miércoles, 28 de enero de 2015

"Usos amorosos del dieciocho en España", con petimetres y petimetras, majos y majas, en otra carta apócrifa.


Los hombres llevan vestidos de cortesanos y las mujeres de majas. Ello responde al interés casi obsesivo de Goya por la mezcla de clases sociales, que era difícil de conseguir en la realidad pero que él lograba con asombrosa maestría en sus composiciones.

Comentario al ensayo "Usos amorosos del dieciocho en España", de Carmen Martín Gaite. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Recordáis de mi entrada anterior, mi pequeña mentira literaria. Aseguraba que había llegado a mis manos un documento que os podía contar mejor lo de los usos amorosos en el dieciocho. Era un manojo de cartas, fechadas en 1795, que apareció entre documentos antiguos sin clasificar, en un archivo municipal de provincias. Y publiqué la primera de ellas, recordáis que la firmaba una mujer llamada Rosita que se dirigía a una amiga llamada Mariquilla.

Recordáis también como, al final, confesaba mi falta: "Perdonadme la mentira literaria. En mi imaginación, el libro de Carmen Martín Gaite bailó una contradanza con fragmentos que yo recordaba de “La escuela de los maridos” de Molière traducida y adaptada por Moratín,y de “La dama boda” de Lope de Vega. Y encontré una manera distinta de comentar la obra de este mes, más divertida que la línea recta".

En vista del éxito, y ya sin mentiras, aquí tenéis la segunda de las cartas, tras la segunda contradanza, bailada por el libro de Carmen Martín Gaite, en mi imaginación.


Madrid, a 25 de mayo del año de Nuestro Señor de 1795.


Mi querida amiga Mariquilla:

Recibí con gran alegría tu carta y tus alabanzas. Me dices de lo bien que escribo, debo confesarte que es mérito de don Juan, el dómine.  Al principio, seguía con disimulo las lecciones que daba a los niños, mientras repasaba la ropita, qué criaturas más destrozonas. Pronto  el maestro se dio cuenta de mi interés y en cuanto los pequeños se iban con el aya, a jugar media horita en el jardín, ya estaba conmigo. Aprendí a leer y a escribir…ay, Mariquilla, qué bonito es aprender. Y cómo me coge las manos, qué hombre más sabio y más guapo. Que no, que no, Mariquilla, que yo no voy a dejar plantado a mi Pepón. Los sueños sueños son y cada oveja con su pareja, siempre que sean del mismo rebaño y yo me entiendo.

Me cuentas que sales poco de casa, ni a misa vas, a no ser los días en que repican recio, de la mano de tu señor esposo, don Dimas, el viejo boticario. ¡Un marido de un rebaño mejor! ¡Qué suerte la tuya! Como ahora puedes pagar a la lavandera, no vas al lavadero, a charlar con las viejas amigas y a reír un poco. ¿Ta acuerdas? Na, ahora te quedas quietecica en casa con tu juboncito de estameña, la ropica de color bien guardá en el baúl, entre bolas de alcanfor, igual que  tú. Pero ahora eres la señora doña María y yo sigo siendo la criá de madama Baldomera.

Como te iba contando, Mariquilla, mi señora doña Baldomera sa echao un cortejo, como las damas principales. Y dice que tie derecho a esparcir las ideas como las semillas en el campo, que pa eso se junta con otras madamas, cada una con su currutaco. Ella con su Frasquito.

¿Y de qué crees tú que hablan? Pues de lo mismo que nosotras, si vas a mirar, de trapos y de lo que hace la vecina, pa criticarla. ¡Y de las probes que estamos pa quitarlas la porquería! ¡Valiente conversación! Dicen que en la Francia las mujeres discuten de filosofías y de letras, aquí no, al menos en el salón desta casa. Aquí los hombres se entontecen, con más delito, que ellos sí han ido a la escuela. Como la moda no da para todo el día, se pasa a la maledicencia, creo que lo escribo bien: maledicencia.



Pon que un día hablan de batas, sale a relucir la que llevó una tal Dorina al paseo. Si era o no de buen gusto, si la tela era de Francia o de Valencia, si de calidad las blondas, las espiguillas o los nuditos. Y lo principal: de dónde ha venio la tal bata. Todos lo saben, el señor cortejo es quien la provee de batas, abanicos, encajes y demás. Pero a ver quién aporta el comentario más maligno…y cuando se aburren de tanta mala baba, la toman con nosotras las criás, pa eso estamos, to por cuatro perras mal contás.



Si estuvieras aquí a mi lado, Mariquilla, me preguntarías qué les va a los hombres en meter baza en esas tontunas. Te lo diré, lo hacen para caer en gracia a las mujeres y no dudan en tratar temas de mucho seso, tales son las cintas, los bucles, el tontillo o el limpiadientes. Amanerados dice el dómine, afeminados veo yo a estos del chichisveo. Petimetres les llaman, algunos han estudiado en la Francia y han vuelto hablando raro.
Me dicen que fue cosa de nuestro rey don Carlos III que Dios guarde, que favoreció los viajes al extranjero de muchachos de buena familia que prometían por su inteligencia. Y se pusieron de moda las salidas y salieron muchos que no prometían nada, pisaverdes que sólo sacaron en limpio unas cuantas modas tontas y el desprecio por todo lo español, que ahí nos duele.

Pues, como te decía, los petimetres del salón de mi señora han debido traer la maleta cargada de fenelones y voltaires, amén de antítesis, epopeyas y sindéresis, qué bien copio esas palabrotas que me pone de muestra el dómine, con su rayita encima y todo. Por no hablar de los mil cachivaches gabachos  que llevan encima: hebillas, sortijas, espadines, cajitas y sobre todo relojes con muchos colgantes. Pasmada te quedarías, Mariquilla, de ver a un petimetre con todo lo que le cuelga…de su reloj: regaderas, faroles, bellotas, violines, corazones, llaves, guitarras, miles de juguetitos. Y que si el buen tono, que si el peluquín escarchado o el color de pompadur. Y ni te cuento cuando en la mesa piden un ragú o una sopa a la reina. Yo pasmá, que no me saquen de la carne guisá y las sopas de ajo.

Nuestros hombres, los de nuestro rebaño, mi Pepón sin ir más lejos, a la vista de tanto señorito afeminado, han dao en “majos”, haciendo gala de desafíos, desplantes y bravatas.  To a lo largo y ancho de Lavapiés, el Rastro, Embajadores, nuestros barrios del pueblo. Pobre del señorito de medio pelo que invada su territorio o tenga la desfachatez de fijarse en sus mujeres. Con el rostro oculto a medias por el sombrero y la montera, el gesto bravo y desafiante; estos son nuestros hombres, castellanos auténticos, machos de verdad. Así es mi Pepón. Man dicho que Goya, el pintor maño, se fijó en él para una de sus pinturas. Oloroso a ajo y con los arneses a cuestas, un hombrazo digno de ser capitán de aquella reina católica llamada Isabel que así los prefería, dicen. También cuentan que la tal Isabel era algo puerca y no se cambiaba de camisa…hablillas.



Y lo peor de todo, amiga Mariquilla, estas costumbres extranjeras están acabando con el honor, la fe, las buenas costumbres de nuestra patria. Aquellos caballeros antiguos, de negro y con su golilla, españoles de verdad, buen ejemplo para el pueblo llano. Estos de ahora dicen que hay que gozar del mundo y no sé qué de las luces y las razones. Y los curas abren las orejas, muy atentos a lo que toca a su oficio; no cundan las ideas del tal Voltaire, creo que lo he escrito bien, y se abandone la costumbre de ir a misa y comulgar por Pascua Florida. Y pagar diezmos el que los haya de pagar.


Este ejemplar de la Encyclopedie se guarda en la catedral de Burgos, aunque parezca mentira. Hubo un canónigo que se la compró.

Me dice el dómine que las ideas de esos franceses no son malas, que to lo contrario, que nos darán más luz y menos oscuridad. Tal vez me esté hablando de algo que alumbre más que los pobres candiles que gastamos en nuestras humildes casas. Me ha prestado algunos libros para que lea, me asegura que alumbrarán mi entendimiento. Si don Juan lo afirma, así será. Me gusta leer y si no entiendo, pregunto.

De momento, aquí en el salón paso las tardes, sirviendo el chocolate de la jícara  a los petimetres y petimetras; sí ellas también, gastadoras que agotan la hacienda del marido, horas y horas ante el espejo para poder darse tono con un cortejo que las eche el incienso. Y los maridos zanguangos a mirar, mira tú qué bonito.

A las criadas cada vez nos tratan peor, ya no nos ven como amigas confidentes. Nuestro sitio debe estar al lado de las mujeres que trabajan con sus manos: costureras, escofieteras, bordadoras y empleadas en las manufacturas. Todas ellas han salio ganando, menos mal, por el gasto que hacen las señoras, tan hambrientas de lujo. La industria del país irá parriba.

Nosotras somos majas, pues nuestra media naranja es majo. Dicen que algunas señoras de las altas, altísimas, nauseadas ante tanta petimetra emperejilada, han comenzado a copiar nuestro estilo, el del pueblo. La principal, la duquesa Teresa Cayetana de Alba que se aficionó de chica al trato de criados y criadas y tomó la costumbre de corretear por los barrios donde tie sus palacios, el Juanelo y el Barquillo. Es la que te dije en la otra carta, que su cortejo es el pintor Goya, algunos se hacen cruces asegurando que va a pintarla vestida de maja, con abanico y to. Y sin vestido, pero eso no me lo creo, hablillas, Jesús, Jesús.



Pero que Teresa Cayetana no tiene nada que hacer al lado de doña María Josefa Alonso Pimentel, condesa duquesa de Benavente y duquesa de Osuna, casi na. Mi maestro de letras me cuenta que esta señora es muy sabia, que en su quinta “El Capricho” discute de artes, de toros, de pintura, de teatro, de cambiar la sociedad y de libros… con escritores como Moratín o don Ramón de la Cruz, el del teatro. Y con su cortejo, cómo no, que es el marqués de Bondad Real. 



Mas se alía con su rival, la de Alba, para ir en contra de la reina nuestra señora, doña María Luisa de Parma; pues las damas viven toas pendientes de los bailes, vestidos y maneras más o menos chocantes de las dos duquesitas. Y que rabie la reina que no es modelo para nadie, tan antipática, qué fea la pobre, tan vieja y con los dientes de madera. Sí, como oyes, de madera. Y el cortejo de la reina ¿sabes tú quién es? Primer ministro y favorito del rey...y de la reina.



La de cosas que te escribo, Mariquilla, amiga. Como ves, aquí en Madrid, son las casadas las que se toman libertades, las que se apoyan en el nombre del marido para respetarles o para colocarles los cuernos, depende de cada cual. No creo que tu boticario marido te consintiera echarte un cortejo, la mujer casada… la pata quebrada y en casa. De momento, son libres unas pocas con suerte. ¿Lo seremos todas algún día? ¿Seremos algo sin ser señoras de alguien? Esto te lo digo a ti porque hay confianza, me llamarían loca, Mariquilla de mi alma. 

Recibe un abrazo de tu amiga que lo es:

Rosita

Aquí termina la segunda carta de Rosita. Espero que os haya gustado. Es un homenaje respetuoso a doña Carmen Martín Gaite, viva en el recuerdo de sus lectores. 

Un abrazo de María Ángeles Merino

11 comentarios:

Myriam dijo...

Se te da muy bien el género epistolar, mi querida Rosita.

¿Que te voy a decir? Yo a la Duquesa de Osuna, Doña Ma Josefa Pimentel, le tengo un gran cariño por muchos motivos, no sólo por haber sido la mecenas de Goya. Era bonita, tremendamente educada, en fin... etc, etc, etc.

Besos

Bertha dijo...

Que lista es la Rosita con media hora diaria de clase ; las pilla al vuelo.-Por lo que explica y datando esta carta en la fecha que se remite: no hemos cambiado mucho en cuanto a quedarnos con todo lo de fuera y cultivar poco lo nuestro.

Esperando la próxima me encanta este cotilleo y el juego que da.

Gracias una vez más, por estos ratillos que compartes.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

"sa echao un cortejo", qué descriptivo. Y una mujer que aguza su ingenio para aprender a leer y escribir.
Qué buena forma de enfocarlo, a tu manera de siempre.

Kety dijo...



"Pobre del señorito de medio pelo que invada su territorio o tenga la desfachatez de fijarse en sus mujeres".

A diferencia de ahora. Príncipes con plebeyos

Lo tengo en cuenta para leer
Un abrazo

María Pilar dijo...

Me maravilla esa capacidad tuya para escribir cartas metiéndote en la piel del personaje adoptando su vocabulario al hablar y escribir, sus costumbres...
Siempre pienso qué trabajo de documentación tienes que llevar a cabo para después plasmarlo en este género epistolar que tan bien se te da.
Besos

Pamisola dijo...

Me está gustando tu manera de enfocar el tema, siempre de forma tan atractiva e interesante que haces crecer el interés.
Lo tengo que buscar. Martín Gaite, me gusta mucho.

Besos.

Ele Bergón dijo...

Una deliciosa carta de Rosita a su amiga Mariquilla, bien escrita y bien documentada.

Un abrazo
Besos

Gelu dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Qué estupenda carta, y cómo disfruta Rosita aprendiendo, y observando todo.
Con tanta moda y “tontillo”, entre vestirse y desnudarse tenían que faltarles horas a las madamas.
Y hasta de Fénelon habla ella con el dómine, y comenta con su amiga Mariquilla.

Abrazos

Paco Cuesta dijo...

Llegará. Llegará la rebelión de las Majas.
Besos

DORCA´S LIBRARY dijo...

Las ganas de aprender que tiene Rosita la permiten ser una especie de reportera de lo que acontece a su alrededor. Se mueve entre dos rebaños y eso le permite ver los acontecimientos desde dos ángulos.
Me encanta su ironía y lo picaruela que a veces llega a ser.
Qué bien lo haces, Angelines.
Un abrazo.

DORCA´S LIBRARY dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.