo, Sancho! ¿Cómo vas a salir de ésta? Y a la vuelta tienes que darle todos los detalles: cómo te recibe, si se pone colorada, si el nombre la turba y la perturba, si la almohada de su estrado no para quieta, si la parte que descansa encima de la almohada también está inquieta, si apoya un pie u otro, si te repite la respuesta, si cambia el tono, si se atusa los rizos…
¡Qué palabras tan tiernas para levantar el ánimo del viejo hidalgo! Le dices:”ensanche vuestra merced, señor mío, ese corazoncillo, que le debe de tener agora no mayor que una avellana”. El tuyo, tu corazoncillo, no es malo… Y desgranas el rosario de refranes al pelo, siempre dispuestos. Le aseguras que, de día, hallarás el palacio, saltará la liebre.
Dejas a tu triste amo y cuando ya le has perdido de vista, te apeas del jumento para iniciar tu soliloquio, a la manera de los pastorcillos literarios. No vas a buscar algo sencillito, esta vez no has perdido ningún burro. Ay, que este Cervantes se ríe de él mismo. Debes llevar a cabo la ardua empresa de hallar a la “princesa “Dulcinea y hablarla en nombre del famoso caballero que “desface tuertos”.
Lo habéis confesado ambos: ni tu amo, ni tú, la habéis visto jamás. A estas alturas ya sabes que el único palacio habitable para tan irreal dama es la imaginación de tu don Quijote. Mas tus costillas doloridas no quieren ser machacadas por tobosinos recelosos que, garrota en mano, se puedan plantear qué querrá éste que viene preguntando por nuestras mujeres. Eres el mensajero sin culpa, como los de esos romances que tú sabes, pero haces bien, no te fíes. Deja al demonio en paz y piensa.
Tu amo es un loco de atar. Ya está, lo has soltado, te habrás quedado a gusto. Y reconoces que tú mismo participas en su locura, siguiéndole. Y, quién dijo que eras un mentecato… Piensas que, si para tu amo, los molinos eran gigantes, las mulas dromedarios, los carneros soldados…no te sería difícil hacerle creer que una labradora sea la señora Dulcinea. Y si no lo cree, insistirás y terminará por echarle la culpa a algún maligno encantador que lo muda todo. Mira por dónde, en este capítulo, el sabio encantador vas a ser tú, ya nos lo indica el título, tú vas a encantar a Dulcinea.
Loco no sé, pero cuco…Esperas hasta la tarde que si te presentas ahora, aunque parcialmente loco, no se creerá que has ido y has vuelto. Pasan las horas. Ya puedes volver. Pero ¿qué ven tus ojos? ¡Qué idea! Vienen hacia ti tres labradoras, sobre sus pollinos o pollinas. ¡Ya tienes a Dulcinea con toda su corte principesca!
Deprisita vas hacia donde dejaste a tu señor. Suspira, se lamenta mas tú le confortas: este día estará marcado con la V roja de la victoria. Sólo tiene que salir al raso y verá a la mismísima Dulcinea con sus dos doncellas, cubiertas de oro, perlas, diamantes, rubíes, brocados…los cabellos al viento y montadas en unas “cananeas remendadas”…
Don Quijote te promete, en premio, por la buena nueva, el mejor despojo que gane en la primera aventura o las crías de tres yeguas preñadas. Te atienes a las crías, que lo de los despojos no lo ves tú muy claro, ya sabes tú que, aparte de la leña, poco se saca en limpio de esas aventuras…y no siempre se encuentra una maleta como la de Cardenio.
Pero tu señor sólo ve a tres labradoras montadas en borricas y ahora eres tú el sabio Frestón que ha de realizar el encantamiento. ¿Borricos dice vuesa merced? No, tres hacaneas blancas como la nieve. Abra bien los ojos y venga a hacer reverencia a la señora de su pensamiento. Y te apeas de tu jumento, te arrodillas ante ella y ¡cómo hablas ahora Sancho! “Reina y princesa y duquesa de la hermosura, vuestra altivez y grandeza…” ¡Esto es el Reino del Revés!
Tu asendereado amo también se pone de hinojos, con ojos desencajados mira a la moza carirredonda y chata, se ha quedado sin habla. Las aldeanas pasmadas contemplando a los dos de rodillas, hasta que la detenida les pide, en un falso lenguaje rústico, que se quiten de en medio, que tienen prisa.
Y sigues asombrándonos, Sancho, dirigiéndote a la “princesa y señora universal del Toboso”, que si su magnánimo corazón, que si la columna de la caballería…Y otra de las labradoras que exclama no sé qué de la burra de su suegro y se queja de estos señoritos que se burlan de las aldeanas. Os invita a que sigáis vuestro camino, como aquellas serranas del marqués poeta.
Don Quijote te pide que te levantes, se da por vencido, la fortuna no le permite ningún contento. El maligno encantador ha mudado el rostro sin igual de Dulcinea en el de una labradora fea .Y, cuando se dirige a ella con dulcísimas y caballerosísimas palabras, la contrahecha aldeana le manda a paseo con sus rústicas exclamaciones, no sé qué de su agüelo…Las dejas ir y no sabes cómo disimular tu contento, qué bien has salido de ésta, pillín.
La que hizo de Dulcinea pica a su burra con un aguijón y el animalito, agobiado, se arquea y la tira al suelo. El amante caballero va a recoger a su dama -labradora y tú a recoger la albarda -silla de montar. Mas ella ya sabe lo que hacer en estos casos, coge carrerilla y, de un salto se sube a la pollina- hacanea, montándola a la jineta y haciéndola correr más que el viento. Al verla, te acordabas de los famosos jinetes cordobeses y mexicanos. Y sus compañeras no se quedan atrás. Menudo cuadro cómico.
El de la Triste Figura está más triste que nunca. Los encantadores le quieren tan mal que le privan de ver a su señora tal y como es. Proclama que nació para ser el blanco de las desdichas. Incluso le han privado de lo que es tan propio de las señoras principales: su buen olor. Hay que ver qué peste a ajo llevaba la saltarina.
Ahora te toca a ti echar las maldiciones a esos encantadores. Exclamas que quisieras ver a esos malintencionados ensartados , como sardinas espetadas. Para consuelo de tu amo le das un repaso a las partes que componen su belleza: los ojos de perlas trocados en agallas, los cabellos de oro en cerdas, sus facciones de buenas en malas…Pero rectificas, no si…tú nunca viste su fealdad, casi metes la pata. Y añades que, además de hermosa, poseía un lunar de los que puntúan mucho a la hora de calificar beldades: sobre el labio derecho, con unos siete u ocho cabellos rubios de más de un palmo…Muy largos nos parecen, y a nuestro hidalgo también. Pero le quedan muy bien esos pelillos ,se pueden hacer trenzas, que no puede haber nada imperfecto en la que es perfecta. Todo un experto en altas bellezas, te señala la correspondencia de ese lunar con otro en el muslo. ¡Qué atrevimiento el de vuesa merced!
Y, por último, te pregunta sobre la silla que él vio como albarda. Silla rica y cubierta que valía más de un reino, mira que eres exagerado, y don Quijote, compungido, se declara como el más desdichado de los hombres. Mientras , tú haces enormes esfuerzos para disimular la risa. Ay, Sancho…
Subís en las bestias y tomáis el camino de Zaragoza. Sucederán grandes cosas antes de llegar a vuestro destino.
Un abrazo para todos.
María Ángeles Merino.
Pedro Ojeda Escudero. dijo en este blog:
Vuelto tras unos días sin conexión.
Excelente tu perspectiva desde el pobre Sancho, que sale del apuro con mentira...
Y la foto: hacanea, hacanea.
Pedro: ya lo creo que es una hacanea blanquísima y esbeltísima.¿Quién dijo que era el borriquillo de Isar?
Lo de la conexión, ha sido el sabio encantador Frestón que nos tiene envidia...
Un abrazo .
Que bonito Marian, es precioso el borriquito, inspira mucha ternura, se lo he enseñado a Tara que esta aqui conmigo y ponía unas caritas, para comersela, ya se que soy muy pesadita pero la foto chapó, besos.
ResponderEliminarPD.Va a caer una en este tu pueblo que va a ser de traca petaka, menuda tormeta se está formando.
Las cositas que realiza ese pollino incapaz para las "hacaneas"...
ResponderEliminarPues como bien dices...Sancho a pasado de escudero moldeable y maleable a escudero manipulador, consiente de que puede hacer y deshacer a su antojo cuanto le plazca..Saludos
Coincido con Tucci, ahora Sancho tiene el poder en sus manos.
ResponderEliminarEl reino del revés como tú indicas.
Qué gracia la ausencia de aroma a rosas frescas de la ficticia Dulcinea: "hay quem ver qué peste a ajo llevaba la saltarian".
Pues para pegar ese salto seguro que está bien alimentada la labradora ésta. Que si se ponen pesados nuestros amigos, les arrea un guantazo que los tumba.
Que bien relatas las "señas de identidad" de la supuesta enamorada: al tanto incluso de "si se atusa los rizos".
Yo, al tanto de ésto, dije que si cambia mucho el apoyo en un pie....¡es porque tendría una piedra en el zapato, jolines!.
Estuve por lo de Kety y le dije algo sobre La Flauta Mágica.
Ha sido un placer visitar esta melificada colmena
Sancho se está engrandeciendo por capítulos, ¡le está haciendo sombra a nuestro Quijo! Genial tu resumen, querida Abejita. Besotes, M.
ResponderEliminarSilvia: si tú ves todos los que se montaron en el carrito del pobre burro...¿hubo tormenta?
ResponderEliminarManuel: ya lo creo, Manuel, las hacaneas incapaces de hacer como el burrito.A la chepa, Sancho se ha subido a la chepa de don Quijote.
Antonio: me las imagino dando guantazos a los que les vienen con resquebrajos.La melificada colmena, encantada de recibirte.Esa música merece la pena, grandiosa, y es quijotesca, como te decía en tu blog. Hay un Tamino don Quijote, una Pamina Dulcinea y un Papageno Sancho.A ver si hago una entrada con ellos.
Merche:Sancho cada vez más grande y nosotros también nos engrandecemos .¡Buenos comentarios los tuyos, los del jueves ...!
Besos a todos
Vuelto tras unos días sin conexión.
ResponderEliminarExcelente tu perspectiva desde el pobre Sancho, que sale del apuro con mentira...
Y la foto: hacanea, hacanea.