domingo, 11 de septiembre de 2016

Cartas marruecas y cartas marroquíes (1)


Aquel día de verano paseaba por el Espolón. Leía Cartas marruecas de José Cadalso. Sí, tengo la extraña costumbre de leer mientras camino por los paseos de mi ciudad, procurando no chocar con la gente, ni con los árboles. A veces, en lugar del libro, utilizo las versiones digitales y voy leyendo en el móvil; pero eso no extraña a nadie. Si es un libro, sí.

El escritor advertía del riesgo de equivocar la verdadera historia con la fábula y ponía el ejemplo de  la mítica aparición del apostol Santiago, en la batalla de Clavijo, en apoyo de los cristianos, en su lucha encarnizada contra los musulmanes. Pero don José, tan racional, tan equilibrado, tan en el "justo medio", nos sorprende de vez en cuando, en sus cartas, con un punto de ironía ácida. Así, después de afirmar sensatamente que “ninguna nación guerrera puede tener la menor ventaja en una campaña”, el coronel Cadalso encuentra una utilidad a la irracionalidad: "la creencia de que bajar un campeón celeste a auxiliar a una tropa, la llena de un vigor inimitable".



 Como dice el profesor Pedro Ojeda, "nada es inocente" en Cadalso. ¡Vitaminas irracionales para la tropa! 

Y, a todo esto, miro hacia arriba y me encuentro con la estatua de San Millán. ¡Hay que ver con qué vigor descabeza moros con turbante! No era esa la idea que tenía yo del de la Cogolla, eremita, asceta y tan pacífico...en vida. Porque descubro, en internet, que la leyenda le pinta, mucho después de su muerte, como bajado del cielo para echar una manita con la espada y matar infieles. ¡Tan apañado el monje como el apostol! ¡Qué sangrientas leyendillas trufan nuestra gloriosa historia! 

Acababa de hacer la foto a San Millán cuando alguien se acercó a mí y tuvimos este diálogo:

-¿Qué haces profe? ¡Se te va a caer el libro! ¡No me digas que te gusta la estatua! ¡Qué tío más bestia! 

-¡Mohamed! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Qué tal te va? No, no me gusta la estatua.

-Se hace lo que se puede. Trabajo y saco tiempo para estudiar en el nocturno. ¡Estoy acabando el bachiller! ¡El curso pasado leí el libro que tienes en las manos! Era uno de los que podía elegir al estudiar la literatura del siglo XVIII.

-Cartas marruecas de José Cadalso. Supongo que te llamaría la atención el título. 


-Sí y me gustó la idea de leer el punto de vista de un paisano que conoció la España de 1774. Pero enseguida me di cuenta. El señor Cadalso nunca trató con mis paisanos.  Gazel no era de verdad y el viejo sabio Ben Beley tampoco. Y lo  mismo daba que las cartas fueran marruecas o chinas, el caso era hacer una crítica de España. Y proponer un país diferente. Nos explicó el profesor que siguió el modelo del francés Montesquieu que escribió un libro titulado Cartas persas. 



-Así es, cuatro viajeros persas que ofrecen sus impresiones sobre los países que visitan, especialmente Francia.  Pero Cadalso quiso elegir un país exótico, el exotismo estaba de moda, pero más cercano, considerando la posibilidad real del viaje, porque en España eran impensables viajes tan largos. Procuró, además, que el lector pusiera en conexión a su inventado viajero con un personaje real que les sonara un poco. En 1766, un embajador de Marruecos, Sidi Hamet al Ghazzali, el Gazel, había estado en España durante varios meses, despertando la curiosidad de la gente leída. 

-Entiendo que tenían que ser extranjeros, sin la ceguera del patriotismo. Dos marroquíes musulmanes y un español cristiano. Gazel no habla como nosotros, en eso el señor José no estaba muy puesto…No me ha costado a mí nada el tema de las vocales...Aunque era un señor muy culto y muy viajado. Había estudiado en Francia y en Inglaterra ¿no?

-Mira, aquí lo dice. Regresó a un país que le era “totalmente extraño”, ya que “lengua, costumbres, traje, todo era nuevo para un muchacho que había salido niño de España y volvía a ella con todo el desenfreno de un francés y toda la aspereza de un inglés”.

-Eso de que “todo era nuevo” lo entiendo muy bien. Yo llegué aquí sin hablar una palabra de español y la ropa, la comida y el trato con la gente...¡Yo, además tuve que ganarme el pan! Y el cuscús...

-Pero tú te has adaptado muy bien. Lo tuyo te habrá costado. Se me ocurre una idea. Voy a escribir sobre Cartas marruecas, en mi blog, para un club de lectura. ¿Por qué no me envías el trabajo que hiciste el curso pasado? ¿Lo conservas?

-Sí, lo tengo guardado. Y también los apuntes que iba tomando mientras leía. Dame tu dirección. Me corriges lo que esté mal, profe.


-A ver si vienes un día a mi casa a tomar un té con hierbabuena. Sé que te gusta. A Fátima le gustará tu visita.

Mohamed me envió sus escritos, con razón su profesor le puso una buena nota. Pero para la entrada del blog prefiero sus apuntes preliminares. En el blog, su trabajo completo y rematado sería carnaza para los malos estudiantes que buscan un rincón del vago. Y, como quise que fueran cartas, fui contestando.

Iré publicando. 

Mi agradecimiento a todos mis alumnos y alumnas marroquíes que me han inspirado esta entrada. Gracias también por lo que he aprendido de vosotros, de vuestro país y del mío. Porque, desde hace más de veinte años, me ofrecéis vuestras cartas marroquíes. O marruecas, si queréis, qué más da.




Un abrazo de María Ángeles Merino que ayer escribió: 

Me está costando arrancar...a escribir, que no a leer. Un abrazo, Pedro, que tengamos un buen curso lector.

Cartas marruecas. Noches lúgubres. José Cadalso. Edición de Joaquín Arce. Cátedra, Letras Hispánicas. Madrid 1990. Decimotercera edición.

17 comentarios:

María Luz Evangelio dijo...

Vaya, ha sido un escrito muy especial gracias a la ayuda de un marroquí. Me divierte la puntualización sobre la poca veracidad de los marroquíes del libro. Se nota que no son de verdad.
Yo voy lenta, pero espero llegar. Saludos.

Ele Bergón dijo...

Me ha encantado la entrada, me recuerda a otros tiempos y también la foto.

Del libro que nos ocupa he leído cinco cartas y efectivamente como bien dices, es una excusa para contarnos lo que sucedía en España en el siglo XVIII.
Besos

Myriam dijo...

Bueno, para costarte arrancar, has arrancado muy bien. Tu entrada resuma ternura y ese encuentro, como venido del Cielo.

Ahora te cuento un secreto: si yo caminara leyendo
a la mierda me iría cayendo... :-)

Pero sí he leído libros enteros (que no tenía
con que comprar) en librerías, hasta que el dueño
se percataba y me echaba, entonces migraba a otra.

Por eso de pie leo muuuuuuuuuy rápido.

Besotes



pancho dijo...

Pero no es lo mismo ir leyendo a Cadalso en el móvil que cazar pokemons o esos bichos que dicen ahora. Con lo útiles que son los libros normales para leer: no gastan datos, no le entra arena, la batería no se agota...
Cierto, la historia que nos cuenta Cadalso parece la de la Enciclopedia Álvarez. Pero y lo bien que se queda uno contando con todas esas ayudas divinas extra, leyendo que los nuestros siempre son los buenos. Porque a nadie he oído yo decir que los suyos fueran los malos en ninguna batalla. Aquí todo el mundo lleva la razón y eso no puede ser, además es imposible. Las culpas siempre son repartidas.
Siempre investigando la mejor manera de explicar las cosas, se nota la vena pedagógica.
Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Marruecos era exótico. Lo sigue siendo. Demasiadas lejanías mentales que nos llevan a desencuentros, aunque a Cadalso le sirviera el truco técnico para pensar España...
Arrancamos, desde luego. Ten cuidado con las distracciones leyendo por la calle, no vayas a chocar con un pokemon...

La seña Carmen dijo...

El Espolón, la historia que te contempla en sus estatuas, y más allá los alumnos multiculturales.

¿Cómo nos verán hoy estos nuevos españoles? ¿Qué pensarán realmente de nosotros?

Abejita de la Vega dijo...

Llegarás. Son marroquíes de mentira pero cumplen su función.

Abejita de la Vega dijo...

Ay aquellos tiempos.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Abejita de la Vega dijo...

Arranqué. Me gusta que hayas visto ternura. Muy ingenioso tu método para leer gratis.

Abejita de la Vega dijo...

Una plaga la de los cazadores de pokemones
No hay epidemia de lectores de libros, una pena.
Historia de batallitas, la que conoce Cadalso, no había acceso a otras.
Se nos nota el oficio.

Abejita de la Vega dijo...

Lejanía y desconocimiento. Buen truco el de Cadalso
Donde hay un libro huyen los nichos amarillos.

Abejita de la Vega dijo...

No lo sabemos. Algo expresan pero seguro que hay sentimientos que no manifiestan.
Esos santos de la espada..

Abejita de la Vega dijo...

Lejanía y desconocimiento. Buen truco el de Cadalso
Donde hay un libro huyen los nichos amarillos.

Abejita de la Vega dijo...

Una plaga la de los cazadores de pokemones
No hay epidemia de lectores de libros, una pena.
Historia de batallitas, la que conoce Cadalso, no había acceso a otras.
Se nos nota el oficio.

Abejita de la Vega dijo...

Arranqué. Me gusta que hayas visto ternura. Muy ingenioso tu método para leer gratis.