miércoles, 28 de noviembre de 2018

¿Quién fue de verdad don Alberto Elder Von Filek?




Comentario en torno a Filek. El estafador que engañó a Franco de Ignacio Martínez de Pisón, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda.

-El otoño desnudaba los árboles y tapizaba de amarillo los bancos del paseo. Me senté a leer un poco; pero apenas llevaba una página de Filek cuando se me acercó un marcial anciano, con sombrerito verde y ganas de pegar la hebra.

(El sombrerito verde podía acompañarse de un loden y algún periódico conservador bajo el brazo pero el sombrero me pareció suficiente caracterización, no hay que pasarse.)

-¡Buenas tardes, señorita! ¿Le importa si me siento? 

-Faltaría más, caballero.

(Caballero, una palabra poco habitual en mi vocabulario, salió de mi boca con rara espontaneidad.)

-Disculpe mi curiosidad pero he visto de pasada el título de su libro y, con todos los respetos, he de manifestar mi desacuerdo. Señorita, es imposible. 

-¿Qué es lo imposible?

-El título: Filek. El estafador que engañó a Franco? Que hubiera un estafador que engañara al Caudillo. ¿Quién osó escribir tamaño disparate?


Filek. El estafador que engañó a Franco.

- El osado se llama Ignacio Martínez de Pisón, escritor y guionista, nacido en Zaragoza en 1960, con más de quince libros, premiado y traducido. Mire la Wikipedia.

-¿La Wiki qué? Mujer, que yo no uso tales moderneces. A ver qué nos cuenta un escritor nacido en 1960. 

-Sí, señor. Nos cuenta de un austriaco llamado Albert Eduard Wladimir Fülek Edler von Wittinghausen que se ganó la confianza de Franco y le convenció "de las bondades de su invento: un combustible de calidad superior a la gasolina, obtenido a partir de una mezcla de agua con extractos de plantas y otros ingredientes secretos".  

La primera noticia la encontró en la monumental biografía del dictador escrita por Paul Preston, apenas diez líneas. "Una buena historia" pensó, nada menos que "¡un estafador internacional que tomó el pelo a Franco en la etapa más sanguinaria del régimen!". 


-Dictador, sanguinaria, ya estamos con lo de siempre, con la ayuda de historiadores extranjeros de la cáscara amarga. Si hubo que derramar sangre fue para forjar cuarenta años de paz, trabajo, justicia y orden. Ya, ya veo en sus ojos que no está usted de acuerdo, bueno, con mis mayores respetos, si no es abusar de su paciencia...le pediría que me adelantara un poco de la novela. Soy gran amante de la lectura, usted en eso parece de los míos, en lo otro...

-No es novela sino una "historia real perfectamente documentada". Martínez de Pisón siguió el rastro por archivos y hemerotecas y el trabajo no fue pequeño: de estafa en estafa, en su país y en España, de cárcel en cárcel, tanto republicanas como franquistas, un breve período de triunfador y la caída en desgracia. Lo pasa mal pero las siete vidas del gato son poco para él. 



Le cuento. Verá, Albert von Filek llegó a Madrid en 1931, a tiempo para conocer cuando: "el martes 14 de abril, en medio de un ambiente festivo, la gente se echó a la calle para proclamar la Segunda República". El recién llegado tal vez no acabara de entender: multitudes avanzando, banderas tricolores, himnos, gritos, chistes soeces, estatuas mutiladas o derribadas, escarapelas y brazaletes rojos, alcohol, latas de petróleo...O entiende demasiado, quizás le disgustaba porque le traía malos recuerdos. Si veía caer la cabeza de Alfonso XIII, él la sentía como la de su venerado Kaiser. Esto último es lo que a I.M.P. le parece más verosímil. 

-Si el tal Filek era de buena familia le disgustaría aquel espectáculo de borrachos y prostitutas. 

-"Filek llegó a Madrid a tiempo de presenciar como la historia se repetía: si en 1918 había visto nacer la república en Austria, ahora la estaba viendo nacer en España..."



Abolir la nobleza, suprimir los privilegios de la aristocracia, ilegalizar los títulos nobiliarios, incluso la particula von de los apellidos, prohibir su clase social ¿la suya?...¿Ocurriría en España lo mismo que en Austria? 

- Lo que yo le decía . Un barón de rancia familia que odiaba a los revolucionarios. ¿Un nazi?

-No parece, en una carta que escribió en plena Guerra Civil, en una cárcel republicana, censura interna por medio, se muestra como "un conservador que añoraba antiguos esplendores, pero no un hitleriano". Un joven reportero norteamericano llamado Foltz , una de las pocas personas que escribió sobre él, alguien que lo conoció brevemente, le atribuye "amistad con ciertos aristócratas monárquicos que en agosto de 1932 fueron encarcelados por apoyar el levantamiento militar del general Sanjurjo".

-"Le atribuye". No es muy contundente. 

- Leemos: "Foltz...está hablando de oídas, pero lo que dice parece razonable. La prueba...es que poco después, en cuanto se le presentó la ocasión, intentó hacer negocios con algún militar próximo a Sanjurjo."

-"De oídas". No hay que creer demasiado al reportero norteamericano. ¿Quién era ese hombre de verdad?

-"La documentación le identificaba como Alberto von Filek, hijo de Vladimiro y de María, de profesión químico, de nacionalidad austriaca, nacido el 27 de marzo en Tschöran...Y él se presentaba a sí mismo como antiguo capitán de artillería hasta el forzado licenciamiento general tras la derrota de 1918, miembro de una familia ilustre entre cuyos parientes había generales y mariscales del ejército imperial."

-La documentación podía ser más falsa que Judas. "Se presentaba a sí mismo"...Dudoso.

-En la carta mencionada, dejó claro que "su sistema de valores seguía anclado en los tiempos del imperio", que "cuando llegara el momento no moriría como un conejo sino que lo haría como un capitán condecorado y un aristócrata: los "mil años" de antigüedad de su apellido le imponían un código estricto de conducta que sabría respetar hasta el último instante de su vida."



-¿Por qué escribe eso y en una cárcel republicana? ¡Qué personaje más extraño! ¿A quién iban dirigidas de verdad esas palabras de novela? ¿Eran la clave de algún mensaje secreto? ¿Espía? ¿Espía doble? 

-De novela, sí señor. Martínez Pisón pasa, a continuación, a compararlo con héroes literarios:

"Le ocurría lo mismo que al conde Franz Xaver Morstin , protagonista de "El busto del emperador" de Joseph Roth y arquetipo de la vieja aristocracia que quedó desclasada tras la derrota en la Gran Guerra..."

-El bribón de Filek. Ni aristócrata ni capitán del ejército imperial. Me huele a mí, sin leer el libro.

-Me parece que a continuación viene el tío Paco con la rebaja. Bastardo de un aristócrata y soldado raso no más. Y sus conocimientos químicos provocan la sonrisa, incluso a los que no sabemos ni papa de esa ciencia. Jugo de naranja o de remolacha, baño María, etc, etc. 

-Tal vez un estafador sin más que, tal vez, se justificaba a sí mismo alegando que su mundo había caído. Muertos los viejos valores imperiales, él tenía barra libre para el engaño. No sé, señorita, engañar al viejo zorro del Caudillo, me cuesta creerlo. ¿Y no había químicos de verdad que echaran el alto a tan disparatada fórmula? ¿Y no lo quitaron de en medio a tiempo?


Palacio de la Isla en Burgos, sede del Gobierno franquista durante la Guerra Civil. 

-¿O era algo más que un timador? Franco y los suyos cayeron en la trampa, les cegó el sueño de la España autárquica sedienta, llenando  depósitos con agua y zumos vegetales. Filek tuvo su momento de gloria. Después se echaría tierra encima. Aquí no ha pasado nada, nada. Él también tenía "baraka" como Su Excelencia. 

-Su momento de gloria...

-Aquí tiene el BOE . 



-¡Oh! "Decreto de 20 de diciembre de 1939. Don Alberto Elder Von Filek. Interés nacional. Urgentes. Firmado Francisco Franco. El ministro de Industria y Comercio. Luis Alarcón de la Lastra.

-¿Quién le ha dado esto, si no es mala pregunta?

-Un profesor de la UBU, Pedro Ojeda Escudero, el que dirige nuestro Club de Lectura. 

-Lo siento. Se me hace tarde, es la hora de cenar en la residencia. Hablaremos otro día. A ver si consigo esa novela.

-Bueno, esa biografía.

-Tampoco, el profesor nos dijo que era una "construcción ficcional".

-Ya entiendo, se cogen unos papeles y se inventa una historia. No es la verdad pero tiene todo el aspecto de serlo. Si me dan los documentos, yo escribiría también una novela sobre el tal Filek, completamente distinta seguro. ¡Y tampoco sería verdad!

-Seguro. Adiós caballero. Hasta otro día. 

El anciano del verde gabán desaparece como por arte de encanto. Seguiré leyendo y a ver si lo encuentro otra vez por aquí. Ahora los bancos están limpios de hojas.

Un abrazo para todos los que me habéis aguantado hasta aquí. Os lo agradezco porque ahora me cuesta mucho más redactar una entrada. ¡Y este libro es más seco que un esparto! Echo de menos una construcción ficcional con más carne y hueso, como las de José Antonio Abella, por ejemplo. 

La próxima entrada será la de la crónica de la reunión lectora de ayer. 

María Ángeles Merino



Foto cortesía de Yolanda Delgado

4 comentarios:

La seña Carmen dijo...

¿No había químicos de verdad en aquella España?

Posiblemente los más de los mejores estarían en el exilio, depurados o enterrados.

Alguno quedaría capaz de distinguir la palabrería, pero... ¿quién sería el osado que llevara la contraria al Caudillo?

pancho dijo...

La novela refleja sobre todo una gran habilidad del autor para tejer una historia. Se le notan las tablas que tiene para escribir ficción dando siempre la sensación de realidad aunque sea inventado. La tuya tampoco es pequeña para darle vida a personajes y engarzarlos con la historia.
Es que El hombre pez es una novela para recomendar a cualquiera y a todos les gusta.
Yo creo que tus dolencias deben ser pequeñas, estás en plena forma para escribir.
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Ese encuentro con el anciano caballero es goloso, goloso. Para la próxima tráelo a la reunión...

Ele Bergón dijo...

Interesante todo lo que cuentas de este estafador. Quizás no fuera tan difícil engañar a Franco, pues tenía sus propios intereses y entre otros, el que en el extranjero le reconocieran por algo. Por mucho que se diga, yo creo que no era muy inteligente el dicttador. Otra cosa es su maldad.

Besos