"...yo sacara del monesterio...a Leandra, a pesar de la abadesa y de cuantos quisieran estorbarlo"
Comentario al capítulo LII del Quijote, último de la primera parte.Publicado en http://laacequia.blogspot.com/
"El canónigo pidió al cura le avisase el suceso de don Quijote, si sanaba de su locura o si proseguía en ella, y con esto tomó licencia para seguir su viaje"
Comentario al capítulo LII del Quijote, último de la primera parte.
De la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de los deceplinantes, a quien dio felice fin a costa de su sudor.
El cabrero, la procesión y la vuelta de don Quijote a la aldea. Son las tres piezas que Cervantes encaja en este último capítulo de la primera parte.Todo parece ir como la seda. Sentados en el prado ameno, comen las abundantes viandas canónigas, escuchan con gusto el cuento de Leandra y el cabrero invita al postre… ¡Tenía razón el señor cura! Los montes crían letrados Pero Cervantes va a poner esto patas arriba. Va a hacer trizas la placidez bucólica y se va armar una que nos va a dejar temblando. Contraste barroco habemus…
Don Quijote se disculpa, por no poder emprender aventura alguna. Le gustaría, pero no puede, liberar a Leandra de su encierro conventual. Pero, el cabrero señorito pregunta quién es ése, con tan mala pinta, que habla así. Tras recibir una irónica información por parte del barbero, se dirige al extraño personaje, calificándolo de cabeza vacía. El de la Triste Figura contesta que la vacía, puta e hideputa será la madre que parió al que así le habla y lanza un pan que casi deja chato al deslenguado.
A partir, de lo del pan, sobre platos y tazas, llueven los mamporros, mojicones, arañazos y coces. Y menos mal que al cabrero, ensangrentado y coceado, se le impide coger el cuchillo. Don Quijote y Sancho también salen muy mal malparados y llueve sobre mojado, que sólo con sus lesiones antiguas ya se llenaría un libro de Traumatología. ¿Cómo sobreviven así, sin un mal servicio de Urgencias? nos preguntamos...
Llama la atención la insensibilidad de los que les contemplan el combate, incitándolos como a perros de pelea. El cura y el canónigo, muy cristianamente, revientan de risa. Los cuadrilleros, la ley y el orden, saltan de gozo. Aquí Cervantes carga las tintas…
El sonido tristísimo de una trompeta da la vuelta, otra vez, al capítulo. Cesan los contrincantes, entre otras razones porque ya no pueden más, y desfila ante sus ojos una procesión de flagelantes , con una imagen de la Virgen llorona. El narrador sabelotodo nos aclara que aquel año había sido de sequía, en esas tierras. El cielo había negado su rocío a los campos y, los de la aldea .venga latigazos, venga paseos hasta la ermita con la señora enlutada, a ver si la voluntad divina cambia y se abren las nubes con el preciado elemento. ¡Ay Erasmo, Erasmo! ¿Religión por fuera o por dentro?Parece ser que estas procesiones de flagelantes eran algo habitual, algo que don Quijote debía haber visto muchas veces. Gente abriéndose las carnes con un latiguillo acabado en púas, normal….
Pero él lo interpreta en la clave de su locura y se lanza a liberar a la pobre señora que llevan cautiva. En el intento, recibe un golpe tal que Sancho, dándole por muerte recita un planto, al más puro estilo caballeresco, que, a pesar de sus cómicas equivocaciones, muestra su calidad humana.
Los de la procesión, ven a los cuadrilleros con sus ballestas, no quieren que les carguen con el muerto y echan a correr cobardemente, con la falda y los capirotes arremangados, luciendo los cirios y las disciplinas.. ¡Ay Erasmo, Erasmo! ¿Religión por fuera o por dentro?
El cura conoce a otro cura de la procesión y tanto unos como otros se sosiegan. Aquí no ha pasado nada.
Don Quijote pide a Sancho que le coloque en el “carro encantado”, dado el estado de su dolorido hombro. Sancho lo hace de buena gana y, de paso, nos anuncia una nueva salida, tras la estancia en la aldea. Don Quijote atribuye su mala racha a un “mal influjo de las estrellas” que hay que dejar pasar. ¡Cervantes astrólogo!
La procesión sigue su camino y s la hora de las despedidas. Se despide el cabrero y los cuadrilleros no quieren pasar adelante, cobran y se van. ¡Por fin perdemos de vista a este pelmazo de canónigo! El cura le informará si don Quijote sana de su locura. Se quedan solos el cura, el barbero, don Quijote y Sancho. ¡Ah! y el bueno de Rocinante, tan paciente como su amo.
Seguiré con la llegada a la aldea.
Un saludo para Pedro y los que nos visitan.
Pedro Ojeda Escudero dijo en http://laacequia.blogspot.com/
Abejita se ha fijado en las zurras del capítulo para escribir el título de su entrada. Además de su comentario, dejadme hoy que os recomiende las imágenes. Graciosísima esa ensalada de canónigos sobre fondo quijotesco. También nos regala una visión primaveral de la estatua cervantina del burgalés Paseo de la Isla.
En este blog dijo:
El comentario, muy bueno, como siempre. Pero déjame que te alabe lo divertido del título y de las imágnes. Qué divertidos los canónigos con fondo quijotesco.
GRACIAS, PEDRO
Divertido comentario que necesariamente tiene que salir de una atenta lectura. Esperamos más divertimento de la llegada al pueblo de nuestros héroes un domingo después de misa.
ResponderEliminarMuy bueno, me ha encantado, si viera Cervantes que ahora se lleva hacer ensaladas con canónigos, jajaja!, me ha encanto, aunque espero noticias de Leandra, besitos.
ResponderEliminarMi lectura no es que sea demasiado atenta, lo que sí hago es leer varias veces lo mismo. Y teniendo en cuenta que ya tengo requteleído el Quijote...lo mío es vicio...u obsesión, quién sabe.
ResponderEliminarA ver como me sale la entrada de la vuelta a la aldea.
Para Pancho era el comentario anterior.
ResponderEliminarA Silvia le digo que se va contagiando, ésta cae y la vemos con el Quijote en las manos.De Leandra, ya no se sabe más, pobrecita.Una vez pasado un tiempo, volvería a su pueblo y se casaría con un señor mayor...no me hagas caso, que me lo he inventado
Me ha quedado bien el plato quijotesco con los canónigos...
Besos
Pues si, creo que este verano, lo leeré, porque yo no se si será contagio, que me he picado, no se, no se, jajajaja!.El plato te ha quedado genial, eres una artistaza, Besitos.
ResponderEliminarEl comentario, muy bueno, como siempre. Pero déjame que te alabe lo divertido del título y de las imágnes. Qué divertidos los canónigos con fondo quijotesco.
ResponderEliminarEstoy con los que alaban tu foto...muy ocurrente, desde luego Cervantes no deja títere con cabeza y a que velocidad... si como bien dices hubiese habido un médico de pago se forra...salud y obsesión...que esta es muy sana
ResponderEliminarHay platos que amen de contener buenas viandas nos recuerdan frases celebres de quien las dijera en su día: La mejor medicina, es la cocina.
ResponderEliminarUn abrazo
Silvia: ya me contarás este verano...
ResponderEliminarManuel: menudo trabajo hubiera tenido el traumatólogo para curar las lesiones del de la Triste Figura.Luego me voy de visita a tu blog.
Jan: gracias por la visita. En este plato dice:todas nuestras locuras proceden de tener los estómagos vacíos y los cerebros llenos de aire"
Abrazos