jueves, 28 de abril de 2016

Noches lúgubres: "Domina, noche, domina, y más y más sobre un mundo que por sus delitos se ha hecho indigno del sol..."


Comentario a la obra Noches lúgubres de José Cadalso, para la lectura colectiva de La Acequia, dirigida por Pedro Ojeda

Recordáis seguramente la entrada anterior titulada "Salga yo valeroso al suplicio o inocente al mundo. ¡Pero no! Agraviado o vindicado, muera yo, muera yo y en breve." Hoy sigo comentando Noches Lúgubres con mi amiga Austri. 

-¡Hola Austri! Vamos a seguir con el tedioso Tediato, el personaje más triste que en mi vida lectora conocí. Intentaremos no espantarnos cuando dice barbaridades como la de enterrar vivos a los niños del sepulturero.

-Sí, porque es un saco inmenso de desgracias. ¡Y no digamos el sepulturero y su familia! Vamos a pasar con él otra noche lúgubre, primero en la cárcel y luego de nuevo al cementerio. Su empatía con el prójimo es muy especial: yo quiero morir, que los demás me acompañen, qué mejor cosa pueden esperar. ¡Todos al hoyo que no hay mejor solucion!


Un personaje al que llevan "ensangrentado, pálido, mal vestido, cargado de cadenas... y de oprobios"; pero todo le da igual, incluso la tortura, sólo desea la muerte: "Salga yo valeroso al suplicio o inocente al mundo. ¡Pero no! Agraviado o vindicado, muera yo, muera yo y en breve."

-La cárcel, "sepulcro de vivos, morada de horror, triste descanso en el camino de malhechores" abre las puertas al infeliz de Tediato. La Justicia ordena su aislamiento "en el calabozo más apartado y seguro", con los hierros doblados. "Los indicios que hay contra él son casi evidentes". Se le examinará al día siguiente, se le aplicará el tormento si se obstina. 

El carcelero no ha de perderle de vista, no puede permitirse ninguna compasión. No la tendrá quien años ha que guarda presos como "fieras en jaula". El tratamiento: "pocas palabras, menos alimento, ninguna lástima, mucha dureza, mayor castigo y continua amenaza". Su voz de trueno hace temblar a "los hombres más atroces". Castiga a quien abre la boca y si no basta dispone de mordazas.¡Qué pintura la del carcelero! Sobrecoge más que la del sepulturero que si machaca huesos es de muertos, nunca de vivos.

- A Tediato no le permiten hablar, mas nadie le privará de la voz de su corazón, escuchamos su voz interior. Al calabozo va, no le espantan ni las tinieblas, ni el frío, ni la humedad ni la hediondez. Tampoco el ruido de los cerrojos ni el peso de las cadenas. 

Todo es oscuridad, huele a moho y a miseria, los hierros chirrían, el frío se nos mete en los huesos, sentimos nauseas, nos tapamos los oídos. ¡Y a Tediato no le espanta!



-Vives la lectura, es como si estuviéramos en ese inmundo calabozo. Vamos con los pensamientos del prisionero. Piensa en su amada que...

-No sabemos como se llama y tampoco nos lo dice. ¿María Ignacia como la de Cadalso? Su pensamiento vuelve a la que yace en el templo: "peor habitación ocupa ahora...". Y a Lorenzo que le habrá juzgado de miedo o inconstancia, al no hallarle en el lugar de la cita. ¿Miedo? Nada hay espantoso para Tediato, ni de aquí ni de allá. ¿Constancia? El día anterior no le faltó ante un cadáver medio corrompido.

-Tediato sufrió ingratitud, pobreza, odio, envidia, burla...Soñó con el fantasma que llaman Fortuna y su rueda. La extraña mujer tenía el brazo levantado contra él, Tediato se permitió mirarla con desprecio y echarse a dormir. Ahora se venga, le pone entre facinerosos hoy, mañana las manos del verdugo le depositarán entre los brazos de la muerte. ¿El mayor daño, la muerte? Quien así lo diga, no ha pasado lo que él. 


Oye voces en el calabozo inmediato. Hablan de morir, un condenado a muerte llora. Son las voces del miedo. Tediato considera que, si el reo muere pronto, menos tiempo estará "expuesto a la tiranía, envidia, orgullo, venganza, desprecio, traición, ingratitud...". ¡Y lo envidia!

-Calla el que solloza y también las voces que le acompañan. "Sin duda fue ejecución secreta". Tediato desearía que llegaran a él los verdugos feroces manchados aún de la sangre del compañero. "¡Qué silencio tan espantoso ha sucedido a los suspiros del moribundo!". Se estremece al oír las pisadas quedas, las voces bajas, el ruido de las cadenas que le quitan al cadáver, el ruido de la puerta. Tediato posee un corazón frágil en un espíritu fuerte, tiembla...

¿Quién no temblaría? Yo misma estoy temblando: suspiros, silencio, pisadas, voces, cadenas y la puerta.¡Sobre todo el silencio!

-Si, nos sobrecoge el pensar en una ejecución secreta, ejecutada en la misma celda por unos verdugos feroces  y sanguinarios. ¿Era posible algo así en el Siglo que llamaron de las Luces? ¿Se sumaba la incorrección política al sacrilegio en Noches lúgubres? Sabemos que fue libro prohibido.

-Los ojos se le cierran, a pesar del llanto. Una piedra es su cabecera, una tabla es la cama y los insectos la compañía. Decide dormir, indiferente ante la amenaza de la voz que le llame para el suplicio. Bienvenido sea el sueño, imagen de la muerte.

Escucha como Cadalso nos hace vivir la ansiedad de Tediato:

"¡Qué pasos siento! Una corta luz parece que entra por los resquicios de la puerta. La abren; es el carcelero, y le siguen dos hombres. ¿Qué queréis? ¿Llegó por fin la hora inmediata a la de mi muerte? ¡Me la vais a anunciar con semblante de debilidad y compasión o con rostro de entereza y dominio! "

Respiramos aliviados al leer:

 "...se han descubierto los autores y ejecutores de aquel delito. Vengo con orden de soltarte. Ea, quítenle las cadenas y grillos: libre estás."

-Es como si nos las quitaran a nosotros, pero Tediato nos sorprende una vez más. El carcelero viene a liberarlo y su reacción no puede ser mas extraña:

"Ni aun en la cárcel puedo gozar del reposo que ella me ofrece en medio de sus horrores. Ya iba yo acomodando los cansados miembros de mi cuerpo sobre esta tarima, ya iba tolerando mi cabeza lo duro de esa piedra, y me vienes a despertar, ¿y para qué? Para decirme que no he de morir. "

-Ahora que había cogido el sueño en su cama de piedra, en la buena compañía de miles de bicharracos, llega ahora el carcelero a soltarlo...¡Increíble!

-El carcelero le arroja al mundo, el mundo ya no vale nada sin su amada: "lo poco bueno que había en él". Sólo le interesa saber si es de día. Falta una hora de noche, todavía hay tiempo para buscar a Lorenzo y concluir "nuestra empresa". Se habrá cansado de esperar.

No sabe donde vive el sepulturero, decide acudir al templo. Le pide a la noche:

"Domina, noche, domina, y más y más sobre un mundo que por sus delitos se ha hecho indigno del sol...Mientras más dure tu oscuridad, más tiempo tendré de cumplir la promesa que hice al cadáver encima de su tumba..."


-Se dirige hacia el templo y le guía la luz que alumbra una imagen. Adelanta el paso, oímos el corazón de Tediato, su interlocutor:

"Corazón, esfuérzate, o saldrás en breve victorioso de tanto susto, cansancio, terror, espanto y dolor, o en breve dejarás de palpitar en ese miserable pecho."

La luz tiembla, tal vez se apague. Tediato no ha de temer a la oscuridad, las tinieblas son su alimento. Su pie siente un obstaculo. Tienta, tentamos, un bulto de hombre, tal vez un mendigo. ¡Es un niño que acaba de salir del sueño! Lo imaginamos escuálido y andrajoso.

Ángel en la tumba de un niño (San Amaro, Burgos)

-Le pregunta quién es y el pequeño llora. Tediato intenta tranquilizarle, no piensa hacerle mal. Es uno de los hijos del sepulturero, al que su padre mandó quedar hasta las dos allí y "ver si pasaba alguno por aquí muchas veces y que fuera a llamarle". Se quedo dormido y temía el castigo paterno.

- Tediato le pide, en un gesto de cariño,  que le dé "la manita" y lo acompañe a casa de su padre. Le da un trozo de pan que ha hallado, no sabe como, en el bolsillo. Yo tampoco sé de donde ha salido el pan, pero sigamos:

El niño se llama Lorenzo, como el padre, y su familia acaba de pasar por un rosario de desgracias: 

"Mi abuelo murió esta mañana. Tengo ocho años, y seis hermanos más chicos que yo. Mi madre acaba de morir de sobreparto. Dos hermanos tengo muy malos con viruelas, otro está en el hospital, mi hermana se desapareció desde ayer de casa. "

Ni una ni dos. Dos muertos...o tres. Tres enfermos graves más la hermana que deshonra a la familia y huye. Como se suele decir: "muere hasta el apuntador".

-Lorencito no sabe cómo se llama el oficio de su padre y lo explica a su manera:

"Cuando uno se muere, y lo llevan a la iglesia, mi padre es quien..."

Tediato llega a casa del sepulturero, guiado por el niño. Lo primero de todo: 

"Mañana nos veremos en el mismo puesto para proseguir nuestro intento, y te diré por qué no nos hemos visto esta noche hasta ahora."

-A continuación, se compadece del saco de desgracias familiares con que carga el desdichado Lorenzo:

 "Te compadezco tanto como a mí mismo, Lorenzo, pues la suerte te ha dado tanta miseria y te la multiplica en tus deplorables hijos... Eres sepulturero... Haz un hoyo muy grande, entiérralos todos ellos vivos, y sepúltate con ellos.

-¿He leído bien? 

-Si, has leido bien. Le aconseja que haga un hoyo muy grande, los entierre a todos ellos vivos y se sepulte él. Y remata:

"Sobre tu losa me mataré y moriré diciendo: Aquí yacen unos niños tan felices ahora como eran infelices poco ha, y dos hombres, los más míseros del mundo."

Tediato esta loco, muy loco. ¿Crees tú que desenterrará a su amada muerta? La tercera noche es muy breve...

-No lo sé. Déjalo por hoy, esta noche me veo pasando una "noche lúgubre", soñando con Tediato y todos esos pobres críos.

-Lo dejamos, que ya es hora. Ya te contaré lo de la lectura colectiva presencial del día 3 de mayo.
Restos del cementerio de peregrinos de San Amaro (Burgos)

Un abrazo de María Ángeles Merino

Texto íntegro aquí.

10 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Arañita, no te canses en entender al niñato de Tediato, admitamos el ripio, un privilegiado, un vulgar señorito que para llevar a cabo sus locuras necesita como siempre del pueblo llano, del pueblo trabajador, porque él, de cómo coger una azada, no tiene ni idea. Las cosas por su nombre, aunque las esté sacando del contexto temporal.

Gelu dijo...

Buenos días, Abejita de la Vega:

Pues parece que Cadalso comprendió lo difícil y dura que ha sido siempre la vida para el pueblo, y lo plasmó en estas ‘Noches lúgubres’.
Tediato, parecía desconocerlo, hasta el encuentro con Lorenzo y la conversación con el pequeño.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Estoy con Gelu: Tediato, gracias a su dolor puede ver el dolor de los demás, que hasta ese momento le había pasado desapercibido.
Pobre Austri, va a soñar con gusanos, ya verás...

Abejita de la Vega dijo...

Yo no he dicho lo contrario, Pedro.
Estoy de acuerdo contigo y con Gelu. Se compadece, claro que se compadece; pero, en la segunda noche , la solución que da a Lorenzo no es muy compasiva bajo nuestro punto de vista: ¡enterrar a los niños! Puede ser compasiva para un loco…
Empieza a ver el dolor ajeno al final de la segunda noche y lo dice. Es en la tercera noche cuando sale del todo de su egoísmo y abraza la Fraternidad Universal, idea ilustrada que no se cumplía en la práctica. Mi entrada no quiso entrar en la parte final, para no destripar la historia.
Besos, Pedro.

Abejita de la Vega dijo...

Comprende al final y le cuesta salir de su egoísmo. La solución de enterrar a los "deplorables" hijos de Lorenzo es la de un loco, compasión de un loco.
En la tercera entrada es donde abraza esa Fraternidad Universal tan predicada pero tan poco cumplida. Entonces ya habla con más cordura, pero yo no quise meterme en la tercera noche.
Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Me canso porque me irrita el niñato Tediato. Tienes mas razón que un santo, que una santa, es un señorito que incluso para sus locuras tiene que contar con quien sabe manejar una azada. Verdadera compasión sólo la muestra en la tercera noche. Porque la compasión que propone en la segunda..., lo de enterrar a los niños y demás...
Sacamos de contexto pero hay cosas que no cambian.
Besos, Carmen Ugarte. Por cierto, se me da fatal la azada, una vez en la vida lo practiqué, soy una señoritinga de capital.

Bertha dijo...

No hago un comentario al autor pero sí a la época el romanticismo pedía esta forma de escribir dramática excesiva y la verdad que creo que era una enfermedad de la época,los que tenía poder adquisitivo o eran unos soñadores en tener los pies fuera de la realidad.Se puede amar pero con mesura y este buen caballero tenia una raya de locura.Porque a quien la vida le había castigado y duro era al pobre enterrador y esa resignación ante los hechos o simplemente que ya estaba inmunizado.

Me maravilla ver la perspectiva con que eres capaz de ver las cosas.

Feliz fin de semana.

Bertha dijo...

...y tu entrañable amiga Austri o Audri.

Besos.

Abejita de la Vega dijo...

Mi amiga tiene mucho de mí. Nos entendemos a la perfección. Comparto tu perspectiva romántica. Un abrazo Bertha.

Abejita de la Vega dijo...

Mi amiga tiene mucho de mí. Nos entendemos a la perfección. Comparto tu perspectiva romántica. Un abrazo Bertha.