miércoles, 12 de agosto de 2009

Dia 3: Carcassonne

Efectivamente, tal y como suponíamos ayer, todo el mundo se hallaba en la ciudadela. Hoy ha amanecido con el sol asomando entre las nubes, y al final se ha quedado sólo. Hemos subido a la ciudadela, que está justo detrás del hotel, con solecillo y una brisilla fresca. Ya a la entrada de la ciudadela hemos notado que había gente. Y dentro aún más.

Carcassonne se halla en la región del "Pais de la Lengua de Oc" (el Languedoc para los amigos), y también dentro de lo que se llama el país de los cátaros. Los cátaros eran un grupo de personas que se tomaban la religión demasiado en serio. Al menos tan en serio como se la tomaba otro grupo que terminó por quemarlos en la hoguera por creer en dios, aunque no como creían ellos, y eso que todos creían en el mismo dios. Cosas de la religión, que no vale sólo con creer en el mismo dios, sino que no puedes decir que tu forma de creer es la correcta, a menos que tu grupo de seguidores sea más numeroso y tenga tradición en la organización de barbacoas.

La ciudadela está asentada sobre una antigua ciudad romana en la colina que domina el río Aude. Tiene dos murallas, la exterior galo-romana, y la fortificación interior. Se puede pasear entre ambas, asomándote para ver la ciudad nueva, el río, y las montañas a lo lejos.


La ciudadela es bonita, pero con tanta gente no hay forma de disfrutarla. No sólo eso, sino que además está demasiado turística para nuestro gusto: tiendas en cada esquina, restaurantes, bares,... hemos llegado a una plaza, que debe ser bastante grande, pero con las terrazas de los restaurantes, al final sólo quedaba un estrecho pasillo donde tienes que pelearte con todos para que no te pisen con el carrito del niño, por poder hacer la foto sin que salga el vecino, para que la otra no te pringue con el helado, para que no te tiren contra los carteles donde detallan el menú del día... De hecho, no sabemos cómo se llama la plaza porque las sombrillas de las terrazas tapaban el nombre.

Hemos entrado a ver la basílica, y rápidamente una cosa ha llamado la atención a la Mosca: unos tiradores. ¿Para qué servirán? No lo sabemos, pero está claro que otras personas se hicieron la pregunta antes y debieron tirar de las palancas, porque han colocado un cartel de "No tocar".


Otra curiosidad de la basílica es que se han modernizado en cuanto a la decoración. Se acabó eso de restaurar cuadros o estatuas cada dos por tres. Ahora se ponen fotografías, y eso se lo ahorran en pintores, escultores y restauradores.


Un rato después, tras mucho deambular (y esquivar turistas) hemos llegado a un garito donde vendían bocadillos, así que eso hemos comido hoy: un par de bocatas, esperando poder cenar a la noche algo más consistente. Tras comer, y tomarnos una especie de batido de frutas que no sabía a nada, nos hemos bajado al hotel a descansar un poco.

Ya a las siete, hemos salido de nuevo. Hemos ido a la ciudad nueva por ver si el ambiente era como ayer. Y aunque había algo más de gente, y los bares y restaurantes estaban abiertos (incluido el de tapas españolas), la cosa estaba más o menos igual. Hemos buscado un cibercafé porque hemos decidido anular la segunda parte del viaje. Tenemos a Suri medio-medio, y la Arañita no parece del todo recuperada para hacer tanto viaje. Tampoco la pobre Títi, que se ha quedado al cuidado de Suri está tranquila; así que entre pitos y flautas, mejor acortar las vacaciones. Y ya aprovechando, hemos colgado en el blog el primer capítulo de este viaje.


Hemos subido a la ciudadela por el puente viejo, y ahora sí que se podía disfrutar de ella. Gente, la justita. El tiempo, despejado sin calor. Y la comida en la terraza del restaurante para chuparse los dedos. La Arañita se ha metido para dentro una cazuela de mejillones más grande que ella. Y es que son como las pipas, que empiezas con uno, otro, sigues... y hasta que no se acaban los mejillones no paras.


Hemos terminado de cenar casi a las 10 menos cuarto, que para ser Francia,no está nada mal. Nos hemos dado un último paseo por la ciudad a la luz de las farolas, y nos hemos vuelto al hotel mientras la Luna se asomaba por levante para despedirnos.


La moraleja es que si vienes a Carcassonne, visítala de noche. Se disfruta más y mejor.

Mañana toca coche.

Bonsuar

5 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Carcassone es precioso! Pero, creo que será mejor visitarlo en invierno... Los tiradores esos no serían para ¿las ballestas? Lástima que tengais que interrumpir el viaje. Estaba disfrutando mucho con vuestras crónicas. Bueno, buen viaje de vuelta y que Suri se mejore. Besotes, M.

Mosca Cojonera dijo...

Tranquila, que sólo hemos anulado la parte en la que nos íbamos al valle del Loira. Todavía nos queda una semana de dar guerra.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

preciosa "la excursión"...y la cena...un abrazo

Silvia dijo...

Que bonito, y que bien contado.Arañita te cuidado y no camines mucho, tu descansa a ratitos te vendrá bien, por Sury no os preocupeis si ven algo raro la llevan al vete y se arregla todo, seguir pasandolo bien, y disfrutar mucho,besos.

Kety dijo...

Al menos han llegado a Carcassonne.
Estas imágenes me han recordado cuando estuve allí. Cuánta historia encierran esas calles.

Que Sury se mejore.

Un abrazo