miércoles, 24 de enero de 2018

Así comencé a leer "Pedro Páramo" de Juan Rulfo.


¡Hola, amigos que pasáis por este "rinconcito como otro cualquiera"!

En enero, ya sabéis, vamos a leer y comentar la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, "un mito hecho novela", "un verdadero clásico de la literatura latinoamericana". "No sin motivo, Gabriel García Márquez declaró que el autor latinoamericano que en verdad merecía el premio era el huidizo Juan Rulfo."

Pensé que, dada la condición no lineal de la novela, y lo de los muertos todo hay que decirlo, no sería del agrado de Austri, mi amiga compañera de lecturas;  mas no, que por ahí llega. 

-¡Hola María Ángeles! ¡Aquí me tienes! Tú ponías en duda que yo quisiera acompañarte por el México desolado de Pedro Páramo, de Juan Rulfo. 

-Te lo agradezco, Austri, pero no sé por dónde empezar, necesito unas pautas para contar mi viaje lector, el nuestro. 

-Yo te entiendo, es tu lectura de Pedro Páramo lo que quieres contar por escrito, que sobre la novela hay ríos de tinta. ¿Dices que quieres pautas? Ya las tienes y nos pueden servir. 

-¿A qué te refieres? 

-Al comentario que pusiste el jueves 18 de enero en la entrada de La acequia: "Pedro Páramo de Juan Rulfo y noticias de nuestras lecturas.":

"Comencé Pedro Páramo con inocencia en una edición sin explicaciones. "Vine a Comala..." Entré con Juan y el arriero, qué mal olían las saponarias, cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel, poesía, fragmentos en primera persona, fragmentos en tercera persona, una tierra pobre y desolada, juguete de Pedro Páramo, "un rencor vivo", padre de tantos, un infierno más abrasador que el mismo infierno, personajes fantasmales...Dante pasó por allí. Hasta que no pude más, solté el libro y me hice con la edición de Cátedra. Y leí ávidamente la explicación del galimatías. Los añicos del espejo roto recomponían el espejo entero. Ahora acabo de leer de un tirón unas cuantas páginas, oigo a Dorotea, ahora el borrico corre ligero. Entré en la novela del escritor más triste del mundo, hay que escucharlo en la entrevista que le hizo Soler Serrano, para televisión española, nunca vi algo así. Casi no escribió más. Le dolía demasiado.
Voy para Comala, con Austri."


-Tienes razón, vamos a Comala por ese sendero, no sé si bueno pero sí espontáneo, como Pulgarcito seguía las migas de pan. 

Comencé Pedro Páramo con inocencia, en una edición sin explicaciones. "Lector desprevenido", como escribe Pedro Ojeda:

" Entrar como lector desprevenido para dejar que te cambie desde la primera línea y te vaya situando en un territorio que se va adensando en su significado párrafo a párrafo."

-Más tarde, echaste mano del truco del almendruco, no pudiste más, soltaste la de RM  y te hiciste con la edición de Cátedra, la de José Carlos González Boixo, en la que se nos aconseja, antes del análisis:

"Sería conveniente, para un mejor acercamiento crítico, que el lector hubiese leído previamente la novela. "


-Sí, Austri, y añade que las dificultades deben ser un acicate y que, al anticipar soluciones, se pierde la frescura y la intriga. Bueno...he de decir en mi defensa que leí, a pelo, una buena parte de la novela, el comentario lo demuestra. Y que intrigada estaba, y acicateada, ya lo ves. 

-Por "una novela que por su complejidad y nivel de simbolismo necesita de varias lecturas".

-¡Y tantas! Es una obra cortita pero de las que nunca se terminan de leer. Mira lo que he encontrado por aquí, para no perderse con los personajes. Lo dicho, vamos a Comala todas las veces que haga falta, con un Juan Preciado que busca a un  padre desconocido:

"Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera...Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio..."

Juan Preciado no pensaba cumplir su promesa hasta que comenzó a llenarse de "sueños"de "ilusiones"Vino a Comala "por un mundo alrededor de la esperanza", en "ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias."

-La flor más delicada huele mal cuando está muerta. Aquí hasta las flores...



¿He dicho muerta? 

-No te adelantes. Escribí que "iba con Juan y el arriero"

-¿El arriero y cartero Abundio no estaba muerto? Porque Eduviges dirá que "fue un buen hombre y muy cumplido". 

-¡Calla! No te fíes de Eduviges. Como lectora, estuve esperando con él, en el cruce de caminos, "hasta que al fin apareció este hombre". Caminábamos cuesta abajo, "oyendo el trote rebotado de los burros". Comala se veía allá abajo. Juan preguntaba "por qué se ve esto tan triste" y el hombre respondía que eran "los tiempos". 


Foto de Juan Rulfo. El País.

-Juan imaginaba ver aquello con los ojos nostálgicos de su madre, la que pasó su vida "suspirando por Comala, por el retorno, pero jamás volvió":

 "...la vista muy hermosa de una llanura verde, algo amarilla por el maíz maduro. Desde ese lugar se ve Comala, blanqueando la tierra, iluminándola durante la noche."


-Pero en la Comala de después de "los tiempos" no hay verde ni amarillo, ni maíz, ni blanco de cal, sino mimetizada con la tierra. 

"En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en vapores por donde se traslucía un horizonte gris. "

-Un espejismo para los que sueñan con agua.

-Leemos. Y a qué va usted a Comala, voy a ver a mi padre, silencio, bonita fiesta le va a armar, después de tantos años que nadie viene por aquí, qué trazas tiene su padre, no lo conozco, se llama Pedro Páramo, ¡ah! vaya, ¡ah!, yo también soy hijo de Pedro Páramo, Comala...sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno, Pedro Páramo es "un rencor vivo", la Media Luna, toda la tierra que se puede abarcar con la mirada, es de él todo ese terrenal, tal vez encuentre algún vecino viviente, ¿alojamiento?, busque a doña Eduviges, si es que todavía vive.



-Ahí está todo, vamos de cabeza al infierno de Pedro Páramo. Eduviges le ofrece su casa entilichada, un cuarto vacío y le habla de su madre, de Doloritas que le avisó de que vendría. Pero si su  madre ya murió, hace siete días...

-Juan Preciado ya no cree nada, se deja arrastrar a un mundo lejano, su cuerpo se afloja, se dobla, suelta amarras, "como si fuera un trapo". Está cansado, irá después a tomar un bocado. 

El fragmento siguiente está en tercera persona y desconcierta, de quién está hablando. Hasta ese momento, Juan narra su propia historia y seguirá haciéndolo, intermitentemente, en otros fragmentos. Pensamos que habla a la complicidad de los lectores pero, más adelante, descubrimos a quién se dirige en realidad y dónde está realmente. Mi amiga Luz dice que "la sorpresa está asegurada". 

-Un personaje que no vamos a destapar ahora, una mujer, en un lugar donde se siente el golpear de la lluvia...y las pisadas. Y allí ya no puede haber miedo...o sí. 



Exposición "De hombres y mitos"Colección Pérez Trespalacios.

-Calla, Austri. En los fragmentos en tercera persona, las escenas  se corresponden con el tiempo de Pedro Páramo, sin orden cronológico. ¡Qué lío! Se establecen así fragmentos de dos niveles, en la novela. 

-Sí, pero tú te adelantaste a destaparlo y leíste ávidamente la explicación del galimatías. Recompusiste el espejo entero con el espejo roto que te ofrecía el escritor. Está claro que te cuesta asimilar las vanguardias, aunque luego te hagas con ellas y...a leer de un tirón. 

Decías que cómo jugaba el agua de la lluvia sobre una hoja de laurel. Te gustan especialmente algunas imágenes. 

"El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba plas plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes metida en la hendidura de los ladrillos. "

-La lluvia es la música de la novela de Juan Rulfo. Es un alivio y una condena.

"Por la noche volvió a llover. Se estuvo oyendo el borbotear del agua durante largo rato; luego se ha de haber dormido porque cuando despertó sólo se oía una llovizna callada. Los vidrios de las ventanas estaban opacos, y del otro lado las gotas resbalaban en hilos gruesos como de lágrimas."


"Miraba caer las gotas iluminadas por los relámpagos, y cada vez que respiraba suspiraba, y cada vez que pensaba, pensaba en ti, Susana."

-Y el amor frustrado y enloquecido del despótico, corrupto y sanguinario cacique, Pedro Páramo, por Susana San Juan sentenciará la ruina de Comala. El "rencor vivo" del padre de tantos que podrían haber hecho suyas las palabras de Abundio:

"El caso es que nuestras madres nos malparieron en un petate aunque éramos hijos de Pedro Páramo".

-Escribiste :"una tierra pobre y desolada", "un infierno más abrasador que el mismo infierno, personajes fantasmales...Dante pasó por aquí". 

-Pero es un inframundo, no es un más allá sino un más acá, una condena colectiva, toda Comala está condenada. 

Decía que entré en la novela del escritor más triste del mundo, que había que escucharlo en la entrevista que le hizo Soler Serrano, para televisión española, que nunca había visto algo así. 

Fue en 1977, hay que escucharlo y hay que verlo, sus gestos. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, le arracimaron los nombres como plátanos. Un hombre que dice arrastrar la misma depresión del niño huérfano de Sayula y se encerró en el silencio y en la soledad. Una novela Pedro Páramo y un libro de relatos El Llano en llamas, casi no escribió más, tal vez le dolía demasiado, temía no estar a la altura...o se murió el tío Celerino que era el que platicaba. 

-Ahora sí, puedes ir para Comala todas las veces que quieras. 


Iremos a Comala, Austri. Gracias por acompañarme.

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino y Austri.

Palabras en rojo tomadas de Pedro Páramo de Juan Rulfo, edición de José Carlos González Boixo, Cátedra, Letras Hispánicas, 29 edición, 2017.

lunes, 15 de enero de 2018

"La noche que no paró de llover" de Laura Castañón: Amor, felicidad y culpa (4)


-¿Por dónde íbamos, María Ángeles?

-Quedamos en que íbamos a hablar de Feli, un personaje muy interesante. Trabaja como limpiadora en la residencia de ancianos donde Valeria Santaclara tiene habitación doble, abarrotada con sus muebles y "fruslerías". Sus compañeras se quejan de la cuádruple labor pero Feli, "se ofrece para hacerlo, y entra en aquel santuario de soledades como quien se introduce en una iglesia, reverencial y hasta fervorosa, consciente de que entre aquellas paredes se cobijan historias..."



-"Será por historias", "vidas enteras", cada cuarto las alberga, como la de la dueña de la mercería, la de la 104 que acaba de quedar libre: un bultito de un puñado de kilos que antaño fue "oronda y alegre" y con un "deseo caníbal"Un embrión de novela en ocho líneas. La noche que no paró de llover es una novela preñadísima de relatos.

"Y Feli, que en sus ratos libres, cuando le coinciden los turnos, va a un taller literario quiere conocer los detalles de la novela que podría escribirse con la vida de Valeria Santaclara...También quiere saber qué diablos contiene ese sobre cerrado que Valeria acaba de sacar de su bolso..."

-El misterioso sobre, el que vio aquel martes que "la Marquesa" volvió echando pestes de la lluvia y los taxistas, escrito "con tinta azul un poco desvaída y caligrafía de colegio de monjas". El que rezaba: "Para Valeria. El perdón.". Subrayado dos veces.

Y su propia vida, su historia familiar con el "maldito matrimonio", el "maldito/bendito divorcio "y alguna que otra cosilla"...No le faltará material convertible en literatura, que Feli tiene "muchísima imaginación", "un regalo cuando la vida se empeña en darte hostias".

"...especialmente cuando eres pequeña"

-Porque, a los ocho años, sin que nadie se lo explicara, Felicidad empezó a llamarse Feli, porque tenía esa edad cuando la felicidad desapareció de su casa:

-"...un coche que invadió el carril por el que volvían a casa..."

-Su desgracia se enreda con la de otros personajes. Esta es una novela de memorias y las memorias se enredan como zarcillos y mira qué casualidad. 

-Los cuartos que limpia albergan "vidas enteras" pero no eligió trabajar allí para cazar historias, no, eso no, sino que tuvo que coger ese trabajo porque cerró la agencia de viajes, a quién se le ocurre en tiempos de internet, y se fue de los grandes almacenes, "hasta el gorro del jefe de departamento", "un grandísimo gilipollas"

Era una buena vendedora, sin embargo, capaz de asegurar, impasible, las bondades milagrosas de las cremas de doscientos euros. Algún día escribirá sobre el "grandísimo gilipollas"...


"No necesita, pues, para la prometedora carrera de escritora que sabe que tendrá algún día, conocer las vicisitudes que se alinean en los días y los años que ha vivido los ancianos de la residencia."

-No, que a veces le cuentan como recuerdos propios lo que acaban de ver en "Amar en tiempos revueltos" o en alguna famosa película. Como se descuide Laura Castañón, Feli le escribe la novela. Esta y unas cuantas más. 

-Le encantaría dedicarse solo a atrapar historias y escribirlas. Le da mucha rabia cuando no puede ir al taller literario, aunque no hable. Aplicada, toma nota de lo que dice Rafa y se siente su cómplice cuando zanja las "gilipolleces" de "...poetas cursis y vanidosos, la tipa aquella que lo utiliza para ahorrarse la terapia, los letraheridos y los listos". El taller sería un horror si no fuera por la sonrisa y profesionalidad del profe. Para Feli, que además cuida de su padre inválido, la escritura y la complicidad son un gran respiro. 

-¿Amores?

-Feli no ha querido saber nada de hombres desde su divorcio pero ahora ha empezado a mirar a Guille "y lo ve mono". Con barba y melena, tiene la carrera de Historia y sobrevive como dependiente en Fnac mientras trata de sacar tiempo para escribir un libro sobre la represión en Gijón tras la guerra civil, tema que le apasiona o le obsesiona. Le habla de su abuelo Esteban que fue enfermero en el hospital de la Caridad y Feli puede verlo "como en una película antigua con rayaduras y cortes la secuencia". 



-Con Guille, Feli encuentra la memoria histórica y el amor:

"...en el piso de Guille donde hace un rato el aire era jadeos y los besos una torrentera, cuando le dijo con la inocencia del amor recién nacido, y la osadía del superhéroe que nunca fue, voy a hacer que recuperes tu nombre, y voy a hacer que sea para siempre, y Feli piensa que puede oír la amenaza de los aviones, los cañonazos del Cervera desde el mar..."

Guille le habla "de unos días juntos en algún sitio", Feli lo mira como una niña que contempla "la muñeca más bonita del mundo en un escaparate imposible". No puede ser: su padre, una silla de ruedas, una dependencia, "una tristeza interminable". 

Y la acompaña al autobús y "ahora él le habla de una sorpresa, de algo que no le ha dicho y quiere que vea, y algo de la novela que van a escribir juntos, y entonces ella se detiene y se pone frente a él y lo hace callar con un beso en la boca". Le da un sobre escrito y dos fotos:

"Ahí tenemos un montón de personajes, y si los miras bien, todos ellos tienen una historia que están deseando contar."

-A Feli le apasiona el mundo antiguo y encorsetado de Valeria y, a través de Guille, lo que sólo era materia literaria va a convertirse en materia histórica que va a desembocar, con dolor, qué casualidad, en su memoria personal...y en la de Valeria. 

-Feli nos va a dar una sorpresa en la novela cuando abra la puerta de su pasado...¡Esta novela está en un tris de parecer otra cosa! 

-Como dijo Pedro Ojeda en la Sala Polisón:

"Tenemos todos un pasado, algunos varios pasados, varias puertas que no queremos abrir y ese pasado se nos viene encima y nos damos cuenta de que hemos llevado una vida falsa. ¿Qué sucede si un día abrimos esas puertas? ¿Cómo nos podemos reconciliar? ¿Cómo queda nuestro pasado? Hay que volver al pasado para seguir adelante. Ahora hay una obsesión de vivir en presente, pero tenemos que reconciliarnos con nuestro pasado. Todo eso está en la tetralogía de Laura Castañón."



-Hablar, escribir...el lenguaje nos permite conocer y conocernos, reconciliarnos con nosotros mismos y con nuestra vida. Todos tenemos un sobre, una puerta que no nos atrevemos a abrir. Y de la misma manera, a nivel colectivo, como nación. Es bueno que las obras literarias se ocupen de la reconciliación. ¡Hay tantos sobres todavía! 


Homenaje a los fusilados en Estépar (Burgos)

Como pusiste en los títulos, esta es una novela de amor, felicidad y culpa.  ¿No crees, María Ángeles?

-Sí, amiga Austri. Amor con mayúsculas que padece dudas, temores e inseguridades. Amor que exige renuncias, sacrificio, sí eso que ya no se lleva nada. Pensemos en la maternidad de Enma y de Laia que tendrán que dar la vuelta a sus esquemas. 

-¿Homo o hetero? Qué más da, es amor. 

-Felicidad, hay muchas maneras de entenderla, los personajes de esta novela son buena muestra. Incluso hay Valerias que van por el mundo vestidas con una coraza sucedáneo de felicidad. 

-Y muchas Feli en busca de su nombre completo, que piensan en la felicidad como un escaparate imposible. Esperemos que haya Guilles para todas ellas, o ellos.  

-Culpa, muchos sentimientos de culpa: por el mal que infligimos de forma deliberada, por el que jamás imaginaríamos haber causado y por el que creímos ocasionar sin que fuera así. 



-Y perdón, tras la culpa. De Gadea no hemos hablado y es un personaje que me gusta mucho, como antagonista de Valeria. 

-Habría mucho que hablar todavía de La noche que no paró de llover. ¡Cuando venga Laura Castañón a Burgos!

Gracias, Austri, por tu ayuda y compañía. No sé si me querrás acompañar por el México desolado de Pedro Páramo, de Juan Rulfo.

-Lo pensaré.

Un abrazo de María Ángeles Merino


sábado, 13 de enero de 2018

"La literatura calienta las almas". Crónica de un encuentro lector en la Sala Polisón. Leandro Pérez y Laura Castañón (2).


Pequeña crónica del encuentro del Club de lectura de La Acequia, dirigido por Pedro Ojeda, con el escritor Leandro Pérez. El club de lectura presencial es sostenido por Alumni Burgos (antes, Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos).



El martes, 9 de enero de 2018, a las cinco de la tarde, en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos, el Club de lectura de La Acequia, junto al público en general, disfrutamos de un encuentro con el escritor burgalés Leandro Pérez, autor de la novela La sirena de Gibraltar. 

Viene de la entrada anterior: "La literatura calienta las almas". Crónica de un encuentro lector en la Sala Polisón. Leandro Pérez y Laura Castañón (1).

-Pedro Ojeda: Leandro, que ya no es tan joven como dijo Manolo, escribe La sirena de Gibraltar, su segunda novela, después de Las cuatro torres. Editada en Planeta, es una novela negra protagonizada por Juan Torca, un personaje que aparecía ya en la primera, ahora más conseguido, magnifícamente visto por el autor. Un personaje con un pasado de mercenario, en una novela muy situada en la España actual, con unos personajes secundarios oscuros muy interesantes: la corte de Juan Torca. Leandro estructura muy bien el argumento, no trampea, es muy directo y reconstruye las historias contextualizadas en una España actual, cosas que has visto en un periódico, en sucesos. La sirena de Gibraltar ha superado mucho a Las cuatro torres. Juan Torca ha crecido, atrapa desde la primera línea, con pasajes estilísticamente impecables, como el del principio. 

La sirena de Gibraltar y Las cuatro torres en el bar Donde Alberto (Burgos)



Leandro Pérez ha trabajado en el proyecto de Zenda, página literaria de referencia en internet que nos invita a visitar novedades a diario, con información, entrevistas y comentarios de libros. ¡Y tiene tiempo de escribir! Hoy El Correo de Burgos publica " Segundas novelas siempre fueron buenas", en este caso se cumple. Has escrito una muy buena novela, con un personaje muy vivo.

-Leandro Pérez: Estoy  muy agradecido a todos los que estáis aquí, a los burgaleses. Un año después está funcionando el proyecto y estoy en la tercera de las siete novelas que quiero escribir...me meto en muchos embolados.

-Pedro Ojeda: Saca tiempo para mucha cosas.

-Leandro Pérez: Saco tiempo de donde puedo, incluso cuando paseo al perro.

-Pedro Ojeda: ¿Qué os ha parecido el libro si lo habéis leído. ¿Todos?

La sirena de Gibraltar arranca con Torca viendo como rescatan el cadáver de una joven del Manzanares.

-Leandro Pérez: Cuando escribí Las Cuatro Torres, estaba en la ribera del Manzanares haciendo fotos en los sitios donde mi sirena tenía que aparecer. Había visualizado un cadáver en el Manzanares, un año antes tiraron unos bloques de hormigón al mar en Gibraltar, después murió un chaval en una pelea, le empujaron. Las piezas me encajaban perfectamente, la parte estructural me encajaba más que en la primera. 



-Pedro Ojeda: ¿Cuáles son tus líneas? ¿Te dejas llevar?

-Leandro Pérez: Me dejo llevar, hay autores con brújula y con mapa, yo voy con brújula. Sé que Torca está en Madrid, que va a Bilbao, que va a ir a Gibraltar. Hago alguna corrección, retoque, pero no llevo la estructura en la cabeza, hay escritores más guionistas en ese sentido. Yo voy con mi brújula, mi Juan Torca iba a pasar por Sevilla pero, al final, pasa por Marbella. Fue una casualidad, iba con un amigo burgalés que me llevó a Marbella en vez de a Sevilla. La escribí en 2014, las novelas necesitan reposo, barbecho...

-Pedro Ojeda: El inicio es soberbio, el arranque no parece de una novela negra. Lee: 

"La muerte es una sirena andaluza con la cola forrada de hormigón. Una sirena de ojos abiertos y pechos mecidos por la corriente, que seduce a peces y buzos. La sirena emerge del Manzanares un amanecer soleado y tórrido. Boca abajo parece una momia mutilada, envuelta en plásticos chorreantes que impiden que sus brazos se aferren a las aguas del río madrileño..."

¿Cómo salió esta página? 


-Leandro Pérez: El Manzanares no es nuestro Arlanzón, los madrileños no van al Manzanares, a no ser por el fútbol. Me gustaba pasear por él. 


El Manzanares no es el Arlanzón

-Pedro Ojeda: Me gusta ese arranque para que el lector quede atrapado. ¿Quién es ese personaje? ¿Quién es esa mujer? La novela crece en complejidad, parece que se esconde el gran secreto de la España contemporánea. 

-Leandro Pérez: Escribo en varios niveles, no soy omnisciente. Me centro en los pasos de Torca, sus carreras y, en un nivel superior, lo que está ocurriendo en Gibraltar. Intento que vayan en paralelo, ser sincero, sabes lo que va a pasar, ves las trampas, intento no camelar, ser realista, verosímil.

-Pedro Ojeda: La novela que aborda estos grandes temas se viene abajo, la explicación es muy humana, no es el escritor el que tiende las trampas, no engaña, todo es mucho más común, mucho más normal. 


Mi cuaderno de notas
-Leandro Pérez: Las pasiones las vivimos todos, tienen que ser verosímiles, las novelas tramposas no me interesan, lo que nos hace vibrar es lo más humano, las cosas más reales son las que nos llenan, los malos son personas como nosotros, tienen las mismas pasiones.

-Pedro Ojeda: Muy bien trabajado, muy bien hilado, retrotraerlo hacia lo humano. Torca no es policia, no es guardia civil , no tiene una agencia de detectives, no está sujeto a convenciones, va por libre y se puede enredar. 

A Juan Torca lo va a conducir a lo largo del misterio. ¿Cómo definirías a Juan Torca? ¿Te ha sorprendido mucho? 

-Leandro Pérez: El nombre de Juan Torca es de una novela que no se publicó, la guardé en un cajón, era un personaje que no tenía nada que ver. Entre 2002 y 2004 empecé a ver a Juan Torca en el Mar Aral, me metí en un callejón sin salida. Juan Torca aterrizó en Madrid, náufrago y doblemente viudo. Es un tipo que vive conmigo y que ya es como es. Le juzgo por sus actos y por lo que camino con él, con Jandro, con Laguna. Va evolucionando, les estoy hablando de un amigo mío.



-Pedro Ojeda: Muy construido. 
El mundo de internet ¿te ha ayudado o te ha dispersado? ¿Te ha ayudado a centrarte? 

-Leandro Pérez: Me metí en el mundo de internet y pasé algunos años dispersos. Todo suma, el escritor es una esponja que absorbe todo. Como escritor intento alejar al periodista, no quiero que sea mera documentación, intento alejar al internauta pero no puedo obviar que hay móviles e internet. 

-Pedro Ojeda: Torca está muy situado en la España actual, un personaje moderno. ¿Puede haber una novela negra española?

-Leandro Pérez: Torca es burgalés, español, está en el mundo, no pienso en que un lector de Wisconsin tenga que entenderlo. Le hago madrileño de adopción, sabe idiomas, tiene amigos, un amigo con una agencia de detectives, un amigo Jandro que es una masa de músculos...Cuando pasa algo ahora lo pienso en clave torquiana, como lo de Cataluña...empecé a escribir un relato ambientado en esos días. 

Quedan quince minutos. Preguntas.

-Pedro Ojeda: ¿Te fue fácil publicar?

-Leandro Pérez: Yo tengo suerte, Las cuatro torres se la pasé a mi amiga editora. La primera novela es grisácea...y merengue, la segunda es una novela negra porque yo he leído mucho a Vázquez Montalbán y soy hijo de Pepe Carvalho. Me siento cómodo con un contemporáneo de Carvalho, no me preocupa que me encasillen. 



-Pedro Ojeda: El género negro viene a ser una forma de investigar y explicar el mundo en que vivimos. La mayor parte de las personas no vivimos situaciones de riesgo en un mundo criminal; pero existe el asesinato, como el de la sirena. ¿Cómo entiendes la novela negra? ¿Razones en el alma humana? ¿Razones en la sociedad? 

-Leandro Pérez: La novela negra es, para mí, lo que hace mover a Juan Torca. Juan Torca es el que me mete en la novela negra, el que tira de mí. En la novela negra encuentro más entretenimiento  que en otros géneros, personajes más reales. Mis escritores favoritos están lejos de la novela negra: Borges, Delibes...La novela negra me lleva a lugares donde no me llevarían otras novelas. No voy al adoctrinamiento previo al género, luego puede haber lecturas que se pueden extraer, moralejas. 

-Pedro Ojeda: ¿Por qué Juan Torca se mete en esos fregados? No tiene problemas de dinero, podía estar corriendo por el Retiro. 

-Leandro Pérez: Yo te diría un don Quijote que ve entuertos y dice a Sancho que a por ellos. Torca ve a una mujer a la que insultan en el Retiro y va a recibir...es su forma de ser, su parte quijotesca. Don Quijote podría quedarse en su desván leyendo libros, Juan Torca podría ir por la Gran Vía sin que nadie le molestara. Hay personas que pasan de largo, las personas como Torca no pasan de largo. 


Don Quijote siempre

-Lector: ¿Por qué hay veces que las primeras páginas se quedan atascadas? 

-Leandro Pérez: Falta aliento para seguir escribiendo. Ahora escribo un relato sobre Cataluña y tengo una novela con Juan Torca, ya he desatascado el problema que tengo, sé que lo voy a escribir. 

-Lector: Un personaje muy interesante es Mario Barberá. Si puedes hablar de él...

-Leandro Pérez: Yo soy padre sobre todo. Mario Barberá podía ser arquetipo del malo malísimo, con corrupción. Quise hacer un padre. ¿De qué sería capaz un padre en caliente o en frío? La venganza se sirve en frío. 

-Pedro Ojeda: El gran problema de Mario no es su maletín de secretos sino el alma humana, un acierto de la novela. 

-Lector: Juan Torca es burgalés. ¿Le añade algo el ser burgalés?

-Leandro Pérez: Si Torca fuera de Jaén sería otro personaje, "mala follá".

-Lector: Es un "asperón". 

-Pedro Ojeda: Tiene una raíz, una circunstancia. En las mejores novelas, el personaje es muy de un lugar especial que el conoce. 

-Lector: Aqui la magdalena de Proust sería de "La Flor Burgalesa", las favoritas de Juan Torca. 

-Leandro Pérez: Intento no ser un reportero con la cámara, en algún caso concreto sí. Tengo que ir al Manzanares, tengo que ir a Gibraltar. 



-Lector: La novela va más por los detalles.

-Leandro Pérez: No hay un mapa de Gibraltar. Con este amigo mío, rodeamos el Peñon y encontramos el final de la novela, aquí tiene que pasar. No intento ser periodista, ahora no hace falta decirlo todo, como en Guerra y paz. Tu cabeza va construyendo.-Lector: Estoy admirado en los tiempos que corren. ¿Cómo tenéis la cabeza para escribir, centraros en algo que sea atractivo?

-Leandro Pérez: Juan Torca vive conmigo. Hago mi vida pero tengo un rincón donde vive el autor, es apasionante, el momento de escribir, el primer lector, lo disfrutas, vives otras vidas.

Tengo un proyecto que no tiene nada que ver con Torca, sí con Burgos. Invitación. Y también la tercera de Juan Torca, esquizofrenia, Cuando sea mayor, tengo otro proyecto...Gracias a todos, se ha calmado la nieve, se agradece mucho.

-Pedro Ojeda: Es un escritor del que poder esperar que nos haga disfrutar mucho. Gracias, Leandro. 

"La literatura calienta las almas".

Una vez terminada la reunión, Leandro Pérez dedica y firma ejemplares de La sirena de Gibraltar. El mío se quedó en casa de una amiga que tuvo que salir de viaje, por un asunto urgente. Por eso, pedí a Leandro que me firmara en el cuaderno de notas. Pasará al libro cuando sea posible y formará parte de mi colección de dedicatorias de escritores. 


Hablo con Leandro Pérez, es un chaval de mi barrio, de los Vadillos. Le comento que, a mí, el personaje que realmente me gusta es Rodrigo, el hijo policia de Juan Torca, menuda bronca le echa a principio de la novela, una bronca de muy hijo y señor mío. 

¿Rodrigo Torca?
Un abrazo de María Ángeles Merino