jueves, 11 de febrero de 2016

"El Alcalde de Zalamea": "este fuego, esta pasión no es amor solo, que es tema, es ira, es rabia, es furor"


Comentario a la segunda jornada de "El Alcalde de Zalamea" de Pedro Calderón de la Barca. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Aquí estoy otra vez, con "El Alcalde de Zalamea". Mientras cocino, sigo con la vieja versión televisiva de la obra de Calderón. Es un buen complemento a la lectura. De pronto, por tercera vez, la pantalla del móvil me muestra a una mujer vestida de hombre, a la moda del siglo XVII. Se dirige a mí, es Chispa y ya no me sorprende. Escúchola.


La Chispa otra vez

-Saludo de nuevo a vuesa merced. Aquí estoy otra vez, para contarle lo principal de la segunda jornada de "El Alcalde de Zalamea", tal y como la vive un personaje secundario como yo; mas buena es la Chispa para que se le escapen los acontecimientos de la obra, aunque no siempre esté en escena.

Al comienzo de la segunda jornada, le toca salir al hidalgote don Mendo y a Nuño, su hambriento criado. Yo no puedo salir y, como quiero contarle a vusté lo que parlaron, llamé a la criada sabelotodo, Ginesa se llama. ¿Personaje secundario? Ni tan siquiera es personaje, que Ginesa no sale en ningún momento a escena, pero sus indiscreciones tienen un papel importante en la obra. ¡Tantas historias hay que cambiarían de rumbo sin la intervención de una sirvienta que habla de lo que no debe hablar. ¡La criada! ¡Personaje clave!



-Aquí me tienes Chispa, para lo que gustes mandar.

-¡Ginesa!

-La misma, señora Chispa, soldadera cantarina y danzarina de las mas chispeantes jácaras, amén de media naranja del soldadillo Rebolledo. Salúdote, a ti y a la mujer que te acompaña. 

-Encantada de verte, Ginesa. Ya que estás aquí, podías contarnos. Ya sabemos que eres persona discreta, quién lo pone en duda. Como todo es pasado, no haces con ello mal a nadie, que  el principal mandamiento es no dañar al prójimo.

-¡Bien dices! Que la obra llamada "El Alcalde de Zalamea" no sería la misma sin mí. Recuerda, ya en la primera jornada, cuando el sargento dice a don Álvaro: 

"Pregunté a una criada 
por ella y respondióme que ocupada 
su padre la tenía 
en ese cuarto alto..."

-¡Ciertamente  el primer encuentro de don Álvaro con Isabel no se hubiera producido sin ti, la criada!  ¡En el fugaz encuentro en el cuarto alto se engolosinó el caprichudo capitán! No se le hubiera ocurrido a Rebolledo subir al desván. ¿Qué nos cuentas ahora de la segunda jornada?  

-Recuerda que salen don Mendo y Nuño, su criado, buen amigo mío. 

"Don Mendo: ¿Quién os contó todo esto?

Nuño: Todo esto contó Ginesa, su criada."

Nuño iba atizando el mal humor de su amo, luego pagaría las consecuencias. Le iba contando que el capitán, después de aquella pendencia que en su casa tuvo, había dado en enamorar a Isabel. Que poco humo hacía en su casa, que en todo el día se apartaba de la puerta de Pedro Crespo, que a todas horas enviaba recados con el soldadillo Rebolledo.




-¿Y cómo le cayeron tales noticias  al hidalgo don Mendo, tan empecinado en arreglar su economía casándose con la hija de labrador más rico de Zalamea?


-Como veneno, como le habían de caer. Nuño se ganó una bofetón por remedar a su amo y decir que "Isabel es deidad hermosa y bella, a cuyo cielo no empañan los vapores de la tierra". ¡Zas! ¡Dos dientes le quebró! El hidalgo lo matara, vive Dios, "si por el honor no fuera de Isabel". Como si no supiéramos de lo poco que es capaz el viejo hidalgote. 
A todo esto, llegaban don Álvaro, el sargento y Rebolledo. Amo y criado se retiraron a escuchar ocultos.


Lola Cardona fue Isabel

-¿Qué hablaban los tres? 

-Don Álvaro revelaba que "este fuego, esta pasión no es amor solo, que es tema, es ira, es rabia, es furor". No podía sufrir que en una villana hubiera "tan hidalga resistencia", que no le hubiera respondido "una palabra siquiera apacible". Advertíale el sargento de que las villanas como esta solo se prendaban de un villano y trataba en vano de hacerle entrar en razón: "Si te has de ir mañana, ¿para qué intentas que una mujer en un día te escuche y te favorezca?". ¡Nada sabía el sargento del fuego que abrasaba al capitán!



Teresa Rabal fue también Isabel. Foto Juan Guerrero.

Que había olvidado el gobierno de la razón y atendía al placer pasajero sin freno alguno. Que un día era suficiente porque:

"En un día el sol alumbra y falta; en un día se trueca un reino todo; en un día es edificio una peña, en un día una batalla perdida y victoria ostenta; en un día tiene el mar tranquilidad y tormenta; en un día nace un hombre y muere..."


En un solo día buscaba luz, dicha, paz, triunfo y vida. Y, en su locura lo creía posible. Verla una vez solamente le forzaba a tal extremo. Su pasión era incendio, volcán, rayo, descarga de artillería...

-¡Se abrasa este necio! 



-Era ansí: fuego que postra, abrasa, asombra y hiere. El sargento le recordaba de cuando decía que las villanas nunca tenían belleza. El capitán iba desprevenido, pensó en hallar villana y halló deidad. Proclamaba  que en toda su vida vio "más divina, más perfecta hermosura". 

-Y le decía a mi hombre: "¡Ay, Rebolledo, no sé qué hiciera por verla!"

-Tu Rebolledo habría de ayudarle, favor por favor. Haría jira, fiesta y música a la ventana de Isabel. Que en la compañía había soldados que cantaban por excelencia y contaba contigo Chispa, la primera en jacarear. El capitán tenía reparos pensando en don Lope, no quisiera despertarlo; mas si iba de rebozo en la tropa, la culpa sería de la tropa, mira tú que buen oficial. No lo despertarían, que la pierna de don Lope no dormía nunca.

-A don Álvaro no le detenían las dificultades ni los cuidados. ¡Ay qué de cuidados le costaba Isabel, su labradora deidad! Y allá iba la Chispa a jacarear. Yo estaba de mohína, que un soldado habíame hecho "alicantina" y no quería pagarme "el  barato" que me debía,  hora y media con las bolas, que si eran pares o nones. Lo dejé con el barbero que cosía el rasguño que, con mi espada, en el rostro le bordé.  Pidiome Rebolledo de olvidar la mohína que habíamos de cantar, después de anochecer. Mi castañeta siempre dispuesta, habría fiesta, fuera mohína, la espada a guardar. "Fama ha de quedar entera de mí en el mundo, que soy Chispilla, la bolichera."

- Ahora debería contarte con pelos y señales lo que pasó dentro de la casa de Pedro Crespo, mas yo estaba en mis quehaceres. Algo me llegaba. Mi señor ordenó poner la mesa para la cena con don Lope, en el jardín, una apacible estancia para las noches de agosto. Y decíale a su invitado del viento süave, las blandas hojas de las parras, las copas de los árboles, la música de la fuente "cítara de plata y perlas" sin cantores, que los pájaros no gorjean de noche. 


La cena interrumpida de don Lope en casa de Pedro Crespo...y en la mía.

Creo que hablaron de si Crespo se sentaba o no, de si le dolía la pierna a don Lope, tras los treinta años en las guerras de Flandes con hielos o soles, de la paciencia que le dé o no le dé Dios y de los mil diablos que carguen al fin con su famosa pierna. ¡Qué carácter endiablado el de ese hombre!
Los criados teníamos orden de no salir a servir la mesa. Pues no entraban criados, don Lope pidió que cenase con ellos Isabel; mas en el momento de sentarse tocaban guitarras en la calle. Se oyó una voz que decía: "Vaya a Isabel una letra". Y una piedra dio sobre la ventana.  Alguien cantaba aquella conocida  letrilla tan conocida que dice: "Las flores del romero, niña Isabel, hoy son flores azules y mañana serán miel". 



-Me contaron que don Lope toleraba lo de la música, pero lo de tirar piedras le parecía desvergüenza. ¡Cantaletas en la casa donde estaba alojado! Que Pedro Crespo disimulaba por respeto a su huésped. Todos gritábamos: "¡Despierta, Isabel, despierta!"

-Don Lope ya no lo podía sufrir y arrojó la mesa. A continuación, Crespo arrojó la silla. 

-Volvió la música y yo estaba en mi centro. Me puse a cantar:

"Érase cierto Sampayo
la flor de los andaluces, el jaque de mayor porte, 
y el jaque de mayor lustre..."

Seguí con la canción de la Chillona y el Garlo que sacó la espada y "a un tiempo un tajo y revés sacude". En el momento de decir eso último, salieron don Lope y Pedro Crespo dando cuchilladas a todos los que alcanzaban. Su intención era que ninguno quedara "sin almagre". Huimos y los dos espadachines se felicitan de sus habilidades, que puede oírlos:

Don Lope: ¡Voto a Dios que riñe bien!
Pedro Crespo: ¡Bien pelea, voto a Dios!



-Y yo pude escuchar a don Álvaro cuando se encontró con don Lope. Le preguntaba de qué eran "esos extremos". El capitán le explicó que los soldados habían tenido una pendencia porque estaban cantando sin alboroto ni ruido, que él los estaba deteniendo. Don Lope bien entendía y, para evitar males mayores, le dio orden de sacar su compañía de Zalamea. 

-Fuese  marchando toda la compañía pero él había de volver. Y, como cómplices de su fechoría, nos había de llevar a Rebolledo y a mí, junto al sargento y algunos soldados. 

-Así es, don Álvaro había de regresar a Zalamea porque me tenía prevenida a mirar si podía por dicha hablar a su "hermosa homicida". Dádivas recibí, no creí que hacía mal, que era sólo para hablar, entendí. ¡Ya me pesa haber sido la traidora criada! 

Supe que el señorito Juan se iba a la guerra con don Lope y que Isabel se despedía de su hermano.  Y que don Lope le entregó, al despedirse, una rica venera con diamantes  que Isabel aceptó no como pago al hospedaje sino como muestra de cariño. Y que mi señor dio una serie de acertados consejos a su hijo, antes de verlo partir. 

Inés, la prima que siempre acompañaba a Isabel, tuvo la idea. Ahora que sin soldados vivían, podían gozar a la puerta el frío viento que corría, que luego saldrían los vecinos. Se sentó Pedro Crespo en un banquillo, junto a la hija y la sobrina.

-No podían imaginar lo que les esperaba. La luz de la luna daba en el rostro de la desdichada Isabel. Don Álvaro nos dijo que pisáramos sin rüido, que llegara Rebolledo y diera a la criada aviso, a ti Ginesa, de que ya estaba en la calle.  El capitán nos explicó nuestra traidora misión:

"Yo he de llegar y atrevido
quitar a Isabel de allí.
Vosotros a un tiempo mismo
impedid a cuchilladas
el que me sigan"

Llegamos cuando ya se iban a retirar. Don Álvaro nos dio la señal: "Ya es tiempo".¡Llegad amigos! Gritó Isabel : "¡Ah, traidor! -¡Señor! ¡Qué es esto?". Don Álvaro replicó: "Es una furia, un delirio de amor". Se la llevaron. 

-Oí, desde la casa, a tu Rebolledo que  amenazaba de muerte a Pedro Crespo desarmado. La muerte le importaba poco a mi amo si era su honor el que estaba muerto.

-Sí, y yo le oí cuando Inés le trajo la espada:

"Soltad la presa, traidores
cobardes, que habéis traído,
que he de cobrarla o la vida
he de perder.



-Era un vano intento, que eran muchos y así se lo señaló el sargento. Cayó a tierra. Rebolledo le decía "dale muerte". Al  sargento le parecía "rigor impío quitarle vida y honor". Era mejor dejarle en el monte escondido y atado, para que no llevara el aviso.

-Isabel llamaba a su padre y señor.  Pedro Crespo solo podía seguirla con sus suspiros. Se lo llevaron al monte. ¿Por qué Rebolledo fue arrastrado a esto? ¡Malditas deudas! ¿Por qué me arrastró a mí? Nunca la Chispa imaginó tanto mal. ¡Maldito capitán y maldito su mal amor! 

Salúdole señora mía, tal vez nos volvamos a ver. O tal vez acuda otro personaje a contarle la tercera jornada. 

-La criada Ginesa también se despide de vusté. Fue un honor, señora mía. ¡En que hora hice negocios con don Álvaro!

Un abrazo para todos los que habéis pasado por mi entrada número 1002. Me voy a la cama, voto a Dios. 

María Ángeles Merino

"El Alcalde de Zalamea", Pedro Calderón de la Barca, edición de Ángel Valbuena, Cátedra, Letras Hispánicas.  El texto de Calderón de color naranja.
Texto completo de "El Alcalde de Zalamea", aquí.
Vídeo, aquí.


8 comentarios:

Bertha dijo...

Maldito capitán y maldito su mal de amores.-Tiene razón chispa, que a su pobre Rebolledo lo tiene atado bien corto...

Un abrazo MªAngeles.

Gelu dijo...

Buenos días, Abejita de la Vega:

La información de Ginesa, la criada, tanto a Nuño como a los soldados del capitán...
El video de TEATRO DE SIEMPRE, 1967, subido a Youtube, está mal titulado, pues no corresponde a la película de 1954. No sé por qué motivo no aparecen referencias más que en la ficha IMDB.
Eran actores muy conocidos en los años 60: Fernando Delgado, Lola Cardona, Paco Morán, Nicolás Dueñas, Alicia Hermida, Joaquín Pamplona, Roberto Llamas...
Dejo el enlace de la entrada que dediqué en mi Blog a la película de 1954, sobre la obra 'EL ALCALDE DE ZALAMEA'.

Un abrazo
P.D.: Leyendo clásicos, pensando la entrada y cocinando, ¡eso sí merece premio "Master chef"!.

Anónimo dijo...

Interesante el no personaje de Ginesa, clave en la obra.

Coro

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Cómo estoy divirtiéndome con la intervención de esta tu Chispa. Eso sí: exijo que nos comentes al final cómo te salen los platos preparados entre tanto drama...

Paco Cuesta dijo...

Don Álvaro quiso vestir la pasión con ropaje de amor, sólo la fuerza y sus sicarios (sin ayuda no lo hubiera conseguido) pudieron domeñar a Isabel.
Besos

pancho dijo...

Has dejado a la Chispo un poco cansada de tanto contar, cantar y escribir. Cómo le das importancia a esta soldado acompañante de la tropa.
La encina de Paco Rabal no le hace justicia a este árbol emblema. Yo busqué la más grande que tenía en foto; esa encina al lado del camino es referencia para todos los habitantes del pueblo.
La miel de romero, muy apreciada por su aroma, eso dicen los entendidos.
El capitán cuenta con la ayuda de un coro de ayudantes que lo hacen por interés. Se creen con impunidad por pertenecer a la milicia.
Exhaustivo trabajo con esta Chispa que alegra la lectura.
Un abrazo.

Ele Bergón dijo...

Esta Chispa lo sabe todo , lo de la criada que está per no está, lo del maldito capitán con su arrogancia y malas artes,lo de su Rebolledo y sus trajines, las conversaciones de don Lope y don Pedro ,lo de Juan, el hermano de Isabel e hijo de don Pedro y en especial la cruel afrenta a Isabel por el capitán. Ya sé que ella no podía hacer nada, pero se me ocurre que podría haberlo intentado.

Besos

Myriam dijo...

Si, eso!!! Eso!!! Premio a la Master-chef superdramatica calderoniana telefónicamente chispeante!!

Besos