sábado, 21 de mayo de 2011

HISTORIA, JUSTICIA, AMOR y PERDÓN


"Viene la noche", imagen tomada en el paseo marítimo de Marbella.

Comentario a los capítulos 15 y 16  de la novela "Viene la noche", de Óscar Esquivias.

Martes, 16 de enero de 2007.

¡Hola Sara!

Sigo contándote las calaveradas de tu suegro. Suena el teléfono, en la mesilla de noche, como en los hoteles. Teresa lo coge. Es una mujer y pregunta por Benjamín. El viejo va rezongando, quién llamará tan temprano.

 ¡ Clarita! Suda, le tiemblan las piernas, se sienta. Reproches en voz baja, cómo se te ocurre, que no , que no paso ahora, "que te va-yas a la mier-da, jo-der". No sabemos si tu pobre suegra no se entera o no quiere enterarse. Ya recibió suficiente información en aquella infernal cena familiar. Acacio se preocupó de que la tuviera abundantemente , qué mala leche, tu padre.


Sale como un rayo, deja plantada a Teresa. No, no puede acompañarla al dentista; ha de devolver un libro, menuda disciplina castrense gastan estas bibliotecarias, ni el comandante Gaitán.



Por fin, ahí hay una cabina, quedan tan pocas, marca el número de Clara. Se disculpa, estaba nervioso. ¿Puedes acercarte a la calle Pirineos? Apunta esta dirección.

Allí, en el pisazo del "Europeo", Benjamín espera, en albornoz. Decide sorprenderla con unos toqueteos a su anciano cuerpo, qué generoso el viejo. Clarita, tras la sorpresa, va regando el suelo con prendas interiores y exteriores, hasta llegar a la gran bañera. Cómo viven los ricos, allá voy, ¡al agua patos!



Una focha y un ánade en el Arlanzón.

Besos y juegos, qué calor, hay que ver cómo cumple ese pequeño calefactor que has traído. Suena una marcha muy británica, "Pompa y circunstancia"; pero no es su Graciosa Majestad la que anuncia su inminente presencia. Es el europeo dueño de la casa con su mando a distancia. Música y calefacción, un edificio inteligente, qué adelantos. Hay que dejar la casa a la carrera, casi sin secarse, van a pillar un catarrazo...







Se refugian en un merendero de la "Dehesa". Clarita tiene algo que contarle. Pone en venta su cochambroso piso y se va a Benidorm, con la odiosa hija y el bielorruso novio, más la criaturita de este último, un chollo. Su sueño dorado, vivir junto al mar, tal vez se troque en infierno.






Benjamín debería sentirse dolido, triste o aliviado. Nada siente, su corazón es un "pozo seco". Se miran a los ojos, ya está.





Una manaza le palmea amistosamente. ¡Lo que le faltaba! ¡Acacio! Menuda casualidad, mira por donde tu padre tiene que jugar allí su partida de ajedrez. Los dos compadres, unidos y amargados por culpa de vuestra declaración de "no genitalidad". Parece que estén dándose el pésame. Tu padre se muerde los labios y le aprieta el hombro. Tu suegro cabecea.


Vuelve a casa, Teresa ha dejado una nota, se ha ido con Flora, van a comer en un restaurante macrobiótico. De muy mal humor, busca algo comestible, todo le parece repugnante, tofu y marranerías así. Se queda frito frente al televisor.


Los timbrazos de Jaime le sacan de un profundo sueño. Ay, su hijo tan alegre, tan juvenil, con sus encantadores hoyuelos, atrapado por la "Casta Diva". Ya tienes otro mote, Sara. La "Ostra" pasó a la historia. No sabía que Benjamín fuera aficionado a la ópera.






Jaime acaba de coger una carta del buzón. Es de una tal Felisa. ¿Felisa? Será la secretaria de ese escritor, que no se digna a contestar por sí mismo. Qué cosas dice este hombre, perdónale tú y que le perdone Óscar. Esto último es fácil, los padres perdonan todo a sus hijos.




Muy nervioso, extrae un carta manuscrita y una fotocopia de un documento antiguo. Escribe una desconocida Felisa Hurtado. Le cuenta que supo de la muerte de su hermano Aurelio, por la esquela, en la prensa. En la venerable residencia de ancianos sacerdotes, le han proporcionado la dirección. Aurelio fue párroco de su pueblo Y , al enterarse de su fallecimiento, se le removieron muchos sentimientos.


Sigue leyendo, mientras Jaime hace un poco de cena. El padre de Felisa se llamaba Jacinto Hurtado y murió tuberculoso, en el penal de Burgos, cuando cumplía cadena perpetua. El destino de este hombre estuvo en manos de su "señor hermano". Le adjunta la fotocopia de un documento rescatado de los archivos de la Audiencia de Burgos y publicado, hace poco, en un libro de HISTORIA. Comenta que ahora se empieza a hacer JUSTICIA, aunque eso no pueda consolarla. Añade que , como cristiana, reza por el alma de su hermano.



Benjamín grita, qué me cuenta esta "tipa", por qué escribe esas palabras con mayúscula...La fotocopia es un documento escrito a máquina, con la firma legible de Aurelio Tobes, al pie. Es un informe redactado a petición del Tribunal de Responsabilidades Políticas, sobre la actitud de los vecinos, antes del 18 de julio de 1936.



El cura párroco informa de que el panadero Jacinto no iba a la iglesia y presumía de ello. Suscrito "a la mala prensa", sostenía que los apóstoles eran comunistas, que Jesucristo no fue Hijo de Dios, tuvo hermanos e hijos y no resucitó. Y, para más inri, era partidario de vender los bienes del clero, un Mendizábal en ciernes. Se despachó a gusto el señor cura, creando infiernos para sus feligreses más díscolos.

En parecidos términos informa de otros vecinos: el peón caminero, la sastra, el pastor y la "pasionaria" maestrita. Y de otros , menos mal, no puede decir gran cosa.


Benjamín agita el papel, ¡insinúa que a su padre le "enchironaron" por culpa de su hermano! Hace falta ser mala persona para enviar esto, dice. Para restregarle en el rostro la palabra HISTORIA, como si fuera mierda.

Jaime le pregunta si sabía que tío Aurelio había hecho esos informes. No sabía nada, en el 39, en el 40 estaba achicharrándose en Canarias, deslomándose para construir los barracones de su cuartel. Le mataron a su hermano y a su padrastro. Y el salvó la vida por los pelos. ¿Qué le va a contar Felisa? ¿Se va a poner él a buscar a aquellos milicianos?



El hijo intenta calmar al padre, cada vez más alterado. Como respuesta, éste le acusa de tener "cuajo". Y tal vez piense que la de la carta ha hecho bien.

No, tu marido no ha dicho nada; pero me da la impresión de que no le parece tan mal la misiva...
Ahora viene la filípica. Que no piense mal del tío, de derechas; pero honrado, íntegro, incapaz de hacer el mal. Si le pidieron esos informes, él respondió en conciencia, qué iba a hacer, buenos estaban los tiempos. Seguro que fue generoso, calló muchas cosas y no inventó nada. No creo que a Jaime le convenza esta defensa tan torpe. En realidad, tampoco se la cree el defensor...

Antes de cenar, Benjamín se pone a la tarea de contestar a "la Felisa de los cojones". Sólo le dice que el espíritu cristiano se resume en AMOR y PERDÓN. Y que no remueva las tumbas y deje descansar a los muertos.


En el momento de firmar, aparece Teresa, lo ha pasado muy bien y trae el pelo verde. Comida, peluquería, mandalas y se le ha hecho tardísimo. Esta mujer está cada vez más rara...


Jaime se encoge de hombros cuando su padre le pregunta qué le parece lo que acaba de escribir. "Demasiados paréntesis", acierta a responder. Nunca hubiera pensado que el tío Aurelio...

Viernes 19 de enero de 2007.

Benjamín va al piso de la calle Topete, Clarita ya no vive allí. El cartel de una inmobiliaria anuncia que está en venta. 



Tomada del blog "En un acorde azul"

Le abre un muchacho "negro como un tizón", es de la agencia y se llama Nelson Giménez. Le pregunta si le gustaría ver el apartamento. El piso no lleva más de dos días vacío y ya da la impresión de ser un cascarón vacío. Los mismos muebles, pero no huelen a Clarita. Sin sus mascotas, sin sus muñecas, aquello parece un decorado teatral.

Nelson no se puede imaginar lo dolorosa que es la visita para este anciano. De repente, se da cuenta de que ha perdido algo importante. Va a echar mucho de menos a la "tipa", la "viejecita" que tuvo la osadía de enamorarse de él.

Antes de marchar, comete una travesura que le devuelve el buen humor. Da la dirección y el teléfono de tu padre, para que el negrito le llame cuando haya ofertas. Chínchate, Acacio.

Regresa a casa sonriente. Veremos qué tal le va en su Burgos natal, puesto que planea una escapada a la Cabeza de Castilla. Hasta otro día, Sara.

Un abrazo para todo los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

5 comentarios:

Myriam dijo...

Asi es, no se valora algo o a alguien hasta no haberlo perdido, como le pasa a Benjamín con Clarita (nada de in firno: tiene la playa para refugiarse).

La serie de fotos muy buena: que especímenes bellos hay en el Arlanzón. Y hasta partitura " Casta Viva" nos pusiste. Genial.

Besos

pancho dijo...

El esfuerzo ilustrador es formidable, te superas en cada nueva entrega. Casi tanto como el relato que es incluso mejor. Bien reflejada la tragedia de la Guerra Civil.

Oscar en plan estrella, se lo merece.

¿Cómo se pesarán las almas?

Tanta castidad y pureza es un desperdicio, los gusanos no entienden de esas sutilezas.

Recuerdo haber leído alguna reseña del libro de Vilaplana cuando lo publicaron, debe estar interesante.

Un abrazo.

Paco Cuesta dijo...

Hay amores que matan.

Abejita de la Vega dijo...

Myriam: es una pena pero es así. Benjamín, con respecto a Clarita, es un egoísta de tomo y lomo. No sé si Clarita va a poder refugiarse...

En el Arlanzón se ven muchos ánades y alguna focha, como esta que pillé aquel día.

La Casta Diva,no sabía a qué se refería hasta que me puse a googlear. Una música preciosa que había oído muchas veces...

Pancho: esos informes de los curas nos indignan tanto...Prefiero al Óscar que estuvo en el colegio que a éste, pero se lo merece, sí.

Lo de pesar las almas, parece sacado de un jeroglífico egipcio.

Lo de Jaime y Sara es original,nunca lo vi en ninguna otra novela.

Es un libro que pone los pelos de punta...

Paco: así es.

Un abrazo,amigos, gracias por visitarme en esta entrada.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué bien preparada está la situación que lleva al protagonista a sentirse un pozo seco.
Por cierto: qué guapetón Óscar en la fachada del teatro.