lunes, 31 de mayo de 2010

Mayo se va...



Las hojas del magnolio tenían , ese día, un brillo especial.



Al final del camino florecido , los molinos esperan a su don Quijote.



Amapolas y esas flores que no sé su nombre...



Otra amapola sola...



Espigas ¿trigo o cebada?


Estate quieto, bichillo, mientras hago la foto.



Victoriano Crémer, en un retrato de 1973, donado por Rosa Crémer, al centro que lleva su nombre y que, a partir de ahora, custodia un pedacito de su biblioteca personal

Ya lo dice él mismo y yo lo confirmo, el Tirteafuera lo va a matar.


"Pan y queso", de Estéfano.

Ele Bergón, mi amiga Luz del Olmo, dijo:

Hola troncos y troncas:

¡Qué hambre, qué hambre sigue pasando mi padre. Ya lo dice él mismo y yo lo confirmo, el Tirteafuera lo va a matar. Nunca ha querido hacer dieta , no lo aguanta. Mi madre se ha empeñado alguna vez, pero él siempre ha dicho que nones, que donde esté un buen trozo de pan y queso acompañado de un buen vino, que todo lo demás son zarandajas de señoritingos y ahora no tiene más remedio que comerse lo que le pongan, que es muy poco, la verdad sea dicha.

También habréis observado que a pesar del hambre o quizá por ella, resulta ser un buen gobernador, pues ante la duda, decide la parte mejor y es que en el fondo es un buenazo.

El Alonso le da buenos consejos, a veces, como dice mi madre, parece que recupera el juicio y aunque no nos cae muy bien a la familia, pues en el fondo le queremos, ya que es amigo de nuestro padre.

Qué trabajoso es eso de ser gobernador, yo creo que mi padre se está empezando a cansar y creo que está empezando a echar de menos los buenos ratos que pasaban juntos él y el Alonso por esos caminos de Dios sin obligaciones y con un cierto descontrol.

No sé no sé adonde irá a parar todo esto. Igualito que mi PCPI que tampoco sé si voy a llegar algún sitio. Bueno, sí lo sé, a volver a repetir.

La Nerea bien, ahí andamos, un poco así como atascados, ni pa lante ni pa trás.

Choque de manos

"...que el mismo Licurgo, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado" (3)



Ana Queral pinta al Quijote. Sancho extraña a su mujer (detalle)

Tercera parte del comentario al capítulo 2,51 del Quijote, publicado en "La acequia":

La carta es celebrada como discreta por los que asisten a su lectura y Sancho Panza, que había estado muy atento, me pide que entre en su estancia y escriba, al dictado, la carta respuesta a su señor don Quijote. Veamos, pues, su contenido:

El señor gobernador no tiene tiempo de rascarse la cabeza, ni de cortarse las uñas que ya tiene crecidas. Dice esto para que el señor de su alma no se espante de la tardanza en dar aviso de su bien o mal en el gobierno. Y recalca que ahora tiene más hambre que antes, cuando iban los dos por esos campos y caminos de Dios.

El señor duque le avisó de la presencia, en la ínsula, de unos espías que deseaban matarlo. Hasta agora no ha descubierto otro asesino que cierto doctor asalariado, el llamado Pedro Recio, natural de Tirteafuera, que con ese nombre…Yo ya sé quién inventó el nombre y el topónimo, mas a callar tocan…A lo que íbamos, se queja de las recias medecinas: dieta y más dieta.

El señor gobernador pensaba comer calentito y beber fresquito, no al revés. Dormiría sobre plumas, entre delicadas sábanas. Y a lo que ha venido es a hacer penitencia, como ermitaño.

Hasta ahora ni derecho, ni cohecho, que no ha visto un solo maravedí.

Anoche, en la ronda nocturna, topa con una hermosa doncella acompañada de su hermano, aquellos disfrazados de varón y de mujer. El maestresala se enamora de la moza y Sancho escoge al mozo para yerno. Se lo pedirán al padre de los disfrazados, don Diego de la Llana. No saben cómo se las gasta tal hidalgo.

El señor gobernador cumple con lo que le han dicho. Visita las plazas y echa el guante a una tendera que vendía avellanas nuevas mezcladas con otras, vejas y podridas. Sentencia que den los frutos a los niños de la doctrina, pobres huerfanitos, que sabrán distinguirlas, menudas hambres pasan las creaturas. También sentencia que la avellanera no entre en la plaza, durante quince días. Fue valeroso, dicen.

Es de la opinión, nuestro gobernador, que no hay gente más mala que las placeras, desalmadas, desvergonzadas, atrevidas…Bueno, bueno, no es para tanto…otras, y otros, peores hay, creo yo.

Procurará mostrarse agradecido por la carta y los presentes de la duquesa a su mujer. A su tiempo lo verá. Y no querría que don Quijote se enojara con los duques, que eso redundaría en su daño. Al señorito también le toca ser agradecido.

Lo del gateado no lo entiende, pero como ya conoce a su señor, supone que será cosa de encantadores.

Le gustaría enviarle algo pero como no sean cañutos para las vejigas que usan las mojigangas para zurrar…menuda industria.

Si le escribe Teresa Panza, le pide que pague el porte y le mande la carta, que ansía tener nuevas de su casa y familia.

Desea que Dios libre a don Quijote de los malandrines encantadores. Y que a él le saque con bien y en paz del gobierno, de lo cual tiene dudas, que tal y como le trata el galeno…

Cierro la carta y despacho el correo. Los burladores se juntan para ver cómo despacharlo del gobierno y Sancho pasa la tarde pariendo ordenanza tras ordenanza, sin descansar. Los regatones, los bastimentos, el vino con lugar declarado, el vino sin aguar, ojo, el precio del calzado, los salarios de los criados, los cantares lascivos de los ciegos, los ciegos fingidos, los mancos fingidos, los llagados falsos…Ordenó tanto y tan bueno que todavía se nombran y se guardan hoy aquellas “Las constituciones del gran gobernador Sancho Panza”.

Se despide de vuestra merced este vizcaíno que nunca diría eso que Cervantes pone en boca de un paisano mío, en la comedia “La casa de los celos”:
“Bien es que sepas de yo buenos que consejos doy, que por Juangaicoa soy vizcaino, burro no. “

Un abrazo de María Ángeles Merino


Asun dijo:

"Idazkari jauna, nabaritzen da oso leiala zarela, Sanchok esandako guzti-guztia kontatu baitiguzu. Fidatzeko gizona zara.

Que le digo al señor secretario que se nota que es un tipo legal, ya que nos ha contado todo lo que Sancho le ha dictado, sin ocultar nada. Es un hombre de fiar.

Muxu bat guztiontzat/Un beso para todos"

Eskerrik asko, Asun.

Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Abejita de la Vega desentraña primero las circunstancias finales del gobierno de Sancho y sus resoluciones, aunque con hambre incluida, para ser poseída luego por otro de los secundarios cervantinos, el secretario de la ínsula, que da fe de lo que sabemos: la honradez de Sancho como gobernante y la crueldad de los burladores. El Sanchico, gracias a Ele Bergón, se muestra orgulloso de su padre y preocupado por su hambre: parece que más que por sus suspensos..."

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Gracias por escuchar a mi secretario.
Un abrazo, sigamos.

sábado, 29 de mayo de 2010

"...que el mismo Licurgo, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado" (2)


Ana Queral pinta al Quijote.

Segunda parte del comentario al capítulo 2,51 del Quijote, publicado en "La acequia".

Así que, aquel día, Sancho come sin reglas tirteafueras ni recios aforismos. Y, al levantar los manteles, entra un correo con una carta de don Quijote, dirigida a su persona. Manda al secretario que la lea para sí, y si no hay algo secreto, que lo haga después en voz alta.

Vaya, otra vez se abren, en mi ordenador, extrañas ventanas emergentes. Espero que no sea el mayordomo, aunque me extraña que no haya aparecido por aquí, en este capítulo. No, no es él. Es…otro personaje. Veamos qué dice. Está hablando consigo mismo en otra lengua. “Agur Maria, graziaz betea,
Jauna da zugaz, bedeinkatua…”

¿Euskera? Sí, debe ser el secretario del gobernador Sancho Panza en la ínsula Barataria, que participa en este capítulo.

Arratsaldeon. Saludo a vuestra merced. Le comunico que acabo de despistar al señor mayordomo, el cual se dirigía hacia este canalículo. El miedo que he pasado atravesando estos angostos pasillos, estrechos incluso para un fantasma, me ha llevado a rezar en mi lengua materna.

Como bien dice vuestra merced, soy secretario del gobernador, por gracia del señor duque, el cual me eligió por saber leer, escribir y ser vizcaíno. Los secretarios vascos somos muy bien valorados por nuestra lealtad, fidelidad, cortedad de palabras y buena letra.

El escritor no puso mi nombre, pero les ruego, por Jaungaicoa, no vayan a confundirme con aquel Sancho de Azpeitia, el derrotado por don Quijote, aquel que preguntaba: “¿yo no caballero?”. Como pueden comprobar, no todos los de mi hermosa tierra desbaratamos las oraciones. Los hay cultos e incultos, como en todas partes.


"Don Quijote pelea con el vizcaíno"

Vayamos a mi trabajo. Leo, para todos los presentes, la carta de don Quijote de la Mancha al gobernador de la ínsula Barataria. En letras de oro debiera estar escrita tan discreta carta.

Veamos, pues, lo que dice. Descuidos e impertinencias, eso esperaba Don Quijote que le contaran del “amigo Sancho”. Le dan cuenta de sus discreciones y agradece, por ello, al cielo; el cual de los tontos sabe hacer discretos. Esto no es muy cortés, pero ahí queda escrito…

Parece ser, pues, que gobierna humana y humildemente. Por eso, le advierte que no siempre resulta conveniente la humildad, aunque su persona lo sea. Corre el riesgo de menoscabar la autoridad que requiere el gobierno Y le aconseja que vaya bien vestido, con el hábito adecuado, sin adornos llamativos y exagerados, limpio y bien compuesto.


fallsailor.blogspot.com/2009/01/las-dolly-espaolas.html

Para ganarse la voluntad del pueblo, ha de “ser bien criado con todos” y evitar el hambre de los pobres. Esto último, piensa este vizcaíno, ha de ser su principal empeño; tan imposible es gobernar a un hambriento.

Las pragmáticas han de ser de las que se cumplen, pocas y buenas. Que las leyes que atemorizan y no se ejecutan son como la viga del cuento aquel de “Las ranas pidiendo rey”. Que primero las espantó y con el tiempo se subieron encima. Cuidado no se le suban a la chepa…



Le dice, muy sabiamente, que sea “padre de las virtudes y padrastro de los vicios”. Ni duro ni blando ha de ser siempre, buscará el término medio, tan difícil, creo yo, pues.

A cárceles, carnicerías y plazas ha de ir a menudo. Si despacha con brevedad, brevemente, los presos estarán agradecidos, los carniceros igualarán los pesos y las placeras huirán. Ya estoy viendo a los presos besarle los pies, a los carniceros escondiendo los pesos trucados y a las mozas del partido con el hatillo al hombro.

No ha de mostrarse codicioso, mujeriego o glotón. De mujeriego, creo que no peca este gobernador, tiene razón don Quijote. Otra cosa es lo de codicioso y glotón. Lo que le dice es que, si el pueblo descubre su punto débil, por ahí le atacarán.

Antes de partir para Barataria, don Quijote le dio por escrito unos buenos consejos. Ha de repasarlos, le servirán de ayuda. Le han servido, lo de la horca y el puente, lo resolvió con una de aquellas lecciones.

Don Quijote quiere que escriba y se muestre agradecido con los señores duques, que la ingratitud es gran pecado y la persona agradecida también lo será de Dios. No ha de olvidarse, pues, de agradecer a la duquesa el vestido y los corales que envió a su Teresa.

El caballero le cuenta que convalece de “un cierto gateamiento”, donde las más sufridas fueron sus narices. Pero, tranquilo, que si hay encantadores malos, también los hay buenos.

Le pide que le avise si se confirma lo del mayordomo que hizo de Trifaldi. Uy, no, no quise decir eso. Menos mal que debe andar perdido por ahí y no aparece…de momento.
De todo lo que le suceda, le irá dando aviso, que el camino es corto y esta vida ociosa no es para su persona.

Le han ofrecido un negocio, fuera de esta corte, y ha de cumplir con su obligación antes que con su gusto y el de estos señores. Y le escribe aquello de “amicus Plato, sed magis amica veritas”. Ahora que es gobernador, lo habrá aprendido. Risueño, el andante, pues.

(Sigue)

jueves, 27 de mayo de 2010

"...que el mismo Licurgo, no pudiera dar mejor sentencia que la que el gran Panza ha dado"(1)


http://hugoherci.wordpress.com/2009/04/15/reforma-educativa/

Primera parte del comentario al capítulo 2,51 del Quijote, publicado en "La acequia":

Del progreso del gobierno de Sancho Panza, con otros sucesos tales como buenos.

En el capítulo anterior viajamos con el paje hasta la aldea, a la humilde casa donde vive Teresa Panza con sus dos hijos. La burla se translada y, a la vuelta, el fiel mensajero ha de contar, con pelos y señales, como Teresa y Sanchica han mordido el anzuelo. Qué gusto tan amargo nos han dejado las fantasías imposibles de madre e hija.

Este capítulo enlaza con el anterior al anterior, el de la ronda nocturna por Barataria. Amanece y amanece de verdad, esta vez sin paródicas imágenes mitológicas, sin rubicundos Apolos , ni rosadas auroras, ni pintados pajarillos con sus arpadas lenguas.

El maestresala, aquel que acompañó a Sancho, no ha podido pegar ojo , enamoradísimo de la jovencita enclaustrada, la vestidita de varón.

Y el mayordomo, tecleo despacio no vaya a aparecer por aquí, ha de pasar la noche escribe que te escribe, para que sus señores no pierdan ripio del gobierno sanchesco. Admirado queda de sus hechos, aunque haya algún asomo tanto. ¡Cómo has cambiado, mayordomo-director de escena!

Se levanta Sancho y desayuna una mínima ración de fruta confitada y unos tragos de agua enfriada. Tal es la dieta prescrita por el Tirteafuera, para los mandamases, con el fin de avivar su ingenio, dice. Poco y delicado… Pan y uvas comería muy a gusto, que con tanta palabrería, el gobernador pasa hambre canina y maldice, en secreto, el gobierno y quien se lo dio.

Con la conserva y el agua helada bailando en su estómago, ha de resolver lo que le propone un forastero, un acertijo paradójico, para que se devane bien los sesos y diga alguna tontería. El mayordomo y los demás acólitos están presentes.

Le cuenta que un río dividía dos términos de un mismo señorío. Sobre el río, un puente y, al final del mismo, una horca y una casa de audiencia. Cuatro jueces velaban por el cumplimiento de la ley que puso el dueño del señorío, la cual obligaba, al que pasare de una parte a otra, a jurar a dónde iba. Si en lo que juraba se echaba de ver que decía verdad, los jueces lo dejaban pasar. Si decía mentira, moría en la horca.

Pero hubo uno que juró que iba a morir en aquella horca. Los jueces no saben cómo resolver el dilema, si lo dejan pasar, mintió y debe morir. Si lo ahorcan, él juró que iba a morir en la horca, luego dijo verdad.

Los jueces no saben qué hacer, mas conociendo el “elevado entendimiento” de Sancho, enviaron al forastero preguntador, para solicitar su parecer. Eso del elevado entendimiento deja perplejo a Sancho, que afirma tener “más de mostrenco que de agudo”. Pero si se lo repiten, tal vez dé con la respuesta.

Le refieren otra y otra vez el caso. Propone una solución salomónica, la parte que juró verdad la dejen pasar y la que dijo mentira la ahorquen. No es válida, si lo dividen, por fuerza morirá. Así que sigue dando vueltas, hasta que recuerda lo que le aconsejó don Quijote, en vísperas de ser gobernador. Fue aquello de que, cuando la justicia esté en dudas, lo mejor es acogerse a la misericordia: no se le ahorcará.

El mayordomo considera que Licurgo no pudiera dar mejor sentencia que la del “gran Panza”. Fijaos en ese “gran”, que ahora es sincero. Él dará orden para que le den de comer a su gusto, olvidando esas parcas raciones, las prescritas por el falso galeno. No más audiencias por hoy, el asesor de farsas no aguanta más. Es un cargo de conciencia matar de hambre a tan discreto gobernador. Esta noche piensa hacer la última burla del guión, espera que de verdad lo sea.

La promesa de la comida renueva las fuerzas del debilitado Sancho. Denle de comer y vengan casos y dudas. Con el estómago lleno, todo lo despabilará.
(Sigue)

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miércoles, 26 de mayo de 2010

¡El almendro dio ciruelas!






¿Os acordáis del almendro del Cerro de San Miguel, en este Burgos tan frío? Es un árbol urbano muy hermoso, de todas maneras. Al poco tiempo de colgar aquella entrada,lo comenté con quienes viven cerca de allí. Me sacaron de mi error, es un ciruelo y los ciruelos no tienen por qué florecer tan pronto como los almendros. Corrijo mi error, que errar es humano.
Mi metedura de pata me trae a la memoria aquella canción infantil: "Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras, tralará..."
http://www.peliculasyseries.net/352/ahora-que-vamos-despacio-vamos-a-contar-mentiras/

Me encontré con un ciruelo (bis)
cargadito de manzanas, tralará, (bis)
cargadito de manzanas.

Empecé a tirarle piedras (bis)
y caían avellanas, tralará, (bis)
y caían avellanas.

Con el ruido de las nueces (bis)
salió el amo del peral, tralará, (bis)
salió el amo del peral.

Chiquillo no tires piedras (bis)
que no es mio el melonar, tralará, (bis)
que no es mio el melonar.

Gracias a las que me habéis permitido corregir el error. Esta tarde os veo.

lunes, 24 de mayo de 2010

Una Sanchica de hoy.



Ahora que, en la lectura de "La acequia", hemos llegado a este capítulo 2,50, en que actúa Sanchica, es buen momento para recordar un trabajo publicado en el blog "Los cuentos de la abuela",de Kety Morales, en el que participamos Kety, Ele Bergón , Antiqva, Sabela , esta Abejita de la Vega y otros. Su título :" El Quijote por internautas: Don Alonso Quijano, siglo XXI". Allí nació nuestro querido Sanchico, el de Ele Bergón, mi amiga Luz del Olmo. Podéis verlo pinchando aquí. 

Gracias a todos los que participasteis y a Pedro Talaván, otro gran Pedro, que tuvo la idea.
Este texto ,"Una Sanchica de hoy" formaba parte de aquel trabajo colectivo , realizado en 2008 y publicado también en este blog. Aquí tenéis la primera entrega. Como veis sigo el capítulo y lo voy transformando, que don Miguel me perdone.



“Dice, pues, la historia, que el de Seur era muy rápido y eficiente, y con deseo de encontrar aquella imprecisa dirección partió, en su furgoneta, hacia el pueblo de Sancho.

Antes de entrar en él vio, en las orillas de un arroyo, estar haciendo botellón cantidad de chicos jóvenes, a quienes preguntó si le sabrían decir si en aquel lugar vivía una mujer llamada Teresa Panza, mujer de un tal Sancho Panza, trabajador autónomo de chapucillas diversas y ayudante ocasional con un ejecutivo de Telefónica prejubilado llamado Alonso Quijano, a cuya pregunta se levantó en pie una joven que estaba agitando una botella de Coca Cola y dijo:—La Teresa Panza es mi madre, y el Sancho ése, mi padre, y el don Alonso, un cliente suyo que está como una chota. Desde que un día llamó, anda “missing” mi viejo y… la vieja desesperadita que no para de hacer horas en ca los pijos.

—Pues, si no te importa, acompáñame a casa de tu madre—dijo el de mensajería— porque le traigo una carta y un paquete de ése al que tú llamas “viejo”. Jesús, qué juventud, ya no hay respeto ni na.

—Vale, tío, voy contigo que igual algo cae —respondió la chavala, que mostraba ser de edad de dieciocho años, poco más a menos.Y dejando la Coca Cola y el tinto don Simón a otra compañera, ajustándose los pantalones caídos y la camisetilla ajustada, que dejaba al aire su ombligo con plateado piercing , atándose las deportivas de marca falsa ,se plantó de un brinco en la furgoneta y dijo:—Enseguida vuelvo, coleguís, dejadme algo de calimocho pa luego.

Vamos, tío, que a la entrada del pueblo está la casa, y la Teresa con muchas ganas de saber algo de su hombre. Como dice “en qué hora se junto con ése chiflao que va a ser nuestra ruina”.


María Ángeles Merino

No me suena nada bien eso de que a mi madre y a Sanchica le traigan regalos de collares y demás y ella, la duquesa pida bellotas...


www.espacionatural.com/4images/data/media/6/B...
Bellotas de roble, no sé si son de éstas las que quiere la duquesa.

Ele Bergón, mi amiga Luz del Olmo dijo...

Hola Coleguis.

Ya os podéis imaginar el cabreo que tengo. Si, han venido las anunciadas cartas y ha venido el mensajero y... todo para mi madre que no digo nada y todo para mi hermana, que me fastidia un montón. Además el que escribe la historia, la pone a Sanchica muy pequeña, catorce años, que no, que es más mayor si ya trabaja y todo y tiene novio, claro que no se cuánto le va a durar, pues parece que el mensajero de la carta y el regalo le han caído bien.

No me suena nada bien eso de que a mi madre y a Sanchica le traigan regalos de collares y demás y ella, la duquesa pida bellotas, yo creo que se están quedando con nosotros, pero claro mi madre no se da cuenta y se ve ya de gobernadora de postín y Sanchica ¡no digamos! A ver si va tener razón el Carrasco. Algo no me suena bien y además ¿cómo puede ser que mi padre se haya olvidado de mí? Ya sÉ que el ojito derecho de mi padre es Sanchica, pero no, no, es imposible que no haya dicho ni traído nada para mí. Aqui está pasando algo raro.

Me despido con un choque de manos desilusionado y encima con todos los exámenes y yo sin tener ganas de estudiar. Me distraen, me distraen con estas cosas.

El Sanchico

P.D. (Abejita, sólo falta que tu también le des alas a la Sanchica, ya si que se va a poner inaguantable.)

domingo, 23 de mayo de 2010

"Vuesa merced...es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo, y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta carta y este presente." (2)


La abejita prepara un "empedrado", para el paje.

Segunda parte del comentario al capítulo 2,50 del Quijote, publicado en "La acequia".

Mi madre no quiere salir por aquí. Dice que ella es personaje de lo más principal y se niega a salir como secundario. Así que cuento lo que Teresa Panza, mi madre, me cuenta.

Mientras yo atiendo a caballo y a caballero, Teresa se sale de casa, con los corales al cuello, “tañendo en las cartas como si fuera un pandero”, tan contenta estaba. Se encuentra con el cura y con Sansón Carrasco y les dice, bailando que es ya gobernadora, entre otras cosas que , de momento, no entienden. Creen que se ha vuelto loca de atar.

Les da las cartas, las lee el cura y los dos se miran asombrados e incrédulos. Pregunta el bachiller quién las ha traído. Responde que vengan pa casa, que allí verán al mensajero, tan hermoso él. El cura mira y remira lo corales, certifica que son de los finos y no sabe qué pensar. Eso de una duquesa pidiendo bellotas…

Deciden ver al portador del pliego y madre les acompaño. Al llegar, está cribando cebada para su cabalgadura y yo corto un torrezno, para empedrarlo con güevos. Le saludan cortésmente y miran el buen adorno del que llamaban paje.

Esos dos sienten mucho gusto en meter las narices en todo. El joven Sansón le pide nuevas del amo don Quijote y de su escudero, que no acaban de entender eso del gobierno de Sancho y, menos aún, eso de la ínsula.

El paje asegura que el señor Sancho Panza es gobernador y me entra una alegría por dedentro. De si es de una ínsula, no se entremete en eso, mil vecinos tiene, eso sí puede decir. De lo de las bellotas, dice que su señora, la duquesa, es muy llana y tan humilde. Hemos de saber que las señoras de Aragón son asi, tratan con m´s llaneza que las puntuosas castellanas.

Mi madre se ve ya de señora gobernadora, con verdugado y coche de lo mejol. Que la que tiene marido gobernador, bien puede. Teresa sueña y yo también. Me veo sentada en el mismo coche y la gente dice que ahí va la hija del harto de ajos, como si fuera una papesa. Que rabien los murmuradores, ándeme yo caliente…



Nunca había visto a mi madre tan ilusionada. Ahora dice que todo esto se lo tenía profetizado su buen Sancho, el cual no parará hasta hacerla condesa. Y suelta una sarta de refranes más larga que la de los corales, los mismitos que soltaba mi padre: Que si te dan la vaquilla, corre con la soguilla. Y si te dan un gobierno cógele y, si es un condado, agárrale…Y sigo yo con ese de “viose el perro en bragas de cerro”.

Entonces, el cura saca en consecuencia que los Panzas nacemos con un costal de refranes. El paje asiente, su “señor gobernador” a cada paso los dice, aunque no vengan a cuento. Los duques tienen mucho gusto en oírlos, al parecer.

El bachiller insiste, si afirma ser verdad eso de los duques, el gobierno y demás. Porque para don Quijote piensa que todas cosas son por encantamiento. El Carrasco está por tocar al muchacho por ver si es de carne y hueso.

El mensajero responde, harto , que él es embajador verdadero y Sancho es gobernador efectivo. Que los duques se lo dieron y él lo hace valentísimamente, Y que lo jura por sus padres. ¡Qué gusto me da oír a este buen mozo! Es una pena que no me quiera llevar en las ancas de su rocín, hasta la ínsula ésa. Pero no, que las hijas de los gobernadores han de ir con carrozas, literas y sirvientes. Yo estoy dispuesta a ir en una pollina, pero mi madre dice que ahora toca ir de señora…

Hay cosas que no entiendo porque el bachiller suelta latinajos y el paje contesta con más latinajos.

El de las cartas se impacienta, tiene prisa, démosle de comer y dejémosle marchar. El cura le invita a comer, a su casa. Que vaya con él a “hacer penitencia”, que Teresa tiene voluntad pero no dispone de lo necesario para servir a tal huésped. Y él acepta, por la mejora. ¡Con lo que me hubiera gustado a mí verlo comer mi empedrado de torreznos! Ya estoy viendo al cura, cosiéndole a preguntas.

Como conoce al bachiller desde chico, no quiere que le escriba la carta de respuesta, que lo de la burla le viene de antiguo y de familia. Así que, con un bollo y dos huevos, paga a un monacillo que sabe escribir. Son dos cartas, una para padre y otra para la duquesa. No le quedan nada mal, sería una buena escribana.
Desaparezco.

Un abrazo para Pedro y todos los que pasáis por aquí.


Y Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Abejita de la Vega, tras comentar la venganza de una mujeres que se ven traicionadas, ve invadido su ordenador por otro de sus grandes secundarios. No os perdáis la voz de Sanchica, que comenta la llegada del paje en primera persona, y continúa. Después, publica el comentario del Sanchico -gracias a Ele Bergón-, que bien cabreado y con razón, que de él se han olvidado y el narrador manipula la verdad de la acción... Después recuerda cómo nació una idea que actualizaba el Quijote al presente, origen de tanto como nos ha hecho disfrutar: os recomiendo que leáis su entrada para comprenderlo."


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viernes, 21 de mayo de 2010

"Vuesa merced...es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo, y para prueba desta verdad reciba vuesa merced esta carta y este presente."(1)


Ana Queral pinta al Quijote.

Comentario al capítulo 2,50 del Quijote, publicado en "La acequia"http://laacequia.blogspot.com/

Donde se declara quién fueron los encantadores y verdugos que azotaron a la dueña y pellizcaron y arañaron a don Quijote, con el suceso que tuvo el paje que llevó la carta a Teresa Sancha, mujer de Sancho Panza


Comienza el capítulo y jugamos, otra vez, con la muñeca rusa de los narradores de esta gran obra. El narrador, la voz textual anónima, nos dice lo que dice el cronista, el morisco Cide Hamete, al que califica de “puntualísimo escudriñador de los átomos de esta verdadera historia”. O sea, grandísimo cotilla.

Cide nos revela que la duquesa y Altisidora fueron las que vapulearon y pellizcaron a la Rodríguez y a Don Quijote, respectivamente. Algo que ya sospechábamos porque, fácilmente , se despiertan los demonios de la ira y la venganza en las mujeres, si se pone en entredicho su hermosura. Carros y carretas, suelen soportar las féminas, pero la belleza, ni tocarla.

¿Cómo va a sufrir la duquesa que esa deslenguada dueña destape el “Aranjuez de sus fuentes”? Su recóndito secreto de belleza: esos desaguaderos que destilan sus malos humores. Y de mil amores, que no humores, le acompaña “Altisidorilla”, furiosa también , ésta por insinuaciones acerca de su mal aliento.

Y, ahora, sabemos de otra dueña que la ve levantarse del lecho, la sigue sigilosamente y va con el cuento a su señora: la Rodríguez, en estos momentos, se encuentra en el aposento del invitado, don Quijote. ¡Qué deber tan penoso para la pobre dueña anónima!

El primer impulso de la duquesa es acudir con inmediatez, mas las grandes señoras también están sometidas a su dueño y señor esposo, al que han de pedir licencia. Mendigas, campesinas, sirvientas, hidalgas, duquesas se igualan, no dan un paso sin permiso marital.

El duque, divertido, da consentimiento y ellas “con tiento y sosiego”, se colocan junto a la puerta del aposento y pegan la oreja. Cuando oyen lo de las fuentes, empujan de golpe la puerta, coléricas y vengativas.


Ana Queral pinta al Quijote.

¡Cómo disfruta el duque con el relato que le hace su media naranja! La duquesa se anima, hay que seguir con el pasatiempo quijotesco. Que venga aquel paje que hizo de Dulcinea. Va a enviarlo a casa de Teresa Panza, con dos cartas, una de su marido y otra suya. Una sarta de ricos corales, con una miaja de oro, será el presente que deslumbre a la villana.

El “discreto y agudo paje” parte de muy buena gana, hacia la aldea de Sancho, con esta misión que promete ser tan divertida y bien remunerada.

Y, de golpe y porrazo, el paje se encuentra en las afueras del pueblo. Hay un arroyo, donde lavan unas cuantas aldeanas. El mensajero pregunta si vive allí Teresa Panza, mujer de Sancho Panza, escudero de don Quijote de la Mancha.




Parece que mi ordenador vuelve a recibir alguna extraña visita. Nada me causa asombro, después de haber recibido a tantos personajes quijotescos, de segunda línea.

Veo la imagen de una mujer muy joven, no tiene nada que ver con la dueña Rodríguez. Sí, es casi una niña, va descalza y lleva los cabellos largos y enmarañados. Viste una saya corta y descolorida, las corvas al aire y no demasiado limpias, la camisa remendada y enorme.

Me hace señas, quiere comunicarse conmigo. ¡Habla! ¡Escuchémosla!

Saludo a vuesa merced. Sanchica me llaman, pa servir a Dios y a usté. Soy hija de Sancho Panza, escudero de ése que dice llamarse don Quijote de la Mancha...don Alonso Quijano, hidalgo natural de nuestra aldea. Vengo a visitarla a usté, pa contarle como fue lo de la vesita del paje, el del señor duque, el que dio gobierno a mi padre.

Me escapé del limbo de los personajes, me aburría. Allí hay pocas muchachas de mis años. Y las hay mu estirás, como ésa que se escapó de casa, con su hermano y la ropa cambiá.

Así que le cuento, señora que hace letras:

Aquel día estaba lavando la ropa, en el arroyito que pasa cerca del pueblo, junto a mis amigas. Mientras trabajamos, hablamos de nuestras cosas y no nos damos cuenta de lo fría que está el agua o de lo que pesa la ropa mojada.

Cuando aparece aquel mensajero del duque, a caballo, lo miramos embobadas, qué ojos tentadores, qué talle tan garrido…

Cuando va y pregunta por Teresa Panza, mujer de Sancho Panza y escudero de don Quijote. Ay, diome un vuelco el corazón. Me levanto, con presteza y le aclaro que ésos son mi madre, mi padre y nuesamo.

El buen mozo me llama doncella y me pide que le lleve con mi madre, que trae una carta y un presente del mío padre. Suelto la ropa, la María la recoge y pa casa, que harta pena tiene mi madre. Tiempo ha que no sabe nada de padre. El de los ojuelos tentadores masegura que las nuevas son buenas, que son de las de dar gracias a Dios.

Salto, corro, brinco y ya estoy en la puerta de mi casa. Llamo a voces a mi madre, que salga, que viene un señor que trae cartas y cosas de padre. Está hilando un copo de estopa y sale a ver qué pasa. Lleva esa saya parda que tuvo que cortar porque se chamuscó, al arrimo de la lumbre. Guarda la saya nueva para ir a misa, los domingos. El corpezuelo pardo y la camisa de pechos no están tan mal…Ya es un poco vieja pero tiene fuerza para tirar del arado, en las largas ausencias de padre.

Me pregunta quién es el señor y el de a caballo se presenta como “un servidor de mi señora doña Teresa Panza”. Se arrodilla , le llama “vuestra merced” y le pide las manos como mujer no sé qué del señor Sancho Panza, gobernador de no sé cuántos.

Mi madre no quiere hacer nada de eso, que ella es una probe labradora y mujer de un escudero andante, que no gobernador. Y el mensajero responde que es mujer dignísima de un gobernador archidignísimo y, como prueba, ahí tiene la carta y unas güeltas de corales que le pone al cuello. La carta es del señor gobernador, que es padre. La sarta es de la duquesa esa.

Pasmadas quedamos y yo digo que todo eso es cosa de nuestro amo don Quijote, que le habrá dado a mi padre el gobierno prometido. Nos contesta que así es, por don Quijote es Sancho gobernador de la ínfula Barataria, que así lo dice la carta.

Le pedimos que nos la lea, que no sabemos leer. Nos lee primero la de padre, no la entiendo, no sé que dice de azotes que le daban. Mi madre es mujer de un gobernador, eso está claro, y en coche ha de ir. Y envía un sayo verde para que me haga una saya, me gusta ese color.

Después, saca de su faltriquera la carta de la duquesa. Qué señora, la llama amiga Teresa, nada menos. La bondad y el ingenio de padre la movieron , no sé de dónde, y ella pidió a su marido le diese un gobierno de una ínsula, que tiene muchas.

Y la gobierna muy bien y está muy contenta, y el duque también. Da gracias al cielo que no es tan fácil pillar uno así. En que es difícil encontrar uno como Sancho Panza, estoy de acuerdo.

Y envía a su “querida mía” la sarta de corales, con los padrenuestros de oro. Da a entender esta mujer que el collar es poca cosa, que más adelante cuando se traten...Duquesa y gobernadora, a partir un piñón.

Y lo más importante de la carta es que habla de mí y que me apareje, me dice. Me ha de casar altamente, mas a mi lo altura del mancebo me da igual.

Y esta mi casamentera pide dos docenas de bellotas gordas, que le escriba largo y si hubiere menester de algo, no tiene más que boquear. Como pez fuera del agua, entiendo yo. Y se despide y firma, sin poner su nombre de pila. La duquesa y ya está. No hay muchas, creo yo.

Mi madre se derrite oyendo la carta. Y le sale fuera el desprecio que las hidalgas del pueblo muestran hacia las labriegas, como nosotras. Que aprendan de esta duquesa, que a mi madre trata como igual. Un celemín de bellotas le enviará, faltaría más.

Y me dice que atienda al de los mensajes y a su caballo. Y que saque de la caballeriza güevos, querrá decir el gallinero, está que no sabe lo que dice. Y que corte tocino, para prepararle un empedrado de huevos con torreznos. Es lo que piensa mi madre que come un príncipe. De los corales, quiero la mitad y con el finísimo paño haré un apaño. Viva mil o dos mil años el gobernador y viva el que tan buenos presentes me trae.

Desaparezco y dejo hablar a mi madre…

(Sigue)

lunes, 17 de mayo de 2010

!Qué buen gobernador es y qué orgulloso estoy de ser su hijo!


Ele Bergón, mi amiga Luz del Olmo, dijo:

"Hola coleguis.

En principio parece que molaba mazo eso de ser gobernador,pero ya veo que es mas complicado de lo que parece y es que no es lo mismo ser torero que ver los toros desde la barrera.

Se admiran todos de lo bien que habla mi padre, pues yo no. Ya sabía que lo iba a hacer muy bien. Lo conozco y cuando quiere se comporta como es debido y eso que el Recio Aguero de Tirteafuera lo tiene muerto de hambre, por fin lo va a dar de cenar como es debido, aunque aun lo tiene que hacer de rabiar un rato más. ¡Con lo mal que se pasa y lo larga que es la esperara cuando deseas mucho una cosa!. Que me lo digan a mi. A veces me desespero tanto con la Nerea... Es verdad que lo que mas le gusta a mi padre son las ollas podridas que hacen en el pueblo de mi madre ¡que ricas que estan! (Supongo que se habra llevado las pastillas del colesterol) Tienen de todo y todo bueno, con razon algunos de los que andan por aqui creo que ya la han comido. A ver si haceis otra quedada que quiero apuntarme y así os conozco a todos o algunos.

!Qué buen gobernador es y qué orgulloso estoy de ser su hijo! Si es que todo lo soluciona. Que aprendan muchos políticos que ahora como está el patio, parece el de insti en la hora del recreo. Un guirigay continuo.

Hay algo que no me gusta de mi padre, lo machista que es, ya se lo dice una y otra vez mi madre, pero nada no aprende aunque luego, mi madre hace lo que le da la gana, pero le salen unos prontos...

¡Jaaaaaa! Lo que me da risa es esa tontería que le ha entrado de casar a mi hermana Sanchica con el mozo ese hermano de la guapa, pues ¿es que no sabe que Teresita está muy enamorada del guarda de seguridad de los almacenes Mercamona donde trabajan los dos? Qué mania tiene con emparejarla con todos, que no papa, que no que por ahí no tragamos ni ella ni yo, con lo bien que me cae El Paco.

En fin troncos que ya llegan los examenes y otra vez me van suspender que este año voy mal, muy mal.

Choque de manos."

El Sanchico

jueves, 13 de mayo de 2010

"...vamos a rondar, que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda , holgazanes y mal entretenida"


Abejita fulera y peleona, a tono con este capítulo. ¡Cómo la vea el gobernador Sancho, en su ronda!

Comentario al capítulo 2,49 del Quijote, segunda parte, publicado en "La acequia"

De lo que le sucedió a Sancho Panza rondando su ínsula.

En el capítulo anterior al anterior, dejamos a Sancho encolerizado con aquel rico labrador que, después torturarle con su esperpéntica pintura familiar, tiene la desfachatez de pedirle dinero. Y, ahora Cervantes lo confiesa, aunque lo suponíamos, qué me van a contar a mí…Que el mayordomo industrió al insoportable personaje, por orden del duque. ¡Qué dominio de la farsa tiene este tipejo! Me callo, no vaya aparecer otra vez, por aquí.

Todos se ríen, pero Sancho capea el temporal y hace frente al coro de burladores, con su inesperado ingenio. Y, en este capítulo, expone su programa de gobierno y resuelve los tres casos presentados, en su ronda nocturna. Y lo hace admirablemente, sólo guiado por sus luces naturales, volviendo las burlas “en veras”.

Veámoslo actuar. Comienza reflexionando acerca de las visitas importunas, a cualquier hora, que han de sufrir jueces y gobernadores, ahora los entiende. Ni dormir ni comer les dejan y…hablando de comer, maldice a ese Pedro Recio Tirteafuera, allí presente. Ése que le quiere dar vida, matándole de hambre. Maldito él, malditos todos los malos médicos y palmas para los buenos.

Todos quedan admirados de la elegancia en el hablar de Sancho y no saben de dónde lo saca ese rústico. Tal vez, la clave esté en la gravedad del cargo, que unas veces adoba y otras entorpece los entendimientos.

Y, por fin, se ablanda el recio doctor de mal agüero y promete darle de cenar, a pesar de Hipócrates. Contento el gobernador, pero con grande ansia, espera el tan esperado momento de hincar el diente a…lo que sea. Un salpicón de vaca y unas manos de ternera , pasaditas de días. No importa, la humilde comida le sabe mejor que esos manjares volátiles, y no volátiles que cita el escritor. Cervantes, se relame citando estas exquisiteces que, posiblemente, paladeó en alguna mesa, ¿italiana?, mejor abastecida que la suya.

Ahora se dirige, respetuosamente, al “señor doctor” y le pide que no le dé de comer “manjares esquisitos”, que su estómago recibe con melindre o con asco. Cabra, vaca, tocino, cecina, nabos y cebollas son los alimentos básicos en la manchega dieta sanchesca. Y lo mejor, esa olorosas ollas podridas, con tantas cositas ricas, manjar compuesto pero delicioso. Estará agradecido y se lo pagará algún día.

Sancho Panza pide a su expectante auditorio que no se burle, que coma, viva y deje vivir; para pasar, con posterioridad, a su programa de gobierno. Nada más sencillo: defender derechos, evitar cohecho y velar cada uno por lo suyo.

El maestresala le asegura que los insulanos estarán de acuerdo con tales principios expuestos y esa “suave forma de gobernar”. Le servirán bien, sin dar lugar a desobediencia alguna.

Tras opinar que los insulanos serían necios si otra cosa pensaren, vuelve a lo suyo, a lo que más importa: su sustento y el del rucio. Así lo dice, sin embarazo alguno. Más claro, agua.

Anuncia que ya es la hora de ir a rondar y que su intención es limpiar la ínsula de gente holgazana, tan perjudicial a la república. Y nada de cambiar el inmutable orden social establecido: los labradores favorecidos, los hidalgos con sus privilegios, los religiosos respetados y los virtuosos premiados.

El gobernador pregunta a sus gobernados si está diciendo algo... y contesta el mayordomo. Sí, aquí está, en la pantalla, aquel que fue Merlín y la Dolorida, el que industrió al labrador pintor y socarrón. Hable, hable vuestra merced, puesto que es imposible impedírselo.

Saludo a vuestra merced y sigo con el labriego escudero gobernador de Barataria. Le muestro mi admiración, cómo un hombre iletrado puede hablar con tantas “sentencias y avisos”, algo que no esperábamos de su ingenio. Tengo que reconocer que los burladores nos hallamos burlados. ¡Los del busilis pensábamos reír a carcajadas, a costa de su simpleza!

De noche, ése que bautizamos como Pedro Recio le permite cenar y, con el estómago lleno, se siente capaz de seguir la costumbre de tantos gobernantes, la de realizar una ronda nocturna. Va con su vara, escoltado por el secretario, el maestresala, alguaciles, escribanos y yo mismo. Buen escuadrón.



No, esta ronda no es la de Sancho, ésta es la de Rembrandt...


No muy lejos del punto de partida, unas pocas calles más allá, hemos dispuesto una pelea de dos hombres, a cuchilladas. Uno de ellos se queja, a gritos, de un robo. No estaba previsto el que gritara tanto…Si exageramos, corremos el riesgo de descubrir la farsa.

Es increíble, el majagranzas se dirige al de los gritos, con un “Sosegaos”, expresión que hizo famosa nuestro rey Felipe II, que Dios guarde, ante los súbditos que temblaban en su presencia. El gritón se convierte en “hombre de bien” y es requerido para que cuente la causa de la pendencia.

Estamos ante una pelea de dos jugadores de naipes. Uno acaba de ganar más de mil reales y se niega a pagar, al otro, lo que le corresponde por haber estado presente en la partida. Creo que, a esa propina, es conocida como “el barato”. El mirón va tras él y le pide siquiera ocho reales. Cuatro reales, sólo cuatro, está dispuesto a dar el que ganó mil.

Sancho pregunta la opinión del ganancioso, el cual responde que es verdad cuanto dice y no le da más reales porque se los da muchas veces. Y obligados están los que “esperan barato”, a poner buena cara, les den poco o mucho.

El señor gobernador responde a mi pregunta, acerca de lo que ha de hacer. Y sentencia que el ganancioso ha de dar, a su observador, cien reales. Y ha de desembolsar treinta reales para los pobres de la cárcel.

Y el acuchillador es desterrado de la ínsula, por diez años. Y como vuelva antes del plazo, el señor gobernador mismo lo colgará de la picota. Que él no quiere ver, en su ínsula, a gente sin oficio ni beneficio, que como tal se presentó el desterrado. Y así se hace.

Ahora Sancho, orgulloso de su sentencia, quiere ir más lejos: fuera las casas de juego. ¡No sabe que pincha en hueso! El escribano le aclara que, la de aquí, no la puede quitar porque es “de un gran personaje”; aunque, tal vez, pueda cerrar” garitos de menor cuantía”. Y le explica que, en casas principales, no se atreven los fulleros; con lo cual no parece muy conforme este Panza.
Tal y como esperábamos, todos menos Sancho, aparece un “corchete” que trae detenido a un mozo. Nos cuenta que el mancebo iba hacia ellos y, así como divisó a la justicia, comenzó a correr. Pensaron que era un delincuente y fueron a por él. Tropieza y lo atrapan…

Sancho le pregunta por qué huye y tiene que oír las ocurrentes respuestas de un gracioso. Yo le preparé la bromita, bien urdida.

Irritado, le manda a la cárcel, para que duerma allí. El mozo le contesta que , en modo alguno, podrá hacerle dormir allí. Y sigue con su gracia, todo su poder no será bastante para hacerle dormir en la cárcel. No habrá quien le haga pegar ojo, en prisión, si él no quiere. Ni alcalde, ni grilletes, ni cadenas, nada será suficiente.

Al final, entiende lo de “dormir en la cárcel”, le manda a su casa y le advierte que no se burle con la justicia, que puede salir mal parado.

Sigue la ronda el gobernador y, poco después, aparecen dos corchetes que traen otro preso. Todos me miran porque esto no está preparado, ignoro quién es ése jovencito, tan bello, que traen asido.

Me dice el corchete que, aunque parezca hombre, es mujer, como de dieciséis años, bellísima y ricamente ataviada. Lleva los cabellos, lo que más la puede delatar, recogidos en una redecilla de oro y seda verde. Medias, greguescos, jubón, zapatos…todo ello lujosísimo y masculino. Lleva una daga, que no espada ceñida. ¿De dónde ha salido esta reina de la hermosura? Los naturales del lugar no la conocen.

Sancho también es sensible a su belleza, le pregunta quién es y por qué se ha vestido con aquel atavío. Ella, avergonzada, quiere declarar que no es ladrón ni facineroso, sino doncella desdichada que, por celos, ha roto el decoro que a la honestidad se debe.

Aconsejo a Sancho que ordene retirarse a la gente, para que la joven hable con menos empacho. Lo hace así y ahora sólo somos cuatro: gobernador, maestresala, secretario y yo.

Al final, confiesa que es la hija de Diego de la Llana. Conozco muy bien a este rico hidalgo, padre de un hijo y una hija. Desde que enviudó nadie puede decir que ha visto el rostro de su hija, tan encerrada la tiene. De verdad que es hermosa esta niña…

La doncellita comienza a llorar y pensamos que le debe de haber sucedido algo de importancia.

Sancho se enternece, tiene buen fondo este labriego. Intenta consolarla y le pide que, sin temor, cuente lo sucedido, que tratará de poner remedio.

Responde que su padre la ha tenido encerrada diez años y no sale ni a misa, que la oye en un oratorio. Desconsolada, quiere ver el mundo, por lo menos, el pueblo donde vive. Le parece, y le parece bien, que su deseo no va contra el buen decoro propio de doncellas principales.

Llora, suspira, se eterniza contando su desgracia…¡Cómo la mira el maestresala!

Su hermano le habla de toros, juegos de cañas, comedias. Y ella le ruega que la vista con uno de sus vestidos y la saque de noche a ver el pueblo. Él accede y, a su vez, se viste con ropas de su hermana. Como no tiene barba, parece también una hermosísima jovencita.

Cuando quieren volver a casa, oyen un gran tropel de gente y echan a correr. La muchacha tropieza y el “corchete” la trajo ante nosotros.

Se confirma la verdad cuando traen preso a su hermano, que cuenta la misma historia. Faldellín, mantellina, cabellos como sortijas de oro. Tan bello y bien ataviado como su hermana.

Sancho los reprende suavemente por su “rapacería”. Con decir quiénes eran y sus inocentes propósitos había bastado. Tanto gemidito y suspirito para nada.

La doncella se disculpa, la turbación no la dejaba hablar como debía.

El gobernador lo tiene fácil, hay que llevar a estos niños a su casa. Y suelta algunos refranes, de esos que tanto irritan a su don Quijote. La doncella honrada, la pata quebrada, la mujer, la gallina, la deseosa de ver y la que quiere ser vista. Sabios refranes, maguer rústicos.

El maestresala, enamorado de la doncella, decide pedírsela por mujer a su padre. No s la negará al criado del señor duque.

Sancho tiene el atrevimiento de pensar en una posible boda de su hija Sanchica, con el hermanito de la llorona doncellita.Increíble, ae lo cree, no sabe lo que le espera.

Desaparezco.

Un abrazo para todos de María Ángeles Merino

Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Abejita de la Vega juega y se bate para comentar el capítulo, aunque la voz es del conocido mayordomo, que ya sabemos que ha tenido que reconocer la bondad de Sancho... Después publica la opinión del Sanchico, gracias a Ele Bergón, que está bien orgulloso de su padre pero como lo tiene tan lejos, parece que no ha estudiado mucho".


Jugué y me batí pero se salió con la suya este mayordomo, poco amigo de Sancho. Como tú dices, reconoce la bondad de su "gobernador", al fin. Ahora Sancho es Sancho. Sigamos, estoy con una nueva secundaria. ¿Adivinas quién es? Ica, ica.

martes, 11 de mayo de 2010

¡Felicidades, Fátima!



Fátima muestra su castillo, acompañada por su amiga Isabel.

¿Te acuerdas, Fátima? ¿Te acuerdas de lo que escribí, en aquella carta, publicada en el Boletín del Ayuntamiento de Campo Real? Hace casi tres años. Me despedía de todos vosotros: mis alumnos, mis compañeros y toda la gente que traté, en ese pueblo, del que tengo tan buen recuerdo. No mencioné , con su nombre a ningún alumno, pero contigo hice una excepción. Puse:

"Aunque en esta carta no quería citar nombres, haré una excepción. Se trata de mi niña más "chiquita", con el corazón más grande: Fátima Bernabé. ¡Ánimo Fátima!"
http://www.ayto-camporeal.com/ultimoBoletin/pag5.htm

Porque para mí eres muy especial,porque el día 9 fue tu cumpleaños y lo celebras hoy, volviendo locas a Isa, a Esther y a todos tus compas. Aprovecho mi blog, para felicitarte:

FELICIDADES, FÁTIMA.TE LO DESA TU AMIGA Y EX PROFE MARÍA ÁNGELES.

QUE TENGAS UNA FIESTA MUY FELIZ Y QUE ENCUENTRE TODOS ESOS REGALOS QUE TE HAN ESCONDIDO.YA ESTOY OYENDO LOS GRITOS...LOS OIGO DESDE BURGOS.

lunes, 10 de mayo de 2010

Me destornillo de risa cuando pienso en la pinta que tienen que tener los dos, queriendo, sin querer y a la vez con miedo por si ocurre algo


Doña Rodríguez y don Quijote en el lecho, según Doré.

Ele Bergón, mi amiga Luz del Olmo dice:

Esto no va bien para ninguno de los dos andantes.

Mi padre Sancho que estará en su Ínsula muerto de hambre y gobernando. Yo creo que no lo hará bien, porque cuando tienes hambre y no de dejan comer pues se te pone una leche que me imagino los desaguisados que estará haciendo.

Al larguirucho tampoco tiene nada de que alegrarses pues está malherido, encerrado y encima se le cuela la Doña Rodriguez. ¡Ja, ja, ja! Me destornillo de risa cuando pienso en la pinta que tienen que tener los dos, queriendo, sin querer y a la vez con miedo por si ocurre algo. Es que me parto. De sobra se que estos dos no llegan a nada.

El Cervan no los tenía que haber separado porque los amigos son para estar " a las duras y a las maduras"

Choque de manos.

El Sanchico

jueves, 6 de mayo de 2010

"no es posible que una dueña toquiblanca, larga y antojuna pueda mover ni levantar pensamiento lascivo "


Don Quijote, está mohíno y señalado por las uñas de un gato, desdicha ajena, que no aneja, a la caballería andante.(Ana Queral pinta al Quijote)



No se imaginaba la dueña Rodríguez las dolorosas consecuencias de sus indiscreciones. Esta dueña también es dolorida.(Ana Queral pinta al Quijote)

Comentario al capítulo 2,38 del Quijote, segunda parte, publicado en "La acequia":
"De lo que le sucedió a don Quijote con doña Rodríguez, la dueña de la duquesa, con otros acontecimientos dignos de escritura y de memoria eterna."

Miro la pantalla de mi ordenador y veo algo que no me es desconocido. ¿Qué imagen es ésa? No es una extraña publicidad de esas que emergen en Internet, no se trata de ningún anuncio, no. ¡Es una mujer vestida monjilmente, con ropajes negros y enorme toca blanca! ¡Es doña Rodríguez, la “reverenda dueña”! ¡Está ahí dentro, como la otra vez, en la pantalla de mi ordenador! Parece que quiere decirme algo, subo el volumen y escucho una voz algo fantasmal. Me dice:

“Ruego a vuestra merced, mujer amanuense, cese su movimiento digital, sobre ese extraño artefacto y me preste atención. Conoce vuestra merced mi procedencia, vengo de ese limbo, tan aburrido, en que viven los personajes secundarios de aquel genial libro, dado a la estampa con el título de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. Sé que vuestra merced me concedió, anteriormente, su atención; por eso me presento, ahora, para representarle lo que pasó tras lo ya relatado. Verá vuestra merced:

Don Quijote, está mohíno y señalado por las uñas de un gato, desdicha ajena, que no aneja, a la caballería andante. Seis días lleva encamado, nadie lo ha visto; pero yo no me resisto, el llavero está a mi alcance. He de verlo y entablar amena conversación.

Me hago con la llave del aposento donde se repone el malferido don Quijote. Abro, sigilosamente, la puerta. Tal vez esté dormido y, si le despierto con brusquedad, puede echar mano a la espada y emprenderla a tajazos conmigo, confundiéndome con algún encantador follón y malandrín.

No hay por qué temer, que mi caballero permanece desvelado, pensando en sus desgracias y en el acoso de esa tontuela Altisidora. ¿He dicho mi caballero? Borre, por Dios, ese mi; un lamentable lapsus linguae, fruto de la precipitación. Decía que el caballero , a pesar de mi cautela, percibe el girar de la llave.

Y manifiesta en voz alta sus pensamientos. Cree que la alta doncella Isidora, viene a turbar su honestidad de casto doncel. ¡A forzarle, Dios no lo quiera! Tal vez, cayendo en las redes traicioneras, falte a su Dulcinea. ¡No, eso nunca!

Grabada, estampada, escondida en sus entrañas; así la siente. ¿Qué demonios tendrá la tobosana? Cebolluda labradora, dorada ninfa del Tajo, con Merlín, con Montesinos…le da igual, es suya de todas maneras. No entiendo eso, pero suena muy bien.

Abro la puerta y acaba sus enamoradas razones. Se pone de pie, en la cama, y luce una imagen fantasmal. La colcha de manto, la galocha de corona y una cabeza toda vendada. Esos bigotes tiesos y vendados podrían haber movido a risa, mas la verdad es que estoy asustada.

Espera, no hay duda, a aquella que tan impúdicamente se le ofreció, en el jardín. Me ve entrar, arrastrando mis blancas tocas, con la vela medio encendida, mis anteojos. La expresión de su rostro es la de quien ve a un fantasma. Se santigua apresuradamente.

Él medroso, yo asustada. Doy una gran voz y con el sobresalto se me cae la vela de las manos. Uy, yo me voy de aquí. Me enredo con las faldas y las tocas, vuelan los anteojos. La caída no es pequeña. Buena liebre…

Don Quijote conjura al “fantasma”, para que diga qué quién es y que quiere Si es alma en pena, le ofrece sus servicios como caballero andante, incluso en el purgatorio.

Por mi temor deduje el de don Quijote. Desolada le digo quién soy, en verdad. Me presento como doña Rodríguez, dueña de honor de la duquesa, con una necesidad de las que su merced suele aliviar.

Y, en lugar de indagar el origen de mi cuita, me pregunta si vengo “a hacer alguna tercería. ¿Me está llamando Celestina? Me hace saber que él no es para nadie, si no es para la sin par Dulcinea. Qué empecinamiento el de este hombre. Y que si olvido “todo recado amoroso”, puedo departir con él de todo lo que quiera.

Dejo el enojo que lo de la “tercería” me ha causado y contesto, reprimiéndome, que aún no soy tan vieja, para tener que dedicarme a esas actividades celestinescas. Que tengo todos los dientes y muelas, a excepción de los que se me cayeron.

Le pido que espere, mientras salgo a encender la vela, que le contaré mis cuitas, como al gran “remediador” que es. No sé si me remediará, que mi don Quijote, lo sé, tiene muy mala opinión sobre nosotras, las vituperadas dueñas. Impertinentes, fruncidas, melindrosas, inútiles para el humano regalo…eso es lo que opinan por ahí.

Si para tan poco servimos ¿por qué no colocan una dueña de bulto, una estatua, en sus salas, para dar autoridad? Labrar y callar.

Cuando vuelvo al aposento, con la vela, encuentro levantado al arañado caballero. No me parece “honesta señal” el verlo levantado, temo por mi seguridad y así se lo hago saber.

Me responde, irritado, que él mismo se pregunta si está seguro, si no corre el riesgo de ser”acometido y forzado”. ¿Un varón hablando como una indefensa doncellita?

Le pregunto a quién pide esa seguridad, Me contesta que es a mí a quién la demanda, porque ni él es de bronce, ni yo soy de mármol. Es más de medianoche y estamos en una estancia cerrada.

Pero, al fin, confía en su “continencia y recato”, así como en mis “reverendísimas tocas”.

En esto, inicia una singular ceremonia. Ambos besamos nuestra mano derecha para, a continuación, asir la del otro. ¡Si alguien nos viera de esta guisa!

Mi recatadísimo caballero se entra en el lecho, se acurruca y se cubre hasta el cuello. Yo me siento en una silla algo desviada de la cama, por si acaso...es un hombre, al fin y al cabo.

Nos sosegamos y me da licencia para contar mis cuitas. Me asegura que me escuchará con “castos oídos” y me socorrerá con “piadosas obras”. Así lo creo y comienzo con lo mío. Desbucho:



La dueña Abejita haciendo "vainillas" o vainicas.

Comienzo presumiendo de mi limpio linaje procedente de las Asturias de Oviedo. Así es aunque me veáis en hábito de asendereada dueña, en el reino de Aragón.

Ocurrió que mis padres empobrecieron y me trajeron a la corte, de Madrid, donde me acomodaron como doncella de labor de una principal señora. Nadie como yo para hacer “vainillas y labor blanca”. Todo el día de Dios sacando hilos…

Pronto fui una criadita huérfana, sometida a un duro trato y a un mísero salario. En ese tiempo se enamoró de mí un escudero de casa, hidalgo como montañés que era y ya mayorcito. Tras tratarnos secretamente, nos casamos católicamente. Nació mi hija y, poco tiempo después, murió mi esposo a consecuencia de un desgraciado accidente. Lloro recordando mi desgracia.

Mi montañés era el que llevaba a mi señora a las ancas de una negrísima mula, por las calles madrileñas. Pero un día, mi señora, doña Casilda le clavó un alfiler en todos los lomos, por empeñarse en dar la vuelta, sin su permiso, para acompañar a un alcalde de corte, el cual venía en dirección contraria. El sobresalto fue tan grande que dio con la de las ancas en el suelo, tras el aguijonazo.

Su excesiva cortesía fue divulgada y comentada con muchas risas, incluso los muchachos se burlaban de él. Por esto y por corto de vista, mi ama, Casilda, la que no era duquesa, lo despidió y, al poco tiempo, murió de pesar.

En la anterior visita a vuestra merced, mujer amanuense, convertí a mi difunto en soldado caído, en los Viejos Tercios. Ruegole perdone mi falta, quedaba más heroico morir al servicio del Emperador que hacerlo de pesadumbre, sin ocupación y siendo el hazmerreír de la chiquillería.

Quedé viuda desamparada y con una hija, de creciente hermosura. Mi señora, la duquesa, esta sí lo era, me llevó consigo a este reino de Aragón, movida por mi buena fama como costurera. Aquí creció mi hija con sus donaires: canta, danza, baila, lee, escribe, cuenta y más limpia, no la hay. Dieciséis años, cinco meses, tres días…creo que tiene. Soy precisa, incluso, en la inseguridad.

¿Qué pasó con mi bella niña? Pasó que un labrador riquísimo se enamoró de ella, la burló y faltó a su promesa de matrimonio. No sé dónde estaría yo cuando se juntaron...pero lo hicieron.

Mi señor, el duque, lo sabe puesto que me he quejado a él, muchas veces. Sólo le pido que le mande casarse con mi niña. Pero “hace orejas de mercader”, que el padre del burlador le presta dineros y es fiador de sus trampas. Incluso los grandes se endeudan…

Después de este relato, pido al caballero andante, aunque malherido y rasguñado, que deshaga el agravio, con ruegos o con armas. Enderezar tuertos, amparar a los miserables, para eso está la caballería andante. Si lo dicen los libros ¿quién va a dudar de que sea así? Huérfana es mi hija, ha de ampararla.

Le hago saber que de cuantas doncellas tiene la duquesa, no hay ninguna que le llegue a la suela de su zapato. Quiero que don Quijote sepa que” no es todo oro lo que reluce”. Le advierto que esa Altisidorilla es más presumida que hermosa, demasiado desenvuelta, poco recatada y no muy sana. Que ese aliento insufrible, de alguna enfermedad nace.

Y reconozco que soy demasiado atrevida. Aunque las paredes oyen, ahora le toca el turno a la duquesa. Don Quijote, sorprendido, me pregunta qué tiene la señora duquesa, por vida suya.

Y no me puedo callar. La hermosura duquesil, su tez tersa, sus mejillas de leche y carmín, su gallardía. ¿A quién se lo tiene que agradecer? Primero a Dios y luego a dos fuentes que tiene en las dos piernas, por donde desagua los malos humores. Humores de los que está llena. Menudo trabajo el del cirujano con su lanceta.
Don Quijote pregunta si es posible que la señora tenga “tales desaguaderos”. Lo cree, porque lo digo yo. Pero me corrige, tales fuentes, en tales lugares, en tal señora…no pueden manar humor sino ámbar líquido.

De repente, se abren de golpe las puertas del aposento. Se me cae la vela y quedamos a oscuras. Entran varias personas. Mientras uno me agarra la garganta, otro me alza las faldas y con un objeto duro se pone a darme muchos y dolorosos azotes, dejándome las posaderas en carne viva. Ay, bien conozco esas manos que se vengan de mi indiscreción. Ay, que se me ha olvidado mi humilde condición, perdón, perdón.

Don Quijote no entiende aquello y permanece mudo, en el lecho. Oye mis lamentos y teme que vayan a por él. Y, así es, porque en cuanto acaban de molerme, le destapan y le pellizcan, aunque él se defiende a puñadas. Cuando se van las fantasmas, recojo mis faldas y salgo del aposento, gimiendo mi desgracia. Dejo solo a mi caballero dolorido que, tal vez, esté pensando en algún perverso encantador. Sí, sí, encantador. Encantadoras…

Un abrazo a todos de María Ángeles Merino

Desaparezco

(Sigue)




Pedro Ojeda dijo en "La acequia":

"Abejita de la Vega vuelve a pasear por la Isla de Burgos y mostarnos a Cervantes, ahora que viene la primavera, para después irse a comer sin Pedro Recio. Después, su ordenador es asaltado por una vieja -vieja- conocida y así es cómo doña Rodríguez nos cuenta su versión de la historia, ilustrada por Ana Queral. Después publica el mensaje del Sanchico -gracias a Ele Bergón- que se ríe de las pintas de don Quijote y doña Rodíguez: bien puede afirmar que no llegarán a nada, que eran otros tiempos..."

Leer más: http://laacequia.blogspot.com/#ixzz0neOLT7Br
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Atrapados en la golosina quijotesca, Pedro. Gracias por tu comentario.

Por aquí no pasó Pedro Recio, afortunadamente.









Demasiado compuesto, demasiado peliagudo, demasiado frío, demasiado caliente, demasiado acanalado,demasiado verde, demasiado avainillado, demasiado gelatinoso, demasiado afrutado, demasiado deliciooooso.

No, no pasó Pedro Recio por aquí, por el Centro Integrado de Formación Profesional La Flora, de Burgos. Una escuela de Hostelería que nos sorprendió, ayer, por sus intalaciones y , sobre todo, por el buen hacer de alumnos y profesores. Y es pública...
http://cifplaflora.centros.educa.jcyl.es/sitio/

Enhorabuena y , si veis al doctor Pedro Recio, no lo dejéis pasar. Lleva una varilla, es fácilmente reconocible.

Riquísimo...

martes, 4 de mayo de 2010

Cervantes mira el Árbol del Amor, de nuevo. Fotinias, castaños de Indias...



Cervantes mira al Árbol del Amor.




La fotinia no está muy lejos.Las nuevas hojas son de color rojo que después varía a distintas tonalidades de verde, lo que da a la fotinia un toque elegante a lo largo de todo el año.




Las flores de los castaños "pilongos",los de Indias, blancas o rosadas,están en su mejor momento. Son mayoría en este Paseo de la Isla que me gusta tanto y que visito casi a diario. A quienes corresponda les digo: ¡No me lo estropeéis!

Ha pasado casi un año y Cervantes vuelve a mirar el Árbol del Amor. En otoño, verá florecer al Árbol de Júpiter.

¿Hacia dónde miró más Cervantes, en su vida?

¿Hacia Júpiter, dios del Cielo, o hacia Venus, la diosa del Amor?

lunes, 3 de mayo de 2010

Con lo zampón que es mi padre, ver la comida y ¡no poder probar bocado!


Ana Queral pinta al Quijote


Ele Bergón dice:

No se, no se si merece la pena ser gobernador, porque si te matan de hambre, tienes enemigos por todas partes y ademas te piden dinero que no tienes y se burlan de ti... Creo que eso no es buen negocio. Con lo zampón que es mi padre, ver la comida y ¡no poder probar bocado! Me imagino lo mal que lo estara pasando. Es como estar con la Nerea y no poder tocarla!¡Brruf! Eso no se hace. Se enfada pero con razon. No lo conoceis bien, aguanta y aguanta pero cuando explota, menudo genio tiene.
Me alegro del mote que le ha puesto a ese impresentable doctor: Pedro REcio de Mal Aguero.

Bueno, leer, algo sabe, no olvideis que fue concejal de cultura en el pueblo de mi madre. Kety y Abejita creo que se acordaran de ello. Cuando deje de ser gobernador, que pienso sera pronto y ya lo barrunta el tambien
(que no durase segun se me trasluce)pues le voy a animar a que se apunte a la Escuela de Adultos como ha hecho mi madre y ¡todo o que ha aprendido! mas que yo.Claro que se lo toma mas en serio.

Todavia no hemos recibido la carta que dice ha escrito y es que esto del papel es muy lento, pero como no tiene movil ni ordenata pues nada, nos toca esperar.

En fin, creo que no es tanto chollo eso de ser gobernador y que no se flipa con los cargos como puede parecer. A veces quieres mucho una cosa y al fin cuando la posees descubres que era mejor cuando no la tenias. ¡Que vida!

Choque de manos coleguitas.

El Sanchico