miércoles, 13 de abril de 2011

"Jaime repara en un libro ...con sus renglones tachados"


"Viene la noche" (Foto tomada en Palacios de Benaver)

Comentario al capítulo octavo de "Viene la noche", novela de Óscar Esquivias.

28 de diciembre de 2006.



¡Hola Sara!

Me imagino que estás preparando el equipaje o acabando tu turno de noche, tal vez. Vamos a la casa de Wad Ras, donde Benjamín se levanta resacoso, sin haber bebido una gota. Ha comido todo el techo que ha querido, eso sí. Mientras Teresa hace el saludo al astro rey, él vacía las maletas, separa la ropa blanca y pone una lavadora. Se sienta a ver girar el tambor de la máquina.





¿Recuerda los tiempos de la lavandería?



Es raro que no esté ya desayunado y listo para despegar. En lugar de eso, se sienta en su butaca, enciende la lamparilla y examina un libro de la biblioteca: "Historia de dos ciudades". Acaricia la portada, mira el tejuelo, observa las manchas, lo hojea, lo huele. Tiene el aspecto pobretón de los libros de las bibliotecas públicas.



Lee: "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos". En qué quedamos...Lee el primer capítulo y como no se entera de nada, manda el libro a que lo lea "su prima", no sabemos de quién será la prima.

Todavía no ha subido la persiana, Teresa tira de la correa para que entre la luz. Hace un intento desesperado para que la lleve a pasear, el regalo a tus padres es el pretexto, le recuerda que la cena de Nochevieja es en su casa, hay que cumplir.

"Otro aquelarre en la comisaría de Tontacio" responde, un tanto faltón tu suegro. A estas alturas ya no te extrañará nada. No, no va de compras, no le apetece y con el búcaro de la peruana van que chutan...El aquelarre va a ser con langostinos.



¿No ha quedado Teresa con sus amigas? No, no las ha llamado, pretende quedarse y ¡charlar! Se echan una mirada, qué mirada.

¿Charlar con Teresa? ¡Pies para qué os quiero! Hay que devolver el libro, es urgente, me voy a la biblioteca. Desciende raudo las escaleras, no vaya a ser que se le ocurra acompañarlo.



Esta vez no repara en Magaly, ni en su doble corazón trasero, que le ve descender a toda prisa la cuesta. Afloja, callejea sin rumbo y sus pies le llevan hasta el portal de Clarita. Sus visillos revolotean, debe estar colocando sus muñecas de trapo sobre la colcha, su " balsa de la medusa". ¿Pulsa el timbre? No, todavía no ha olvidado lo del auditorio, presentarse allí, qué desfachatez, mira que si se enamora... Sigue caminando.



Le ha dicho a Teresa que a la biblioteca, pues a la biblioteca. Cuando está cerca de ella, le entra el desánimo y decide dar otra oportunidad a Dickens. Desde una esquina, ve en las escaleras a Morris y sus "poetas". Media vuelta, no quiere hablar con nadie, prefiere la soledad.

Regresa a casa, por calles inhóspitas. En el taquillón, encuentra una nota de Teresa. Se ha ido con sus amigas, comen sin maridos en un restaurante vegetariano nuevo. Ha hecho un poco de compra, en la nevera lo tiene.



Le molesta la luz, deja el salón en penumbra y se sienta a la mesa. Busca una regla y un rotulador negro. Coge "Inquietud en el Paraíso" y se dedica a tachar sistemáticamente sus líneas, hasta que se acaba la tinta.



Se queda adormilado y le despierta el timbre. Es Jaime, le trae los cinco folios de la carta a Esquivias, pasada a limpio. Benjamín no la relee, firma y le pide que la mande por correo certificado, quiere asegurarse de que llegue a su destino.



Jaime lo hará enseguida, desde la oficina postal del aeropuerto. Va a acompañarte al aeropuerto, hoy vuelas a Barcelona, para asistir al congreso de matronas. Tu suegro pregunta si vas a tu congreso de "callejoneras" y de qué vais a protestar esta vez. Jaime le sigue la broma y le contesta que algo se os ocurrirá.

Benjamín llama callejoneros a los que se ofenden por palabras inocentes, las palabras son siempre inocentes, otra cosas es el uso de ellas se hace. Bautizó así a los vecinos del callejón de San Rafael, molestos por considerar ofensiva la palabra callejón. Consiguieron ascender a calle y lo celebraron. Vencieron la oposición de tu suegro que escribió a la concejala del distrito, oponiendose a tal ascenso.

Tú, la "Ostra", empezaste a ser "callejonera" porque firmaste una carta de protesta a la Real Academia Española, porque su diccionario ilustraba la palabra paquidérmico con el ejemplito: "matrona paquidérmica".



Al Congreso vais "las mejores matronas de España", paquidérmicas o gacelas, da igual. Tu ponencia de este año va sobre "malentendidos sobre la condición de mujer y madre".



Benjamín no ha querido acompañaros al aeropuerto, mal si conduce Jaime y peor si lo haces tú. Coges el avión en la terminal nueva, la de Richard Rogers, con sus techos de bambú.



Jaime pregunta por su madre. Al parecer, Teresa se ha ido con sus amigas "juramentadas" contra "los maridos, la carne, el sentido común y la civilización occidental". Muy precisas las definiciones del viejo.

Tu marido mira de reojo el libro tachado y abierto de par en par, pero no dice nada. ¿Le entran dudas sobre el estado mental de su padre? ¿Lo considera como una de las cosas de papá?

Conduces con los brazos rígidos, tensa, silenciosa, pero segura. En la radio suena el "Mesias", Jaime lo pone más alto, se lo sabe, canturrea con el tenor. Habla de un niño que nace...¿Un niño, Sara?



Te relajas al bajar del coche, en el aparcamiento. Sonriente, dices que no ha sido tan díficil, que sólo te falta subir a un tren.



Jaime sospecha que has sufrido mucho al volante, se te ve ahora tan aliviada. Arrastras el carrito, como si huyeras de algún peligro.

No quieres que venga el domingo a buscarte, que te da ansiedad saber que está pendiente de ti. Estás poniéndote a prueba. Siempre queda el taxi como solución.

Te desea buena suerte en la ponencia. Le llamarás desde el hotel. Le preguntas, maliciosamente, si estará en casa. él protesta, dónde va a estar...Tú le contestas "que igual en el Arbolito de Naranja". Se pone rojo como un amapola. Sonríes y le guiñas el ojo, mil pensamientos le asaltan a tu Jaime. ¿Por qué me dice eso?




Hasta otro día, Sara.


Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino.

11 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Leo que sigues desmenuzando los capítulos de "Viene la noche". Sara estará muy enterada con tus entradas... Besotes, M.

pancho dijo...

Excelente despliegue ilustrador de la novela. Hoy me quedo con la preciosa puesta de sol y el divertido ejército de muñecos que rodea a Viene la Noche.

Entretenido relato con los momentos más interesntes bien resaltados.

Un abrazo y Felices Vacaciones breves, pero menos da una piedra.

Merche Pallarés dijo...

Por cierto, hoy que no trabajo, me he paseaso por todos los posts que me he perdido. ¡Menuda panzada me voy a llevar cuando regrese a mi calma jubilatoria! Va a ser una gozada..., tener tiempo para saborearlos lentamente y poder ver todos tus links... Ya verás como te contesto con "fundamento"... Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

Corrección: me he PASEADO... Besotes de nuevo, M.

Marina dijo...

Hola arañita, un besito para una gran lectora y analista.
Nos vemos.

Myriam dijo...

Como te dice Panchito aquí, el atardecer e slindíismo y las otras fotos ....¡vaya recorrido pictórico!
Sara estará feliz con toda la atención que le pones.

Besos

Paco Cuesta dijo...

En ocasiones estar en ellugar inadecuado (Arbolito Naranja) puede traer malas consecuencias

Ele Bergón dijo...

Don Benjamin debe de subir por la calle Castilla que efectivamente esta algo empinada y muy cerca de la calle Topete. Desde su casa hasta la de Clarita habra como unos diez minutos andando y eso a paso no muy ligero.

Para ir a la Biblioteca Central, tuvo que darse un buen paseo, pues hay que andar bastante. Don Benjamin, el suegro de tu "contertulia" o no se como llamarla, si lo debe estar pasando mal, si, por el contrario Sara debe estar muy ilusionada con el Congreso

Felices vacaciones de Semana Santa

Besos

Luz

Abejita de la Vega dijo...

Merche: sigo desmenuzando y ofrezco a Sara mi versión de los hechos, aunque qué le voy a contar a ella que no sepa.

Pancho: las puestas de sol desde mi observatorio de Palacios de Benaver casan bien con el título de la novela, por eso las pongo. En verano, seguiré cazando atardeceres.

Mi ejército de muñecos, mi balsa de la medusa. Antes no ponía tantos, Clarita me lo ha contagiado.

Merche: cuando seas jubilada otra vez, vas a tener lectura en abundancia, sí. El poder estar en activo también enriquece. Tu situación es envidiable, para tantos pensionistas aburridos.

Marina: seguimos en contacto, la abejita con todos vosotros. Abejita, que arañita es el nombre del blog y el avatar de mi amiga Esther.

Escribo ahora más que leo, tendría que ser más sintetizadora y menos analista, bueno...todo tiene su valor.

Myriam: Sara está muy mosqueada con lo del arbolito, quiere que le cuente, aunque quiere mucho a su Jaime y confía en él.

Paco: es verdad, dichoso arbolito, lugar inadecuado. Benjamín también lo vio entrar, qué mala pata.

Ele: por lo que me cuentas Benjamín ha quedado para el arrastre, menudo maraton tetuanero. Me ha orientado mucho tu viaje real por ese barrio.
Mi contertulia está muy ilusionada con sucongreso, aunque lo del arbolito le da que pensar. Confía en Jaime, a pesar de todo.

Un abrazo, gracias por la visita y feliz Seman Santa, aunque sea pasad por agua.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Estoy con Pancho: qué magnífico trabajo de ilustración.

Sor Austringiliana dijo...

Pedro: buscar ilustraciones ilustra muchoy ayuda a comprender. Gracias.

Besos