jueves, 30 de mayo de 2013

"...tu lumbre da sazón al rubio grano..."



Comentario al poema "El Dios ibero", de Campos de Castilla, Antonio Machado.
Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Igual que el ballestero
tahúr de la cantiga,
tuviera una saeta el hombre ibero
para el Señor que apedreó la espiga
y malogró los frutos otoñales,
...

Leo sentada junto a un trigal, “Campos de Castilla” sobre mi falda.

¿Qué es aquello que cruza el cielo azul?



Sueño dentro del sueño de un labrador ibero, un habitante de la piel de toro extendida, con sus festones de cabos y golfos. 

Al pie del trigal, el campesino, con el ceño fruncido, sueña ser un ballestero y arrojar saetas blasfemas que lleguen al ignoto lugar donde habita el voluble ”Dios ibero”. Un sueño dentro de otro sueño.

Un viento suave mece las espigas, la esperanza dulcifica la mirada del labriego, el dardo volador ha desaparecido, en su lugar:

y un «gloria a ti» para el Señor que grana
centenos y trigales.



Mueve los labios, pronuncia con rabia palabras que arrasan con sus erres. Ruina, arranco, arrasa, helar tardío, bochorno, arrasa, muerde, turbión…

El hombre ibero reza y blasfema. ¿Quién es Dios para el hombre ibero? ¿Qué es Dios? Dios es el dueño:

»¡Oh dueño de la nube del estío
que la campiña arrasa,
del seco otoño, del helar tardío,
y del bochorno que la mies abrasa!

Dueño caprichoso, poco amigo de los débiles:

»¡Oh dueño de fortuna y de pobreza,
ventura y malandanza,
que al rico das favores y pereza
y al pobre su fatiga y su esperanza!

Dios es aire, es fuego, es una mano:

»tu soplo el fuego del hogar aviva,
tu lumbre da sazón al rubio grano,
y cuaja el hueso de la verde oliva,
la noche de San Juan, tu santa mano!



Dios es azar. Paternal o cruento, con faz de amor o de venganza. La simiente arrojada en la voltaria rueda; ahí va la oración del hombre ibero, blasfemia o alabanza, lo que decida el albur.

      »¡Señor, hoy paternal, ayer cruento,
con doble faz de amor y de venganza,
a ti, en un dado de tahúr al viento
va mi oración, blasfemia y alabanza!»



El protagonista de mi sueño desaparece. Vuelvo a leer en este libro tan querido:

¿Quién ha visto la faz al Dios hispano?  
Mi corazón aguarda
al hombre ibero de la recia mano,
que tallará en el roble castellano
el Dios adusto de la tierra parda.

Despierto y visito en una iglesia cercana a un "Dios adusto de la parda tierra”, tallado por una recia , y hábil, mano. Rezo con versos de Antonio Machado:


El Dios que todos llevamos,
el Dios que todos hacemos,
el Dios que todos buscamos
y que nunca encontraremos.
Tres dioses o tres personas
del solo Dios verdadero
.

"El Dios que todos hacemos"
  
Y esta también es buena oración:
 
"Anoche soñé que veía
a Dios y que a Dios hablaba;
y soñé que Dios me oía...
Después soñé que soñaba"
(Campos de Castilla, XXI)
 
Machado soñó a Dios. Y yo también.

De Machado a Miguel Delibes. Como la próxima lectura colectiva girará en torno al novelista vallisoletano, quiero darle la bienvenida con un fragmento de "Las ratas", en sintonía con las preocupaciones de nuestro machadiano hombre ibero:

"-¿Dónde se ha visto que hiele por San Medardo?...
¿Saldrá el norte, Nini? ¿Tú crees que puede salir el norte? Mas el Nini no respondía. Miraba ahora la verja y la cruz del pequeño camposanto en lo alto del alcor y se le antojaba que aquel grupo de hombres abatidos, adentrándose por los vastos campos de cereales, esperaba el advenimiento de un fantasma. Las espigas se combaban, cabeceando, con las argayas cargadas de escarcha y algunas empezaban ya a negrear. El Pruden dijo desoladamente, como si todo el peso de la noche se desplomara de pronto sobre él: "El remedio no llegará a tiempo"

Abajo en la huerta, las hortalizas estaban abatidas, las hojas mustias, chamuscadas..."

Fragmento de "Las ratas" de Miguel Delibes extraído del libro "Castilla, lo castellano y los castellanos", de Miguel Delibes, 1979, colección "Espejo de España".

 

Echo el cierre a  mi entrada con estas palabras de Miguel Delibes, extraídas del libro anteriormente citado:

"Si el cielo de Castilla es alto es porque lo habrán levantado los campesinos de tanto mirarlo".

Foto de Alberto Viñals, libro "Castilla, lo castellano y los castellanos"
 

Un abrazo de:

María Ángeles Merino
 
Textos tomados de:

www.rinconcastellano.com
http://www.poesi.as/amach101.htm
"Campos de Castilla", Cátedra.
 


jueves, 23 de mayo de 2013

"Este hombre del casino provinciano que vió a Carancha torear un dia". "Este hombre del casino provinciano, que vio a Carancha recibir un día"


Comentario al poema "Del pasado efímero", de Campos de Castilla, Antonio Machado, 35- CXXXI. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
 
Antonio Machado, cansado de sus clases en el instituto, qué pesadilla de verbos franceses, qué cara de aburrimiento la de los muchachos...Mañana cortará con ellos "las viejas rosas del huerto de Ronsard", darán una tregua al Subjonctif: "que j´eusse aimé". Y será un placer escuchar a este profesor, tan triste, cuando habla de lo que verdaderamente ama.

Aula machadiana del Instituto de Baeza
 
Antonio Machado, comienza a escribir en un cuaderno rayado, sobre una mesa de mármol, en el casino de Baeza. Su mirada se dirige a la mesa de enfrente. Piensa mientras escribe, escribe mientras piensa:
 
Manuscrito original de "Del pasado efímero"
Exposición "Campos de Castilla. Hoy es siempre todavía".
 
Este hombre del casino provinciano
que vió á Carancha torear recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
húmedos ojos de melancolia
bajo el bigote gris labios de hastio
ojos velados de melancolia,
bajo el bigote gris, labios de hastío
y una triste expresion que no es tristeza
sino algo más y algo más, y menos ,el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza
Lleva un ancho sombrero torneado
de estilo cordobés
un cordobés color de caramelo
Chaqueta de corinto terciopelo
gustoa? y pantalon abotinado
un cordobés color de caramelo
un cordobés pulido y torneado
Aun luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalon abotinado
el Domingo y color de caramelo
su cordobés pulido y torneado
Tres veces heredo, tres ha perdido
al monte su caudal, tres ha enviudado
(Copia del manuscrito de la primera parte del poema "Del pasado efímero", con sus tachaduras y tildes.)
 
Ahí está ese hombre vestido de manera  trasnochada, aburrido,  triste,  melancólico, tan vacío... Señor, qué hastío produce verlo. Todos los días cuenta lo mismo, ya nadie lo escucha, que "vio a Carancha recibir un día", sí estoy harto de oírlo. Aquel día memorable, el 19 de junio de 1881, ante el toro Calceto, en Madrid. José Sánchez del Campo, Cara Ancha, mató al toro de frente y con los pies quietos...
 
 
.Otra vez lo está contando, Señor, que se calle de una vez...Otros días mi pensamiento vuela hasta Soria y las colinas plateadas, huyo con mi niña Leonor de la mano; pero hoy no, hoy no puedo dejar de oír su taurina e insoportable cantinela. No hay remedio, escribiré sobre "este hombre de casino provinciano".
Descargo mi desprecio en los acentos: hómbre, casíno, provinciáno, vió, Caráncha, toreár. No, toreár, no, por Dios, recibir es mucho más que torear. Recibír, día, mústia, téz, cáno, melancolía...Cada día lo veo más mustio, más cano, incluso el bigote y...se me hace más insoportable su presencia. "Húmedos ojos de melancolía", no, elimino húmedos, parecería que se fuese a echar a llorar y no es el caso. ¿Llorar? Mucho he llorado en los últimos tiempos, huí de Soria y sus grises alcores; pero este poblachón entre manchego y andaluz no da alivio a mi pena
¿De dónde habrá sacado el sombrero cordobés color de caramelo? ¿Y el traje de "corinto terciopelo", digno de un Señor del Gran Poder? Seguro que ya durmió tamaña prenda en el carcomido baúl de su abuelo...A ver cómo escribo lo del cordobés, y lo de su chaqueta y su pantalón abotinado. Tacho lo de "lleva...", ya se entiende que lo lleva.
El camarero sonríe, cómplice. ¿Su cafelito, don Antonio? Ahora mismo.


"Aun luce de corinto terciopelo chaqueta y pantalón abotinado el Domingo y color de caramelo su cordobés pulido y torneado". A ver cómo suena así, reviso sílabas, acentos, rima, ritmo...Tal vez suprima lo del Domingo.
¿Qué cuentan de este individuo? Arruinado tres veces, "tres veces heredó tres ha perdido al monte su caudal, dos ha enviudado". Tres, tres, dos. Hoy no hay partida y no hará otra cosa sino mirarme. Echa de menos a sus compañeros de tapete que le animan con sus conversaciones de toros, bandoleros, matones, olivares y... política.

Este toro no es Calceto

Cuando se siente inspirado, extrae algo de la oquedad de su cabeza y expulsa aquello de "vendrán los liberales cual torna la cigüeña al campanario".

 
Seguiré en casa con el poema, no aguanto más la presencia de este viejo señorito aterciopelado, icono vivo de la España que no me gusta:
"...Este hombre no es de ayer ni es de mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
("Del pasado efímero")
 
Hasta siempre, don Antonio. "Hoy es siempre todavía". Sin pretenderlo al principio, esta vez he dado voz al mismo Antonio Machado. Ha salido así y así lo dejo. Una última pregunta: ¿Existen todavía "hombres del casino provinciano"? Aunque no vistan de corinto terciopelo...
Un abrazo de:
María Ángeles Merino

jueves, 16 de mayo de 2013

"Soñé que ella me llevaba por una blanca vereda..." "Soñé que tú me llevabas por una blanca vereda...".

 
 

 

Visito la exposición "Campos de Castilla. Hoy es siempre todavía".

"Con motivo del centenario de la publicación de la obra 'Campos de Castilla' de Antonio Machado, se ha organizado una exposición en la que se recogen documentos, manuscritos, libros, borradores y objetos personales pertenecientes al genial poeta y a los autores y personas más cercanas al mismo. La muestra, que está organizada por el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, puede visitarse en la Sala de Exposiciones del Monasterio de San Juan de Burgos del 10 de mayo al 2 de junio de 2013."

Monasterio de San Juan, Burgos. Entrada a a exposición.
 
Los cuadernos manuscritos que se muestran pertenecieron a la viuda de Manuel Machado, Eulalia Cáceres. A la muerte de su esposo, se recluyó en un convento de clausura; pero antes hizo donación de la biblioteca y archivos de su marido, junto con varios libros y cuadernos manuscritos de Antonio Machado,  a la Diputación Provincial de Burgos y a la Institución “Fernán González”. La relación de Burgos con los Machado podéis consultarla en el enlace que incluyo sobre estas líneas.

 
Tengo a la vista hojas sueltas de algunos cuadernos de Antonio Machado. Realizo un recorrido, cámara en mano, por las vitrinas, en busca de mis poemas favoritos. ¡Aquí está uno de ellos! El poeta ha escrito: "Soñé que ella me llevaba por una blanca vereda...". Observo la caligrafía y las correcciones del manuscrito, imagino seguir al poeta en un emocionado proceso creativo. Lo comparo con la versión publicada.
 
 
Soñé que ella tu  me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules
(una mañana)
en una tarde serena.

"Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena."
 
Senti tu mano en la mia,
tu mano de compañera,
A tu voz de niña sonaba
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva
? una campana nueva que toca
como una campana virgen
de un alba de primavera.
 
Era en la tierra de Soria
 
Vive esperanza-no todo
lo puede tragar (volver) la tierra.

"Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!

Vive, esperanza,
¡quién sabe
lo que se traga la tierra!"
 
Antes de pasar a la segunda estrofa, corrige: "Soñé que tu me llevabas...". Dentro y fuera del sueño, Leonor vive, no puede ser "ella", ha de ser "tú". Y la tarde se vuelve mañana.  Y cambia "A tu voz de niña sonaba" por "tu voz de niña en mi oído"; tal vez la campana comenzó siendo  de metal  y acabó en metáfora de la infantil voz de Leonor. Los últimos versos ganan en emoción, en la versión definitiva, con las dudas del poeta. ¿Sueño? ¿Verdad? ¡Quién sabe!

 
Machado vive, en su sueño, unos  deseos paralelos a los de Nemoroso, el pastor de la "Égloga I", de Garcilaso de la Vega, en su llanto por la "divina Elisa":

"...contigo mano a mano

busquemos otro llano,

busquemos otros montes y otros ríos,

otros valles floridos y sombríos,

do descansar y siempre pueda verte

ante los ojos míos

sin miedo y sobresalto de perderte"

Porque su niña le guía, como Elisa a Nemoroso", hacia "otros montes" sin dolor, perfectos, azules, a través de una vereda que los lectores percibimos como blanquísima, "en medio del campo verde", un prado ameno como los del maestro Garcilaso.

Y con Antonio de la mano, Leonor agita la joven campanilla de sus palabras, "en un alba de primavera", el más bello de los paisajes posibles. Y las repeticiones se suman a la asonancia de los versos pares: a a a..., marcando un ritmo de campana: tu mano , tu mano , como una campana, como una campana , tu voz, tu voz... Una rima y un ritmo de romance antiguo,
como aquellos que soñó un juglar junto a la orilla del Duero.

Despierta del sueño, sabe que la voz y la mano, desgraciadamente, no son verdad; mas sigue hablando con ella: tu voz, tu mano:

¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!
 Al final, se quiebran los versos y se quiebra el poeta. ¿Esperanza? Un vano intento de darse ánimos. Traga y tierra, qué erres tan fuertes, tan terribles, nos parece sentir el ruido de una tierra tragona: rrrrr.

Vive, esperanza,
¡quién sabe
lo que se traga la tierra!"



La caligrafía del manuscrito anterior es regular, se corresponde con un momento doloroso pero sereno. A continuación, encuentro este otro, tan distinto. Es un borrador de aquel que dice:
 


Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí.
¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
¡Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos! 

Me conmueven los tachones serpenteantes, la dolorosa caligrafía de los dos versos finales, arrinconados a la derecha del papel. "Mi niña estaba tranquila" luego quedaría en "Mi niña quedó tranquila", es el verso caligráficamente más legible, más sereno. Me parece leer "sangrando mi corazón" en lugar del definitivo "dolido mi corazón". Tal vez no quiso cargar las tintas, sangrando sería más andaluz, menos castellano, es Soria.

La muerte aparece personificada, es alguien que se cuela por el balcón o por la puerta, vete tú a saber. Machado se dirige a ella con familiaridad, como a una vieja conocida: "¿Qué has hecho?". Las oes de los versos pares hacen rebotar dolorosamente su rima asonante en nuestros oídos y nos vamos dando cuenta de la tragedia que se gesta. La muerte va a lo suyo, pasa silenciosa: se, su, finos, silenciosa, ssssss. Rompe sin piedad "algo muy tenue" pero muy querido: "un hilo entre los dos".

Seguiré con algún manuscrito más, con otros versos de "Campos de Castilla", un libro lleno de "tristeza que es amor".Un abrazo de:

María Ángeles Merino

jueves, 9 de mayo de 2013

Machado sueña a Soria

 

Arruinado castillo de Soria
 
Comentario en torno al poema "Campos de Soria" (CXIII), "Campos de Castilla", de Antonio Machado. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.
 
¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero arruinado,
 sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
 
Contemplo el "castillo guerrero arruinado". La fuerza de las erres machadianas me acompañan: Extremadura, guerrero, arruinado, roídas, denegridas. Rrrrrrrr. La poesía ha de entrar por el oído, "es, primero, ritmo" nos  dice  Pedro Ojeda. Después, nace la imagen mental: ruina, negrura, el paso del tiempo que roe y roe. Soria y su cabeza en extremo dura. ¡Extremadura? ¿No queda eso un poco lejos? La criba de la razón no corre prisa, gocemos de la belleza.

Palacio de los Ríos y Salcedo.



Palacio de los San Clemente (Marichalar)

¡Muerta ciudad de señores
 soldados o cazadores;
de portales con escudos
 de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
 cuando graznan las cornejas!
 
Eles, ahora son las eles. Lllllllll. Soldados, portales, linajes, hidalgos, famélicos, galgos, flacos, pululan, ululan. Y, al final, se vengan las erres y graznan las cornejas. Me asomo a sus oscuros portales, uuuuuuu, me detengo en los pétreos linajes , oigo ulular a unos imaginados galgos. ¿Cómo graznan las cornejas? Ríos y Salcedo, San Clemente, Marichalar...linajes que pululan por las calles sorianas.

 

Al fondo, el Duero y San Saturio.
 
¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
 su curva de ballesta
 en torno a Soria, obscuros encinares,
 ariscos pedregales, calvas sierras,
 caminos blancos y álamos del río,
 tardes de Soria, mística y guerrera,
 hoy siento por vosotros, en el fondo
 del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
 donde parece que las rocas sueñan,
 conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!..
 
Desde la parte alta de la ciudad, descubro las "colinas plateadas", los "grises alcores" y las "cárdenas roquedas". ¡Y la famosa " curva de ballesta! Viejas y bellas palabras que me saludaron por primera vez en mis tiempos de estudiante: folios, bolígrafo  y un esfuerzo al  redactar. Y se quedaron ahí dentro. Hasta un día de finales de junio, en 2012, en que pude contemplar el paisaje que enamoró a Machado. 

 ¿Sueñan las rocas de Soria?  Cárdenas, álamos, mística, las esdrújulas marcan un ritmo. Palabras que quisieron expresar "tristeza que es amor".


Colinas en torno al Duero
 
¿Y los "álamos del amor"? ¿Dónde están mis  "álamos del amor"? Aquellos con las ramas  cuajadas de ruiseñores, metamorfoseadas en "liras del viento perfumado en primavera".
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
...
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;


San Saturio
...
Álamos, amór, ayér, tuvísteis, ruiseñóres, vuéstras, rámas, llénas, álamos, seréis, mañána, líras, viénto, perfumádo, primavéra. ¿Oís la música de los acentos? No, no se me ha olvidado la ortografía de la tilde, solo señalo las notas para las liras machadianas. La música de un poeta.
 
¿Más música? La del agua del Duero "que corre y pasa y sueña":
...
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
 álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
 

"que corre y pasa y sueña"
 
Sueño con el agua que soñaba Antonio Machado. 
 
Soria, sueño de un poeta: piedras, rocas, álamos, Duero...y Leonor. Sueño, no hay palabra más machadiana.
 
Leonor junto a la iglesia en que se casó. Era una niña vestida de anciana.
 
Un abrazo, para todos los que os detenéis aquí, de:
 
María Ángeles Merino
 
Los versos están tomados de: © RinconCastellano 1997 – 2011 www.rinconcastellano.com

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miércoles, 1 de mayo de 2013

"...y un huerto claro donde madura el limonero"



Río Duero, a la altura de San Saturio.
Comentario en torno a  un solo verso  de "Campos de Castilla", de Antonio Machado. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Abro “Campos de Castilla” y recuerdo mi viaje a Soria, el de hace unos meses, con el libro en la mano, buscando el rastro del poeta. ¿Recordáis aquellas entradas con el título: "Bécquer no era idiota ni Machado un ganapán"?

Leo el comienzo del famosísimo “Retrato”:
"Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero..."


Pero me detengo en el segundo verso:
¿Tan pronto? No has hecho más que empezar, valiente comentario el tuyo, María Ángeles. Sí, solo es un verso, pero…qué verso.
¿La caricia de los acentos, en mi oído? “…y un huérto cláro donde madúra el limonéro”. Alejandrino de acentuación trocaica, dos hemistiquios…no nos compliquemos.

¿La cadena de erres suaves que hacen el eco a la erre fuerte del huerto? Huerto, claro, madura y  limonero.
¿La belleza de la imagen sugerida? Un huerto sevillano lleno de luz, un limonero bañándose a placer en el sol que amarillea sus frutos. ¡Quiero estar ahí!

Las imágenes que mi cerebro construye al leer las ocho palabras...no serán las mismas que las tuyas, amigo que me lees. Y nunca sabremos, de verdad, cómo era el huerto y el limonero de la infancia de Machado.

Una explosión de luz verde y amarilla. Deseo olerlo… ¿Cómo huele el limonero? ¿Cómo huelen sus hojas y sus flores? No lo sé, no se dan esos árboles  en mi ciudad castellana. Creo oler sus frutos amarillos, esos sí los conozco, aunque sean… de la frutería.


Sí, huele a limón. Me gustaría atraparlos, meter mis manos en la fuente, como hizo el niño Antonio, en aquella "tarde alegre y clara, casi de primavera":
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...

...
Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
 Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.
Y comparto con el pequeño Antonio su desilusión, nunca alcanzamos los frutos que sueñan en el fondo de la fuente. No cesamos en nuestro empeño de atraparlos en el agua serena. Soñamos. La fuente está vacía.


Esta vez me he lucido, solo he comentado un verso, ocho palabras, nada más.

Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino