jueves, 24 de marzo de 2011

"Fantasías escritas por un señor ocioso dedicadas a gentes desocupadas que necesitan el arrullo de los cuentos, como los niños"


"Viene la noche" (Foto tomada en Palacios de Benaver)


Comentario al capítulo segundo de la novela "Viene la noche", de Óscar Esquivias, titulado "Viernes 23 de diciembre de 2006".

¡Hola Sara!

¡Qe te voy a contar yo de tu suegro que tú no sepas! Bueno, igual sí...

Es el día de la lotería, ése en que el soniquete cantarín del sorteo invade todos los rincones del país. Cincuenta miiiiiiiiiiiil euuuuuuuuros.

Benjamín se palpa los bolsillos, con la lotería que ha ido comprando, aunque siempre haya alardeado de no comprar. Ya lo conoces, mejor que no le toque, para no poner al descubierto sus contradicciones.

Lotería aparte, hoy está pendiente, como todos los días, agazapado tras las cortinas, de la inminente apertura del locutorio de Magaly. Una vez abierto, lo de siempre, espía la sincronización del bailoteo de su fregona con el de su trasero palpitante , como si en vez de culo fuera un doble corazón. El agua sucia cae mansamente por la rejilla, se van encendiendo las luces y sale fuera con su cigarrito. Es la señal, el abrigo, la gorra y adiós Teresa; que me voy a la biblioteca. Ahí te quedas.


¿Alguien se acuerda de una "Capitanía", que fue "Comandancia? Trilogía...


Magaly le mira malhumorada y Benjamín lee su mudo reproche. Ya, ya sabe que falta media hora para que llegue Mildred,amigo de ella, con Cebrianitos, amigo de él. Pero le ha apetecido "hacerle compañía a su dominicana favorita". Un gruñido por respuesta y la del locutorio sigue barajando cuentas y facturas, rechazando la ayuda de quien asegura haber sido "una flecha haciendo números".

Tu suegro no consigue una mirada de la "osa caribeña", que sólo espabila cuando le recuerda la lotería y los millones que pueden haberle caído. Conecta la radio y surgen las incansables vocecillas. Benjamín apunta la posibilidad de que algún niño sea de su país. Mira el aparato, sigue con lo suyo, a ella qué le importa de dónde sean los niños. Silencio, que se distrae y se equivoca. Este negocio se le va de las manos...se abanica con los papelotes.



Benjamín se pasea, aburrido, por el local que fue su lavandería. Le asombra lo que puede abarcar un locutorio: internet, teléfono con todo el mundo, transferencias de dinero, fotocopias, fax, productos alimenticios dominicanos, bazar y peluquería sin peluquera. Recuerda la bronca, la multa y la sanción que le cayó por unas miserables latas de betún, una actividad económica distinta a las propias de una lavandería. Aquel inspector franquista le acusó "de implantar el capitalismo sin freno"; sin embargo la dueña de este locutorio no tiene dudas en cuanto al permiso para vender todo eso y le responde que no sea "güevón". Debería saber que el liberalismo campa por sus respetos hace mucho tiempo.



Cuando llega "la negra Mildred", Magaly está más que harta de las miradas del viejo. Pero en ese preciso momento, la radio emite la algarabía del gordo y las dos mujeres aplauden y dan saltitos. ¿Quién entiende a las mujeres? Por lo menos a algunas...

Benjamín sale a la calle, en busca de su amigo. Andan un poquito y se refugian en una cafetería destartalada, de esas sembradas de papel, huesos de aceituna roídos y servilletas sucias. Seguramente, tu suegro piensa que Cebrianitos "está hecho un viejo", más joven que él y lleva pañales y andador, como un bebé. Ya sabes que fue su empleado en la lavandería y que también es burgalés. Era listo, simpático y trabajador. Mas su tendencia a enamoriscarse de las clientas, y acostarse con alguna,le trajo disgustos. Nunca le reconvino por eso y mostró indulgencia con tan humanas debilidades.

Después de los carajillos,coloca sobre la mesa "Turris ebúrnea", esa revista poética de vuestra parroquia. Jaime da catequesis a los niños y, de paso, dirige un pequeño taller literario. Benjamín odia esa "mierda con grapas" y las poesías ñoñas de los catequizados.



A continuación, la conversación da un repaso a la carrera literaria, vital y laboral de su hijo. Comienza publicando sus versos de adolescente en la citada revistita. Quiere ser escritor, se apunta al "torpe aliño indumentario" y compone una novela llena de visiones y pesadillas. A su padre le parece un disparate, no hay quien entienda ese tochazo, ilustrado, sin título y con páginas en blanco.

Después le da por la música y la guitarra eléctrica. Pasa por la etapa de querer ser misionero, vuelve a la poesía y ahí apareces tú, con el champú y las tijeras. Lo desinfectas, lo pasas por la peluquería y ya no escribe nada . ¡Cómo si tú fueras la culpable! Y como a este Benjamín no hay quien lo entienda, añade que , en el fondo, le hubiera gustado tener un hijo artista. ¿En qué quedamos? Artista con su concepto de artista, que podía haber ingresado en Bellas Artes, dibujaba muy bien; pero se quedó en "empleaducho", vistiendo maniquíes en las tiendas de ropa que regenta "el tarado de Leandro Ubieta".


¿Alguien se acuerda de lo que se refleja en este escaparate burgalés, que no madrileño? Trilogía...

Empleaducho no es lo malo, es que "ha perdido también su alegría, la capacidad de querer". Besa a su padre como quien besa a una piedra. Y ,atenta Sara, nunca se os ve de la mano, nunca os dais un beso, tu suegro se ha fijado. ¿Es así? Bueno, que Benjamín tampoco es muy cariñoso, los de Burgos son un poco fríos, en consonancia con el clima.

Pero, a pesar de los reproches y de la visión reguñona e irónica de los pinitos literarios de su retoño, apunta lo principal: a su hijo no le cabe el corazón en el pecho. Cebrianitos está de acuerdo en lo de la bondad de tu chico y en lo "mierdúnea" que es la revistita.Y añade que para creer en Dios y para escribir poesía "hay que tener una capacidad de autosugestión admirable". Chúpate esa, amigo.

Alto ahí, que Benjamín se considera creyente. Mas el amigo ateo coge carrerilla y no se calla: la mayoría de los cristianos, curas y monjas incluidos, Benjamín incluido, practica algo fabricado a su propia medida . En esto no chochea el del pañal...Ya, ya, que tú también eres creyente y practicante. Lo respeto.

A lo de "qué sabrás tú", el del andador sabe lo que aprendió con los paúles de Tardajos, enseñanzas que no ha olvidado, a pesar de su ateísmo. Menudos eran los paúles.



Benjamín mira el reloj, quiere ir a la Biblioteca Central, para devolver "Crimen y castigo". Resulta que Cebrianitos.. ¡tampoco es partidario de las novelas!. Que los paúles, cómo no, le enseñaron a desconfiar de la literatura. Sin embargo, San Pablo, "la mente realista que organiza el negocio del cristianismo", le proporciona su lema vital: "Todo me es lícito, pero no me haré esclavo de nada". Estas pocas palabras le iluminan cuando duda sobre cómo comportarse o qué resolución tomar. No, no le ha hecho falta la literatura, le ha bastado con once palabras. Tu suegro le escucha asombrado, qué dice éste, si no ha salido del barrio...Nada de sabiondos, ya lo decía el paúl padre Sabino: "la curiosidad es nociva". ¿Y qué lee este majadero? Periódicos, cuantos más, mejor.


Foto tomada de "En un acorde azul"

Benjamín ya no lee periódicos y entiende "mucho mejor cómo funciona el mundo desde que lee novelas". Un inciso: esas que le has comprado le van a gustar, diga lo que diga. A lo que íbamos, las historias tienen un principio y un final, cosa que en las noticias no ocurre.

Como punto final está la muerte, punto final eficacísimo. Y Cebrianitos recuerda a un amigo común, un tal Córcoles, muerto sin enterarse. Tu suegro reza a Dios para que le permita enterarse y despedirse, aunque no demasiado, sin que se le vaya la mano a la voluntad divina. Su amigo no creyente ironiza, sí porque Dios, como los toreros, no siempre está inspirado con el estoque.

De morirse en sueños, pasan a los sueños propiamente dichos. Benjamín ya no sueña y Cebrianitos ni siquiera duerme, cómo va a soñar. Para el primero, los sueños son una ventana al más allá, para el segundo son química y chisporroteos cerebrales.

El viejo no creyente apunta la posibilidad de que los gusanos que se han zampado el cerebro de Córcoles sueñen por su cuenta. El viejo creyente medita sobre eso y considera gracioso un subsuelo poblado de lombrices literatas. La lombriz Shakespeare alabando las bondades del sol de York, conversando con la lombriz Homero que recuerda al amado Patroclo.



La negra Mildred no viene a buscar a Cebrianitos, estará pegando la hebra con Magaly. A Benjamín le sabe mal dejarlo solo en el café, pero su amigo le anima a irse, que le traiga los periódicos y se vaya sin apuro.

Antes de irse, va al helado cuarto del baño del bar, con el suelo embarrado y la taza atascada con papel higiénico. No puede más y mea sobre gurruños de papel. La orina cae sin fuerza, intermitente y "repartida en varios hilillos".

Cuando regresa , Cebrianitos sigue solo, se levanta torpón, se abalanza, le estruja y le besa en las mejillas. Le desea feliz Navidad, le palmea efusivamente y su alegría es desproporcionada. Benjamín piensa que está perdiendo la cabeza y le habla como a un ni-ño, ale "vuelve a tus periódicos, que pareces Papa Noel". Jo, jo, jo, contesta humorísticamente y mueve una campanilla imaginaria. Para Benjamín no es humor, es que está como una "puta cabra".

Dejamos a los ancianos y nos vamos con "la vida recién estrenada". Esta noche, has atendido dos partos sin ninguna complicación. Terminas tu turno más descansada que otras veces. Como temías, la leve molestia se ha convertido en un potente dolor de cabeza. Llegar a casa, un analgésico y a descansar. Dejas los cuarenta euros de Mila en un sobre, en el control.

Pasas por delante de la vitrina que da la pasillo, observas a los niños que han nacido estos días. Tu hospital es anticuado y no permite que estén con sus madres. Unos sonrosados como cerditos, otros tan oscuros que contrastan con la blancura de la ropa. Olor dulce, "quietud de relojería","corazones acompasados", tímidos pulmones...de momento.




Seguiré contigo, Sara.

Un abrazo de María Ángeles Merino para todos los que pasáis por aquí.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigo con interés esta novela, aunque como te comento en el anterior capítulo, estoy buscano en las librerias para leerla completa, tus entradas ponen el interés y uno se queda con la miel en los labios como decimos aquí.
Con mucho cariño querida María Ángeles, espero tu visita en mis blogs, si tienes tiempo y lo deseas.
María del Carmen

Merche Pallarés dijo...

¡Buen repaso le has dado! Lo que refleja el escaparate es ¿la comandancia de "Inquietud..."? También veo una escalera... Perdona mi ausencia pero ya sabes que ando liada. Muchos besotes, M.

pancho dijo...

Los suelos de los bares cubiertos de servilletas, colillas de puros, cáscaras de cacahuetes, conchas de mejillones, pieles de gambas, cuñas de aceitunas, palillos de los dientes, platillos de las botellas y demás desperdicios e inmundicias ya van quedando en el olvido, que no en vano los siglos avanzan y con ellos algún aspecto tan peculiar como éste.

Vaya hallazgo con tu Terris eburnea.

Benjamín les ve algo desviados de su ortodoxia de comportamiento.

Me encanta lo que dices de San Pablo: "La mente realista que organiza el negocio del cristianismo".

Excelente relato. Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente manera de mostrarnos las razones de Benjamí. ¡Y qué excelente trabajo de ilustración fotográfica!

matrioska_verde dijo...

Todo muy bien contado y muy bien ilustrado, como siempre. Biquiños,

Asun dijo...

Lo que se refleja en el escaparate de los maniquís ¿es el Pasaje de la Flora, donde estaba el blocao?

¿Tengo premio? jejejejejeje

Como siempre completo y estupendo acompañamiento fotográfico.

Besos

Myriam dijo...

Si, es increible en lo que se ha convertido - gracias a Magaly - la extintorería de Benjamín. Supongo que para el era como entrar en una selva. jejeje.

Excelentes fotografías. Besos

Abejita de la Vega dijo...

Derechofamilia...me encanta poner miel en los labios, gracias por tus palabras.

Merche: lo que refleja el cristal es el blocao del capitán Paisán, en el pasaje de la Flora. pero la comandancia está a pocos metros. Ya sé que andas liada con algún intransigente de autobús.

Pancho: haylos, que los he visto, qué guarrería. Se encuentran cosas insospechadas como esa estampita de la Turris salomónica. Lo de San Pablo es esquiviano, este escritor atina con la definición exacta.

Pedro: me estoy encariñando con Benjamín, a pesar de su egoísmo y su machismo, es tan humano este personaje...

Aldabra: contado y vivido, lo vivimos entre todos como si fuera real. Biquiños.

Asun: premio para ti, efectivamente. Y es una casualidad porque la foto tiene más de un año y la saqué cuando no sabía nada del blocao. Agudeza navarra.

Myriam: hay bazares por aquí. de chinos o no chinos, que dan mareos. Comprendo a Benjamín porqe mi padre era comerciante y siempre estaba con miedo de vender algo que no estuviera incluido en su ramo. Magaly es mucha Magaly.

Gracias amigos y queda proclamada Asun como campeona esquiviana y bloguera. Merche, un segundo premio, casi, casi.