jueves, 26 de mayo de 2016

Cicatriz: "Era verdad. Existía. Era."





¡Hola amigos lectores!


Aquí me tenéis otra vez, con Austri, mi fiel contertulia literaria. Como soy totalmente ajena al mundo de la ropa carísima, mi amiga me ha paseado, para ambientarme dice, por tiendas y grandes almacenes, en una magistral lección de lo que yo llamo "pijotería". Que todas esas marcas existen, María Ángeles, me asegura, incluso en Burgos. Y también esos precios de cuatro cifras que aparecen, de vez en cuando, en Cicatriz

No sé de dónde saca esta chica tales conocimientos sobre prendas que ella nunca compraría, ni llevaría, por razones obvias. Cansadas de ver trapos de oro, a juzgar por las etiquetas, nos sentamos delante de un café, con el portátil delante, para redactar la entrada semanal. Ya empezábamos a percibir hostilidad en las miradas de las dependientas...qué hacen estas que no llevan trazas de comprar y hablan de no sé qué libro. ¡Mira que hay gente rara!

-¡Qué decepción! ¡No vimos a nadie con trazas de ser un Knut o una Sonia!

-No, la señora del bolso a lo Rita Barberá o las rubitas gangosas no se parecían a Sonia. Ni a Knut...el viejecito del loden que buscaba un "picardías" para una señorita, como susurraba a la dependienta.

-No te fíes de las apariencias, dicen que muchos ladrones de tiendas son de los que podrían pagar sin problemas. También hay verdaderos profesionales, como dice aquí una legión:

"Son legión, dice él. Todas las mañanas montones de personas salen de sus casas a hacer acopio. Centenares de ellos pululando aquí y allá, invadiendo las tiendas como termitas: libros, cds, dvds, videojuegos, pero también perfumes, bebidas alcohólicas, gafas de sol, comida, juguetes, ropa. Muchas son descubiertas, está claro, y se vienen abajo, lloriquean, jamás vuelven a intentarlo. Pero otras son tenaces, continúan , dan ejemplo a las que aún están aprendiendo. Y siempre hay nuevas camadas dispuestas a intentarlo. La rueda gira y gira, nunca se detiene. Siempre hubo cazadores y cazados, vigilantes y ladrones, control y descontrol, sentencia Knut. Así es como funciona el mundo."

¿Seguimos comentando Cicatriz? Parece ser que no ha sido del gusto de algunos de tus compañeros lectores. Y alguno se ha pronunciado contundentemente. ¡Incluso en inglés! Pero siempre con respeto.

-Ahí tenemos  la señal de la buena salud de nuestro club de lectura. Ya te contaré la opinión de los de la lectura presencial.  Algunos han leído Cicatriz como un libro muy de nuestro tiempo: tanta comunicación y más solos que nunca, personas que dicen ser  libérrimas que se anclan a  nuevas esclavitudes. No parece haberles desagradado,  aunque les pueda esta chica, qué tonta, qué gilipollas incluso, dónde se va a meter, tiene un peligro.

-¿Por dónde seguimos?

-Por donde quieras porque es un libro circular, los personajes no escapan del esquema trazado en el capítulo 1. Sólo cambian las circunstancias personales de Sonia: deja de ser becaria y soltera, consigue un contrato en el archivo, se casa con un hombre que parece interesante, tiene un hijo, se separa...La tela de araña, digo los regalos de Knut, se amplían; ya no son sólo libros, también ropa y calzado de lujo, perfumes, cosméticos...coladores, tijeras de cocina o comprimidos de valeriana, todo robado. Sonia cada vez va más lejos en la construcción de su doble vida, llega incluso a robar, como él. 



-Knut disfruta vistiendo a su maniquí por fuera y también por dentro: qué y cómo leer, cómo pensar, cómo escribir para una hipotética carrera literaria de la cual Knut sería el mentor. Un formateador que la somete a  incansables cuestionarios: "Cada nueva respuesta que ella le da genera a su vez nuevas preguntas", una cadena agotadora pero Sonia aguanta, no puede evitar la atracción que siente por un personaje que asegura enviarle regalos "simplemente como pago por tu existencia".



-Como no podemos contar todo el libro, qué te parece si nos centramos en el primer encuentro personal. Jugamos un poco, yo me meto en el pensamiento de Knut y tú en el de Sonia. 

-De acuerdo. Comienzo yo. Soy Sonia.

En los últimos días me ronda una tentación por la cabeza, quiero ver a Knut. Podría coger el primer avión a Cárdenas y volver en el último. Un cortafuegos de casi ocho horas para estar juntos. Salir y entrar de su vida, como por una hendidura casi invisible, sin riesgos ni compromisos. Olvidar por un día a la familia, el trabajo, los cortejadores que me graban cds y me invitan a tomar algo a la salida de la oficina. Qué vulgaridad.

No sólo es la íntriga de verlo, es la necesidad de fingir, sólo durante un día, que es posible vivir la vida de una chica distinguida, elegante y despreocupadamente libertina. Knut no oculta su entusiasmo ante mi propuesta, lo he conmovido. ¡Desea tanto verme, hablar conmigo! Me conmueve a mí también cuando dice que todo lo que puede darme es menos de lo que merezco. Fijamos una fecha.

-Ya ves la ensoñación de Sonia, qué obsesión por vivir una vida diferente. ¿En qué libro, o película, habrá visto una libertina distinguida y elegante?


Ahora me toca a mí. Soy Knut. 

Prometo a Sonia que le compensaré los gastos del viaje. Ella dice que ya están compensados con creces. Pero no, en serio, le enviaré algo, veré qué puedo conseguir. Me encantaría coger para ella alguna prenda que pudiera ponerse cuando venga. Le aclaro que no me refiero a lencería sino a algo de ropa fina, sofisticada. Tengo ya varios objetivos.


Le anuncio mi botín, tengo que contárselo. Una falda negra de Escada, tres piezas de tela superpuestas con delicadeza, todas diferentes al tacto. Calculo que le queda ligeramente por debajo de la rodilla. Los frunces superiores le prestan volumen, sin perder caída. Frunces, caída, qué pocos hombres saben de eso. Su precio normal era 319 euros, en oferta está a 230, qué me importan a mí las rebajas. Fue sencillo desprenderla de la percha y quitarle el clavo en una caja, en un descuido de la dependienta. Envío a Sonia unas fotos de la falda, le gustará.



-Miro las fotos pero más que la falda, miro lo que hay en torno de ella. Knut la ha extendido sobre una cama. ¿En su cama? La colcha tiene un estampado descolorido y anticuado de flores y peces. Hay un cojín marrón de cuadros y restos de papel pintado en la pared pintada de amarillo. Todo muy feo. Contrasta la falda de lujo sobre la colcha barata. 




Ahora caigo en la cuenta de que Knut y yo hemos emborronado nuestros orígenes hablando de lencería, restaurantes y libros. Los dos somos de un barrio periférico, venimos del mismo mundo.


Me anuncia que el paquete incluirá otros zapatos de Armani, de color crema y tacón medio, tipo mocasín. Así podré después ponérmelos a diario, ya sabe que soy de zapatos bajos y medias tupidas. Muy considerado en lo de los zapatos pero añade que le encantaría que llevara la falda y los zapatos con unas medias finas y trasparentes. ¡Medias en verano!


-Claro, por qué no, medias en verano. Me gustaría que se vistiese siempre como una señora, que fuese al trabajo con traje de chaqueta, falda, collares de perlas y medias. Y cuando hablo de medias no me refiero a los panties sino a medias de verdad, de las que se sujetan a medio muslo. No tiene que preocuparse si no tiene medias, yo le mandaré varias, de varias tallas. En uno de los sitios, casi me pillaron, pero yo vi a tiempo como se movía la cámara hacia mí y dejé la mercancia  en otro lado. Cuando el guardia me llevó al cuartelillo sólo encontró una servilleta usada. Seguí la caza por otros lados. De  vuelta a casa vi a un chico tirado en el suelo, había resbalado y se había golpeado contra el reborde de una tapa de alcantarilla mal encajada. 

"Era un chaval ordinario, rechoncho, con gafitas de alambre. Sentí que Dios lo había querido castigar a él mientras instantes antes me salvaba a mí. Probablemente Él aprueba que yo te haya cogido esas medias. Hay unas...preciosas, insuperables, con un sútil brillo nacarado. Las imagino en tus piernas...Frotar la banda, pasar la mano por ella para comprobar que está en su sitio y no se mueve, besarte las rodillas, me dan escalofríos."

Este Knut es un psicópata que mezcla a Dios en sus retorcidos razonamientos. De castigos y premios divinos a sus fantasías con unas medias. ¡Y por medio un pobre chico accidentado que no tiene nada que ver!

-No me molestan sus comentarios, algunos un poco extraños como ese del chico en el suelo y el robo de mis medias. Accedo al plan de probarme la camiseta de Tommy Hilfiger delante de él, suena inocente, no veo el problema.

Me ha enviado una foto, para que pueda reconocerlo cuando nos encontremos. Amplío la foto hasta que los píxeles dejan de representar un rostro humano, la empequeñezco una y otra vez. Es un tipo normal, de facciones anchas y un gesto todavía infantil, moreno, con pelo abundante cortado a cepillo. Sonríe un poco, hay cierta expresión de jactancia en los ojos. Cejas pobladas, piel cetrina, tal vez acné...rasgos tremendamente vulgares. ¿Cómo relacionarlos con los paquetes de regalos que llevo recibiendo durante años? Me dice más el sillón viejo donde aparece sentado y la pared amarilla, rugosa y no muy limpia. 



Llegó el día y yo estaba tan aturdida que era incapaz de distinguirlo allí, tras la cinta de seguridad. En traje de chaqueta a pesar del calor, con el pelo engominado, manos sudorosas, en fin. Iba cargado de bolsas, "palpitante, paralizado, sin sonreír apeas, asustado". Porque yo ya estoy ahí y no me reconoce. Doy un paso hacia adelante y consigo sacarlo de la confusión. Sonrío, nos besamos en las mejillas y bajamos la mirada. No sé qué decir, no hay rastro de aquel gesto de orgullo desdeñoso. Ahora todo es timidez e inseguridad. Me pregunta por el viaje, lo más convencional. Desvía la mirada, no se enfrenta a mis ojos. No me siento defraudada porque no esperaba nada. Tengo la impresión de estar con alguien que no conozco en absoluto. Frente a mí: "un ser que respira, que suda, que se agita, tiembla, sonríe". Me observa de reojo.

 "Era verdad. Existía. Era." Todo en pasado, todo extrañeza. Devuelvo la sonrisa para vencerla.  Él señala mis piernas. Parece ser lo que más le interesa.

- Le señalo la falda que ella plancha con las manos. Se disculpa por no llevar medias, hace tanto calor. Yo, aunque defraudado, contesto caballerosamente:

"Te queda muy bien. Tal como imaginaba. Eres muy guapa. Más aún al natural"

Avanzamos rápidamente, sin hablar. Le cuesta seguirme. Nos sentamos en un banco, el uno al lado del otro. Sonia estira las piernas, resopla para coger aire. ¿No siente curiosidad por el contenido de las bolsas? 



Hay un ligero temblor en sus manos cuando las abre y va sacando zapatos de Armani envueltos en papel de seda más unas zapatillas de golfista. Son de su número, duda en probárselos. Lo hace un poco avergonzada de exhibir sus pies desnudos. De salón, abiertos, con pulserita, con remaches...y unas sandalias espectaculares, llamativas, de tacón plateado. Duda si podrá ponérselas. Se acerca a mí y me besa con suavidad en la mejilla.


-Me pide que me ponga de pie, que camine un poco, que me suba a un banco para verme con mayor perspectiva. Me tambaleo, me río nerviosamente. Knut quiere que cambie mis sandalias. Vamos a andar mucho y temo hacerme daño. Knut sonríe para sí y dice que no le importa. 

Dejamos los zapatos en la taquilla, entra en una perfumería para robar un perfume para mí y recorremos un itinerario previsto. Knut está cada vez más distendido y me enseña las etiquetas que invalidan las alarmas y algunos secretos de su "oficio". Una ruta jalonada de entradas más o menos rápidas en centros comerciales, librerías y grandes almacenes. Yo lo observo actuar con una mezcla de inquietud y orgullo.

En la sección de cosméticos de El Corte Inglés hay muchos más stands que en el de mi ciudad Hay un montón de artículos que, de pronto, se me vuelven irresistibles. Los voy escogiendo con entusiasmo infantil. 



Al salir, Knut mira hacia arriba, enrojece de súbito. Le pregunto qué pasa, él no me contesta. Le sigo con docilidad, siento nauseas. He visto a uno de uniforme decir algo con su walkie, la cabeza me da vueltas. Me dice que no me pare. A nuestras espaldas, vibra el sonido del walkie y luego un pitido y un "recibido" cortante, pero nadie nos detiene.

En la explanada, Knut me pregunta si puede abrazarme. Me estrecha entre sus brazos, pero mira con fijeza hacia el edificio que acabamos de dejar. Me toma por los hombros, me mira a los ojos, me besa en la boca. Nos abrazamos largo rato. Knut sigue mirando cada poco al edificio, yo también estoy pensando en otra cosa.

¡Qué pareja! No están a lo que están. 

-Le explico a Sonia lo que pasó. Teníamos una cámara encima, pero no debían estar muy seguros, por eso ni nos pararon para preguntar. Sí, también colocan cámaras en el exterior. Una nos estaba enfocando justo cuando nos besábamos en la explanada. A mí me gustó especialmente hacerlo allí, justamente por eso. "Debimos dejarlos a todos descolocadísimos". 

Un brownie, una crème brulée y dos copas de helado. En los restaurantes sólo pido postres. Sonia da otro trago a la cerveza, apenas ha tocado el plato. Mira con disimulo el reloj. El restaurante está atestado, la camarera sortea las mesas, el servicio es lento y el lugar agobiante.

Sonia me observa con atención mientras me limpio las manos con unas toallitas húmedas. Le llama la atención mi paleta picuda sobresaliendo de los labios.. Aparta el plato y extiende el brazo, nos cogemos de la mano y entrelazamos los dedos. Sonia tiene las uñas mordidas, con las cutículas desaliñadas y los dedos con padrastros, pellejitos y heridas. Me disgusta, mis uñas están bien cortadas y pulcras. Le digo que son "síntomas de una naturaleza inestable". 

-Como nota que me enfado, me dice que él también tiene la piel estropeada. Se le descama, se le enrojece, le salen granos, eccemas, un herpes en el labio. Pero que lo mío podría evitarlo, le gustaría ayudarme a tener las uñas bien. Yo me encojo de hombros y pregunto por el siguiente plan. "Vamos a ir a un sitio para que pueda probarme la camiseta, como hablamos. Nada de un probador, va a llevarme a la parte de arriba de un edificio de oficinas. Paga y me pregunta a la oreja si llevo algun sujetador de La Perla. 

Tras lo de la camiseta, por fin el panel de salida anuncia que se puede acceder a la zona de embarque. Nos levantamos y nos quedamos el uno junto al otro, sin decir nada. Quizás haya sido algo brusca con mi "Tengo que irme". Knut está abatido, me roza el brazo y el roce quema, no me aparto, pero miro hacia el suelo. Oigo su respiración agitada. Me quita con suavidad un cabello que tengo adherido en la camiseta y me pregunta si se lo puede quedar.

Claro, le digo. Se acerca, lo abrazo, noto su cuerpo tenso. "Knut emite un leve jadeo intermitente". Nos besamos una última vez. Me retiro, cojo las bolsas y me marcho sin mirar hacia atrás.

-Sonia parece que tiene mucha prisa por dejar atrás a la libertina elegante y despreocupada, como Cenicienta en el baile. Sin embargo, no podrá salir de la vida paralela que le ofrece Knut. ¿O sí? 


Una novela que se inicia como historia romántica, pero lo que nos ofrece es el pseudoamor, dos modalidades de sucedáneos del amor, para los tiempos de internet. 

Porque yo sigo creyendo en el amor. 

-Esta chica nos puede, María Ángeles.

Besos de María Ángeles y de Austri
 

lunes, 23 de mayo de 2016

Por los bosques de Sherwood

Buenas, amados lectores.

La Mosca Cojonera de este blog que viaja y viaja ha vuelto.

No es que hubiera dejado de viajar, pero han sido viajes cortos de poca enjundia y menor chicha. Pero, acabo de volver de un viaje de una semana a Inglaterra que da para contar varas cosillas, y echarnos unas risas a costa de la Pérfida Albión.

Lo primero, el destino. Se escribe Loughborough. Como se pronuncia ya... depende. Si eres inglés y lo quieres pronunciar mal aposta, entonces dices 'Lugaboruga'. Si lo quieres pronunciar para que te entiendan, entonces es algo así como 'loff-bra', o, 'loff-bora', pero con la 'o' de 'bo' muy cortita. ¿Y donde está Loughborough? Pues entre Nottingham y Leicester. Que no se pronuncia 'leisester', sino 'leister' o 'lester'. Y también cerquita está Birmingham, que se pronuncia 'bermingam'. Si es que el inglés a veces es más complicado que el alemán. En alemán una 'a' es una 'a', y un 'schw-' es un 'schw-' y todo el mundo lo entiende.

Pues aunque no lo parezca, el lugar este está un poco lejos. Son dos horas de avión a Londres. Luego, una hora de metro hasta la estación de St. Pancras, donde ya te coges el tren y tras otras dos horas de viaje en el East Midland Train, llega uno por fin a Loughborough. ¿Qué tiene este sitio de especial? Pues aparte de la peor pizza que un tío de Trip Advisor haya probado en su vida,

una universidad que es más grande que el propio pueblo. Un autobús te lleva de la estación a la uni en apenas 20 minutos. Pero ir andando de la uni al centro del pueblo son 30 minutos. 20 de ellos solo para salir de la universidad. Y del pueblo a la estación son otros 15 minutos más andando, por cierto.

Lo que me traía a estos lares es lo de siempre. Trabajo. Que como bien saben mis lectores, no impide mis ratos de turismo. De ahí que sepa perfectamente el tiempo que se tarda en llegar andando entre sitios.

La Universidad

Gigantesca. Creo que ese es el palabro. Amplias zonas residenciales, supongo que para estudiantes y profesores. Y muchas zonas deportivas. De hecho, para las olimpiadas de 2012 en Londres, el equipo británico estuvo en esas instalaciones entrenando. El vicerrector el primer día ya hizo loa y ensalce patrio de los logros de sus deportistas. Los más mejores, oigan. Y todo gracias a haber entrenado en L'boro. Os dejo por aquí unas fotitos de lo que parece el rectorado

y los verdes campos de fútbol, rugby y cricket. Ese deporte que nadie salvo los ingleses y sus colonias entienden. Una especie de Baseball (béisbol) raro. Se alternan quien batea, corren de un lado para otro, atrapan la pelota... pero después de cinco días de partido (sí, cinco días dura un partido) te ponen un resultado, y nunca sabes quien ha ganado hasta que lees la coletilla "India gana a Inglaterra gana por dos wickets". El caso es que mirando el marcador nunca sabes de donde sale esa diferencia de 2, y menos aún que es un wicket de esos.

Loughborough

Ya os digo que poca cosa que ver. Un centro peatonal pequeño, una pizzería muy mala (según un tío de Trip Advisor), y como toda localidad inglesa que se precie, un parquecito, Queen's Park.

Y algo de historia. Este lugar tiene una fundición donde se hicieron las campanas que hay en la catedral de St. Paul en Londres. El molde lo tienen en Queen´s Park. Y también tienen un carillón/monumento a los caídos durante la primera guerra mundial. Y un aviario con pajaritos. Al día siguiente, un australiano que había estado también por ahí me contó que le sorprendió ver en el aviario pájaros que eran típicos de Australia. Pero no me pregunten cual es.

Es un rinconcito bucólico donde tomarse unas 'chips'. Que por cierto, cada vez hay menos 'Fish & Chips'. Proliferan en cambio los kebabs y las pizzerías (incluidas las que sirven las peores pizzas según un tío de Trip Advisor). Se está perdiendo la rica cocina británica, consistente en pez con patatas fritas, y ... eh..., bueno..., las judiitas con tomate del desayuno (de las que dan gases), acompañadas de bacon y salchichas.

Otra cosa que también abunda en L'boro son aficionados de fútbol del Leicester City. Resulta que este año han ganado la liga contra todo pronóstico. Así estaban de contentos. El lunes hicieron el típico desfile de campeones. Lo ví en la tele. Y bueno, también lo noté porque estaba cerca de la estación y de pronto llegaron hordas de aficionados con sus colores, y bufandas y trompetas. Para tener una idea del acontecimiento, creo que sería el equivalente a que ganara el Alcorcón la liga. O algo así.

Leicester

No es que me fuera por mi cuenta y riesgo, sino que entre las actividades de ocio que nos habían programado (oiga, que cinco días de reuniones son muy pesadas!), pues nos llevaron al museo del espacio de Leicester. Allí estuvimos cenando, y luego pudimos ver un poquito del museo. Naves Soyuz, trajes espaciales, y trajes espaciales caninos. Muy útiles, creo yo, para los días de lluvia. Aunque no se si Shiro y Haru (mis dos perrines) pensarán lo mismo.

Viendo el fútbol

Entre día y día, las tardes se hacen largas si no hay gran cosa que hacer. Más aún si el pueblo, como ya he dicho es pequeño y se ve en un pis pás. y además está a 20 minutos andando. Podría haber ido a probar si la Pizza estaba tan mala como decían (de verdad, que me he quedado con las ganas), pero pa qué. En cambio, aprovechando que teníamos piscina gratis en el hotel me fui nadar un rato. Y luego a la sauna. Me sorprendió no ver al finlandés allí. Por lo visto no se había enterado de que había una.

Todo ello para hacer tiempo mientras llegaba el gran evento del miércoles: la final de la Europa League (anteriormente conocida como copa de la UEFA), que enfrentaba al Liverpool con el Sevilla. Me fui al comedor del hotel, con la esperanza de encontrar algún fan del Liverpool. Había uno. Con su bufanda y todo. Cenando con colegas. Me senté detrás, con mi cena y mi cerveza, en los pocos sitios libres que había. Y se me sentó al lado un Irlandés, también para ver el fútbol, aunque tampoco es que fuera un fan, fan. Pero bueno, para tener un poco de charla de vez en cuando, me valía.

Primera parte, Liverpool marca. El aficionado del Liverpool muy contento, saltando, dando botes de alegría.

Segunda parte. Mete el Sevilla uno. El Liverpuliano se lamenta.

Mete el Sevilla el segundo. El Liverpuliano ya despotrica "Fuck, fuck, fuck...". El irlandés y yo riéndonos discretamente mientras le vemos sufrir.

Mete el Sevilla el tercero. El Liverpuliano se levanta, agarra la bufanda, y a un tris estuvo de tirarla al suelo. Se aguantó, pero el pobre ya se hundió en el asiento y no se supo más de él. Consideré oportuno no acercarme a hablarle con acento andaluz, por si acaso.

Y así pasamos la tarde del Miércoles.

Nottingham

Viernes, por fin terminado el trabajo, y tengo la tarde libre, junto con el día siguiente antes de llegar a casa. ¿Qué hacer?. Pues ya que estas tierras están en las cercanías de lo que alguna vez fue el Bosque de Sherwood, me cogí un tren para ir a Nottingham en busca de Robin Hood. 20 minutos de tren, estaba cerca.

Nottingham es más grande que L'boro. Es ya una ciudad, con una amplia zona peatonal, y varias iglesias. Esta debía estar dedicada a San Baco, o San Dionisio, porque han acabado por convertirla en un bar restaurante.

Pero yo a lo que iba era a buscar un Errol Flynn en mallas verdes. Y lo encontré al pie del Castillo de Nottingham.

Luego, por la ciudad hay repartidos algunos carteles contando lo que es una leyenda, y lo que puede que haya de realidad en ella. Por lo visto Robin de Locksley era un chaval hábil con el arco. Un hombre le retó a que no era capaz de matar un ciervo del Rey. Como suele suceder, las palabras mágicas suelen ser "no hay huevos a..."... y los tuvo, cosa que enfadó mucho al hombre este, que intentó matar a Robin. Robin se defendió y se cargó al hombre. Y de ahí se convirtió en proscrito. Curioso lo de matar al hombre, pues lo de matar al ciervo ya estaba prohibido de por sí. Solo matar al ciervo ya le convertiría en proscrito. Había otros carteles que hablaban de cuando Robin se encuentra con John Little, un tío de 7 pies de alto, con quien se pelea con palos para pasar por el tronco que cruza un río. Robin acaba en el agua, y John Little acaba siendo Little John (Pequeño John).

No pude localizar todos los carteles con las historias de Robin Hood, así que no se mucho más. En total, estuve unas dos horas paseando por Nottingham. No mucho más, pues al día siguiente me volvía, y tenía prevista una parada mucho más interesante.

Bletchley Park

Porque de mi viaje a Inglaterra, lo que realmente me hacía ilusión era pasar por este lugar. Tuve para ello que madrugar mucho, y coger un tren a las 7.20 de la mañana con destino a Londres St. Pancras. Allí dejé la maleta en la consigna, y con el único peso de la cámara de fotos, coger otro tren desde la estación vecina de Euston hacia Bletchley.

En este lugar hay un parque muy especial. En 1938 se organizó una especie de fiesta, que en realidad era una visita encubierta del GC&CS (Government Code and Cipher School), una organización del gobierno dedicada a la criptografía. El objetivo era evaluar si ese lugar era apropiado para la que se venía encima, que era ni más ni menos que la segunda guerra mundial. El servicio de criptografía se estableció en una mansión de este parque, y alrededor construyeron una serie de barracones donde varios criptógrafos trabajarían durante la guerra para romper los mensajes interceptados a los alemanes. Entre estas personas, todo el mundo conoce a estas alturas a Alan Turing, y su papel en el descriptado de códigos alemanes.

Aunque el lugar se desmanteló tras el fin de la guerra, se han reconstruido varias partes. Entre ellas los famosos barracones ('huts'). Mientras la mansión principal se usaba para los menesteres administrativos, en los barracones de madera, supongo que bien fríos y húmedos, los criptógrafos se exprimían los sesos para descifrar los mensajes que continuamente iban y venían vía motoristas.

Aquí, el despacho de Turing:

Si Turing se ha llevado la fama por inventar una máquina, la 'Bombe', que permitía el descifrado de la máquina Enigma de los alemanes casi de forma industrializada, también se merecen una mención las WRNS ('wrens', Women's Royal Naval Service), las operadoras reales de las máquinas. Al final de la guerra había unas 200 bombes funcionando en barracones, que eran poco menos que pequeños infiernos con estas ruidosas máquinas, que generaban bastante calor. Las WRNS trabajan en turnos de 8 horas sin descanso, configurando las máquinas según les decían, y comprobando los resultados.

También hay que recordar a Gordon Welchman, quien contribuyó a mejorar la Bombe, y se centró en descifrar los mensajes de la Wehrmacht (Ejército de Tierra) y de la Luftwaffe (Aire). Turing se centró en la Kriegsmarine (Armada), que poseía la Enigma más complicada de todas.

Pero alguien muy olvidado es Dilly Knox. Dilly Knox fue quien contrató a Turing y Welchman. Trabajó como criptoanalista durante la primera guerra mundial, y fue capaz de descifrar códigos Enigma ya en 1937 sólo con papel y lápiz. La importancia de Turing y Welchman está en poder 'semiautomatizar' el proceso de romper los mensajes, pero desde luego, sin el trabajo de Knox hubieran tardado bastante más en hacerlo. Por desgracia, Knox murió en 1943, y no llegó a ver el fin de la guerra.

Y a su vez, Knox hubiera tardado un poco más, de no haber sido por el trabajo previo de Rejewski, Zygalski y Rozycki. Matemáticos polacos, que a principios de los '30 ya habían roto el código Engima. También ellos tienen su rincón de reconocimiento en Bletchley Park.

Un lugar con mucha historia, y que merece la pena visitar.

Vuelo de vuelta

Si alguien se cree que esto ha terminado, se equivoca. Queda la traca final.

Porque tras estar varias horas paseando entre máquinas y barracones, tenía que volver a Londres para recoger mi maleta, montarme en un metro que tardaba una hora hasta el aeropuerto, cenar algo rápido y montarme en el avión que me llevaría de forma rápida y segura a casa.

Pues ni rápida, ni segura.

19:10 hora local de UK. Montados en el avión, comenzamos a rodar de camino a la pista de despegue. Entretenido leyendo el libro de Dilly Knox que me he comprado en Bletchley, de pronto me doy cuenta que llevamos un rato parados.

Nos habla el comandante, que debido a lo que en un alarde de imaginación sin precedentes denomina "problema técnico", nos vemos obligados a volver a la puerta de embarque para solucionarlo antes de despegar. Murmullo generalizado en el avión, porque resultó estar lleno de españoles. El típico grupo de excursión, no se si del imserso o similar. "...que nos cambien el avión..."

Sin bajarnos del avión, estamos un rato esperando, y por fin el comandante vuelve a hablar: "Ha venido un ingeniero, ha reiniciado el sistema y ya no salta la alarma que teníamos. Vamos a volver a intentar despegar, y esperemos que esta vez no haya problemas".

Ojo al lenguaje: yo al menos, noté que el comandante no estaba muy seguro de que el problema estuviera solucionado. Al fin y al cabo, lo que el ingeniero ha hecho es simplemente apagar y volver a encender el ordenador de abordo. Es de primero de informática. Si algo no funciona "sales y vuelves a entrar"

Pues nada, volvemos a rodar hacia la pista... y tal como temía el comandante el "problema técnico" volvió a aparecer, con lo que dimos media vuelta sin intentar despegar. En este punto, los nervios del grupo de españoles estaban a flor de piel "que nos cambien el avión", "esto no puede ser" "que traigan otro desde Madrid"... todo el mundo sabe lo que debería de hacerse. Los pobres azafatos y azafatas se las veían negras: "Por favor, manténgase sentados hasta que lleguemos"... na, todos los españoles levantados y pululando arriba y abajo del avión.

Como parecía que iba para largo, me puse a hablar con mi compañero de asiento. Era un americano, iba con su hermano a Madrid desde Chicago, vía Londres. Habían llegado a las 9 de la mañana para poder ver un poco la ciudad antes de ir a Madrid. Yo estaba ya cansado y deseando llegar a casa después de una semana en Inglaterra. Pero creo que lo suyo era peor, porque llevaban ya casi 24 horas de viaje.

Pues llegamos por fin a la puerta de embarque, y de nuevo, sin bajarnos del avión, comienzan a trabajar en él otros ingenieros. Al menos nos sirvieron agua, pero mi intento de que nos sirvieran la cena gratis no coló.

Otro ratillo después, por fin se oye que nos abrochemos los cinturones que nos vamos. Esta vez con seguridad, parecía que ahora sí, estaba todo arreglado. A la tercera. Comenzamos a retroceder, ya los 10 o 20 metros paramos, y el comandante nos comunica que volvemos a la puerta de embarque... (aplausos, risas, sornas varias) ... porque no es que el avión no esté reparado, sino que un ingeniero se ha dejado algo sin terminar. Algo así como que de pronto se llevó la mano al bolsillo, y se preguntó:

- ¡Anda! ¿Y esta tuerca de donde ha salido?

Así que volvemos los 10 o 20 metros que había salido, a que aprieten la tuerca, y ya por fin salimos de camino a la pista. Cuarto intento ya. Y esta vez sí! Despegamos! Viva! Vamos a casa! Por fin!

Y cinco minutos después el comandante de nuevo hablando

- Señoras y caballeros, vamos a volver al aeropuerto de Heathrow [Londres] porque el tren de aterrizaje no se repliega y no podemos volar en estas condiciones.

Aplausos, risas, gritos, abucheos... de todo se puede escuchar en un avión lleno de españoles, mientras los guiris se miran extrañados porque el ruido no les deja oír lo que el comandante está repitiendo en inglés.

Así pues, tras 18 minutos de vuelo y 107 km recorridos, llegamos a Londres desde Londres. Probablemente el vuelo más corto que haya hecho nunca.

El aterrizaje, hay que decirlo, fue muy suave, de los mejores que he tenido últimamente. No se como lo vivió el americano, pero posteriormente le oí decir que habíamos hecho un "Aterrizaje de emergencia". De aquí a dos semanas se convertirá en un "sobrevivimos por los pelos", y en un mes en un "¡¡¡íbamos a morir todoooooos!!!".

Esperen, no cambien de página, que hay más. Porque tras aterrizar y frenar, miro por la ventanilla y parecíamos estar en medio del campo.

- Señoras y señores, les habla en comandante de nuevo. Tal y como temía, el problema técnico del principio acaba de aparecer de nuevo, y nos hemos quedado sin dirección, por lo que no podemos mover el avión. Estamos en medio de la pista de aterrizaje esperando que vengan a remolcarnos.

¡Parados en medio de la pista sin poder movernos! Apasionante. Apasionante el rato que debieron pasar los controladores aéreos. Nosotros al fin y al cabo estábamos sentaditos en nuestros asientos. De hecho, Ele Bergón, informada a través de wassap de mis aventuras y desventuras, estuvo más intranquila que yo mismo.

En el siguiente mensaje del comandante, nos comunica que el vuelo quedaba definitavamente cancelado, entre la ovación y vítores del pasaje.

Bueno, nos remolcaron por fin a la puerta de embarque, desembarcamos. Más de uno intentó pillar la matrícula del avión, no fuera que al día siguiente nos pusieran el mismo.

Eran ya las once u once y media de la noche. Y nos tocó el pegarnos por que nos dieran un hotel y un nuevo vuelo. Lo cual no era problema, el procedimiento está muy bien establecido. El problema en realidad era la cola de españoles que no hablaban inglés, mientras que de los asistentes sólo uno hablaba español. Pobrecillo. Hasta los c******s acabó de los españoles.

Porque claro, empezaron a protestar: "¿Y a mí por qué me das el avión de las 9 y a ese el de las 10?", "¿Y por qué no nos poneis otro avión?"... Cuando por fín me tocó a mí, me dijeron que automáticamente me habían asignado un avión a las 6.15 de la mañana (eran ya cerca de las 2), dije tan alegramente "Pues vale, ese mismo". Claro, se sorprendieron de un español que no protestara.

"¿No prefieres uno más tarde, para dormir un poco?". Al final me cogí el vuelo de las 9.15. dormiría unas 3 o 4 horas al menos. Desayuno incluido en el hotel. Y un cupón para comprar algo de cena en el Marks&Spencers del aeropuerto.

Vamos al M&S, ¿y qué había allí?.. pues la marabunta de españoles saqueando el supermercado. 10 libras nos daban en el cupón, que por supuesto no son reembolsables. Si sobra no te dan las vueltas. Pues allí estaban todos, con las dos manos llenas. "Coge que sobre para mañana" "Mira, yo me llevo las lonchas de queso". Hasta latas de atún se llevaban. Que espero que se las cenaran esa misma noche, porque intentar pasarlas por rayos X al día siguiente debió ser igualmente divertido.

En cuanto pude comprar mi cena (piezas de fruta, un bollo y batido de chocolate. 4 libras), me largué no sea que se confundan y piensen que soy español. O que soy de "esos" españoles.

Al día siguiente, me levanté a las 6, bajé a desayunar, y a las 7.30 ya estaba en la puerta de embarque. El hotel estaba en el mismo aeropuerto, y se iba andando.

Esta vez, el avión pudo despegar... una hora más tarde de lo previsto, pero despegó. Y llegó a Madrid a las 13 hora local, con unos pocos botes antes del aterrizaje por la tormenta que azotaba el norte de Madrid. Pero en casa al fin y al cabo.

Y aquí se acaba otra crónica viajera de la Mosca Cojonera de este blog.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Cicatriz de Sara Mesa: "Cada nueva respuesta que ella le da genera a su vez nuevas preguntas"



Comentario en torno a la novela Cicatriz de Sara Mesa, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda.

-¡Hola amigos lectores!

Aquí me tenéis otra vez, con mi amiga Austri, mi fiel contertulia literaria. Después de realizar nuestro recorrido habitual por la orilla del río, de puente a puente, llega el momento de pararnos a hablar de Cicatriz, la novela de Sara Mesa, la lectura del mes de mayo. Hace buen tiempo y ese banco invita a una charla relajada. ¿Recordáis a Sonia y a Knut? 

-¡Qué tipo más raro ese Knut! Ahora veo lo acertado de la portada. Sólo le...estremece que ella se ponga la ropa que él roba. Sonia será su maniquí y disfrutará  moldeándola a su gusto.

¿Por debajo llevas también algo...mío?
Ella afirma con un movimiento de cabeza y baja unos centímetros la cinturilla de la falda hasta que puede verse el filo de una blonda color perla, por encima del pubis.
Es suficiente, dice él. Gracias, añade.

-A continuación, vamos a "Siete años antes". Nos acostumbramos enseguida al desorden temporal porque no es una historia complicada. En letra distinta y con sangría, nos recibe el texto que Sonia acaba de introducir en Internet. Tal vez algún lector sonría ante su pose de persona filosófica, profunda, resignada y apenadísima. No te creas que soy una chica vulgar...parece decir al destinatario. Proclama su "visión estoica de la vida", considera inevitable que unos estén arriba y otros abajo, cree en la predestinación y se pregunta por el sentido de la vida, si todo está escrito, incluso lo que está escribiendo.

Concluye: "Cuando se llega a tal conclusión, el fardo de penas disminuye, o se hace más ligero de llevar". 

-A esta chica le pesa la vida.

-Y la culpa, por algo incluye la autora:

"...y las cicatrices se generan con la culpa y la culpa es una forma, más bien insípida, de enfrentarse al mundo" (Marta Sanz, Amour Fou)



Y el trabajo en un archivo que ella vive como una cárcel. La sala es estrecha y sin ventanas. Le hiere la vulgaridad. El almanaque es del año pasado, el ficus es de plástico y alguien pegó un chicle en la pared. Huele a lejía y amoniaco. Suenan los teléfonos y el climatizador: "la vida fuera, que nunca, jamás, se cuela dentro..."

El mensajero que trae los paquetes se marcha sin que nadie pueda ver el rostro. Cruza la página doce de forma misteriosa, con el casco puesto.

-¡Vida! ¡No la de sus cotorras compañeras!

-"Hay un murmullo constante en las mesas del fondo". Dos mujeres "conversan desganadas", sin dejar de teclear o atender llamadas. Estudios de los hijos, reformas de la casa, recetas de cocina...cosas de gente mayor. 

-Frente a ellas, Sonia se balancea nerviosa en su sillón, teclea, se muerde las uñas y arranca espuma del reposabrazos roto. Sigue su rutina: arranca la hojita del calendario, teclea los datos de una decena de fichas y pasa a navegar por internet. "Su trabajo-que considera un despropósito-consiste en volcar la información de las antiguas fichas de papel en una base de datos". Información que no se deja volcar así como así: "las categorías rara vez coinciden, tiene que modificarlas, o deformarlas,  distorsionarlas, cueste lo que cueste, para que encajen. Al principio le atormentaban las dudas, se sentía paralizada...preguntaba a sus compañeros y no tenía respuestas..." 


-Un día oye decir que, en breve plazo, la base de datos sería sustituida por un sistema nuevo. Descubre que sus esfuerzos no sólo son tediosos sino también inútiles. Nadie controla, ni a ella ni a su trabajo, solo la mantienen ocupada para que no moleste. "Una beca en el archivo municipal no da para mucho más." 

"La apatia se extiende como un cáncer, piensa". Cada día menos fichas, cada día dedica más horas a distraerse en internet, sobre todo en los chats: diálogos, discusiones, mascaradas, aire para Sonia. La sala estrecha se amplía. Ya no se siente aislada, sólo cuando apaga el ordenador.

-Entra en un foro literario. Los participantes le parecen más interesantes que en otros sitios: libros, películas y sarcasmo que le hace sonreír. Se da de alta con un seudónimo masculino y recibe un mensaje de alguien que se identifica como "Clarice". A Sonia le divierte enmascararse: "Vivo en una choza , como Walden". Como las trolas que contaba de niña en el colegio: que era bailarina, que su padre había muerto en la guerra, que tenían un piano de cola...¿Mentirosa? "Sólo vivir otras vidas". Una sola existencia no le basta.




-Ahora vive otras vidas con Hipatia, Sr. Pez, Venus Posmoderna...Knut Hamsun..."Hay gente que entra a diario, a todas horas, y gente que casi nunca se deja ver; hay locuaces y parcos, previsibles y enigmáticos, agresivos y sumisos, clásicos y esnobs". 

-Apaga el ordenador y la aventura se desvanece. "Menuda estupidez, se dice"

-Pero se ha enganchado y se suma a una cena que los miembros del foro organizan en Cárdenas, ciudad más grande con visos de capital, a setecientos kilómetros. "Ella, que no tiene dinero, que no tiene tiempo y que tendrá que inventarse una mentira para poder ir allí sin que nadie en su familia censure sus caprichos."

-Se le acelera el corazón según se acerca al lugar donde han quedado. Al final, se presentan sólo dieciséis. "...Sonia entra la última, aturdida, titubeante, tensa, ligeramente defraudada". Una vez más ha perdido el tiempo. Son más mayores, más convencionales y lo suficientemente aburridos. El Sr. Pez, Clarice, La Musa...Risas falsas. Copas. Tras la cena, van a una discoteca. Intentan besarla, quizá accede. Le ofrecen cocaína, la rechaza. "Por la mañana, vendrán el martilleo en la cabeza, los labios agrietados y la vuelta interminable en el tren". 



-El foro la ha desilusionado, va a abandonarlo. Pero recibe un inesperado mensaje de Knut Hamsun:

"Tú me envías una foto para que pueda verte. Yo a cambio te envío los libros que me pidas. Puedes pedirme varios. No hay problema."


Sonia no lo conoce, Knut estaba en la lista de asistentes pero no llegó a presentarse a la cena de Cárdenas. Sabe muy poco de él, casi nunca interviene en las charlas y cuando lo hace resulta incómodo. Tal vez por su tono seco y aséptico, tal vez por su suficiencia, esa impresión de que posee conocimientos inacccesibles para los demás. 

-Incómodo y contradictorio. Provocador y educado. Solitario que se interesa por analizar a los demás. "En la cena se comentó que es un chico muy joven que se jacta de hurtar en los grandes almacenes." Un tipo peligroso o, al menos, alguien de quien no hay que fiarse. Se expresa de forma correcta y arcaica que no encaja con un ladronzuelo de videojuegos. 

-Sonia da vueltas por el pasillo, con el abrigo puesto. Contempla a sus compañeros antes de volver a su mesa. Tiene la sensación de que todos están enfrascados en foros, chats o páginas. El mensajero cruza ahora las páginas veinte y veintiuna. Llega resoplando a través del casco en el momento en que Sonia responde a Knut: ¿Por qué ese interés por verme? También reenvía el mensaje a La Musa para saber lo que piensa de la propuesta. El mensajero espera: ¿Qué? ¿Mucho trabajo? La ve tan concentrada...

-Sonia se disculpa y le firma el albarán. Cuando mira de nuevo, parpadean ya dos respuestas. 

La de Knut: "Mi interés es muy simple. Alguien que estuvo en la cena me habló de ti. Se dice que eres una chica muy guapa. Por eso quiero verte. Para más tranquilidad, te diré que no pretendo nada más-y nada menos-que eso."

La Musa le aconseja que ni conteste, que los libros seguro que son robados, que se mantenga alejada de ese tío.



-Sonia pica el anzuelo de un Knut caballero galante y no hace caso a La Musa. Le manda una foto escaneada, junto a tres títulos de libros. Su respuesta es brevísima y aséptica. Le da las gracias y no le dice qué le parece la foto, sólo que esperaba una digital, no un escaneo. Le pide una dirección para hacerle llegar los libros. 

-Sonia es pobre. Le explica que no tiene ni cámara digital, ni fotos en formato digital, ni ordenador en casa. Le da la dirección y a esperar. 

Dos días después, recibe un paquete que se lleva a su cuarto "sin dar explicaciones a su madre, que la mira de soslayo y sin pestañear". La dirección está escrita con una caligrafía infantil y pulcra. En el remitente, un nombre normal y un apellido normal. Un barrio de las afueras y un bloque de muchos pisos, la letra no es ni la A ni la B. Knut es un habitante más de la gran ciudad.


-Sonia se sorprende, no hay tres sino doce libros. Pidió uno de Onetti, hay cinco. Pidió uno de Clarice Lispector, hay tres. Pidió uno sobre la interpretación de los sueños, hay cuatro. Una pequeña nota: "Los gastos de envío son 12'95 euros. Cuando puedas, ¿me haces un ingreso? Un número de cuenta y una carita dibujada con un guiño."


-No le resulta fácil estar sola, en su casa. Espanta a su hermano Lucas que se acerca a husmear. Hojea los libros, se pregunta si son realmente robados. Vienen con la etiqueta de El Corte Inglés o de La Casa del Libro. No puede evitarlo, hace la suma. Es un gran regalo. "Se pregunta si de verdad el escaneado de una foto de carnet...puede valer todo eso."




-Esta chica nos puede. ¿Es tonta o se lo hace? Se escriben. Al principio, comentan los libros enviados: "¿Qué te pareció La ciudad sitiada?...Por favor, en cuanto lo leas, me gustaría comentar El astillero contigo".

-Pero luego desliza otras tipos de preguntas. Cuántos años tiene, si vive con sus padres, cómo es el lugar donde trabaja, por qué decidió ir a la quedada, te pareció atractivo algún hombre de los que estuvo allí. Abandonan el foro y se comunican por correo electrónico. 

-Los correos de Knut "son extensos, concienzudos, sin puntos y aparte, sin encabezamientos ni despedidas". Sonia se da cuenta de la imposibilidad de cerrar las conversaciones. "Cada nueva respuesta que ella le da genera a su vez nuevas preguntas".  ¡Una cadena continua!

-A Sonia le resulta sencillo contestar preguntas sobre su vida. Tiene veintidós años y vive con su madre, sus hermanos y su abuela. Su padre murió cuando ella era una niña.
Sigue sin saber quién es en realidad Knut Hamsun, si ha de creer lo que dice a pies juntillas. 

Poco a poco le va contando cosas de sí mismo, deslavazadas y no siempre coherentes. Knut vive con sus padres, no se dedica a nada en especial, hace años que dejó los estudios. Un nini mayorcito. Sabe "un montón de cosas", "¿Qué tiene que ver?, responde él con arrogancia." Muy satisfecho con su autodidactismo, considera que la enseñanza en grupo aniquila al individuo. Él va por libre, lee y escribe continuamente, incluso andando. Admite que consagra gran parte de su tiempo al "arte de hurtar libros", u otros bienes. 


-Sonia contesta acobardada cuando le pregunta si le parece mal. Le parece bien, "ojalá ella supiera robar libros. Le encanta leer, pero apenas tiene dinero". Knut responde que no tiene que preocuparse, si quiere más libros no tiene más que pedírselos. 

Hay más envíos en los meses siguientes. Lo que ella pide; pero, sobre todo, lo que él sugiere o piensa que debe leer. ¡La está formateando! 

-Sonia disfruta con la llegada de los paquetes. Ahora son enviados al archivo municipal, para que su madre no sospeche. 

-Ya no es la chica guapa, ahora los halagos van por otro lado:

"Eres la única persona que conozco a la que considero mi igual en el terreno del intelecto, le dice. La única con la que me apetece compartir mis lecturas"

-Seguiremos con esta chica, se va a meter en la boca del lobo. ¿O no se meterá? 

-¿Llegará hasta el cubil del peligroso lobo manipulador y formateador? ¿Lo detendrán? ¿La detendrán?

-Nos puede Sonia. ¿Es posible que proliferen las Sonias en este tiempo que nos ha tocado vivir?

-Lo que decías: la soledad en tiempos de internet. Crisis, insatisfacción, vacío, manipulación, consumismo...todo eso que decíamos.

La próxima semana quedamos para otro paseo literario. 

-Hasta la semana que viene, Austri.

Un abrazo de María Ángeles Merino.