miércoles, 24 de septiembre de 2008

Chufo ya no corretea

Chufo ya no corre por el pasillo. Ya no muerde los cables. Ya no le gritamos por dejar el salón lleno de cagadillas, ni viene a mearse bajo la mesa (¡y sobre mi pie!) cuando estamos cenando.



Cuando le trajimos hace un año apenas podía sostenerse sobre el suelo resbaladizo. Prefería estar en la jaula, sobre la arenilla con la que estaba familiarizado de estar en la tienda. Le hice un escaloncillo para que entrara y saliera con más facilidad de la jaula. Pronto ya no hubo quien le metiera dentro. Le gustaba correr y patinar por el suelo.

Gruñía de vez en cuando, no le gustaba que le peinaran, ni que le cogieran. Pero no tenía problemas en dar besitos al acercarle la mano.

La semana pasada se puso malito. No se movía, no comía, no bebía. Creimos que era algo pasajero. Al día siguiente, poco a poco, volvió a coger el ritmo habitual.

Ayer le volvió a pasar lo mismo. No se movía, no comía, no bebía. Le llevamos al veterinario, y tras una radiografía, vió que tenía el estómago hinchado. Parecía estar "atascado", pero tampoco parecía nada que no se pudiera solucionar. El veterinario nos dio una receta para intentar que se soltara. Per quizás ya era tarde.

Ahora chufo ya no corre, ni roe, ni gruñe, ni muerde.

Y la casa está vacía.

4 comentarios:

  1. Estoy triste. Ya no veré a Chufo cuando vaya a Carabaña. Aunque sean animalitos se les coje mucho cariño.

    Ya sabéis que lo siento de verdad.

    Besos para los dos.

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  2. Vaya sorpresa que me he llevado. Mientras leía pensaba en mi lola, pero cuando he llegado al final..., no lo esperaba.

    A veces protesto porque ahora se le cae el pelo, ¡¡Uff! Hace seis años que llegó a casa, y se le tiene cariño, ya lo creo.

    Lo siento
    Un abrazo

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  3. Nuestras mascotas viven con nosotros y se convierten en personitas insustituibles.

    Un recuerdo para este chiquitín que vivirá en vuestro corazón.

    Un beso para Julio y Esther de:
    María Ángeles

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  4. Gracias a todos. Parece una tontería, pero Chufo llenaba la casa, incluso si sólo estaba tumbado en la escalera.

    Por cierto, sabía matemáticas, porque sólo se sentaba en los escalones con número primo: el 1, 2, 5 y 7 (bueno, le faltaba el 3)

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